Nos estamos ocupando de demasiadas cosas y estamos olvidando el asunto importante. De entre los textos de Harbour Barber nos ha parecido pertinente rescatar este relato que hemos considerado que viene bastante al pelo sobre lo que hemos venido diciendo estos días. Por volver al tema. Ah, el relato se llama 'Todo el mundo lo sabe' y está incluído dentro de la recopilación titulada 'Lo sabe todo el mundo'.
'Desde esta mañana, desde bien temprano. He bajado al bar para desayunar. Me he despertado a las cinco de la mañana y me he puesto a dar vueltas. Pensando sobre el tema. Y al entrar al bar, uno de los tres parroquianos que allí se encontraban se me ha quedado mirando. Una mirada oscura. Lo sabe. Se me nota. Lo sabe. No he parado de pensar que lo sabía. Me miraba de una manera extraña. No me sonreía, tampoco me recriminaba nada. Simplemente me miraba, con una cara que parecía aún más triste que la mía. El camarero me ha preguntado qué iba a tomar. Café con leche con tostadas. El camarero, una vez que se ha ido y ha empezado a preparar la comanda, tampoco dejaba de mirarme. La misma mirada. Solo había dos clientes que no me miraban porque leían el diario. Lo saben. Lo saben todo. Se me nota mucho. He ido a trabajar y mientras estaba escribiendo algunas cosas que tenía atrasadas, uno de los compañeros de tres mesas más allá, me miraba, me ha intentado comentar algo, sobre un tema que teníamos pendiente. Lo sabe. Seguro que lo sabe. Me miraba de una manera que no era la habitual. De un día para otro. No sé qué pasa. La señorita Frietag, que quería hablar conmigo por el asunto de los Almacenes, ha comenzado a hablarme y al cabo de un rato se ha puesto a juguetear con el bolígrafo y a mirarme de una manera que me ha puesto mal cuerpo. Lo sabe. Estoy seguro de que lo sabe. Todo el mundo lo sabe. No he podido apenas trabajar. Por la calle, si algún conocido se cruzaba conmigo, tenía la sensación de que me saludaba de manera diferente. Lo sabe todo el mundo. Estoy convencido. Porque se me nota. Y se me nota bastante. Antes de subir a casa he vuelto a pasar por el bar y me he metido en el lavabo. Me he mirado en el espejo y, aunque no se me ve, creo, nada extraño en la cara, todo el mundo lo sabe. Seguro. He salido y otro camarero, el del turno de la tarde, que me conoce desde pequeño, me ha servido sin dirigirme la palabra. Lo sabe.
He vuelto a mi casa y he intentado leer un poco. No he podido. Seguro que ya lo sabe todo el mundo. Me da miedo encender la televisión'.
A ver si la única que no lo sabe voy a ser yo!
ResponderEliminarPero bueno, yo con saber lo mío ya estoy contenta.
Buenas noches.
Bisous