Como sois muchos los que me insistís, pues os lo cuento. Pero es que yo con Heino he pasado carros y carretas. Con Heino nos conocemos desde que hicimos los dos unas convivencias con la Asamblea de Jóvenes en Cristo hace como dos millones de años. Ya entonces me cargaba. Me cargaba su humor grueso, siempre dispuesto a la chanza grosera, al comentario burdo, a hacerse el borde, el bruto, quizás para que le tuviéramos algo de respeto porque ya entonces presentaba ese aspecto de yo que sé, que sigue teniendo.
Como nos tocó coincidir en la misma habitación, lo que pasa, que acabas pegando hebra. Una hebra que duró hasta hace bien poco, porque hemos seguido en contacto durante mucho tiempo. Él comenzó su carrera como cantante y yo con el fútbol, bueno, ya lo conocéis. Hasta que el Bayern de Munich no juntó aquel equipazo, nosotros en el Moenchengladbach estábamos al copo. Yo, Jupp, etc. Éramos un equipo muy bueno e incluso jugué la Euro del 68 y el Mundial del 70.
Me casé y todo eso que ya conocéis. Un día me encontré con Heino en una fiesta que dábamos porque habíamos encadenado una racha de partidos sin perder. Estaba cantando en la fiesta alguna de sus canciones de mierda cuando se dirigió desde el escenario a mí y a mi mujer y nos dijo:
- Si estás cansado después de tanto patear el balón (decía baloooooon) yo puedo ayudarte si tienes problemas para marcar un gol.
Me tocó las pelotas de tal manera que me fui al escenario, llevaba ya unas cuantas cervezas y le pegué un puñetazo. Se cayó de espaldas y se quedó en el suelo sonriendo.
Mi mujer me dijo que era un animal. Yo era un animal. Se divorció de mí a los pocos meses y con eso comenzó mi declive. No dejaba de salir y beber. El Borussia me echó y acabé jugando en un equipo de segunda.
En una fiesta de una de las ciudades donde acabábamos de jugar un partido, volví a coincidir con una actuación de Heino. Y volvió a hacer un comentario parecido mirándome:
- Aquí tenemos al futbolista. ¿Sabéis que cuando se va de convivencias se mea en la cama?
Me fui a por él y le volví a pegar un puñetazo y volvió a quedar en el suelo sonriendo.
Me dicen que le gusta que le peguen. Cuando estábamos en las convivencias, una vez, me fui al bosque y le encontré dándose golpes contra un árbol.
Y se reía.
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