domingo, 18 de octubre de 2020

Antidisturbios, chico


 La serie de la que todo el mundo habla. Habla hasta la policía. Y habla mal. Antidisturbios es la nueva serie para la polémica. Si les gustó la polémica de Patria donde nadie se siente representado salvo los equidistantes (todavía no la he visto), fliparán con la serie Antidisturbios. Los autores de esta serie (de la que he visto dos capítulos porque ayer noche nos pusimos a ver una peli que daban en la 2, la de los jóvenes soldados alemanes que son prisioneros y tienen que vaciar una playa llena de minas en Dinamarca al final de la Segunda Guerra Mundial, que resulta que como tenemos una tele y un mando que no se conocen no la podemos poner subtitulada y la tuvimos que ver en Filmin, que estaba también y que la verdad, vaya película de pasar mal rato, el caso es que cuando nos pusimos a ver Antidisturbios ya era tarde, perdón), son Rodrigo Sorogoyen y Isabel Peña. Director y guionistas de otra maravilla que es El Reino y que también tuvo su parte de polémica, porque todo el mundo sabe que aquí si algo parece bueno, hay que hundirlo. 

Antidisturbios, hasta el momento que yo he visto, narra cómo una unidad de antidisturbios se ve obligada a intervenir en un desahucio con carencia de efectivos. Se ve obligada a intervenir es una manera de hablar porque podrían haberse negado, etc., no nos vamos a poner ahora, o sí, porque quizás es una de las claves de la serie. Obedecer, actuar, yo que sé. El caso es que el desahucio pues es un desahucio de los que te ponen el corazón en un puño y se lía. Y ya no cuento más. 

Contar que lo que se ve en la serie es, hasta el momento, dos capítulos, insisto, el comportamiento de un grupo de personas que son policías. Y que como son personas y son policías a la vez, pues las personas son personas y cuando están en esas situaciones y acostumbran a actuar como tienen que actuar, pues vamos, que no gusta a los defensores del orden de la ley que se vean retratados como personas con sus vicios, sus ideas retorcidas, sus vicios, sus comportamientos agresivos, sus movidas, sus vicios, sus trofeos de guerra, sus cosas, sus mierdas... y no solo de ese grupo, también aunque menos de quienes pertenecen al cuerpo de Asuntos internos. 

Ya digo que esta serie si la hacen los americanos o los franceses o los ingleses, pues claro que sí, porque fíjate, los polis lo chungos que son y fíjate tú. Pero ojo, los polis nuestros, atención. Qué series de policía hemos visto en este país donde parezca qué. ¿Policías? Que era como al salir de clase pero con policías... en fin. De todos los personajes, descontando al siempre inigualable Roberto Álamo, me quedo con el jefe del grupo, Osorio. No sé. Ese deje al hablar, esa manera de decir las cosas... qué bueno. 

Que llevo dos capítulos y que promete. Y promete más si los sindicatos filofascistas de la propia policía están haciendo campaña contra ella. Por eso, quizás, mola más. 

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