Hace
casi dos años, en unas elecciones municipales, nos quedamos a cuadros cuando salió el vídeo del Run Run, en el que Ada Colau, entonces activista reciclada en candidata de una candidatura de confluencia como Barcelona en Comú, aparecía cantando eso, el Run Run, en las calles, en las plazas, el Run Run es, defender el bien común. Los que estábamos a favor pensábamos, vaya, vaya, vaya, a quien se le cuente, nuestra candidata… cantando y bailando… esto no… no se puede hacer política así, la política es más seria, debe tener mucho más contenido porque si no… pues sí que se pudo. Una candidata que viene de la PAH, que sale en la tele, con una formación que nadie sabe bien bien qué es, con Podem detrás, con ICV y con nosotros, los de EUiA, ahí también empujando, va y gana las elecciones. Desde entonces, Ada Colau y el proyecto de Barcelona en Comú, nos demuestra que sí se puede. Que se puede vencer a lo mismo de siempre si ponemos de nuestra parte, todos, y nos ponemos a trabajar por un proyecto común.
Común, en común, los comunes. Desde entonces, después de pasadas la elecciones autonómicas donde no se pudo, o no se dio, o yo que sé, pero que sirvieron para conocernos todos, para saber que lo que pensábamos unos de otros no era para tanto, que debíamos seguir juntos, que nos necesitamos, se ha ido fraguando la idea de que por separado ya no somos, que ahora somos si somos todos. Nos podemos enredar en debates estériles sobre terminologías, conceptos, el nombre de la cosa, debates que en el pasado han sido muy útiles para casi nada y casi nadie, la subjetividad, la contradicción, la praxis, todo eso, que es básico, finalmente no puede ser una excusa para no ponernos manos a la obra, los que saben mucho junto a los que sabemos menos. Los que llevan muchos años pegando carteles y haciendo butifarras en casetas de Festa Major, con los que solo sabemos hacer tweets y teclear muy deprisa, muy deprisa.
Primero fueron las elecciones generales de diciembre de 2016, fueron duras, todo parecía que volvería a… pero no, se ganaron las elecciones generales. No era una casualidad. Hay una idea, un algo, ese algo que parece que es la clave, que nos une. Que une a mucha gente que sabe lo que quiere, que sabe lo que no quiere, que se ha cansado de confiar en lo mismo de siempre. Se ha cansado de esperar a que unos le prometan algo que ya se sabe que no pueden ni quieren cumplir, menos aún si pactan ya con el PP como si fuera la cosa más normal del mundo. Que se ha cansado de vivir delante del espejo, como decían los Parálisis permanente (buen nombre para definir una situación previa), de pensar solo en nosotros, en un local, que hay que salir a la calle y hablar con otros, que te cuentan formas de hacer y de pensar diferentes. Y no necesariamente perdiendo todo lo de antes, no siendo menos que antes.
Esa casualidad, esa potra que tuvimos, esa sorpresa de diciembre, pasó a ser una realidad en las nuevas elecciones de junio. Ahí ya nos esperaban. Y nos dieron, y nos temen, y saben que somos la alternativa real. De nada sirve salir puño en alto autoafirmándonos como anticapitalistas si en otro eje nos tienen pillados. El run run ya era un grito. Éramos y somos la única alternativa a las políticas de recortes. Siempre de frente. Ayer, hoy y mañana. No ayer, hoy no toca, y mañana vuelvo. Somos la alternativa al ‘si estuvieras en mi posición, harías lo mismo que yo’, tal y como nos intentan inculcar los compañeros socialistas, especialmente en nuestra Santa Coloma de mi alma. Se puede hacer de otra manera, solo hay que cruzar el río para verlo.
Hoy, en las Cotxeres de Sants, yo he estado a punto de llorar y no es broma, pero qué hubiera pensado de mí Eva Balart... A punto cuando Ada Colau ha dicho que hoy no nacía nada nuevo, que veníamos de lejos y vamos más lejos aún. Me he acordado de todos los que se han dejado el pellejo, horas y horas y tantos desengaños, tantos cabreos, tanto me vuelvo a casa y no me van a ver el pelo nunca más. De mi padre, de mi abuelo, de compañeros que no han venido y a los que he echado de menos. Pero esto, como también ha dicho Ada Colau, es muy largo, hay tiempo para sumar a más gente, a toda la gente que ya no quiere lo mismo. A todos los compañeros socialistas que están esperando a que salga uno o el otro y acabe haciendo lo mismo que los demás. A todos los compañeros de la izquierda indepe, radical, anticapitalista, que tengan un poco de estómago para ver hasta dónde llega el anzuelo que se han tragado, comiendo ruptura cuando han votado a favor de unos presupuestos que si los votan en Murcia diríamos… de derechas.
Hoy en las Cotxeres he visto a mucha gente, no a toda, porque mucha se ha quedado en la calle. Había tanta gente que ni siquiera he visto a toda la gente de Santa Coloma. Había tanta gente que cuando hemos llegado a las diez y media y hemos visto la cola, hemos pensado, ‘puff, qué cola’. Pues no era una mierda la cola comparada con la cola que se formó después. Gente en la calle. No, no gente en la calle, más fuera que dentro.
Un acto que ha abierto Ada Colau, con un discurso y una intervención que ya hace tiempo que no teníamos delante a alguien capaz de hablar claro, entendible, sofocada, reclamando alegría, sentido del humor, coño, alegría. Catalunya es algo que está junto a Santa Coloma. La Alex Sevilla, abriendo el turno de presentaciones de los puntos programáticos, qué grande ha sido, salir la primera, aquí estamos. Luego cinco compañeros más, Lucía Martín, enorme. Marc Verneda, compañero, qué grande. Ahora somos todos compañeros, qué alegría da decirlo. Y finalmente la Ruth, otra colomense, hablando de los procesos, Marta Sibina que ha estado brutal, y Xavi Domènech, que ha señalado que ya es la hora. Que empecemos.
Ha molado tanto escuchar a Maria Arnal, que yo no la conocía, cantando la frase que ha soltado la Sibina ‘la gent no sap el poder que te’. Como un mantra. Ha molado tanto. Que no sé si me va a molar ya nada más en lo que me queda de día, o de semana o de mes. La gente no sabe el poder que tiene. Y ha cantado al principio la de Ojos de Brujo y sí, pero, si escuchando a Maria Arnal no se te ha ido la pinza, pero mucho, no sientes el run run. Ni en las calles, ni en las plazas. Si no se te ha ido la cabeza y te han dado ganas de abrazar a diestro y siniestro, malas cartas.
Acaba el acto, nos hacemos una foto los de Santa Coloma, hago la broma de levantar el puño porque si no parecemos un club de petanca. Nadie se ríe. Pero siempre tiene que haber un tonto en el grupo. Y ese será mi cargo.
La gente no sabe el poder que tiene. Nos hemos quedado un rato mirando a la gente salir. Qué caras de alegría. No ha habido ni una mención a las condiciones subjetivas, pero la gente salía con ganas de hacerlo. De hacer cosas. De cambiarlo. De preguntarnos cómo lo cambiamos.
La gente no sabe el poder que tiene. Qué grande.
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