sábado, 31 de octubre de 2020

De viaje con Javier Reverte


Soy un periodista bastante lamentable, no hace falta que me lo diga nadie. Pero si tuviese que esforzarme por ser un buen periodista, e incluso, si tuviera el valor de querer ser un buen escritor, me gustaría parecerme a Javier Reverte. Hoy ha fallecido. 

Recuerdo cuando trabajaba en Doblezeta. Resulta que íbamos a sacar una revista de viajes. Era la clásica tapadera de serie b por la que, con la excusa de los viajes, colábamos publirreportajes a diestro y siniestro de restaurantes, bares, artesanías, alimentación de calité, etc. Creo que para el primer número, hubo que plantear una entrevista y propuse a Javier Reverte. Y le hice una entrevista a Javier Reverte. En un hotel de las Ramblas, pero de la parte de arriba. Fue uno de los momentos más así de mi lamentable carrera periodística, porque la responsabilidad de entrevistar a alguien que te impone tantísimo, me tuvo haciendo caca durante horas. Pasé el trance, como siempre, contándole cómo me había impresionado su obra. 

Concretamente le hablé de un libro que había leído unos pocos años antes, Dios, el diablo y la aventura, sobre la vida y acción de Pedro Páez, un misionero jesuíta en la Etiopía del siglo XVII, que me volvió loco. Ese libro luego se lo leyó mi hermano y juntos pasamos el mítico verano etíope, escuchando ska y reggae clásico a manta y taladrando a todo el mundo con etiopía, los cristianos etíopes, los judíos, el rey Salomón, el arca de la alianza, Haile Selassie, los ras tafaris y toda la mandanga. Un libro genial que, seguro, no es el mejor libro que tiene. Supongo que este libro lo tuve que leer para otro curro, hice la reseña. Hoy no encuentro ni la reseña y tampoco la revista donde hicimos la entrevista. Me tengo que conformar con una foto de uno de los libros que nos enviaba la editorial y que me quedaba como pago para hacer las reseñas. Los dos únicos libros que tengo son los de Alaska y Canadá, la fiebre del oro, y el del paso del Noroeste. Pero tiene más. 

Nunca he ido a Grecia. Creo que nunca iré a Grecia. Porque Javier Reverte ya fue a Grecia y su viaje por el país ya me basta. Todo lo que Reverte ha hecho allí ya me sirve. Y como lo contó. Corazón de Ulises es el libro que deben regalar sin falta siempre. Corazón de Ulises es algo más que un libro de viajes donde se come y se bebe. Corazón de Ulises es como una guía vital que va más allá de ir a sitios y contar el qué. En Corazón de Ulises aparece la mitología, la historia, la cotidianeidad, el todo y el disfrute de la vida y de la compañía de la gente. Casi nada. 

El esquema es siempre el mismo. Javier Reverte viajaba a un lugar para escribir sobre algo, un tema, a partir del cual se embarcaba en una ruta que le llevaba a sitios que relacionaba con personajes y momentos históricos. Me encantaba. 

Hace pocos años, dos años, fui a Roma. Y quise saber si Javier Reverte... efectivamente, casi acababa de publicar un libro sobre Roma. Fuimos a los sitios donde él había ido a comer, visitamos lo que aconsejaba y lo que no, y nos sirvió, me sirvió, de referencia. 

Este texto se quedará siempre corto para decir lo bien que me lo he pasado leyendo a Javier Reverte, disfrutando con sus viajes, saboreando los vinos, las comidas, la compañía de gente buena o siesa, historias dentro de la historia. No tengo mucho más que decir. Gracias, maestro. 

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