miércoles, 30 de septiembre de 2015

Tristana - Benito Pérez Galdós

No está mal empezar con Benito Pérez Galdós a la avanzada edad que ostento, 40 años. No está mal. ¿Qué habré leído durante todos estos años? En fin. Mi primer 'benito', ha sido Tristana, novela elegida al azar, porque estaba a mano y porque me picó la curiosidad, como nunca antes me había picado. Tristana es una historia que tiene más mala leche que un gato. Todo el libro transpira una mala hostia que no deja vivir. No se puede, quizás se intenta, escribir con tan mala idea desde la primera línea hasta el final. Una historia que habla de la mezquindad de las personas, de los sueños que no se van a cumplir, de la idealización, de la puta mala suerte perenne que parecen arrastrar algunos tipos humanos y de la mierda de la resignación y el 'pues bendito sea Dios', que nos hace quedarnos siempre, siempre, siempre, en el mismo sitio porque, al fin y al cabo, lo otro, lo que soñamos, en realidad es nada. No existe. Y yo ahora podría hacer una construcción paralela del momento político, en el que los sueños de muchos, esos planes de acabar con todo, de destruir lo viejo y hacerlo nuevo, se van apagando, quedando en el recuerdo, sin recordar el rostro real de lo que vivimos, y, finalmente, acomodándonos a una vida de mierda, a una vida gris, a lo conocido, a lo que está ya escrito, a lo de siempre. Porque lo otro, el sueño de un país nuevo, el sueño de una sociedad distinta, ese sueño, en realidad, no puede hacerse y si lo intentas, puedes perder más que ganar en el intento. Pero eso no lo voy a decir yo, al menos aquí.
La historia es cómo está escrita. Como no he leído más no sé si es así siempre, pero el lenguaje, la forma de contar la historia de Benito Pérez Galdós aquí en Tristana, es de una mala leche, de una mala idea, que espanta. Don Lope. El principio del libro, sus primeras páginas, parece que están ambientadas en el siglo XVII, en esa España de Lazarillo y Quijote, de hidalgo de espadón, por cómo describe a la persona y la hacienda. Un personaje que todos conocemos, el listo que todo lo sabe y que nada ha hecho jamás, que lo arreglaba todo con dos patadas, de acuerdo con nadie y llevando la contraria por llevarla, con mucho honor y mucha jeta y a veces, con arranques de generosidad sin cuento, ojo, pero que al final lo mancha porque le pica. Uno de esos arranques le lleva a 'acoger' en su seno a Tristana, la hija de un amigo fallecido, a la que 'acoge' como su propia hija, pero con derecho a roce. Mientras Tristana no ve más mundo, parece que todo va bien, pero Tristana quiere vivir, es joven y tiene todo el derecho a querer ir más allá en la vida que no estar con un canco. Sale, conoce a Horacio, un pintor, de familia bien, haciéndose el bohemio. Todo va a su ritmo. Se conocen, se enamoran, se quieren tantísimo, el otro se da cuenta de que pasa algo, pero no puede hacer nada... el tal Horacio tiene que irse a cuidar a una tía suya. Se va sin tampoco parecer que le da mucha pena. Ojo, al Horacio le da miedo que la chica sea demasiado lista, demasiado hábil, demasiado independiente, demasiado como le gustaría ser a él. Él vale, pero ella ya... las bromas me las hago yo. Y se va y se cartean y se quieren a matar y se quieren tanto y es todo tan intenso, que Horacio va gustándose en su papel de ricacho de pueblo y ella sigue con las ansias en todo lo alto. Un dolor de pierna. Me duele la pierna. No pasa nada. Me sigue doliendo.
Súper, ultra, mega, macro mal rollo. La pierna de la portada del libro. Mal rollo.
Y todo va a su amor. El Horacio vuelve y sí, y se quieren, claro, pero desde el primer día es menos. Y se van acabando las cosas que decirse. Y el don Lope ahí, aguantando. Don Lope no mola nada. Y Horacio acaba donde tiene que acabar y el final de Tristana es tan lúgubre que no les diré que se muere. Es como peor. O no hay nada como morirse, pero eso... resignarse así. Igual es que no queda otra cosa. Qué pena.
Muy buen libro, la verdad. Dan ganas de más. Aunque sea devolver de nuevo esa mirada sobre un país que avanza poco porque quizás seamos así, todos, de mucho aspirar pero poco ser. Igual es eso. Igual no.

