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miércoles, 25 de enero de 2017

Grandes Semblanzas X - Juset Serrastrell i Campdeforça

Este décimo número de las Grandes Semblanzas lo hemos querido dedicar a una de las mayores personalidades olvidadas de nuestro tiempo y que menos reconocimiento han recibido, sin duda, perjudicados por haber nacido, crecido y fallecido en un país como éste, que no tiene más que desdén hacia el que innova, propone y crea vanguardia.
Así, Juset Serrastrell i Campdeforça, nacido y criado en la muy umbría y silvestre localidad de Torrons, tiene a gala haber sido el inventor del puchero. Partimos de la base de que antes de que Juset Serrastrell nos regalase ese gesto universal, nadie en la historia de la humanidad había manifestado su contrariedad, tristeza y enfado al mismo tiempo con un gesto de su cara mediante la superposición del labio inferior en el superior, haciendo sobresalir el labio hacia delante para crear una figura semejante a la del puchero, a la que dio nombre. Y estamos hablando de algo que sucedió, según cuenta el mismo Juset en sus Memorias, que tuvieron que ser publicadas en una oscura editorial portuguesa (portuguesa, imaginen), en el glorioso año de 1956.
En aquel entonces, era Juset Serrastrell un mozalbete que comenzaba a trabajar en un horno de pan de su localidad natal, propiedad este horno de un familiar de su madre, la muy honrada y trabajadora Doloreta Campdeforça i Llasús y por un azar del destino, dio en enamorarse de una de las hijas del proveedor de harina del negocio citado. La jovencita en cuestión, Purita Fanalet i Falkenhayn, era una suerte de diosa teutona como lo fue su madre cuando llegó a estas tierras nuestras huyendo no se sabe si de la catástrofe nazi o si huyendo de la catástrofe nazi. Ya me entienden.
La historia es más antigua que el mismo Sol que brilla, pero su finalización provocó algo que jamás antes se había dado, el puchero. Enfebrecido de amor, Juset Serrastrell juntó fuerzas y valor y un día que Purita se acercó al horno de pan acompañando a su padre, cuyo nombre Juset en las memorias no cita, Juset le comunicó sus sentimientos. Básicamente le dijo, en un castellano muy rudimentario que Juset consideró más formal que el catalán que habitualmente hablaba con los suyos, 'te amo'. Y Purita, que hasta entonces no había reparado en Juset, miró a Juset, examinó a Juset y muy educada le dio los buenos días y se volvió a marchar con su padre.
Juset Serrastrell entonces, herido y triste, hizo un puchero. Inconscientemente. Un compañero de trabajo, algo más mayor y de origen foráneo, el señor Secarlos le dijo que lo que estaba viendo era impresionante, que debería ir a Barcelona a que lo viera el gran mundo.
Y de ahí al estrellato en el Paralelo. El niño del Puchero, películas, viajes a Madrid, una vida tormentosa en Argentina, el retiro en un Chateau en la Provenza y el olvido de los suyos.
Pero el gesto del puchero sigue siendo un recurso utilizado y efectivo que no pasará nunca de moda.
Qué pena que por problemas de espacio no podamos contar qué pasó cuando... Bueno, en otra ocasión.

martes, 30 de agosto de 2016

Grandes Semblanzas IX: José Carlos Serafimovich Grushinsky

Buena parte de la vida de José Carlos Serafimovich Grushinsky fue una búsqueda de una respuesta. Nacido en Puertollano, provincia de Ciudad Real, fue de niño un despreocupado mancheguito más de los muchos que han poblado el ancho mundo. Tan despreocupado que nunca se extrañó de que, siendo sus padres Amelio Perlón Hellín y Encarnación Gámez Peragón, él llevase por su parte aquel nombre que remitía a extrañas tierras, Poco dado a hablar con otros compañeros de colegio, fue una de sus primeras amigas en el instituto, la bella Esther Rosenstein la que llamó la atención a José Carlos sobre su nombre. Hasta entonces, José Carlos, según manifestó a lo largo de su vida, había considerado que los hijos no tenían que heredar necesariamente el nombre de los padres. Sus propios padres tampoco le explicaron jamás nada, simplemente consideraron que él ya se daría cuenta de lo que pasaba. Lo que para ellos era evidente, sin embargo fue preocupando a José Carlos paulatinamente. Esther Rosenstein fue el detonante. Aquel día, mientras pasaban lista, Esther se dio cuenta de que el nombre de José Carlos presentaba unas características parecidas al suyo. Sin embargo, ella era hija de unos inmigrantes argentinos que se habían instalado en Puertollano para trabajar en la industria petrolera y tenía cierto sentido. Pensaba que José Carlos también... pero no era así. Hablando y hablando con Esther, fue dándose cuenta de que su infancia había sido un mar de silencio y que sus padres le debían una explicación. Así, aquel mismo día fue a su casa y mientras su madre preparaba un salmorejo hizo la pregunta. ¿Quién soy?
Su madre, que no esperaba la pregunta, le dijo que esperase a que llegase su padre y que ayudara a poner la mesa. Así lo hizo y cuando llegó su padre hizo la misma pregunta ¿Quién soy?
Amelio Perlón le explicó la historia que ya sabía, la de su infancia y muy vagamente la de su propia familia. Los Perlón, los Hellín, los Gámez y los Peragón. Abuelos, bisabuelos, tatarabuelos... todo eso que puede hacer infinitamente amena cualquier reunión familiar. Sin embargo, ni una respuesta al hecho de que él llevase aquellos apellidos que sonaban a Rusia. Ni una sola referencia a Rusia, a nada estepario, a una pequeña aldea poblada por mujiks, a un pogromo que obligase a la familia a emigrar, nada.
Aquella conversación fue quizás la más extensa que José Carlos tuvo con sus padres jamás. Cuando llegó al hora de marchar a la Universidad juró y perjuró que investigaría el origen de su nombre. Miró de nuevo su libro de familia, su parte de bautismo, el registro, todo. Se cercioró en la maternidad de qué él era él. Que no había habido ningún error. Si todo era correcto qué había pasado.
Fue a la embajada rusa. Preguntó por la presencia de algún Grushinky en la zona de Puertollano. La embajada rusa le dijo que no podían dar ese tipo de información. De todas maneras, le dijeron, mírese en un espejo. Es usted la viva imagen de Kaganovich. José Carlos no sabía de quién hablaban y en la embajada rusa le proporcionaron un libro con fotografías de los revolucionarios rusos más conocidos y allí estaba. Era exactamente como él. Ya tenía una pista.
Preguntó a su madre, un día que fue a comer de visita a Puertollano por si acaso había tenido algún desliz... no terminó de formular aquella hipótesis que su madre ya le había cruzado la cara. Su padre cuando se enteró le dió otro bofetón manchego completamente autóctono para que se enterase.
Así que, cuando terminó su carrera de Ingeniería, partió hacia Rusia con el objetivo de saber.
Según Esther Rosenstein, que no perdió nunca el contacto con él, las pesquisas de José Carlos le llevaron a recorrer ese inmenso país así como algunas de las repúblicas exsoviéticas de manera ciertamente infructuosa. Allá donde cuenta su historia, las gentes quedan asombradas. De hecho, se ha convertido en una pequeña celebridad en la vida cultural rusa y bielorrusa, ya que muchos consideran que su historia es una invención, pero una invención muy atractiva. Un nombre que no corresponde, alguien que no es.
Finalmente, fue en Rusia donde encontró el amor. Y, pásmense, lo hizo en un hogar de descendientes de antiguos niños de la guerra, donde fue, nuevamente a contar su historia. Allí, Natascha Peragón Perlón, se convirtió en su guía, nació el amor y José Carlos decidió establecerse en un barrio residencial de Moscú encontrando trabajo como empleado de la casa Campsa en Rusia. Todos los días, dedicó hasta su muerte una parte de su tiempo a intentar resolver el enigma.
Un enigma que cuando murió a la edad de 74 años, quedó en el olvido. La hija de José Carlos y Natascha, Yulia Iosipovna al parecer descubrió la verdad pero no se la quiso comunicar a nadie. Incluso se comenta que la propia Yulia Iosipovna habría comentado que realmente el misterio de José Carlos Serafimovich Grushinsky en realidad jamás habría existido.

