miércoles, 4 de septiembre de 2024
Turingia, Sajonia.
Comenzaré diciendo que no tengo ni idea de cómo es Turingia y tampoco Sajonia. Ambos son estados del Este, es decir, de la ex RDA y no sé qué evolución han tenido desde la caída del muro, pero... pero por lo que parece a lo largo de estos años ha crecido allí la extrema derecha de manera importante. No una extrema derecha de estas de por aquí, no, ahí hablamos de cosas más serias. Un reciente artículo que explicaba qué era la AFD decía que podríamos caer en la tentación de pintarlos como un grupo de estrambóticos fachas sin más, pero no, es peña que va bastante en serio y ya sabemos qué pasa cuando esta gente va en serio y en serio en Alemania. Lo que más me fascina de todo, como siempre, es ver hacia dónde se dirigen las culpas de todo esto. La extrema derecha, los nazis, aumentan su representación electoral y a quién culpamos. ¿No será culpa de la izquierda que suban los nazis? Ya leí ayer un artículo publicado donde lo progre es delito diciendo que, precisamente, los progres tenían la culpa de que suban los nazis ya que no se están aplicando los principios rectos del marxismo-leninismo o algo así en la política alemana. Efectivamente, no aplicar los principios del marxismo-leninismo puede que no conduzcan precisamente al socialismo, pero de ahí a pensar que todos somos cómplices del ascenso del nazismo... a ver. Estamos a punto de recuperar el 'socialfascismo' como manera de identificar a todo el mundo. Y ya sabemos lo bien que suele ir eso. Sale mal. Una reflexión estúpida, en este caso por mi parte, es decir que si los nazis, los fachas, la extrema derecha, sube, es principalmente culpa de los nazis. Y de que hay mucho dinero detrás de los nazis y de que los nazis y la extrema derecha no son esos pelaos con garrote con chincheta, sino unos finos estilistas de la comunicación con muchísimo dinero detrás que van contaminando el debate, la opinión, las alternativas, todo, hasta que parece que no queda otra cosa que ellos. Inmigración, el problema, cada día en la radio, en la tele, el aumento de navajas requisadas, los menas, los inmigrantes en Tossa, el alcalde de Tossa como ejemplo de argumento muy de derechas disfrazado de simple economicismo, inmigración, la percepción de seguridad, nos invaden, todo mentira. Absolutamente todo. Pero ahí tenemos los días en medios privados y públicos el tema, en tu cabeza, siempre. Y las voces que dicen que la izquierda debe ser realista y afrontar este debate de manera seria. Que debemos ser realistas y serios. Como por ejemplo Sarah Wagenknecht y su oferta política basada, dicen, en ser de izquierdas en lo nosequé y de derechas en lo nosecuantos. Y de repente eso parece una salida. Que por aquí todavía no abraza nadie, claro, pero. Pero. Qué tentador. Afrontar debates con realismo. Ese diez por ciento de votos. Dejar de ser buenistas. En realidad tenemos un problema. El horror. Está claro que los discursos valientes y que discuten temas como la identidad y la nación y los derechos naturales, no están muy de moda y que una parte de la izquierda, aquí mismo, utiliza la identidad como una herramienta antifascista. Pero pienso que eso debería cambiar desde el lado de quienes no somos izquierdas nacionales y discutir esos temas con alegría. Y jugar abriendo el campo. Si no quieren, daremos más. Interesante lo que ha escrito hoy, creo el Bernabé. Por ahí, quizás. Pero no darnos latigazos en la espalda y, ni mucho menos, dar ni un paso atrás. Ni para tomar impulso.
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