Una de las frases que más me han impactado de la declaración de Kylian Mbappé sobre su toma de posición ante las elecciones francesas convocadas por Macron es que espera que puedan llevar con orgullo la camiseta nacional a partir del 7 de julio. Básicamente está diciendo que si la mayoría de tu país considera que buena parte de los jugadores de su selección en realidad no son franceses de verdad, es que su país da asco. Y eso no ha sido lo único que ha dicho. Porque como ya se ha dicho, lo realmente brutal de lo que ha dicho Mbappé es que lo ha dicho. En un mundo en el que los futbolistas como referentes sociales acostumbran a ser bastante lamentables (el silencio vergonzante de LOS futbolistas ante la situación que vivieron sus compañeras futbolistas fue una puta mierda), con elementos tan asquerosos como Neymar, personas sin opinión como Messi o directamente fascistas como Carvajal, que el jugador más importante del momento, en el momento en el que su futuro va a ligarse al club más laureado, en el momento en el que todos los focos están sobre él por la celebración de la Eurocopa, que este jugador, que este símbolo, que este depredador de contratos diga que hay que votar 'contra los extremos' es ciertamente destacable. Y aplaudible. Y loable. Seguro que habrá quien piense que no ha dicho nada cuando... ni cuando... ni para... ni por... pero está diciendo esto ahora y esto ahora es lo importante. Porque no vamos sobrados de nada. Y mucho menos de voces que digan algo parecido a esto. La extrema derecha, las ideas testosterónicas, las ideas de elogio de la riqueza, del poder, del dinero, del lujo, calan hondo en amplios segmentos de la población. Nos merecemos ser ricos, la limo, el peluco de oro, la ropa de marca, todo, absolutamente y como no podemos, porque no llegamos, nos frustramos y me cago en todo. Me cago en todo. No pasa aquí, pasa en todas partes. No entendemos lo que pasa en las calles. Ana Peleteiro ganando una medalla de oro... española. Jordan Díaz, otra medalla de oro... española. Ambos no son esos españoles que tú tienes en la cabeza. Porque Europa está cambiando. Lamine Yamal, Nico Williams. Antes fueron otros. Y es lo que hay. Ante esta certeza, seguimos viendo imágenes en la tele de aficionados españoles que consideran que hay que vestirse de torero para animar. Porque los jugadores serán una cosa, pero ser español de verdad, es otra. Eso nos pasa aquí. Eso pasa también en Francia. Y en el mundo. Y que un jugador de fútbol, no solo eso, el jugador de fútbol por excelencia se atreva a hacer un discurso como el que hizo ayer Mbappé, es un milagro. Celebremos el milagro. Un futbolista es capaz de articular un discurso político y se moja. Sin problemas. Hasta ahora.
PD: Unai Simón, portero del Athletic Club y de la selección acaba de decir que él es jugador de fútbol y solo debería hablar de temas deportivos. Vergüenza.
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