Un espacio en el que comer escuchando la música que podrías estar escuchando en casa. Un espacio en el que tocar con tu banda cuando no puedes tocar en ningún sitio porque no te atreverías en la vida a pedir que te dejen tocar porque piensas, 'pero donde vamos nosotros' y al final acabas sintiéndote como en casa y con la libertad de hacer lo que te de la gana. Un espacio para comer y para estar entre amigos y amigas. Eso era el Cinc, el restaurant del callejón de la plaza de la Vila de Santa Coloma que ayer anunció que dejará de funcionar en este lugar, después de varios meses en la cuerda floja por el motivo que todos conocemos: el Covid y sus devastadores efectos en la economía local, en el sector de la restauración y la hostelería y, que, no lo olvidemos, también tiene en la cuerda ya no floja sino flojísima a tantísima gente que vive pendiente de un ERTO, de cobrar ayudas o subsidios de desempleo y que, ante el marasmo de la situación en la administración pública, se encuentra angustiosamente mal.
Está cayendo una gorda. Y está cayendo una gorda en Santa Coloma. Hace unos días nos encontramos con la noticia de que el Restaurant Ca n'Armengol, uno de los más veteranos y con más solera de la ciudad, cerraba sus puertas. La conmoción, quizás por ser uno de esos restaurantes de referencia de la ciudad, fue gorda. Un espacio, éste, que yo asocio siempre a mis padres y la relación que mantenían con el Grup d'Art Els Coloristes y este restaurante donde llevaban a cabo las cenas de final de curso, etc. Solo dos días después, es el restaurant Cinc el que anuncia que se despide. David, su responsable, ya no aguanta más la situación. Una propuesta hecha desde las ganas de sacar adelante un negocio y de mostrar que con la experiencia conseguida se puede ser profeta en tu tierra. Y si nunca fue fácil, las circunstancias han acabado empujando al cierre al Cinc.
Aquí, en el Cinc, con eltoni, elpako & elchristian, hemos perdido la vergüenza. Un local en el que hemos tocado, nos hemos salido, hemos dado la vuelta, hemos gritado, hemos hecho todo lo que hubiéramos querido hacer en otros lugares y nunca nos atrevimos a preguntar. Si este texto tiene algún sentido es el de volver a darle las gracias a David y a Rosa por la confianza que demostraron al confiar en nosotros. Pero también para agradecerles haber querido ser algo más que un restaurante, haber dedicado los domingos al mediodía para que su restaurante se convirtiera en escenario para muchos grupos, nacionales e internacionales, que, visitaban Santa Coloma y se iban siempre con buen sabor de boca. Hasta que se pudo, la cita de los domingos en el Cinc, era religión.
Esto nos está pasando por encima. Las noticias de gente que se está encontrando con problemas en la ciudad, debido a la política de restricciones pero también por la falta de músculo de una administración que no puede cubrir las necesidades de los diferentes sectores afectados, nos está dando en Santa Coloma muy fuerte. Seguro que además del Armengol, que conoce todo el mundo, o el Cinc, que me toca más de cerca, hay un montón de negocios que se están viendo con la soga al cuello.
También un huevo de colomenses que, si ya iba la cosa mierdosamente mal antes de la pandemia, ven ahora como hacen falta algo más que buenas palabras, mohines de disgusto, lo sientos y ánimos. No hace mucho, algunos meses nada más, muchos colomenses tenían que hacer colas para coger comida. Aquello pasó y no podemos olvidar que esta es una ciudad que pende de un hilo.
Nada más. Un texto que no refleja la preocupación por lo que pasa en la ciudad, pese a que somos un filón de gente con talento, y que no acabamos de espabilar. Un abrazo otra vez para David y Rosa. Y adelante.
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