Y cuentan que un día vio Baal cómo los seres humanos adoraron a otros dioses. Nunca había querido reparar en las ceremonias que le regalaban a lo que los hombres y mujeres que él creó consideraban las nuevas divinidades. Divinidades que Baal, magnífico y esplendoroso, toleraba porque los ignoraba. Baal, el único y el grande, sabía que había gentes que habían elegido otras creencias, en ocasiones burdas imitaciones de su propia vida. Dioses que también habían surgido de... que habían creado... que habían sido... que escogieron... todos ellos eran respetuosos con las circunstancias de cada uno. Esos nuevos dioses sabían que era Baal el único e importante, y sabían que habían sido creados en el error, pero había uno de ellos que, había pretendido ser el más importante de todos. Baal, sereno y curioso, decidió que quería ver qué era lo que tenía aquel dios de particular, quería ver los ritos, las alabanzas, los cánticos, la devoción que aquellos hombres habían desarrollado hacia aquel dios, para conocer a qué tenía que enfrentarse en el caso de que Baal, haciendo gala de su irremediable e implacable poder, tuviera que hacer algo al respecto. Y vio Baal una procesión de fieles de aquel Dios que cantaban y bailaban en torno a una figura que venía a representar a la madre de aquel Dios que aquellas personas, a las que Baal reconoció por su nombre y apellidos, porque Baal los había creado, y en aquel baile y aquel cante Baal quiso entender que había amor hacia aquella figura o hacia lo que representaba y fue magnánimo y benévolo con aquellos fieles, como hubiera querido que hubieran sido benévolos con sus propios fieles. Y vio más cante y más baile y vio y fervor que no reconoció como suyo, y vio muestras de alabanza que le parecieron extemporáneas y no creíbles, y aún así lo entendió.
Y entonces vio Baal que uno de aquellos fieles se apartaba del grupo, y en mitad de un paraje verde, comenzaba a orinar absolutamente ebrio. Y Baal miró a su izquierda y vio a aquel Dios que osaba plantarle cara y discutirle su lugar entre los dioses, bajar la mirada avergonzado.
Oh Baal, gran Baal, mesurado y correcto, respetuoso y justo, absoluto y total. Baal, que permitiste a los humanos adorar a otros dioses, benévolo moderado eres tú!
- Calla, mortal. Con semejantes fieles, de qué hay que preocuparse... sigo con lo mío pues...
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