martes, 29 de septiembre de 2015

Chaco

En la guerra del Chaco. Carta de Sebastián José Darrigobeitia a su prometida Estefanía María Vélez. No sabemos si son paraguayos o bolivianos.
'Queridísima Estefanía, primero he de confesarle que si en algún momento olvido que existe usted, que mis quehaceres me obligan a emprender una labor o un asunto que hace que mi mente, por un instante, no siga la senda de su presencia siempre presente, me mareo y he de recabar en el suelo con mis huesos y mi cuerpo todo. Es así, queridísima Estefanía que este amor me ha calado tan y tan hondo que mi físico se resiente ya no de no verla si no de no pensarla siquiera. Sea dicho esto como descargo de todo lo que le voy a contar a continuación, porque entenderá, amor de mi vida y de mi todo yo, que se me hace muy difícil la vida si usted no se encuentra, en cuerpo o en espíritu, en torno a mí. No he conseguido entrar en combate en ninguna ocasión. No podré contarle a usted, como no le he podido contar por carta, ninguna hazaña gloriosa protagonizada por mí. No he podido de ninguna manera entrar en contacto con la acción, ponerme a prueba y medirme como hombre, o, al menos, como esos hombres que deciden medirse como hombres con la muerte de por medio. Pero es que, ay, queridísima Estefanía, yo no me mido así porque, ay, si pienso en el combate me paralizo y ya no está usted presente dentro de mí y ya le dije que me encontraba entonces trastornado y no soy de fiar. En el regimiento, el sargento Saracíbar me puso el apodo de 'el dulce enamoradito' y así me he quedado hasta ahora mismo. Como dulce enamoradito que no podía combatir porque se encontraba mal si no era capaz de hallar su rostro en alguna parte de su aturullada mente. Y así, como ha comprobado en mis misivas, le he explicado cosas tan poco viriles como el color de los uniformes que nos distinguen del enemigo, los distintos tipos de cartucho que existen, la comida que nos ha alimentado, los tipos humanos que llegaban algunos de la sierra, otros de la llanura, algunos de la ciudad, y que me han servido para conocer a tanta gente que a veces pienso que si esto es solo una porción del mundo qué debe ser el mundo todo de tanta gente como debe haber y a veces he pensado que me gustaría ver todo ese mundo junto a usted, querida Estefanía, y como es usted parte de ese pensamiento, no me mareaba ni me encontraba mal. Y no he recibido castigo alguno por este motivo de no entrar en combate, por la sencilla razón de que el teniente Espeluy es profesor universitario de literatura y gusta de leer y dijo un día que mi comportamiento tan sensible merecía ser respetado como el de antiguos enamorados que existieron en la Europa de la que vinieron mis padres y presumo que los suyos también querida Estefanía. Y así, unos dicen que como broma y otros que como experimento, consiguieron hacer que montara un fusil y un ametrallador, cogiendo una fotografía de usted y ampliándola y poniéndomela delante mediante un complejo juego de luces y pantallas que fue muy celebrado por el mismo coronel Uribarri, y el mismo coronel Uribarri me sacó este retrato que le envío de mí mismo con el arma montada y bien satisfecho. Y si le digo que con esos chanclos tengo frío en los pies no le estaré mintiendo de ninguna manera. Y si le digo que ya tengo ganas de que la guerra acabe y dicen que ya queda poco y eso debe ser cierto porque yo veo que aquí ya hacemos poco y yo mucho menos, si le digo, como digo, que quiero que esto acabe es para dejar de marearme y trastornarme y gozar de su presencia de manera directa y como usted ya sabe. Con todo mi amor de soldadito enamoradito... su Sebastián.'

lunes, 28 de septiembre de 2015

Discusión vicentina. Las elecciones más importantes de la historia de Catalunya.

