jueves, 27 de junio de 2024
Queens of the Stone Age en Barcelona. Una crónica.
La última vez que vi a los Queens of the Stone Age fue en Madrid, en la sala Riviera. Un buen concierto. Con mi amigo Edu. Siempre he visto a los Queens of the Stone Age con mi amigo Edu. Y ayer fui al concierto solo, solo, solo y eché de menos a mi amigo Edu sobre todo en la traca final. Cantar los coros de No one Knows sin Eledu al lado, bueno, no fue lo mismo. Pero lo hice igual. La última vez que fui a ver a los (de ahora en adelante) Qotsa no sé si ya había visto el documental sobre la grabación que los Qotsa o al menos Josh Homme y amigos junto a Iggy Pop hicieron de un disco que no estaba mal, pero el documental era francamente una exhibición de posturas de Homme que te hacían empatizar poco o muy poco con el excelso guitarrista. Así que mi opinión sobre los Qotsa o al menos desde que vi ese documental, decayó bastante. Porque los Qotsa son Josh Homme, siempre lo han sido y siempre lo serán, aunque ficcionáramos con la idea de que Nick Oliveri era alguien o que Troy Van Leeuwen pintaban algo. Y claro, ver aquel catálogo de escenas en las que Josh Homme caía gordo hasta la saciedad, no hacían ningún favor. Así que después del disco del Like Clockwork (teniendo en cuenta que a los dos anteriores ya no les había hecho caso), directamente he ignorado a Qotsa. Y aún así, la noticia de que venían, me erizó los vellos y no pude por menos que comprar la entrada porque, amigo, la traca final que ya me la sé y la conozco, basada en canciones del Songs for the Deaf, es apabullante. Y así me planté en el Poble Espanyol, entrando desde arriba, junto a una aguerrida colección de muchachotes en su mayoría, camisetas negras y pelos cortos, un paseo por el Poble Espanyol hasta llegar a la pista y una vez allí me sitúo atrás, donde ya me coloqué para ver a los Fabulosos Cadillacs, y en principio me vi encajonado por tres chavales que una vez que comenzó el concierto de verdad no aguantaron la emoción tiraron para delante provoacando que me quedara un hueco la mar de majo para poder moverme sin estar molestando ni ser molestado. El concierto comenzó a lo grande, dos o tres temas post y pre Songs for the Deaf y de este comienzo tan bueno pasamos a una fase en la que cayeron canciones que en ocasiones me parecían un tanto repetitivas y que, naturalmente, no conocía. Volumen brutal y todo muy bien, pero a veces me parecía que faltaba algo de mala leche en las canciones. Demasiada voluntad de suavizar la propuesta. Todo eso se te olvida cuando encaran la parte final del concierto y pregunta Josh Homme qué queremos escuchar y acaban cayendo las cuatro del disco del ciego. O fueron cinco. Ain't worth for a dollar...., Gone with the flow, First it giveth, No one Knows y Song for de Dead. No hay, ni lo habrá, broche final para un concierto mejor que Song for the Dead. Y aunque previamente hubieran estado tocando la versión stoner de la música de ascensor, amigo, esos cuatro temas o cinco, son demoledores. Incluso son demoledores aunque el público quiera futbolizarlo todo coreando el estribillo de No One Knows como ya futbolizaron la de Seven nation army. Es igual, oídos sordos, brazos arriba y a hacer los coros como si nos estuvieran matando. Casi algo más de hora y media de concierto y la satisfacción del deber cumplido. Sin el Edu.
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