lunes, 30 de septiembre de 2024
Segundo Premio - Isaki Lacuesta / Pol Rodríguez
Vale, pues ya la he visto. Ahora, o durante, o no sé cuando, viene cuando toca decir que la película está bien, pero que no sé, que tampoco es para tanto. No 'para tanto', sino que está bien para confirmar cosas que uno ya sospechaba o sabía porque le había llegado por otro sitio o había imaginado. Incluso si las desconociera, estaría muy bien la película. Pero sí que creo que hay que ser de Los Planetas. Yo soy de Los Planetas. Entrando en materia, soy de Los Planetas pero por ejemplo, no he sido un fanático de la banda. Los he ido a ver muchas veces, voy a verlos dentro de nada, pero no soy capaz de tararear la letra de según que canciones que son míticas. Por ejemplo, viendo la película, confirmé de nuevo que no me sé la letra, pero ni de cerca, de La Caja del Diablo. O de Toxicosmos. Y de muchas más. Ahora, las que me sé, me las sé. Como la que da título a la película, Segundo Premio, un pedazo de canción cuya letra sí que me sé y que es de las más emocionantes que tienen. Y que, sin hacer spoilers, resume bastante lo que es la película. Y la película responde a esas preguntas que los seguidores del Jota y su banda nos hemos hecho alguna vez, 'pero a quién le canta?'. La película, que se presenta como que no es una película sobre Los Planetas, sí que nos dice que trata sobre La Leyenda de Los Planetas. Es decir, no se habla de lo que pasa o de lo que pasó, sino de lo que pudo haber pasado. Y pudo haber pasado. La historia se sitúa en un momento crítico de la banda, cuando dos de sus miembros fundadores se van, cuando han tenido un pequeño pinchazo discográfico y cuando quieren lanzarse a la grabación de un disco que parece ser un todo o nada. La historia es la historia que hemos visto en documentales de mil grupos. Miembros de la banda que se odian y que se aman, que se necesitan y que se agobian, que pierden la ilusión, que no pueden seguir con la tralla de la vida, que no quieren más, que ya han tenido suficiente, o que no pueden parar, que ya no saben parar, que no saben hacer otra cosa, que han encontrado su vida, que se destruyen pero es en esa destrucción donde encuentran la razón de ser. Complicado, sí, pero es la vida de una banda. Y en ese marco es donde se entiende todo. Quién lo tiene claro, quién va con el gancho, quién está, quién no está, a quién se le reprocha, a quién se le recuerda. Pink Floyd, por ejemplo, no se entiende sin Syd Barret. Su ausencia y su presencia marca todo el devenir de la banda y las letras, obsesiones, motivos de la música, girarán alrededor de aquel que un día fue y ya no. Pues eso pasa un poco o bastante en esta película. Conozco a quien ha hecho de las canciones de Los Planetas un poco una guía vital. Gente que se explica como canciones de Los Planetas. Recuerdo haber sentido discos de Los Planetas según épocas. La primera parte de La Leyenda del Espacio cuando estás de bajón. La segunda parte cuando estás arriba. Una Semana en el motor de un Autobús es un disco capital, su gestación y su desenlace marcará a Los Planetas por el resto de su trayectoria. Un cambio de sonido y encontrar un sentido. Eso lo cuenta la película. Y sale Granada. Y yo he estado en ese sitio. Y yo creo que he aparcado allí. Y el Planta Baja. Y bueno. Unos actores que de manera insospechada se parecen tanto a los personajes reales que el Florent de la ficción parece más Florent que el Florent de la realidad. Y quizás el Erik es más Erik que el propio Erik. Sea como sea, una película que merece la pena para seguidores de la banda, para confirmar o para disfrutar o para lo que sea, y que posiblemente no se coma un lluç en los Oscar, pero oiga, ya está bien. Y ese 'son granaínos' que lo explica todo...
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