lunes, 4 de abril de 2016

Grandes Semblanzas VIII - Marlene Ubach Sanchidrián

La vida de Marlene Ubach Sanchidrián está firmemente ligada a la de su padre, Domingo Ubach, presidente del Círculo de Agricultores Cordobeses de la provincia de Córdoba durante los primeros años del siglo XX, que, tras una serie de avatares ligados a los cambios de propiedad de tierras y demás asuntos de índole administrativo sobre los que no nos vamos a detener, pasó a convertirse en delegado en España de la casa Ohm, empresa de matriz alemana instaladora de las primeras antenas de radio en nuestro país. Nuestro país es este, por entendernos. Córdoba es la Córdoba de aquí también. Por situarnos también.
Durante uno de sus viajes a Alemania, Domingo Ubach ve una de las primeras películas de una jovencísima Marlene Dietrich y queda enamorado de la misma. Hace todo lo posible por conocer a la estrella germánica de la interpretación, mas le resulta imposible y debe volver a nuestro país para continuar con sus negocios. Sin embargo, sus continuas visitas a Alemania le permitirán seguir atesorando tanto conocimiento sobre la Dietrich, como todo tipo de material, bien sean fotografías, copias de películas que exhibirá en salas que alquila para su proyección, llegando a formar un Club de Amigos de Marlene Dietrich en este país nuestro que es este mismo.
Esta enfermiza pasión por Marlene Dietriz, perdón, Dietrich, no pasó de ahí y la locura de Domingo Ubach llegó a su límite cuando en 1934 tiene su primera hija y única hija al fin y al cabo, a la que pone de nombre Marlene. Decir, por si se nos había pasado, que ahora miraré a ver, que Domingo Ubach se encontraba felizmente casado con la bellísima Greta De la luz y Donaire, que entendió siempre sus pasiones y devaneos a sabiendas que todo eran fuegos de artificio y consintió de buen grado las aficiones de su esposo hasta que en 1939 le abandonó y se marchó de este nuestro país para afincarse en la Argentina junto con un conocido suyo, asunto que ahora no nos ha de entretener bajo ningún concepto.
Porque la protagonista será esa niña, a la que nos abstendremos de calificar como tierna, llamada Marlene Ubach, que cogerá el apellido Sanchidrián como segundo... apellido, dado que repudiará a su madre biológica para, con la aquiescencia de las autoridades eclesiásticas que no vieron con buenos ojos la espantada de su madre biológica, adoptar el apellido de la nueva compañera de su padre, la dulce Estrellita Domínguez Beitialarrangoitia, que, tras confirmarse la muerte de Greta de la Luz y Donaire en Argentina unos cuantos años después pasó a ser con todo derecho esposa de don Domingo Ubach.
Es la historia de Marlene Ubach una lucha constante por deshacerse del peso de su nombre, de la imagen y la figura de la Dietich, cuando su padre hubiera querido moldearla de forma y manera que ella fuese el vivo retrato de la actriz alemana. Pero los deseos de Marlene Ubach fueron en vano dado que, en un extraño caso de mutación involuntaria, su físico, facciones y modos, fueron siempre calcados a los de la diosa germánica. Desde jovencita, su mirada despertó en los hombres deseos pasiones irrefrenables. Sin ella proponérselo, a la edad de 18 años, el industrial gallego José Martín Cos de Ferreira la pidió en matrimonio tras coincidir con ella en una fiesta familiar, abandonando a su esposa casi moribunda e incluso poniéndose en vergüenza ante la buena sociedad de la época, solicitando en una curiosa petición por carta que fue publicada en el Diario de Lugo al mismísimo arcediano lucense para que mediase y pidiese por la muerte de su mujer con tal de poder casarse con Marlene. Parece que la petición tuvo buena recepción porque la santa mujer de Cos de Ferreira falleció y el industrial pudo casarse con una Marlene que casi inmediatamente encadenó toda una serie de pretendientes y moscones que caían fascinados ante su tono de voz grave, su mirada desafiante, sus modos felinos y su halo maldito.
Todo ello a su pesar. Durante toda su vida, Marlene encadenó ocho matrimonios, unas 35 relaciones de sincero amor y cariño, así como más de 200 aventuras con hombres y mujeres de toda condición, a los que ella amó, quiso y trató con devoción, sin causarles ningún daño voluntario. Y sin embargo, Marlene Ubach nos ha quedado como una mujer pérfida y manipuladora, una devoradora de hombres y mujeres sin corazón.
El estudio de su correspondencia, así como el testimonio de todas las personas a las que trató nos la retratan sin embargo como una mujer todo corazón y amor. Una mujer dulce y cariñosa, tal como si fuera su propia madre, la infausta Greta de la Luz y Donaire, que amó y quiso a todos cuantos se acercaron a ella sin procurarles ningún mal. Marlene Ubach no pudo quitarse de encima jamás la losa de su aspecto y su reputación y murió en tiempo reciente, en 2008, todavía teniendo que ir desmintiendo ruinas, matrimonios de conveniencia, despechos y suicidios, locuras y arrebatos, causados por su culpa.
Prueba de su corazón inmensamente bueno, fue su adhesión a la Sociedad Protectora de la Sierra de Gata, así como su promoción de las artes y las letras, siempre de manera completamente altruísta.
Alejada por completo de la interpretación escénica, solo se le conoce una aparición en las pantallas, casualmente, y creando equívocos, cantando Lily Marlene en una fiesta de 60 cumpleaños, ante el regocijo general.
Porque también tenía sentido del humor. Y ahí quizás estaba la diferencia con la Dietrich. Aunque tampoco hemos investigado si la alemana tenía sentido del humor o no. No es nuestro papel.

