martes, 18 de mayo de 2021

Franco Battiato




Tú ahora quieres que yo te hable de Franco Battiato, de mi canción preferida, de su disco preferido, del Circulo de Gravedad Permanente, de los años 80 o de la nariz y de las gafas. Tú ahora quieres que te hable de eso y tienes toda la razón del mundo. Tengo que hablar de eso. Tengo que hablar de Franco Battiato y de su canción insignia, de su concierto en Bagdad, de las actuaciones en la televisión española, de las traducciones españolas de sus canciones más conocidas. Tú ahora quieres, y es así, que yo te hable de todo eso y que emita un juicio sobre su vida y obra. Aunque sea de manera superficial. Es lo que estás esperando a lo largo de todo el día. Desde las nueve de la mañana que te has enterado de que ha muerto Franco Battiato has ido refrescando la pantalla a ver si ya había dicho algo, una vez más, sobre lo que ocurre. No tendría que decir nada. Como verdadero y sentido homenaje a Franco Battiato, debería no decir nada, pasar de lo que se espera que diga o deje de decir, sentarme mirando cómo el atardecer va cayendo mientras suena alguna de sus canciones. Podría estar escuchando ahora mismo el Patriots, quizás el disco que ya de mayor me redescubrió a Franco Battiato, lejos de los experimentos o la música ya alejada del pop que hizo en los 90 o yo que sé, porque en realidad no sé tanto de Franco Battiato como has podido pensar. Ahora tendría que estar escuchando el Patriots, pero estoy escuchando otra cosa y estoy pensando en otra cosa mientras escribo esto. Pero el que se ha muerto es Franco Battiato y no yo.

Ahora esperas que de verdad hable de Franco Battiato y lo que me evocaban las letras de sus canciones. Danzarines búlgaros, en Radio Tirana, una vieja de Pequín, no soporto los coros rusos, la música finto rock, la new age italiana, tampoco la africana, la perspectiva Nevski, Igor Stravinski, la paloma del cucurrucucú, el ave maría, jesuitas euclídeos, un hombre de una cierta edad me ofrece un cigarrillo turco, pero... y tienes razón. Tienes razón en anhelar que durante unos minutos tu mente se pierda en escenarios exóticos, europeos, mediterráneos, de oriente medio. Un oriente medio donde ahora la gente sufre, de manera indecible, unas playas de Ceuta donde la gente es utilizada como carne de cañón. Ser carne de cañón no es a lo que debería aspirar nadie, ni en Ceuta, ni en Marruecos, ni en Santa Coloma. Por la revolución. El mito del progreso. Arriba patriotas en armas. Franco Battiato olvidado de todo en su casa, muriendo poco a poco, una vez fue un artista de éxito y salía en las televisiones haciendo playback y uno piensa en lo que debía pensar. Qué pensaba ese hombre, que llevaba ya tanta mili hecha en la música, que ya había sido casi de todo, haciendo bailes así con las manos, y con las piernas, casi una parodia de sí mismo, y qué pensaba después cuando la gente le pedía que cantara la del Centro de Gravedad Permanente en cualquier parte. Cántala Franco. 

Franco Battiato se ha muerto y yo no. Ese es un buen punto final para un texto sobre Franco Battiato, con la guitarra eléctrica colgada a la espalda en la portada del disco Patriots. O la pintada de viva Franco Battiato. Viva Franco Battiato.  

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