Marcelino Camacho. En mi casa, cuando salían en la tele Marcelino Camacho o Nicolás Redondo, no nos gustaba. A mi padre no le gustaba. A mi padre no le gustaba Comisiones Obreras, aunque tenía mil amigos y amigas de Comisiones. De la UGT ya ni te cuento. Mi padre y mi tito Basilio nos llevaban a mis primos y a mí, con tres años o menos, supongo, a gritar 'abajo, los pactos, de la monclova'. La idea de ver este documental con mi padre, mi padre renegando, me asaltaba cada dos por tres mientras lo veía.
El documental 'Lo posible y lo necesario' nos cuenta la vida de Marcelino Camacho. Una vida que comienza con la miseria como telón de fondo y con la conciencia de clase, desde abajo, desde la base, no porque lo haya estudiado, no tiene que citar ningún libro, es que estás ahí. Primero, ser clase trabajadora. Tener conciencia de ello. Y luego formarse. Pero sin perder la esencia. Una historia ejemplar, de compromiso, de lucha, de tener las cosas muy claras y de importarte una mierda si vas a la cárcel, si te van a dar palizas, si te puede costar la vida. Porque lo que hay que hacer es lo que hay que hacer. Qué envidia tener las cosas tan claras. O no.
Marcelino Camacho siguiendo la consigna del partido y metiéndose en los sindicatos verticales, aprovechando las rendijas del sistema y formando las comisiones obreras. El renacimiento del movimiento obrero durante el franquismo, la familia, la cárcel.
Durante esta primera parte, amplia primera parte del documental, la sensación es la de estar viendo pasar la historia de un personaje mítico, pero tan mítico como los personajes míticos que durante la guerra y postguerra se dejaron la piel, la vida, todo, por algo. Algo que nosotros ya no sabemos ni lo que es.
Pero el documental avanza.
Y llega el fin de la dictadura. Y sale de la cárcel. Y empieza una parte trascendental del documental. Y de nuestras vidas.
A toda esa gente que dice que la transición fue una bajada de pantalones. Que trata poco menos de cobardicas a quienes estuvieron allí y no hicieron esa revolución que queda por hacer. Y que está tan a mano que vamos a llamar a la tele para que nos la explique.
De repente hay que tomar una serie de decisiones. El sindicato. Tiene que ser un sindicato o no tiene que ser un sindicato. Esos momentos gloriosos en los que los sindicalistas de Comisiones Obreras, ven como de repente desde el propio régimen se favorece al PSOE y la UGT. Porque había que frenar y taponar al PCE y Comisiones. Y el debate sobre el sindicato. Y cómo Marcelino no quería un sindicato más, quería, creo entender, un sindicato de sindicatos. Y cómo al final tiene que plegarse. Y cómo cambian las cosas.
Y cómo Marcelino Camacho quiere seguir peleando, como ha peleado toda la vida.
Y Santiago Carrillo aparece. Y en mitad de las negociaciones de los famosos pactos de la Moncloa, por los que se frenó de manera casi fatal, al movimiento obrero y las movilizaciones para siempre en este país, Carrillo le dice a Camacho que eso de las huelgas generales, que ya no. Y Camacho se va del parlamento, fue parlamentario del PCE, y empieza el descontrol.
El carrillismo. Pensar que todo ya está hecho y que lo que hay que hacer es volver a la casa madre, al PSOE, y poco más. Y Camacho empieza a estar fuera del tiempo. Out of time.
Y llega el momento cumbre. El sindicato de movilización o de concertación, los nuevos tiempos. Y aparece Antonio Gutiérrez, y Toxo, y le cuentan al hijo de Marcelino que claro, que esos tiempos, que su padre...
Y Antonio Gutiérrez se encarga de cepillarse al líder histórico, de mandarlo a la jubilación, toda la vida peleando y chupando talego para que te digan al final que tu estrategia, tu visión, ya está pasada. Que el país ha cambiado. Y esas imágenes del Congreso de Comisiones donde le quitan el cargo de Presidente, y él hace un discurso y levanta el puño y mira a alguien del público que le ha dicho algo y sigue con el puño levantado. Me imagino que le deben haber dicho, quita de ahí ya viejo, o algo así. Y el tío ahí seguía.
Y el sindicato que él pensaba o su idea, ya no es. Lo posible y lo necesario. Hay que hacer lo posible o lo necesario. Lo posible es lo que toca hacer. Lo necesario es lo que se debe hacer. Y siempre toca hacer lo posible, al parecer. Se aparca. Lo aparcan.
Antonio Gutiérrez, que esta con él cuando sale de la cárcel en su casa, que es nombrado su sucesor, al frente del sindicato en pleno felipismo, todos felipistas, dice en el documental que pensaba Marcelino que eran. Fue diputado del PSOE.
Nuestro drama. El de todos. Tanto sufrir, para qué. ¿Merece la pena?
Me imagino a mi padre sulfurándose viendo el documental. O ni siquiera viéndolo. A mí no me tienes que contar quien era Marcelino Camacho.
Y Antonio Gutiérrez. Y el otro, y el otro.
Yo, como él, también tengo muchos amigos y amigas de Comisiones. Incluso tengo un tarjetero de Comisiones.
Lo posible y lo necesario. Todo se resume en eso.
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