martes, 14 de octubre de 2014

Grandes Semblanzas VII - Nicèfor Asdetrons i Plumeta

No tiene que ver con nada en especial, pero por motivos que se nos escapan y casualidades varias, nos ha llegado desde Cardedeu un texto de un tal Josep Ramon Asdetrons, que nos ha llamado mucho la atención. El texto se titula 'La conquista de América' y lo hemos traducido del catalán como buenamente hemos podido. Disculpen los errores.
'Mi tatarabuelo, Nicèfor Asdetrons i Plumeta, había llegado al límite de sus fuerzas. Su vida en el pueblo, en Vilajoana del Mont, ya no tenía sentido. Le habían echado de todos los trabajos, los propietarios de las tierras ya no le contrataban, los amables tenderos no le ofrecían ningún empleo pese a su apostura y buenos modales, en el pequeño taller artesano de espardenyas no lo querían coger ni para abrir y cerrar la puerta. Su futuro se había truncado el día en el que empezó a cuestionarse algunas cosas que parecían inamovibles en el modo de vida de sus paisanos. Nada especialmente relevante, simplemente no seguir los ritmos pautados, ir más deprisa, más despacio, levantarse algo más tarde, levantar demasiado la voz, sentarse en sitios en los que no se debía, suspirar por la persona equivocada, discutir con alguien que tenía posesión de la verdad de todas todas, beber licores de esos que nadie repara que pueden pedirse en la barra de los bares, leer libros que decían cosas que no llevaban a ningún sitio en concreto y no se dedicaban a ensalzar la figura de un mártir o héroe supuestamente popular. De todas esas pequeñas acciones se concluía una sola, Nicèfor Asdetrons no tenía futuro. Y tuvo que plantearse que, pese a que no era especialmente infeliz, notaba que hacía sentirse incómodo a los demás. Prudente y generoso, optó por largarse. Buen viento y barca nueva.
Como su taranná no era convencional ni mucho ni poco, no escogió la más trillada de las salidas en aquellos tiempos, que ahora tampoco voy a detallar cuando debería haberlo hecho más arriba y ya es tarde por lo que tendré que seguir adelante y ya me lo dirán en misas. De poder irse a la Argentina o al Uruguay, destino habitual de los montsinos, Nicèfor Asdetrons, mi tatarabuelo prefirió los Estados Unidos, pese a no tener ni idea de inglés, cosa que tampoco amilanaba a tantos y tantos Europeos que sí que escogieron ese camino y que en cambio nadie se esfuerza en calificar como valientes por el hecho de elegir un país sin un idioma afín. Creo que se me entiende cuando digo esto, ¿no?
Bien. Al llegar a Nueva York, mi tatarabuelo Nicèfor Asdetrons se planteó buscar trabajo en alguna de las múltiples e ilusionantes empresas que entonces, en ese entonces que ahora me cuesta introducir, florecían en América. Una empresa de bebidas le contrató como probador.
La empresa es la hoy conocida como Cocacola, que en aquel tiempo también se llamaba así, aunque su importancia era manifiestamente inferior. Mi tatarabuelo Nicèfor Asdetrons fue de los primeros en saborear el dulce y chispeante sabor (¿?) de la bebida que hoy vuelve locos a niños y mayores. Sus primeras experiencias con la bebida fueron un tanto dolorosas y le provocaron algún que otro mal de cabeza, pero poco a poco fue saliendo adelante y en tanto que fue el primer probador homologado que catalogó el sabor estándar de la Cocacola, recibió durante el resto de su vida una paga excelsa y las mejores consideraciones por parte de los amos de la casa. Pero él seguía siendo una persona rara y aunque los americanos son infinitamente agradecidos con los raros y excéntricos, mi tatarabuelo tenía una deuda pendiente.
Con un capital considerable y ganas de jarana, Nicèfor Asdetrons volvió a su pueblo con la sana intención de montar una sucursal de la Cocacola.
Pero de todos es sabido que el que se fue y vuelve con cosas que aportar es mal recibido si todavía queda memoria entre sus paisanos. Nicèfor Asdetrons i Plumeta vio fracasar su empresa por el empeño de quienes no olvidaban que un día les discutió, suspiró, ralentizó, sonrió y aquí o en Pamplona, ni se perdona ni olvida.
Olvido (y ya es mucho olvidar) decir que mi tatarabuelo Nicèfor Asdetrons i Plumeta se casó en Vilajoana del Mont con una muchacha de origen humilde, familia retirada suya, llamada Remei Dalt Dabaix y que, pese a que por no se sabe por qué demonios, todos en mi familia somos rubios como la cerveza, no tiene nada que ver con la estancia de mi tatarabuelo en América, ni mi tatarabuela Remei era americana como se rumoreó para malmeter ni nada de eso.
En mi casa oímos hablar de Vilajoana del Mont y nos encendemos. Mi tatarabuelo volvió a Estados Unidos, tuvo dos hijos y estos hijos unos nietos y uno de ellos un hijo más que es mi padre que es Delegado de la Cocacola y que fue trasladado aquí, a Barcelona, y tan feliz.
Muchas gracias por su atención ¿eh?

