lunes, 21 de octubre de 2019

En democracia se puede hablar de todo


Por ejemplo, podemos hablar de la izquierda española. Esa puta mierda que no es independentista y que como no lo es, pues ya no es izquierda. Esa izquierda española que ha estado durante tanto tiempo apoyando el derecho a decidir, el derecho a hablar, el derecho a hacer política y que a la mínima es calificada como lamebotas. La izquierda española. Es que ya con el nombre paga. Izquierda española. Podemos hablar de la izquierda que no es independentista y que ya, por eso, qué esperamos de ellos. En estos tiempos, como en aquellos tiempos de hace dos o tres años, cuando la izquierda española o la izquierda catalana cuando... bah, ya da igual.
Porque da igual. Son discusiones estériles.
Desde el lunes conocemos la sentencia y cómo está la situación. Pues no está bien. Habrá quien piense que esto está bien porque ahora estamos realmente 'causando problemas' y habrá quién piense que ahora la cosa está bien porque ya es un tema de orden público y el problema se soluciona como se tiene que solucionar, dando hostias.
Dando hostias. Las imágenes de policías repartiendo hostias son tremendas. Las imágenes de la chica empujada, tirada al suelo. En democracia podemos hablar de todo. Un grupo de personas hostiadas, empujadas, por un grupo de policías que les van arreglando el lomo simplemente por estar ahí. No son jóvenes, no llevan capucha, no van con la cara tapada. Y les ponen la espalda al gratén. ¿Por qué?
Un señor que va con un cubo de agua a tapar un fuego. Se para un furgón y manta de palos.
Nazis de excursión por las calles del mundo. Esto ya lo había contado.
En democracia se puede hablar de todo, en ausencia de violencia, decía la máxima que dijo nosequién.
Qué ha pasado desde el viernes. El viernes pasaron muchas cosas, que se comentaron el sábado y el domingo perduran y todos vimos el documental Sentenciats. Y ese chico que se parece a mí apuntando en un ordenador las ideas del president Torra sobre las cosas que va a decir y uno que trabaja de estas cosas no se imagina el caso de que por ejemplo el Jonatan diga, oye, que se me ha ocurrido esto de que vamos a reincidir y tú digas, oye, maestro, esto quizás lo miramos un poco, lo consultamos con el resto, no sé. Algo. Nada. Y la bufa de lo de la llamada a Sánchez y todo eso. No sé ya.
En el otro bando, un hombre solo, un hombre alto que preside el Gobierno de España que viene a Catalunya, solo, con su teléfono y se entrevista con la policía, y él solo da un mensaje en el que se queda sin palabras porque no sabe decir resiliencia por ejemplo y se va y ha estado tres horas aquí y no sea que esté mucho tiempo aquí. Y el ministro del interior hace una declaración hablando de la firmeza y la unidad de los demócratas que da una pereza que lo flipas. En democracia se puede hablar de todo.
Y al mismo tiempo la derecha derecha derecha viene a reunirse con una banda de freaks y eso parece que dará muchos votos en España, pero uno que viaja a un punto de España no me imagino a nadie votando a Sánchez por parecer un agente de la CIA en Siria, o a los derechas derechas rodeados de un señor con el gorro de la Legión siendo objeto de veneración en más allá del Ebro.
Pero igual sí. Porque más allá del Ebro sí que puede que sean unos borregos.
No sé.
Borregos.
En democracia se puede hablar de todo. ¿Qué nos queda?
¿Habrá elecciones? ¿Aquí? Yo me creo de que no. Pero de que no con mucho. Abucheos a Rufián, la entrevista a Carme Forcadell, la entrevista a Melero. De repente, algo pasa.
Pero pasa (en el caso de la entrevista a Melero no, porque nunca fue de los suyos), que las cosas se las tienen que decir ellos mismos. Porque si las dices tú, ay.
En democracia se puede hablar de todo. Y hay gente en la cárcel que no tendría que estar. Víctimas de una sentencia injusta. ¿Cuántas veces más hay que decirlo?
Y hay gente en diarios llamando a la insurrección y hablando de que els nostres xiquets deben ser la carne de cañón que siga alargando la película que ya sabemos que no conduce donde se creía. Pero adelante. Y esos alegatos del final de Sentenciats por parte de la juventud que añora vivir en una Hernani 1985. No están siendo dirigidos por nadie, y esto está desbordado.
2019.
Concurso de imitadores. Equidistantes. Yo le doy más cera a los equidistantes, no, yo, no, mira mira, mira cómo lo hago yo, ¿lo hago bien? Sí, lo haces bien, te voy a dar un megusta, eres digno. Y qué contentos. En democracia se puede hablar de todo.
Pues nada.
Y no tengo ganas de ser bienvenido a ningún sitio. No tengo ganas de que me traten con condescendencia, como si estuviera en un lado malo, erróneo, inútil y tuviera que unirme a una causa que disfrazan cambiando el hashtag de independencia a autodeterminación, así a ver si pica alguien.  No quiero ser bienvenido. No necesito pasta todavía.
Supongo que dentro de nada harán una mani de esas de parlem. Fui el año pasado. Si te digo la verdad, es que no tengo ganas ni de nada ya.
Bueno sí. Porque en democracia se puede hablar de todo.

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