Como si fuera una despedida, como si fuera una especie de regalo que se le hace a alguien para que se contente y se prepare para lo que ha de venir, ayer TV3 emitió 'Alcaldessa' después de que hubiera pasado bastante tiempo desde su estreno y habiendo recibido el más alto galardón en su género en Catalunya, el Premi Gaudí.
'Alcaldessa' es el relato del paso de Ada Colau desde el activismo como portavoz de la Plataforma dels Afectats per la Hipoteca a su llegada a la alcaldía de Barcelona como candidata de un espacio de confluencia llamado Barcelona en Comú. Que este documental se emita ayer, después de tanto tiempo desde su estreno, da cuenta de cómo desde la televisión pública del país se intenta ignorar, minusvalorar y casi siempre atacar, cualquier otra visión del país que no responda con el de unos parámetros que hacen que quien no los comparta vea TV3 como algo ajeno, como una Tele 5 o una Antena 3 de la que puede salvar programas o contenidos concretos, pero que sabe que le están vendiendo algo que no puede menos que combatir. La próxima llegada al frente de la Televisión pública de alguien como Vicent Sanchis, promete arreciar en el mensaje, primero ante unas próximas elecciones autonómicas (las últimas, como siempre), y la conformación del espacio de los 'comunes' y luego de cara a unas municipales en las que la batalla por Barcelona será feroz. Si alguien no conoce Vicent Sanchis, que googlee, que escuche algún podcast de sus intervenciones en las tertulias de RAC1 y que se eche a temblar. Alguien que piensa que a) todo el que no siga el camino de adhesión a la hegemonía de CDC/PdeCat es sospechoso de unionismo y franquismo b) todo el que sea de izquierdas es poco menos que tonto, al frente de una institución pública con capacidad para impartir doctrina. Así que lo de ayer sonó a 'bueno, os ponemos el docu, pero preparaos'.
'Alcaldessa'. Cuando la estrenaron en el cine no la vi, problemas de agenda supongo. Lo fui dejando y se pasó. El caso es que lo que vi ayer me desmintió una cierta crítica de autobombo que había llegado a mis finos y sensibles oídos. El documental muestra, a veces de una manera que no hace una excesiva propaganda positiva de los procesos de discusión abiertos, cómo se pasa de ser una activista a la que 'quiere todo el mundo', porque pelea por una causa justa, casi perdida, romántica, partiéndose la cara por los que menos tienen, a disputar el poder efectivo en una ciudad como Barcelona y llevarse por delante los pronósticos alcanzando la alcaldía.
A mí me gustó. Me gustó ver cómo afronta ella los diversos saltos al vacío, saber que los mismos que te aplaudían y te adoraban, quizás mañana te digan el consabido 'te has vendido por una silla' o 'el poder cambia'. Las mismas mierdas de siempre. Todos somos muy buenos mientras no suponemos más que una amenaza vocinglera y resultona que no pelea el poder. Que se va del bracito al final de la mani con el teniente de alcalde para comentarle una cosa. Pero ojo, si quieres ir tú a por la gestión, amigo, prepárate.
Me gustó cómo lo cuenta, porque lo cuenta. Mediante una especie de Videoconfesionario, Ada Colau habla a cámara y nos lo va contando. Porque de otra manera no lo sabemos. Sabemos que uno o una está en un partido, hay un candidato o candidata, un alcalde o una alcaldesa, un algo y de ahí pasamos a otro candidato. Pero construir algo desde cero, con una base voluntaria, añadir el peso de organizaciones que llevan mucho tiempo bregando y ven con reticencias ciertas innovaciones o planteamientos no porque sean 'de derechas', si no porque nuestra, uy perdón, su propia dinámica de años nos ha encerrado en una caja de la que parece que no podíamos salir, ver todo eso, cómo se gesta y cómo se discute, me parece muy interesante. Y si estás a favor, te acabas de convencer. Y si estás dudando, compara con cómo se hace y cómo se explican y te lo explican los que te dicen que no se puede hacer de otra manera, o quienes tienen la cara de decirte que 'tú ve combatiendo el capitalismo que nosotros vamos haciendo'.
Me gustó la discusión, que me suena haberla tenido en alguna parte, sobre la cara y el colectivo. Sobre el personalismo o el grupo. Sobre las siglas o las no siglas. Sobre aprovechar el tirón de alguien o vender un producto nuevo. Sobre la marca. Sobre una campaña electoral en la que vendes algo que ilusione. Vendes. Colocas. Ilusionas. Y no pasa nada por decirlo. Estás tratando de que la gente se ilusione, que confíe en que con las pequeñas victorias que consigues estás cambiando, y que puedes conseguir una victoria mayor.
Me gustó el momento en el que, en campaña, Ada Colau se siente fuera del mundo de los otros candidatos. Ellos hablando en la Plaça Sant Jaume de polladas y ella que se agobia y se pira a buscar una cosa. Sentirse extraña en un mundo en el que no se te puede notar que estás fuera.
Me gustó porque sirve para ilusionar. Sí se puede. Se pueden hacer las cosas si todos asumimos que tenemos unos objetivos claros, como dicen en el docu. Si asumimos lo que cada uno puede aportar y lo que tiene de bueno. Y se lo reconocemos al otro. Y si estamos hoy aquí, no en el 1917, no en 1931, no en 1936, no en 1978. Hoy, aquí. Haciendo lo que sabemos y probando cosas nuevas.
Y siendo generosos.
Yo ayer salí mucho más convencido de lo que estaba. Sí se puede. Y vamos a encontrar la manera de hacerlo. En Santa Coloma y donde se diga.
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