martes, 1 de julio de 2014

Grandes Semblanzas VII - Josep Prumol, emprendedor

Crear y crecer. Pensar siempre en que hay algo más. Un beneficio, un costo, un balance. La cuenta de resultados. La carpeta de clientes. Josep Prumol tiene una historia, como todo el mundo. No se engañen por quienes dicen que las historias deben ser siempre entretenidas. Las aburridas también son historias. Pero todo esto ya lo saben. Yo lo digo por decir. Por rellenar. Ya lo saben. Avanzando siempre en un camino trazado por el knowledge y el self investment. Sea eso lo que sea. Josep Prumol tampoco lo sabía. Pero bien sabe dios que lo primero que hizo al editar los primeros folletos promocionales de su empresa 'Prumol Things S.L.', fue incluir estas palabras. Y muchas otras. Palabras bonitas. En inglés. Y una muy trabajada traducción al alemán, por si acaso.
Josep Prumol es el resultado de una formación basada en el capital familiar, la falta de interés por conocer el mundo y saber que si a uno se le pone entre ceja y ceja que eso es así, así es. Prumol desciende de una familia de ferreteros de Sant Fartat Deltot que había hecho una pequeña fortuna, modesta, sin alardes. El padre de Prumol, el señor Prumol envió su hijo a estudiar a una universidad irlandesa muy prestigiosa, pero no habían pasado dos meses del inicio del curso cuando Josep Prumol volvía a casa y le comunicaba al padre que él quería ser un empresario emprendedor, que ya tenía una idea de negocio en la cabeza y que sólo necesitaba un pequeño capital para ponerla a funcionar.
Ese es el espíritu. Y prácticamente ese es el cogollo de la historia. Bueno. Es que es todo así. Heredero que no quiere estudiar, que quiere 'negocio', que quiere estar allí, llamar por teléfono a aquel, reunirme con tal, comprobar si el pedido... y con estos mimbres ir viviendo la vida. Pero bien, ojo.
El negocio que tenía pensado el bueno de Josep Prumol consistía básicamente en una nave industrial, rodeada de otras naves industriales, dado que se situaría en un Polígono. En esta nave industrial habría cosas. Elementos. Cachibaches. Maquinaria elegida al azar. Vistosa. Sin utilidad aparente. Un par o tres de vehículos que fueran saliendo y entrando de la nave. Estos vehículos irían y volverían a la nave y de la nave a ningún sitio. Y harían unos cuantos viajes al día, dos o tres. Josep Prumol, desde su oficina en la nave industrial, controlaría la hora de llegada y la hora de salida, la anotaría en una hoja y al cabo del día tiraría la hoja a la basura.
Los más avispados habrán visto que no tiene sentido alguno una empresa así. Beneficio, coste, producto, material, ganancia, trabajadores. Este es el tema. Los trabajadores. Josep Prumol contrató a cinco trabajadores. Empleados, les llamaba él. Procuraba estar con los tiempos y no llamarles 'mi familia', pero a veces se le escapaba. Bueno. Cosas sin importancia. Sus empleados tenían el cometido principal de la empresa. Llegaban a la nave de 'Prumol Things' más temprano que nadie y tras fichar, se repartían por el Polígono y se apostaban en las puertas de las demás fábricas. Y daban conversa. 'Pues ahí estamos, que tenemos una máquina que lleva parada nosecuanto tiempo y el jefe nos dice que la va a arreglar y yo que sé qué vamos a hacer'. 'Nada, que estábamos pensando en qué hacer luego, si ir a comer al restaurante de la señora Virtudes o ir al chino directamente y me han dicho, pues pregúntales a estos a ver qué van a hacer'. 'Llevamos unos días con el cabrón de mi jefe que yo que sé, está insoportable, el cabrón'. '¿Visteis ayer el Barça?'. 'Estoy preocupado porque tengo a la niña mala con fiebre y la llevo a la Seguridad Social y no me saben decir qué tiene'.
Y así. Conversación. Tema. Producto. El producto era la conversación. Things. Las Things de Prumol. A cambio de una cháchara que no conducía las más de las veces a nada concreto, y por su puesto, a desarrollar un vínculo verdaderamente afectivo y fraternal entre los trabajadores, las empresas pagaban a Prumol un tanto. Una cantidad. Beneficio. Coste. Y así iban tirando.
Premios... los que quieras.
Hoy Josep Prumol no para. Sigue con su Prumol Things y tiene franquicias en nosecuántos países. Una barbaridad. En Princeton se lo rifan. Pero él dice que eso de los aviones, que el Princeton ese... Bueno.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Grandes Semblanzas VI - Purificación Yovanovich de Santa Paula

Quizás a riesgo de resultar un poco repetitivo en el marcado perfil literario e intelectual de los biografiados, quisiera presentarles a continuación la figura de Purificación Yovanovich de Santa Paula, escritora y divulgadora científica peruana de mediados del siglo XIX y figura trascendental aunque, como no, típicamente incomprendida.
Por situarnos, nuevamente nos encontramos en una familia acomodada, señorial, residente en los mejores barrios de Lima, aunque con la tara de que el señor Yovanovich era un judío serbocroata que había hecho fortuna en América con el tráfico de cualesquiera cosa eminentemente ilegal y perjudicial al máximo para las saludes y que, ya mayor, había ido al Perú huyendo de quién sabe qué y con su dinero había conseguido abrirse paso en la sociedad, rancia naturalmente, peruana. Matrimonio apañado, primer hijo fallecido, hija posterior, nuestra Purificación Yovanovich. Bien.
Infancia y adolescencia tienen una importancia relativa en esta historia. La tienen en cuanto que están ahí, pasaron cosas, pero nada que nos desvíe de nuestra narración. Bien. Adelante. Vamos. Avancemos. Purificación Yovanovich tiene 35 años y, soltera aún, mientras está un día en una reunión con unos amigos, en un salón limeño, escuchando el tañir de una guitarra tocada por un negro costeño, sin qué ni por qué dice... Manchuria.
Ya está el lío. Manchuria. Sin que nadie entienda, todavía hoy, por qué, ni a qué se debe este interés de la Yovanovich por Manchuria, si hubo algún libro, algún comentario, algo... nada. Manchuria. Investigadores de la Cátedra de Filología de la Universidad de Princeton y los miembros del Cóngreso Internácional de Escrítores Esdrújulos, que veneran a la Yovanovich también sin un motivo aparente, aluden a una posible reminiscencia de rasgos asiáticos en el padre de la Yovanovich que le habría inducido quizás a manifestar un interés por esta región... en fin.
Manchuria. Sin una formación académica relevante, Purificación por su cuenta y riesgo se in... se in...
Uf. Se in...
Se zambulló, ya está. Se zambulló en el estudio de cualquier publicación que tuviera que ver con este extremo asiático, que, analizó desde una perspectiva histórica, literaria y cultural. Escribió cuatro novelas ambientadas en este entorno: Chuo ya no vive aquí, Entre las tinieblas de la llanura, Mi prima Yeye y su obra cumbre Catorce años en Manchuria, en el que narra las vivencias de una profesora latinoamericana que viaja a China y se pierde por Manchuria sin ninguna gana de volver. Hoy en día, eruditos de la Universidad de Pekín se enorgullecen al decir que la Yovanovich es una fiel y escrupulosa dibujante de lo que fue Manchuria en aquellos años, sin haber estado allí ni una sola vez. De oídas y con cuatro libros que le llegaban fue capaz de hacer incluso un 'Primer plan para el desarrollo de Manchuria', un 'Estudio de la conexión ferroviaria entre Manchuria, China y Rusia', así como una 'Construcción del canal entre el Amur y el Ussuri'.
Sus libros fueron ignorados ampliamente en su tiempo y su entorno. Purificación Yovanovich de Santa Paula murió con 76 años, víctima de una apoplejía. Su obra será descubierta por un sobrino nieto suyo, Eduardo José de Santa Paula, miembro de la Academia de las Ciencias Peruanas que situará la obra de la Yovánovich en su sitio.
Qué vida ésta.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Grandes Semblanzas V - Aurelito Errementería y Puig

