jueves, 17 de diciembre de 2020

Un año sin Paco Molina


Hoy hace un año que, mientras mi madre le cantaba al oído El cuento de la lechera de Paco Ibáñez, mi padre dejó de respirar. Desde entonces, siento ser poco original, no pasa un día en el que no me acuerde de él. No es que me acuerde de él todos los días, no es que haya un momento en el que digas 'ay, me acuerdo de mi padre'. Es diferente. Es tener a tu padre todo el día en la cabeza, porque quieras o no, eres tu padre. Supongo que mi hermano pensará lo mismo, pero la herencia que nos ha dejado mi padre es enorme. No hay día, prácticamente no hay hora, en la que no digamos algo a la manera de mi padre, tengamos alguna reacción (a veces forzada, es cierto, otras de manera completamente inconsciente), pongamos una cara, hagamos algún comentario, tomemos una decisión vital, forcemos el acento vilcheño, forcemos el ansia por discutir, chinchemos sin qué ni porqué, o calquemos cualesquiera cosa que hiciera mi padre.  

Muy bonito lo que has escrito sobre tu padre. Aquí en esta foto le vemos junto a mi hermano. Se le ve muy contento y riéndose. Pero no se engañen, no lo estaba, estaba enfadado y fue mi hermano el que le forzó a hacerse la foto riéndose. Menudo artista. Mi hermano, por ejemplo, ha empezado a dibujar. Cuando mi padre le insistió hasta aburrirse que se apuntara a Els Coloristes, que se lo tomase en serio, que tenía mano pero que lo trabajara, pues cosas de los Molina de cualquier condición, entonces decimos que no. Pero cuando queremos nosotros y nada más que nosotros, es entonces. Ahora dibuja y lo hace muy bien. Es otra manera de acordarse del F.Molina, sin declarar abiertamente que lo tenemos en la cabeza constantemente. 

Ha sido un año que ha pasado muy rápido. ¿Cómo hubiera pasado el papa este año tan especial? Cuando estaba bien, mal. Después del pirfo, hubiera sido peor. Porque a mi padre, y esto lo llevamos a rajatabla los tres integrantes de la banda que estamos en liza todavía, mi hermano, mi madre y yo, lo que le gustaba de verdad era estar en la calle, dar su paseo, ir a los coloristas a echar su ratito pintando, ir al Mel i Mató a tomarse su cortadito y leer el periódico para tener luego argumentos para una buena charla, su cervecita si caía a pelo en algún sitio, saludar a la gente, a los críos que le conocían de las clases de la pintura, encontrarse con alguien que trabajó en la Telefónica, quedar con su grupo de amigos, no querer ir a ningún sitio pero luego no querer volverse, tener a todo el mundo en vilo con cualquier historia que contaba, con algo que le pasó, con algo que le contaron, cantar alguna 'canchoneta', utilizar dos mil millones de refranillos, ser una persona social, pero a su manera. ¿Cómo lo hubiera llevado todo esto de no salir de casa? Igual te hubiera contestado 'pues tan a gusto, a la mierda con el cachurreo de estar parriba y pabajo, en su casa de uno y que le den por culo'. 

Pero sabemos que luego, ay, quién lo tenía en casa cuando le llegaba la hora de ir a los Coloristas. En fin. Se cree uno que cuando llegue el año y tenga que acordarse de su padre va a ser algo especial y qué día no ha sido especial desde que nos dejó. Este texto podría acabar aquí. Muy bonito lo que has escrito sobre tu padre. Mi padre se lo leería y diría 'bueno, pues bien'. 

Hoy quedaremos para comer, seguro que contaremos alguna que otra historieta, por navidades nos acordaremos de los aguilandos de Vilches, echaremos de menos el especial de Raphael que tan poca gracia le hacía y que nosotros veíamos solo por escucharle a él llamarle 'tonto' al niño de Linares, y todas esas cosas. O lo que hubiera disfrutado con su Athletic clasificándose para una final y sufriendo y blasfemando lo más grande con cada partido de los 'mingas frías' como diría su adorado Clemente. 

Pensaba yo que iba a escribir algo más estructurado en torno al aniversario del fallecimiento del pequeño Lavín. 

Y claro, nosotros, mi hermano y yo nos hemos acordada. Nada que iguale a lo que ha tenido que ser este año para mi madre. Todo esto y acordándose del Moli y la lata que hubiera dado el Moli con querer salir de casa. Andando. 

Pero no. Hoy es un día para acordarnos de lo que nos hizo reír, de lo que nos enseñó, de lo que disfrutó y de lo que se está perdiendo y que podemos disfrutar nosotros. Si tienen un momento hoy, donde estén, y se acuerdan del Moli, pues eso. Acuérdense y disfrútenlo por él.  

1 comentario:

  1. Me ha caído muy bien tu padre al leer esto. Muchos abrazos desde aquí.

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