miércoles, 8 de marzo de 2017
Sonic Youth. Somos Ciccone.
Ciccone. Ciccone. Llevo varios días, sin ningún motivo reconocible, escuchando compulsivamente Sonic Youth. Todo comenzó el pasado sábado cuando, sin proponérmelo realmente como una tarea, como un trabajo, como algo obligado. Hace tiempo que no escucho a Sonic Youth. Hace tiempo que Sonic Youth no se escucha mucho. Se separaron Kim Gordon y Thurstoon Moore y se acabó el grupo. Antes de eso los últimos discos tampoco habían sido demasiado apasionantes, al menos para mí. Si me paro a escucharlos, alguna vez, descubro cosas, cosas que me gustan las cosas de siempre que me gustan.
Hoy es día 8 de marzo, día internacional de la mujer, y pudiendo hablar de muchas cosas, hablaré de Sonic Youth. El sábado, después de un viernes de ruido, tenía ganas o de no escuchar música o de más ruido. Más ruido. Y me acordé del Washing Machine. El disco de la lavadora. El disco de la portada de los chicos con camisetas de la lavadora. Yo tuve una camiseta de la lavadora. Compartida con mi hermano, nos pusimos tanto la camiseta que llegó a tener un color indefinible. El disco de la lavadora. La primera vez que vi a Sonic Youth fue en un festival de Badalona, el Pop Festival que creo que se hizo una vez solo. Presentaban el Washing Machine, precisamente. La experiencia me sobrecogió. No sé si yo había ido a muchos conciertos entonces, en ese festival estaban Yo la tengo, Beck, Siniestro total… más grupos. Muchos y muy buenos. Pero lo que vi allí me cambió. Ruido. Ruido por hacer ruido, sin voluntad de que nadie entendiera nada, que el ruido te pillase y te llevase lejos. Esta sensación ya la he contado antes. Música que te lleva a otro sitio. Para irte lejos.
Si esto no te gusta, si la cosa no va como quieres, ruido y a volar. El disco de la lavadora en directo era demoledor. Tenía canciones y tiene canciones de progresión, de follón, de asustar… pero acabaron con Diamond Sea, que se prolongó durante casi toda la noche. Creo que todavía dura. Es un disco que te atrapa. Cuando lo sacaron, Sonic Youth ya tenía varios discos, de hecho ya se habían convertido en un grupo famosete, entre los gafitas de la universidad, los modernos que después de descubrir a Nirvana y tontear con los Pixies, queríamos más. Yo ya tenía el Experimental, Jet Set, trash and no Star… y estaban el Goo y el Dirty y el Daydream Nation que…
Escuché el sábado el Washing Machine. Al día siguiente otra vez. El lunes, mientras hacía mis cosas, sonaron varios discos. Los discos de siempre. Sonó el Evol y sonó el Sister. Por azar descubrí una versión acústica de Star Power. Flipante. La versión eléctrica es tremenda. Me casqué el Evol entero. Está la de Expressway to your Skull que es bestial. Y el Sister. El Sister es grandísimo. Porque es un disco que no tiene canciones grandes, largas, esos desarrollos, no. Es un disco al grano. Muy punk. Y tiene canciones que… la de Kotton Krown… es demasiado. Y más.
No es para hablar de canciones. No es una crítica musical. Es una sensación. De repente, tengo ganas de ruido. De Ciccone.
Hoy es 8 de marzo. Si algo tiene Sonic Youth es Kim Gordon. Puede que el protagonismo en la banda se lo lleven ella y Thurstoon Moore, pero Kim Gordon… no tiene canción mala. Y la actitud. Toca el bajo o toca la guitarra. Recuerdo una vez en el Primavera, todavía en el poble espanyol, cantó una canción, Drunken Butterfly, que cantó ya sin guitarra ni nada. Flipante. Escuchar en el Sister la canción Master Dik. Unas quinientas veces en tres días. Somos Ciccone y eso es suficiente. Somos Ciccone. Ci ci Ciccone. Acaba el disco y en el Spotify suena sin remisión I love you MaryJane, la canción que hicieron con Cypress Hill y que canta Kim. Y me acuerdo de la versión de Addicted to love, que también cantaba… Kim.
No sé porqué escribo esto yo hoy. Somos Ciccone. Las ganas de decir que estoy escuchando Sonic Youth. Que pese a que soy cada vez más viejo, más gris, más así, de repente me descubro escuchando Sonic Youth y todavía me gustan. Todavía me llevan a algún sitio. Todavía me meto dentro de la lavadora y empiezo a girar. Y a girar. Y a girar. Como giraba Kim Gordon, pasando de todo, aquel día.
Ciccone. Ci ciccone. Somos Ciccone.
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Estuvieron en Shanghái. Y colgaron una guitarra eléctrica del techo. Y uno la empujaba como un columpio... No lo vi pero me lo contaron. Valía dinero, bastaante dinero, y era una performance de noise.
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