Con su muerte, a la edad muy temprana de 16 años, se perdió uno de los más grandes proyectos de literato y pensador de su generación. Aurelito Errementería y Puig no llegó a publicar en vida ninguna de sus obras, pero dejó un amplio compendio de su trabajo y su pensamiento en una serie de escritos que han sido décadas después recuperados y editados bajo el ampuloso pero para nada desacertado título de 'Aurelito y su tiempo. La fugacidad de un pensador imberbe'-
Aurelito nace en una buena y noble ciudad, Lugo, en el año de 1886, en el seno de una honrada y eficaz familia en la que se mezcla el origen vasco de su padre, Don Aurelio Errementería Gorostiaga y lo catalán de su madre Doña Montserrat Puig i Puigflorit. Ambos, farmacéuticos de profesión, montan un establecimiento digno y sencillo en la capital lucense, donde prosperarán y podrán dedicarse convenientemente a asuntos espirituales, como la lectura, la reflexión y constituir el Ateneo Conservador Reflexionista de Lugo. Cuando Aurelito viene al mundo, sus padres tienen para él grandes planes. No toleran otro porvenir que el de Gobernador Civil de la provincia. Y Aurelito, desde buen principio, no se aparta de lo que sus padres le marcan. Sus primeros pasos en la Escuela Nuestra Señora de los Buenos Santos son espectaculares. Con sólo seis años, sorprende a sus profesores al quedarse extasiado mirando por la ventana de su aula. Al ser recriminado por sus profesores, Aurelito contesta: 'Miro y contemplo lo que afuera pasa, dado que lo que dentro tengo es para mí oscuro y me duele'. Maravillados ante la respuesta, la dirección el centro convoca a sus padres para felicitarles por la capacidad de reflexión y abstracción del muchacho.
Mirar por la ventana y expresar una cierta insatisfacción interior que para nada se verá reflejada en su actividad académica, serán las tónicas de su vida. Mirando de nuevo a la ventana, una suave mañana de mayo, y con diez años de vida, Aurelito expresará lo siguiente: 'El cristal es como una frontera que me invita a ser traspasada, pero el dolor de cristales rotos me atemoriza. Ese es el drama de nuestro tiempo. Ese es el drama de nuestra vida. La frontera del dolor. La aventura sin daño. Qué sería de nosotros sin el riesgo a que nos duela.'. Bravo.
Los profesores animan al muchacho a seguir expresando sus pensamientos. Hay días en los que no le imparten ninguna asignatura y se limitan a dejarle mirando a la ventana. Algunos profesores van anotando sus pensamientos aforísticos en cuadernos que luego darán lugar a su obra póstuma. Sus padres, orgullosos de que su hijo se haga un nombre como prodigio pensador, están asimismo contentos de que sus notas y su perspectiva laboral no se resienta.
Una niña del colegio, Azucenita Miriñán de las Sousas, quedará prendada de él, como cuenta en sus memorias años después, pero Aurelito no tiene tiempo para mozas. Con quince años declara ante el ventanal del claustro del Instituto de Enseñanza Varonil Hueberto Oriza y Sanadrián que 'Si mi porvenir traspasase el muro de mi cuerpo. Si mi futuro se viera ligado a otro ser. Si yo ya dejara de ser yo... qué alegría... qué desperdicio...'. Qué belleza. Azucenita mantendrá vivo el recuerdo de Aurelito hasta que se compromete con Don Julián Tronazo de Vuloneras, potentado del negocio del vino de Ribeiro y de Aurelito nunca más se acordará hasta que publica estas memorias.
Aurelito comienza a ver resentida su salud. Al parecer, contrae regularmente enfermedades respiratorias. Constipados, resfriados, gripes, que se van agrabando y complicando. Por lo visto, estar durante tanto y tanto tiempo al lado de ventanas, ventanales, etc., le perjudica. Pero Aurelito no quiere dejar de reflexionar. Ya como estudiante preuniversitario, muy malito de sus pulmones, ante un ventanal en una terrible mañana de marzo considera 'Son los pensamientos como gotitas de orbayo. Mojan y no me traspasan. Qué no daría yo por un remedio para tanto vendaval. Qué me ocurre que no me salvan'. Muchos ven en este último pensamiento una recriminación a sus padres, farmacéuticos a los que válgame la virgen.
Y así Aurelito Errementería y Puig morirá a los 17 años, con más mocos que una oveja, pero con una profundidad de pensamiento que ojo.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Biografía de oídas, sin mirar wikipedia ni nada (bueno, un poco hace tiempo y un libro del Veiga sobre los Turcos hace un par de años), de Ismail Enver Bajá

