Lo he buscado muchas veces y nunca lo he encontrado. Es un dibujo del Azagra en el que aparecen abrazados Marx y Bakunin, con una copa o una botella en la mano y un texto que dice 'el vino es rojo' de la boca de Marx y 'el vino es negro' de la de Bakunin.
Siguiendo mi camino de formación patillera por la vida y obra de algunos de los nombres básicos para entender qué se ha pensado a cerca de cómo acabamos con esta puta mierda de vida y hacemos algo diferente, me topé con esta biografía de Bakunin en la biblioteca. Durante muchos días, como ladrón de wifi residente, tuve a mi lado a un jovenzuelo que lo tuvo como libro de consulta durante algún tiempo. Pensaba que se lo traía de casa y que hacía algún trabajo sobre el ruso. Pero no. Es una novedad editorial y al verlo en el estante, lo pillé.
El autor de la biografía y su traductor tienen su historia. Polonski no es un autor actual, el libro está escrito al poco de terminar la Revolución Rusa y está escrito desde la perspectiva de los marxistas-leninistas que han triunfado. Y el traductor es Andreu Nin, que fue socialista, fue de la CNT, fundó el POUM y terminó como terminó.
Para los entendidos en grado superficial sobre la historia del movimiento obrero y sus cuitas, Bakunin es 'el padre del anarquismo'. Marx arriba con el marxismo. A su lado, Bakunin con el anarquismo. Este libro, no demasiado extenso y bastante sencillo de lectura, nos descubre un poco a la persona más allá del tópico, sus miserias y también sus logros. Si los tuvo.
Veamos. Bakunin era príncipe. En la Rusia del Siglo XIX si eras alguien es porque eras alguien previamente, porque tu familia tenía algo, porque había algo detrás. Su padre era el típico patriarca ruso, con posesiones, tierras, siervos... el niño tendrá que estudiar, continuar con la saga... pero son tiempos turbulentos en Rusia, la rebelión Decembrista y su fracaso provocan una reacción del Zar Nicolás I, que instaura un estado de represión salvaje que con más o menos altibajos irá larvando una situación de acción/reacción que concluye con la revolución de 1917.
Ahora bien, las rebeliones de ese siglo, los movimientos que se preguntaban qué hacer, no eran ni homogéneos, ni uniformes, ni tenían muy claro qué hacer y cómo.
Bakunin, pese a ser el padre del anarquismo y ser venerado como el creador de una teoría contrapuesta al marxismo como vía destructora del sistema, tampoco nos creamos que tenía en la cabeza las cosas muy definidas.
Me encanta saber que, estudiando y conociendo las vidas y las obras de los grandes nombres, realmente había una pulsión, unas ganas de hacer, de 'revolución', pero sin concretar demasiado qué hacer después, cómo organizarlo todo, qué pasaría. Marx quizás lo tuviera más claro, pero tampoco puso especial énfasis (ni Engels) en decir 'y será así y así'. Bakunin, menos.
Porque Bakunin quería destruir.
Una persona impulsiva, imponente, feroz, pero con una capacidad nula para crear, que lo que crease perdurase, aglutinar gente, no sé. Revolución. Revolución. Revolución.
Un Bakunin que de joven sabe que todo esto del Estado, de ser un príncipe, de continuar con la vida de terrateniente por muy liberal que fuese, no le iba. Como está metido en varios fregados sin acabar de saberse si está por una cosa o está por otra cosa, porque él sí, era capaz de convencer a la gente hablando y con su entusiasmo, pero como organizador, muy mal. Una cabecita perdida.
Se exilia y se convierte en revolucionario profesional. Abraza la ideología del paneslavismo. De anarquismo todavía nada. Sí, el Estado es una mierda, hay que destruirlo, hay que destruirlo todo, pero el paneslavismo garantizará que de la mano de los eslavos, con el Zar a la cabeza, todo irá mejor. Luego lo del zar pierde color. Luego ya nada. Y acaba dando tumbos hasta que configura casi como reacción, no por una reflexión excesiva, el anarquismo como teoría. Más simple si quieres que el marxismo, porque es más importante hacer, destruir, que aprender.
Participa en cuantos movimientos revolucionarios hay. El gobierno ruso difunde que en realidad es un agente suyo. En el libro esto se desmiente, pero la mancha le durará mucho tiempo. Sublevación en Praga, sale mal. Sublevación en Dresde, sale mal. Al talego. Primero en Austria, luego en Rusia.
Pasa la tira de años en prisión. Allí, hace una Confesión que se reproduce al final del libro.
En esta confesión, sin haber llegado todavía a ser el referente que es, escribe al Zar para que le saque de la cárcel. Dice haber estado equivocado, enumera las cosas que ha hecho, las que piensa, pero siempre diciendo que está confundido, que no lleva razón, que el Zar debería ponerse al lado del pueblo y ayudar en su progreso, que... le deportan a Siberia y allí colabora en el gobierno de Muriavov-Amurski, un militar flipado con ideas de grandeza al que le cortarán las alas rápido. Se fuga, se va a Japón, a Estados Unidos, vuelve a Europa.
Y empieza a cambiar y a elaborar algo más así. Y mientras los marxistas montan su Asociación Internacional, él monta otra Asociación y las dos se enfrentan y una se integra en la otra. Marxismo contra bakuninismo.
Bakunin: no al Estado en ninguna de sus formas. Revolución. No participación en política. Revolución. Sublevación. ¿Cuántos somos? ¿Seis? pues mejor seis que cinco, vamos. Sale mal. Y así.
Marx: el capitalismo va a petar y la clase obrera tomará el poder cuando esto salte. Y se formará un Estado que ya no será como el que había. Hay que participar en la vida política. Revolución, sí, pero ojo, cuando se den las condiciones, no nos vamos a juntar cuatro y la vamos a montar y nos dan por el ñaca, no hagamos el tonto. Esperamos y cuando eso, te llamo.
Todo así, muy patillero, como lo estoy explicando. Pero más o menos es lo que es. A Bakunin nada le sale bien. Rompe con Marx, parece que su Internacional va a triunfar y va a ser la voz mayoritaria del movimiento obrero. Pues no. Las últimas sublevaciones que intenta salen mal.
Se desencanta. Quiere acercarse al marxismo. Él mismo se da cuenta que eso de ir haciendo complots, ir haciendo 'revoluciones' cuando parece que nadie te está esperando, es un poco ir haciendo el tonto.
Dependiendo de la pasta de otros. Enfermo. Desanimado. Muere.
El final del libro deja la sensación de que del mito de Bakunin como el revolucionario poderoso y con las ideas claras, hay más bien poco. Que el hombre le ponía una voluntad a prueba de bombas, pero que le costaba poner los pies en el suelo. Un poquito solo.
Que lo de hacerlo todo polvo, todo tabaco, todo bálago, pues bien. Pero que a lo mejor nadie te está esperando.
Una sensación un poco extraña, la verdad. Al final del libro, Polonski lo considera como un 'pariente' de los bolcheviques que triunfarán en el 1917. Pero no uno de los suyos. Yo, que soy muy de 'todos son un poco de los míos', aquí me he quedado un poco así como... no sé.
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