martes, 29 de octubre de 2024
Pequeños cuentos centroeuropeos
Nos habíamos alistado un poco a regañadientes. Yo lo hice porque casi matan a mi madre y Kostia porque casi lo mato yo. Nos enviaron a un campamento, nos dieron el uniforme y sin saber cómo estábamos de barro hasta los ojos y con las balas silbando a nuestro alrededor. Y bombazos. Y compañeros destrozados. Nos dieron un día de permiso y antes de que acabara ya nos estaban llamando para volver. Al barro, a las balas, a los bombazos. Kostia parecía un muerto. Nunca sabía qué había que hacer, dónde esconderse, dónde estaba. Un día le dije que tenía que animarse, que pensase en otra cosa. Al día siguiente Kostia parecía otro. Era como el Kostia de antes. Ahora estáis esperando algún tipo de final con giro por el cual Kostia muere precisamente por haber pensado en otra cosa, estar contento, un rayo de sol. No. Kostia sacó su revolver y me disparó. Y me mató. Y ahora qué.
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