Bueno, vamos ahí. Ismail Enver Bajá es uno de los personajes más interesantes y curiosos de los surgido en el Imperio Otomano, estado que de por sí, ya es interesante y curioso y que da más allá que para un par de reportajes roñosos en un canal de Historia. Pero no nos desviemos, aunque nos vamos a desviar y mucho, del camino, si lo hubiere, que quizás no lo haya. Enver Bajá, no recuerdo bien si venía de una familia puramente turca o bien, como buena parte de los principales visires, generales y estadistas del Imperio, era medio albanés, o medio de cualquier otra parte. Porque los turcos otomanos eran así. Muy turcos, pero luego uno podía ser de cualquier otra parte. Porque no es lo mismo ser turco que otomano. Lo entienden, claro. ¿Si? Bueno. Enver Bajá perteneció a los llamados Jóvenes Turcos, y luego, al germen del partido CHP que luego dominaría la vida de Turquía en tiempos de Mustafá Kemal Atatürk. Y si la vida de uno ya es de ole, la del otro es de arsa. Quizás estoy dando más datos de los debidos. ¿A qué se debe el interés por la biografía de Enver Bajá? Al final. Eso al final.
Estos oficiales y militares turcos, otomanos, quieren salvar el Imperio, modernizándolo, haciéndolo eficiente, poniendo orden. Antes hubo Jóvenes Otomanos, que eran más... bueno, también querían modernizarlo y todo eso, pero desde una perspectiva global, y como que no tuvieron el éxito que pretendían, luego vinieron los Jóvenes Turcos que pretendían eso más o menos pero ya como Turcos, no como Otomanos, aunque el imperio existía aún. Complicado. Bueno, imaginen lo que es explicarlo medio de memoria. Eso es así.
¿No les gusta explicar algo de memoria? Es bonito. Y muy nuestro. Hablar con cuatro datos que una vez leíste o escuchaste. Dejarte despedazar por una opinión basada en algo que recuerdas vagamente. Eso es así. Hablar en base a cuatro tópicos, machacarlos, pero no dejar de decir algo. Cada día. Eso es así, insisto. Bien. Guerras balcánicas, el imperio se va haciendo pequeñito, pequeñito y llega la Guerra Mundial. Enver Bajá se convierte en el verdadero hombre fuerte del Imperio, más, mucho más que el Sultan, que debía ser en aquel tiempo... Mehmet algo o Abdulmehcid nosecuantos. En fin, sigamos. No se preocupen, lo pueden mirar donde quieran. Enver Bajá se alía con alemanes y austrohúngaros en la Primera Guerra Mundial. El Imperio Otomano no vale dos duros, pero oye, cómo aguanta, con la presencia de técnicos alemanes en el Ejército. Hay un general o militar alemán con un nombre muy gracioso, que ahora no me sale cómo se llama. Ay, otro día. Bueno. Sigamos. Enver Bajá parece ser el responsable de la masacre de Armenios de 1915 y también de un desastre militar tremendo porque se le metió en la cabeza que su Ejército podía atacar a los rusos atravesando unos montes por donde no les esperaban, y aquello terminó fatal. Como terminó tan mal, creo, ahora estoy divagando todavía más en torno a una masacre, ojo, echó la culpa a los armenios y eso. Una masacre. La guerra, pese a que en otros frentes no va mal, poco a poco se les va poniendo de culo, sobre todo porque Enver Bajá no tiene mucho seso. Mustafá Kemal sí, pero Enver Bajá... no. Que si Lawrence de Arabia, que si Gallipolis (aquí los turcos ganan), batalla aquí y allí, pero cuando la guerra acaba, el Imperio queda muy mal parado y los aliados pretenden repartirse el imperio sin más.
Enver Bajá quiere estar todavía la frente de la historia, aunque el Sultán ya haya abdicado, pero Mustafá Kemal y otros generales le dicen que mira, que mejor que te pires. ¿Y qué hace Enver Bajá? Pues, pues, pues, pues se va con los soviéticos. Ala. Así, con dos de aquellas. Se alía con los Soviéticos y se ofrece para ayudarles a conquistar Asia Central, que hay muchos pueblos turcos por allí. Los soviéticos dicen que vale, que tire para allá y... cuando llega allí... se pasa a los pueblos turcos y se le ocurre que puede hacer un gran estado panturco allí en Asia Central. Pero en una batalla o escaramuza, mientras se están retirando de algún sitio de Asia Central, pierde la vida.
Dense cuenta del trayecto, militar renovador, cabeza del imperio, aliado soviético en la Unión soviética y luego iluminado panturco. Esas son las cabezas buenas.
Disculpen las molestias y si les ha interesado el personaje, lean Los Turcos de Francisco Veiga (regálenselo para los Reyes) o visiten su biblioteca municipal y fisgoneen. En Internet ya les digo que se lee más o menos lo mismo que aquí pero con una datación más exhaustiva... para llegar al mismo sitio.
Ale, pues eso, que a ver si deja de llover y me voy al chino a comprar una regleta que se me cascó ayer y estoy sin poder ver la tele. Cosas de la miseria. Qué les voy a contar.

jueves, 2 de agosto de 2012

Grandes Semblanzas IV - Moffer Derrembarsnter, ecónomo

Nos despedimos de esta serie de semblanzas de personajes singulares con un ser humano de talla incomparable y de humanidad desbordable. Perdón, desbordante. Moffer Derrembarnster, perteneció a una de las familias más importantes del Cantón suizo de Berna, que por azarosas circunstancias tuvo que salir por piernas de la ciudad para refugiarse en la Baja Sajonia. El bueno de Moffer era el mayor de los hijos del entonces duque de Wenigarbeit, Puffer Derrembarnster y su padre le encomendó la protección de su familia y propiedades mientras él guerreaba en defensa de la Santa Fe Católica contra quien se pusiera por delante. Moffer se enteró de la muerte de su padre en la batalla de Presbabia, cuando tenía tan sólo quince años, y desde entonces se hizo cargo de la administración completa de la familia.
Una mente preclara, un talento desbordante para la administración de lo suyo y lo ajeno, un lince para las cosas del pecunio, y un fenómeno para que con dos plumas y un cordel comieran veinte. Reunió, pasado el funeral de su padre, a sus hermanos y parientes próximos y sin pararse en mientes, les dijo que la cosa estaba muy mal. Pero muy mal muy mal. Y que a ver cómo lo podrían hacer para poder seguir viviendo todos a costa del patrimonio familiar partiendo de la base de que padre ya no estaba y que él era todavía joven y que a ver. Y sus parientes se ofrecieron para tutelarle los primeros años y su madre, todavía viva, le dijo que ella podría hacerse cargo de las ganancias, y que no se preocupase porque saldrían adelante con los beneficios de las tierras, y las rentas y el copón.
Pero Moffer no escuchó a sus familiares. Empezó a llorar, y a llorar, y clamaba que qué desgracia, que qué pena más grande, qué dolor. Se dirigió a sus cinco hermanos pequeños y les dijo que como cabeza de familia, les desheredaba con todo el dolor de su corazón porque no podía hacerse cargo de ellos. Que siendo libres y buscándose la vida por su cuenta, podrían tener más oportunidades que siendo un Derrembarsnter. A su madre la mandó a casa de su tía Grunilda con acuse de recibo y le hizo firmar un documento por el que se comprometía a no volver a pisar la Baja Sajonia ni para mirarla de lejos. A sus hermanos les hizo jurar lo mismo. 'Quiero que os valgáis por vosotros mismos, sin el peso de nuestro nombre, yo, ay, yo, ay, lucharé contra el infortunio de la mejor manera que sepa'.
A sus parientes, que se olían lo que iba a pasar, les dijo que de administrar su patrimonio, ni de broma. Les montó una escena con cuchillos y rufianes alquilados para dar miedo, y no volvió a pisar la Baja Sajonia ni un Derrembarnster durante siglos, que no fuera descendiente directo del bueno de Moffer.
Allanado el camino, Moffer Derrembarnster se hizo cargo de los negocios paternos. Se alió con unos y con otros. Se hizo protestante porque vio que era bueno para el negocio. Dio dinero a los católicos con unos intereses altísimos. Financió una guerra aquí y la contraria en otro sitio. Engrandeció sus títulos. Se hizo margrave sin saber lo que era ser margrave, pero le daba igual. Se casó con una hija de un conde venido a más, que también estaba viendo que de pegar estacazos no se vivía y que lo suyo era traficar y hacer negocio.
Vamos, que cuando Moffer Derrembarnster murió dejó una herencia que no sabía ni él la pasta que tenía. Frase hecha, porque sí que lo sabía.
Lo que se llama una persona puesta en sus cosas.