Messi cae lesionado y se pierde dos meses de competición. El Barça pierde a su mejor hombre y tiembla. Nuestra Messi decide estar un mes o dos sin aparecer en el terreno de juego aduciendo una lesión de responsabilidad institucional, por lo que Barcelona en Comú, la marca que gana en Barcelona, Ajuntament pel Canvi, una nueva era, una nueva forma de hacer política, se queda en casa. No hace campaña por Catalunya Sí que es Pot. Los resultados en Barcelona ciudad sitúan a la figurada candidatura hermana de Barcelona en Comú en un discretísimo... quinto puesto. No digo nada y te lo digo todo. Así no se puede jugar. Si tu gran estrella pasa del tema... así no se puede.
Echarle la culpa a los demás es fácil. Echarle la culpa a Barcelona en Comú es sencillo. Echarle la culpa a la gente es más fácil aún. Ciutadans se convierte en la segunda fuerza política de Catalunya con un tres y un cuatro. Su programa: España. Su propuesta: somos españoles. Y se acabó. Y ahora podemos decir lo que queramos, que si son o no son, pero está claro que a la gente, a nuestra gente, a toda la gente le llega el mensaje más sencillo. Nadie cuestiona el sistema, nadie se pregunta si puede haber otro modelo de sociedad, sólo si cambiando la bandera o manteniéndola se puede vivir mejor o peor. Ese es el debate. Si siendo catalanes o españoles viviremos mejor. No si se puede vivir de otra manera siendo la bandera la que sea. Siendo así, o Juntspelsí o Ciutadans.
Elecciones en Santa Coloma. Una jornada memorable. Hablé con todo el mundo y a todo el mundo le solté una chapa que procuré que fuera más o menos homogénea siempre. Ciutadans iba ganando, pero yo decía que no iba a ser para tanto, que nosotros íbamos bien, que el PSC se iba a pegar el tortazo. Paparruchas. En el recuento le digo a todo pichichi que sin Nuria Parlón haciendo campaña, el PSC en Santa Coloa se ha comido un mojón, pero que también te digo que con Núria Parlón en el PSC, aún sin hacer campaña, el PSC se está dando un tortazo con Ciutadans. Finalmente Ciutadans no gana en Santa Coloma, pero por un pelete. Y los que nos damos el tortazo somos nosotros. El PSC pierde cuatro escaños pero en Santa Coloma se mantiene. Los votos nuevos, se han ido a Ciutadans.
La CUP. Los compañeros de la izquierda mainstream, consiguen en el mejor momento de su vida, con el orden establecido acariciándoles la nuca, diez diputados y tres mil votazos en Santaco. Nosotros, con discusiones vicentinas con cada uno de nuestros votantes para inculcarles que nosotros no somos el no, pero somos el sí, pero es no significa que seamos Mas, porque nosotros no queremos a Mas y si me preguntas tú digo esto, pero si me pregunta aquel digo lo otro, seguimos por delnte. El efecto Pablo Iglesias, pse. Mejor el efecto Errejón. Pero jugar a ser el PSC no nos ha servido demasiado.
Vamos a ver.
¿Qué somos? ¿Qué tenemos que ser? Cómo ya ha pasado un día y un día son cantidad de horas de darle al tarro, aventuro lo siguiente. No sé le vamos a ser, pero lo que estamos siendo tiene un interés relativo para mucha gente. La culpa no puede ser de la gente. Si a la gente le toca la patata el Sí o el No, si a la gente le resulta complicado eso de la propuesta de izquierda, tendremos que inventarnos algo. 1- Candidatos mediáticos, la tele manda. 2- Mensajes sencillos. ¿qué opinas de esto? esto. 3- Candidatos mediáticos, la tele. 4- Asumir que no vamos a ganar nunca, pero que somos imprescindibles. Hacernos imprescindibles. 5- Construirnos una película propia. Una marca propia ya. Sin siglas raras, que mande el que quiera, pero asumir que la gente no quiere líos. 6- Candidato mediático. Si lo tenemos aprovecharlo, si no, no hace falta que sigamos. 7- No echarle la culpa a la gente, no somos más listos que la gente, no somos mejores que los que nos votan, no sabemos más que ellos, no les tenemos que enseñar nada, tenemos que ser útiles, amables y dar cariño. 8- Saber qué somos, si socialistas, si socialdemócratas, si autogestionarios, si comunistas, si verdes. Ellos saben lo que son y nosotros tenemos mil quinientas etiquetas. El que quiera otra etiqueta, se pire por favor y deje de molestar.
Y bueno. Así más o menos es como lo veo. El futuro.
El futuro se llama patada a seguir. Romeva nos cuenta con el sí. Ya somos dignos. No suman para su sueño dorado de independencia de esplai. Hace unas horas éramos la Arrimadas, ahora nos cuentan de nuevo entre los limpios de espíritu. Tienen que esperar más aún. Otra patada hacia delante. Ahora toca proponer un referendum. Nuevo reto de aquí a unos meses. Todos por el referendum. Es el momento. Te toca decidir. Que no te digan que sí o que no. Sigamos hacia delante, nueva manifestación, la V, la S, de aquí a Camprodón de rodillas, lo que sea. Carme Forcadell saliendo por la tele y diciendo que... Catalunya y todos llorando y lo que haga falta. El sueño. El viento de Libertad. Faltan votos, por eso. Esto es más complicado de lo que parece. Y los de la CUP a mojarse por el país. A votar a Mas. A no votar a Mas y a no salir más en la tele. Es lo que hay.
Seguro que me estoy dejando algo. No me lo voy a dejar. A los compañeros de Podemos, bienvenidos a mi mundo.
Pasen ustedes muy buena tarde y a ver de qué color hay que llevar la camiseta en el próximo 11-S.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Reflexión

