Los dos encuentros anteriores se dieron en Estepona (Málaga) y Cancún (México) y reunieron a un total de 2000 profesionales y técnicos de la señalización, el urbanismo y la movilidad de más de 50 países. Este año, el Congreso se ha celebrado en Turín (Italia) con un sensible descenso de participantes, pero pese a todo, quisiéramos recoger la intervención del representante patrio Adelardo Espuña de la Fuente, que hizo una vibrante disertación que, editada, recogemos en este espacio.
'Quisiera detenerme en este Ceda que aparece en la imagen. No tiene nada de particular, pero me gustaría que nos tomáramos este ceda como un stop. Sé que esto va contra toda norma y que choca frontalmente con todo lo que desde este congreso venimos postulando, que no es otra cosa que la interpretación literal de las señales. Aquí dice que hemos de ceder el paso. Pero vemos que la señal tiene una señal asimismo adherida en su reverso. Hay otra señal. Esa señal, nuestro querido ceda, nos dice, como sabemos todos, que debemos dar paso a quien viene. Que hasta que no hayamos visto que tenemos la absoluta seguridad de que podemos cruzar esa pequeña barrera invisible que nos separa del resto de nuestro camino, nos tenemos que detener. Detener, dejar pasar y continuar. Es una idea que hemos establecido como fundamental y no seré yo quien, en este tercer congreso, promueva una doctrina diferente. Si que quisiera, sin embargo, que al hilo de esta imagen que propongo, dudemos.
Dudemos de que siempre las señales digan lo que dicen y quizás, interpretemos nosotros algo más. No quiere decir esta señal otra cosa que ceder el paso, exacto, pero... puede que si añadimos lo que dice la señal de detrás, que muy probablemente quiera decir 'no aparcar' o bien 'dirección prohibida', le sumemos un algo a esa señal que nos haga pensar. Pensar no es malo, como ya sabemos. Pensando hemos convenido en dar a nuestros conciudadanos una serie de normas de circulación. Pensando nos hemos dado leyes y procedimientos. Pensando hemos acordado que la circulación ha de ser reglamentada. Pero...
No me puedo abstraer y pensar que esa señal esté ahí y, uno de nosotros, haya colocado una señal detrás, aprovechando el mismo brazo sostenedor, sin que eso no provoque una nueva interpretación. Es decir, yo veo lo que veo, veo esa señal de ceda el paso y a continuación una detrás, que es, muy probablemente, la de dirección prohibida y estoy hablando por hablar. Es ahora cuando digo que esa señal, para mí, dice que tengo que ceder el paso, como siempre, como es norma, como dice la convención, tal y como recogen todos los libros y leyes, pero además, que hay una dirección prohibida, que hay un fondo en todo esto que lo convierte en peligroso. Ya no una señal que nos delimita, que nos constriñe, sino que nos advierte que, con lo que tiene detrás, se abre un mundo misterioso, prohibido, oscuro, que necesita ser revertido para poder ser entendible.
¿Lo ven? Por eso, finalmente, ese ceda el paso se convierte casi en una señal de detención absoluta, en un stop fascinante. Queremos quedarnos ahí para saber qué ocurre detrás, para poder saber.
Necesitamos quedarnos quietos para entender que ocurre detrás de las señales. Aunque las señales, insisto, dicen lo que dicen. Y lo dejo como lo dejo, por no quererlo liarlo más.'
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