Y con esta última semblanza nos vamos. Que tengan un feliz mes de agosto y si nos vemos por ahí, digan algo, no se corten y nos tomamos un lo que sea. 
Salud y avanti con la guaracha!

miércoles, 1 de agosto de 2012

Grandes Semblanzas III - Crisanta María de Turrón, Arcipreste de Hita

Si una cosa te lleva a la otra, si de verdad consideras, amable lector que mediante A lo más probable es que llegues a B, la vida de Crisanta María de Turrón, es tu vida. Porque una persona puede tener un interés determinado en un asunto que llamaremos esto o lo otro, pero de ahí a convertirte en algo que ni tú mismo sabes lo que es... hay un trecho. Vamos al turrón, nunca mejor dicho.
Crisanta María de Turrón nace en la villa oaxaqueña de Santiago Tlazoyaltepec en 1877, en el seno de una familia hacendista y hacendosa. Educación esmerada, modales exquisitos, instrucción a cargo de una institutriz belga que se quedó en el país tras la aventura de Maximiliano, paso a la capital para seguir estudiando y termina por ser en 1900 la primera mujer en conseguir licenciarse como Filóloga por la Universidad capitalina. Su especialidad, la literatura castellana de la Edad Media. La formación del idioma. Crisanta María de Turrón es toda una eminencia y una gloria nacional. Pero para continuar con su investigación ya no basta con el material que conoce y ha de partir hacia la Madre Patria. En el puerto de Veracruz es despedida por una banda de música y el gobernador Don Rómulo Remo Profundo, hace un discurso en el que la compara con una conquistadora que viaja hacia la fama y bla bla bla. Durante el trayecto en barco hacia España, Crisanta María de Turrón está a punto de tirar por la borda (qué bien traído) todo su trabajo y porvenir por culpa de una mocita de a bordo que le hace ojitos y ella se deja querer y al final no pasó nada porque Dios no quiso. Pero que con las ganas, si que se quedó.
Crisanta María de Turrón llega a la Universidad de Sevilla y allí entra en el grupo de estudio a cargo del profesor Amaranto De Celis, que comanda un grupo de jóvenes empeñados en desentrañar los orígenes del castellano, más allá de los esfuerzos de Menéndez Pelayo, Menéndez Pidal, y todos los Menéndez que hubiere desperdigados por la faz de la tierra.
Crisanta María de Turrón decide profundizar en el estudio de las obras del medioevo y especializarse en el Libro del Buen Amor. Se lo lee unas cincuenta veces en un mes. Pierde la vista a pasos agigantados. A la edad de 30 años está casi ciega. Lee y relee los versos del Arcipreste. Se obsesiona con ellos. Se obsesiona con la vida de Juan Ruiz. Investiga. Indaga. Remueve papeles y más papeles. Viaja finalmente a Guadalajara y llega hasta el mismo pueblacho de Hita para preguntar, conocer...
Con 35 años, mientras está en Guadalajara, Sigüenza y Alcalá de Henares aumentando su conocimiento del Libro del Buen Amor, recibe una carta de un anónimo que le dice que tiene que reunirse con él en Hita, en una taberna del pueblo, para hacerle entrega de documentos secretos sobre la identidad del Arcipreste y sus intenciones ocultas. Allí que parte Crisanta María, llega a la taberna, la conocen todos los del pueblo, un señor mayor entra en la taberna y le entrega una nota. 'Vaya a la iglesia y suba al altar'. Es lo que hace Crisanta María. Es el cura quien la espera. Don Arnaldo. Un señor muy mayor. La conduce por entre unos pasadizos y llegan a un cubículo. Nada más llegar, Don Arnaldo desfallece y muere. Crisanta María de Turrón está en estado de Shock. En el cubículo se hallan casullas antiguas, misales, biblias, y pergaminos de toda clase. Crisanta no sabe qué pasa. Qué hacer. Se pone muy nerviosa. Sin saber qué ni porqué, se coloca encima una casulla. Empieza a recitar versos del Libro del Buen Amor.
Sale del pasadizo vestida de tal manera y cuando vuelve a la iglesia, esta está llena porque es la hora de misa de tarde. Nadie se sorprende de verla allí vestida de esa manera. Ella da la misa, sin darla, porque no sabe, pero sabe recitar versos del Libro del Buen Amor y sus ejemplos y chanzas tienen entretenida a la parroquia.
Cada fin de semana, Crisanta María de Turrón, después de impartir clases en la Universidad de Alcalá, parte hacia Hita y el Arcipreste revive con ella hasta que en 1955 pasó a encontrarse con la deidad que le correspondiese.