Un tren sale de Barcelona a una velocidad constante de 80km/h y en su interior me encuentro yo sentado en uno de los vagones justo en frente de un señor que dice que va a contarme una historia durante el trayecto que le ha de llevar a Murcia y yo pienso, para mí, que ese tren no va a Murcia de ninguna manera y pienso otra vez y son dos veces ya pensando que hay personas que creen que van a un sitio y en realidad no saben que el tren les lleva a otro, pero claro, también pienso, y ya son tres cosas entonces las que pienso en un mismo momento y espero no marearme y que me de angustia y que lo ponga todo perdido de vómito porque en esos casos uno vomita, pienso, digo que hay quien está sentado en un tren pensando que va a un sitio y ese tren va a ese sitio ciertamente y es más feliz el que cree que va a otro sitio y en realidad se está equivocando, y es en ese momento en el que además me da por interesarme por toda esa gente, esa gente que dice que tiene la intención de ir a un sitio y se toma las cosas con una fe rutinaria, una confianza ciega en el tren que les lleva a alguna parte y esa parte debe ser algún sitio de su interés porque habrán comprado el billete hacia ese sitio por algún motivo, bien sea una causa comercial, un deceso familiar o el simple disfrute del tiempo de ocio, y es que en ese lugar al que están viajando se encuentra lo que buscan les guste o no, y esa confianza ciega en el tren les hace sentirse seguros y tranquilos porque se han subido en un tren que saben dónde les lleva, pero hay otros que se suben en un tren y no tienen el destino fijo y se pueden bajar cuando quieran y donde quieran y otros como este señor que está sentado frente a mí que se han subido a un tren que no les lleva a ese lugar al que ellos quieren viajar, porque Murcia no se encuentra de camino y porque a Murcia, con todos los respetos, no me parece a mí que se llegue en tren y es en ese momento también porque el viaje es largo y da tiempo a todo que uno piensa en consultar en alguna parte si podemos llegar a Murcia desde aquí en tren sin necesidad de llevar a cabo reflexiones a tontas y a locas y lanzando el escopetazo al aire como siempre y recuerdo al mismo tiempo todas las veces que uno ha ido soltando incongruencias sin cuento y mira la agenda para hacer el amago de ir llamando a unos y a otros y a todos en general, a todos aquellos a los que uno de alguna manera ha faltado el respeto o ha metido en algún brete por no haber consultado, de alguna manera, digo, lo que podría venir siendo los datos y las características de cada una de las cosas que dice, pero ya es tarde porque me doy cuenta de que el paisaje cambia y ya partimos de la ciudad y el señor está esperando a que deje de poner cara de estar pensando para ser él quien comience a contar su historia y le digo que puede comenzar cuando quiera y en el comienzo de la historia el hombre se enreda en una serie de cirnculoquios y me doy cuenta de que en realidad no tiene ninguna historia que contar y que, muy posiblemente no vaya tampoco a Murcia y que ni siquiera sepa nada de Murcia y sus gentes y por el acento, que me parece castellano de la zona de Valladolid, seguramente haya dicho lo de Murcia mas por un mero interés de dejar claro que iba a algún sitio que por otra cosa, pero quién soy yo para juzgar a nadie por intentar desviar la atención de un tema hacia otro tema, en este caso Murcia, si yo lo que siento en mi interior es una pena negra negrísima y muy triste porque yo en Murcia tuve un amor, un amor mediterráneo, un amor de cuento, un amor de arena y sal, un amor de tópico y lo tuve que perder porque ella trabajaba en los ferrocarriles de la Generalitat y se quedó en el paro porque no hubo manera de que la Generalitat se pusiera en marcha con un plan que tuvo de hacer ferrocarriles en Murcia y no sé cómo y de qué manera engañaron a una administración del Estado para que invirtiera en Murcia para que les pusieran unos ferrocarriles que llevasen la fruta a estas tierras y era todo mentira y mi amor mediterráneo se quedó en Murcia y sin trabajo y siempre evito pensar en Murcia y siempre acabo pensando en Murcia y en la belleza de aquel amor de tomates y pimientos y si no me equivoco justo a la misma hora en la que un tren sale de Barcelona, mi tren, a una velocidad constante de 80km/h, otro tren sale de Bilbao con destino a Madrid y sería mucha casualidad que ambos se cruzasen de alguna manera, pero todo puede ser, todo puede pasar, porque los días son largos y todos los días, pensando y pensando no pueden ser iguales que yo he pensado siempre que a un día le sigue otro día y una mierda que te comas, una mierda así de grande.
Si ya has acabado, nos vamos.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Karpov

