martes, 15 de diciembre de 2020

Cocotevá, la cultura popular, las cosas.


Repasando alguna foto para ilustrar el texto he estado a punto de poner una imagen de una entrega de premios Ciutat de Santa Coloma, creo que se llaman. O era alguna entrega de premios de alguna entidad. No lo recuerdo. Supongo que sí. Es igual. Desde lejos me había parecido que podía ser de alguna de las veces que he hecho fotos a Cocotevá haciendo Cómeme el Coco Negro. 

Durante varios años he procurado asistir a todos los pases que, coincidiendo con la Marató de Tv3, la Compañía Colomense de Variedades ha montado en el Teatre Sagarra con un éxito arrollador de público. No me gustan las galas benéficas ni los eventos pro algo. Solo me gustan los eventos míos, naturalmente. Sin embargo, más allá del factor benéfico, las veladas teatrales de Cocotevá con el Coco eran y son brutales. Llevando al extremo la idea fundamental de la Cubana, esas horas en el teatro se convertían en una especie de kermesse popular en la que por momentos lo que menos contaba era lo que sucedía en el escenario. Ese efecto Coco en Cocotevá incluso llegó a lastrar otros montajes de la compañía, que se veían perjudicados porque la gente acudía a ellos pensando en ese disparate de comunión entre público e intérpretes que llegaba a poner de los nervios al propio director de la compañía, Xavi Villena. Uno se lo pasaba bien con el Coco. Cada año había algo nuevo, algún o alguna artista invitada, con sus momentos rayanos en lo grosero o que pasaban de largo lo grosero, provocando al espectador que pensaba que iba a eso, una obra convencional. 

Una obra convencional y lo convencional. Lo grosero, lo chabacano, lo burdo, lo vulgar. La fina línea que separa lo basto de lo popular. Quién lo delimita. Quién dice que una cosa es una cosa o la otra. 

Este año no va a haber Coco. Las circunstancias y las cosas, las cosas, las cosas, las cosas y las cosas han impedido que en este 2020 donde estamos ávidos de desbarrar de una santa vez, parece que no han permitido que la obra pueda desarrollarse. ¿Podría haberse hecho en estas circunstancias con solo medio teatro lleno?

El teatro popular. El teatro con lo popular. El arte. Hace frío, vamos a comprar, tenemos ganas de tener buen corazón, de tener algún detalle con la sociedad y nos apuntamos a cualquier tipo de bombardeo que nos haga parecernos a esas canciones navideñas que salen en las películas americanas, donde uno, sin ver nada, sabe que están en un casoplón con todo super ordenadito y donde el matrimonio feliz va a disfrutar de unas fiestas inolvidables. Let it snow. El teatro popular debería cagarse en todo eso. Debería además ser respetable. Debería ser respetable. O no. Realmente no sé qué quiero escribir o lo sé pero no doy con la tecla. Ahora en mi teclado no saltan las teclas y acostumbrado al teclado anterior pulso con miedo y ni siquiera aparece la tecla que creo que he marcado.

Creo que ya lo he dicho alguna otra vez. El arte, la cultura, me parece que es cualquier producción humana que tenga algún sentido para alguien. Que el sentido no se lo da el artista. Que el artista es una creación de hecho de otros artistas que son los seres humanos que deciden que una persona tiene un talento especial para algo, o un don, o lo que sea. Pero eso es un acto de creación también. El artista como obra de arte. Los artistas pueden pretender ser como tú, entonces resultan un poco falsos. O pueden pretender estar por encima de ti. Y son peores. Los artistas pueden cantar canciones que te prendan una chispa de esperanza en el corazón y un brillo especial en la mirada. Esa misma canción a mi me puede producir incomodidad. Los artistas pueden hacerse pasar por otras personas, pueden querer camelarte con un acento especial, con un giro que han aprendido en otras escuelas. Los artistas pueden ir a la escuela. Los artistas pueden tener vicios y los receptores pueden conocer los trucos y aceptarlos. Los artistas hacen lo que tú quieras. 

Los artistas no solo han de pelear por el Teatre Sagarra, una noche, un momento, dos ratos, aplausos, impresiona este escenario. Los artistas deben ser conscientes de sus limitaciones. Me encanta hablar de arte contigo, de cultura. Me encanta llevarte la contraria cuando hablas de arte, de cultura. No tengo ni idea. Mi idea del arte es tan pobre que cualquier cosa me parece arte. Incluso los timos me parecen arte. Y cultura.

El teatro es popular. Cocotevá no hace este año su Coco. Nos quedamos sin la Ponxi haciendo su inolvidable número de la folclórica en chándal de tactel cantando María de las Mercedes. Nos quedamos sin las lágrimas finales de Xavi Villena. Nos quedamos sin la Merche Meneses, sin el Kike Hita, sin el Hugo, el Alex Mas, la increíble Andrea, las supervedettes...

Este año nos estamos quedando sin muchas cosas. Nos quedamos como digo sin una obra de teatro donde la gente colomense iba a lo que iba. A veces no sabes a lo que vas y te encuentras con lo que sospechabas. Otras veces, como aquí, vas a la guerra. Y la guerra a veces te pasa por encima. 

Estoy acabando el texto. Me tengo que ir. Yo también tengo mis obligaciones con el arte. 

El año que viene no puede volvernos a pasar, Cocotevá. 

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