martes, 31 de julio de 2012

Grandes Semblanzas II - Pessimo Pessatti di Pessiaur, mago

Era de aquellas personas que se hacen pesadas. Su condición de mago, en vez de resultar simpática, parecía que jugaba en su contra. Pero él era feliz. Pessimo Pessatti di Pessiaur decía descender de una familia de nobles piamonteses que habían emigrado a Argentina después de la Segunda Guerra Mundial, por motivos económicos, que no políticos. Insistía mucho en ese punto. Nació en Turín en 1939 y se crió en un acomodado barrio de la capital argentina, donde estudió en un colegio buenísimo y en una Universidad prestigiosísima de allí. Si tenía tantos problemas económicos su familia, desde luego en la Argentina se recuperaron estupendamente. Así, Pessimo Pessatti di Pessiaur, entró en dicha Universidad la mar de buena en contacto con el sicofante Don Nicolasetto Chianchiarulo, un personajazo de tres pares. Éste, en largas conversaciones de taberna, le explicó los fundamentos de la magia, los juegos de manos, la adivinación, nociones de quiromancia y cosas por el estilo. Pessimo Pessatti di Pessiaur abandonó sus estudios de Derecho y se convirtió en Mago profesional. Dejó la Argentina en 1964 y volvió a Italia, instalándose en Milán, y convirtiéndose en un habitual de los círculos conspirativos de todo tipo que por entonces se movían en la capital del norte italiano.
A los dos meses de estar allí todo el mundo le evitaba. En cuanto se formaba un corro de personas que discutían sobre el asalto al poder mediante la revolución, Pessimo se unía a ellos y comenzaba a sacar monedas de la oreja de esta chica, un huevo de la boca de aquel mozo, una paloma del bolsillo de ese catedrático que daba una charla... y que no le pusieran una baraja delante. Trucos fáciles, sencillos, pero muy constantes. Todo el rato. A cada momento. Se movía entre cuatro o cinco locales, y le daba lo mismo si eran de extrema izquierda o extrema derecha. Él llegaba a uno de estos cenáculos, localizaba el grupo más numeroso y comenzaba a sacar de quicio a los demás con sus trucos. Si un ex policía lanzaba una perorata contra los judíos se encontraba que de repente estaba haciendo su discurso con una estrella de David tatuada en la frente sin saber cómo ni porqué. Si un jovenzuelo alababa a la China de Mao, Pessimo se le acercaba y le sacaba de la oreja la consabida sucesión de pañuelos anudados. Si una chica decidía quitarse el sujetador como muestra de liberación, Pessimo le hacía aparecer otro inmediatamente, hasta unos veinte o así, y la chica se cansaba y...
Cuando le veían venir, todos renegaban de él. Sólo quería que apreciaran sus habilidades, que eran muchas, pero se hacía pesado. Intentó que le contrataran en una sala de fiestas, pero el dueño se cansó de él en cuanto este le cogió la mano y le dijo 'su mujer le engaña con su madre'. Terrorífico. No pudo trabajar en todo Milán.
Se trasladó entonces a París. Era 1968. En un discurso de un estudiante exaltadísimo que defendía la patria cristiana y blanca, Pessimo Pessatti apareció sobrevolando el escenario vestido de nativo congolés. Ante una protesta de estudiantes de la Sorbona que escarbaban bajo las tochanas buscando la arena de la playa, Pessimo se empeñó en que el líder de la misma cogiese una carta de un mazo y al salirle el as de Picas, le dijo que le aguardaba un gran futuro como directivo de la Siemens. Cómo tuvo que correr.
Los años pasaban y la asignación que le mandaba su padre se agotó, porque su padre se murió. Pessimo Pessatti di Pessiaur fue contratado por la televisión española a finales de los setenta para amenizar un programa, aprovechando el boom de los magos. En el primer programa interrumpió una entrevista a una cantante francesa para hacerle un juego de trilero que la dejó en ridículo. Ya no volvió a aparecer.
Regresó a la Argentina para hacerse cargo de las rentas familiares, lo vendió todo, y volvió a Turin, donde todavía se le puede encontrar sacando conejos de las bolsas de la compra de mujeres asustadas.

lunes, 30 de julio de 2012

Grandes Semblanzas I - Augustus Andreas Pedersen, botánico

El fabuloso botánico danés Augustus Andreas Pedersen tuvo la epifanía un caluroso día de julio de 1786 mientras realizaba un viaje por la Guayana holandesa. Se había adentrado junto con un grupo de cinco acompañantes europeos y doce esclavos, por entre las malezas que rodeaban la hacienda de uno de sus patrocinadores, el doctor Ernestus Van Plaaajiens y, aunque sólo se encontraban a unos dos kilómetros de distancia de la 'civilización', el doctor Pedersen se encontraba al límite de sus fuerzas.
El doctor Pedersen contaba por entonces con unos 65 años, y había pasado casi toda su vida entre los libros y legajos de la Universidad de Copenhague, así como paseando por los jardines botánicos más relumbrosos de toda Europa. Se le consideraba una gran eminencia en el campo de la ordenación de las especies, de la enumeración y recopilación de datos sobre las mismas, pero siempre se le achacó que renqueaba en el trabajo de campo. Jamás había pisado una región ultramarina, jamás se había embarcado hacia ninguna parte que no fuera un cómodo rincón europeo y su espíritu erudito adolecía de la pasión por la aventura que caracterizaba a algunos de sus colegas, capaces de ir donde hiciera falta para ver con sus propios ojos la maravilla de la Creación.
El doctor Pedersen provenía de una rica familia de comerciantes de licor, que se había hecho relativamente rica distribuyendo todo tipo de mejunjes adulterados que embarcaban luego hacia Holanda, Francia y Gran Bretaña y que servían de acompañamiento a las largas travesías de los marineros de la peor especie. Pues se habían hecho un capital, por lo que los Pedersen pudieron costearse que uno de sus hijos pudiera dedicarse a eso tan poco estimulante en lo lucrativo que era la Botánica. De los cinco hijos que tuvieron, el menor, Augustus, pasaba los días estudiando, entre libros, papeles, atento a las lecciones de profesores, instructores, sabios pagados por su padre, mientras sus hermanos ya hacían cuentas, sumas, restas, aprendían sobre derecho mercantil, estudiaban los mercados, etc.
Augustus progresó en sus estudios y se convirtió en una gran eminencia, como decimos, mas jamás había salido de Dinamarca toda vez llegada la cuarentena. Después, salidas a Brandemburgo, un par de visitas a Malmö, una estancia de dos meses en Amsterdam y un proyectado y fracasado viaje a Santiago de Compostela. Ese era el mundo que había visto Augustus Andreas Pedersen.
Llegada la vejez y con la vida expirando, se hizo la gran pregunta ¿por qué no había viajado nunca? ¿por qué jamás había pisado esos vergeles donde la naturaleza, la pasión de su vida, crecía y se desarrollaba? ¿por qué siempre había evitado ver con sus ojos lo que otros dibujaban in situ? ¿por qué en definitiva, su vida se había ido sin ver lo que más amaba?
En las estribaciones de la selva de la Guayana holandesa, con la mansión del doctor Van Plaaajiens a la vista todavía, y quitándose un mosquito de la boca, tuvo la respuesta.
Nacido en 1721, el doctor Pedersen moriría en su ciudad natal, Copenhague a la edad de 74 años. Su obra cumbre fue la más alejada de su pasión primera, la botánica, y se llamó 'La estantería perfecta. Ordenación del espacio y otras pérdidas de tiempo'.