Tengo algo en la oreja. Me pica, me escuece, no sé qué es. Si me la tapo así un poco, me siento mejor, pero no puedo estar todo el rato con la mano en la oreja porque al final esta gente me va a acabar preguntando y no voy a saber qué contestar. Si me quito la mano de la oreja, es insoportable. Si me la pongo así, me calma. Es lo que hay. El otro se ha ido. Ha dicho que nosequé de que estaba en un momento en el que tenía que revisar un principio de tal y no sé que le ha pasado que se ha ido. La verdad es que la situación que me ha dejado un poco así, pero es que tampoco he escuchado muy bien lo que me ha dicho porque con la mano en la oreja... que me queda la otra oreja, sí, pero en la otra oreja tengo a esos con el chucuchún, chucuchún todo el rato y me tienen frito. De verdad, que llevo unos días que no sé que me pasa. A veces dicen que se te meten en la oreja mosquitos o cosas raras y te infectas el oído y tal. Yo creo que no es eso, porque yo no sé si he estado en algún sitio así con mosquitos o algo. Si aquí no hay ni... yo que sé. Y encima me he quedado sin camisas y me he puesto esta camisa que me he comprado en la tienda del hotel y me queda... y es fea como un pepe. Yo no sé qué tengo en la oreja. Me quema. Me quema mucho. Voy a ver si muevo. Tengo el centro del tablero. A ver porqué se ha ido el otro. A ver qué le ha entrado al otro para irse. Si ya tengo el centro del tablero, amigo, qué quieres. Si ya estoy en el mirador de san nicolás y tengo la alhambra y todo el generalife delante, amigo. Qué me estás contando. Estoy echando barriga otra vez. Pensaba yo que iba a estar como una sílfide toda la vida y me estoy poniendo otra vez como un morcón. Si tengo el centro del tablero a ver porqué monta el número este pavo. Bueno. No pasa nada. Yo voy a mover el álfil y cuando venga que se encuentre el pastel. Se me ha taponado el oído. Al final se me ha taponado también. Me da miedo meter el dedo en el oído porque seguro que se me ha infectado. Me quema. Me quema y me escuece. Verás cómo se me haya infectado. Si el tonto este no vuelve... oye, que me den la partida por ganada y se acabó. Yo que sé. No me encuento bien. Estos aquí mirando como si fuera esto la partida del año y partidas de estas llevo jugando yo... reflexionaza. Por matar el tiempo. Por decir algo, la verdad. Por comentar cualquier cosa. Me destapo la oreja y me la destapo. Ahora oigo....ooooooo, ahora no oigo. Se me ha taponado. No viene. Este no viene. Yo muevo el álfil y le doy a esto y que sea lo que dios quiera y a otra cosa. El ajedrez. A todo el mundo dice que le gusta el ajedrez y tal pero... luego para jugar nadie saca tiempo. Lo dicho, reflexiones. En fin. Que este no viene, yo he movido y el reloj corre. La camisa esta... hombre el dibujo es cachondo. Pero yo que sé. Voy a coger la oreja y me la voy a arrancar y que le den por el culo ya a esta puta mierda de picor o escozor o la madre que me parió ya.

martes, 22 de septiembre de 2015

Comunicado oficial

Me presento ante ustedes en este momento decisivo para la situación... para la situación y lo hago con el corazón en la mano, para decirles lo siguiente. Lo llevo bien. