lunes, 18 de marzo de 2019

Pasarela hacia el cielo

Pongo esta foto y pongo este titular porque no quiero poner otra foto y poner otro titular. Quiero hablar de lo que quiero hablar. Porque no se me va de la cabeza el proceso. La descomposición de los cuerpos. Hoy hablaba con uno en la sala de espera sobre esos pasteles de carne humana que hacían allá por los siglos de los siglos pasados, cuando morían los ahorcados, los ajusticiados y con su carne se hacían pasteles. Pasteles de carne humana. Creo que de eso va también la obra Sweeney Todd. Tengo que escribir de muchas cosas que me interesan y que seguramente sabréis captar al vuelo, porque estáis en lo que estamos y lo sabéis. No quiero poner esa foto del que hasta hace unos meses parecía tener claro el camino y ahora tiene claro otro camino y ha vuelto loco a medio o un cuarto o no sé qué porcentaje de la militancia porque ahora lo que toca es cambiar el discurso. Leo, siempre leo, siempre me lo leo, lo que se publica al respecto y los artículos de los que saben tanto para justificar una y mil veces que ahora lo que toca en aras de la unidad es romper la unidad. Leo que hay confusión, que hay caos, que diciendo esta mesa es verde habrá quién te discute que la mesa es verde y que la mesa es una mesa y que el color verde no existe. Tengo ganas de escribir, que hace mucho que no escribo. Tengo ganas de gritar de rabia al ver que la estrategia de la división, del daño, de la tuneladora, da sus frutos. Tengo ganas de gritar de rabia ante el niño bonito que se hace una foto con el Cañamero en la mani de Madrid y aprovecha luego la foto para cagarse en sus compañeros del de la foto. La dignidad, la decencia, la leche. Qué manipulación, qué falta de ética, qué parecidos son a aquel PSOE o PSC que ofrece el plato de lentejitas calentitas al que quiera acercarse a la luz del sol. A la zona de confort. Repito, en estos países en los que vivimos, la zona de confort se encuentra donde se encuentra la derecha. Compartir un 15, un 30, un 60 por ciento del discurso de la derecha, de cualquier derecha, de la bandera que sea, te hace vivir en la zona de confort, porque ya eres útil, porque ya estás de su parte. Porque sin discurso propio eres el número tres, el cabeza de nada, el fugitivo habitual. No me gusta nada cómo nos está quedando el 2019, supongo que a otros les estará gustando más, porque está volviéndose a parecer todo mucho a lo que estaba ya de antes, nos está quedando todo la mar de nada. Estupendamente nada. Sin alternativa. Con gente que nos dice que... ya no sé qué nos dicen. Todavía tenemos un diente de oro que nos pueden quitar. Los muertos sirven para hacer pasteles de muerto. Cuando muerdes al muerto igual te encuentras un diente, o una uña, pero te lo sigues comiendo porque tienes hambre. En los años del hambre el que ha pasado hambre es insaciable. Zona de confort, es que cada vez que lo pienso me revuelvo así como el que te dije. Y mientras tanto avanza una nada de conformismo, de nadismo, de absolutamente cerismo basado en palabras que no significan nada, nada, nada, nada, como nosequé en la lluvia se irán, en estas cuatro paredes: república, libertad, dignidad. En boca del que dice no pasarán con la boca chica, gente dándote lecciones de republicanismo. Dando lecciones de cosas. Ahora ya no somos nada. Todas las mañanas escuchando el juicio del procés, el juicio a la democracia, escuchando que todo ha sido una bufada de padre y muy señor mío y que esos señores tienen que estar en la calle y que le han tomado el pelo  a todo el mundo unos y otros jugando a algo que iba de otra cosa: recomponer el orden. El orden ya está recompuesto.
Cautivo y desarmado el Ejército rojo, podemos volver a encerrarnos en nosotros mismos, a volver a sacarle brillo a las chapitas, a hacer nuestros actos para cinco personas, a pugnar por ser el Secretario General de Nada, el Coordinador General De Cero, a hacernos una foto con el Rufián o la Parlon de Turno. A mendigar por un algo, papa.
Los muertos descompuestos ya ni siquiera sirven para que se los coma nadie. Son frases que escribo porque tengo mono de escribir burradas, que no me salen porque ahora somos contenidos y comedidos. Son frases que ya salen muertas y que se la come la gente envueltas en un hojaldre que también tiene un gusto raro. Los zombis que te atacan y te muerden y te contagian su cosa. Te han mordido y te haces la foto con ellos. Hola, estoy feliz aquí. Ahora noto que mucha más gente me quiere y puedo seguir hablando de cosas republicanas y la gente me ama.
Me cago en el amor.

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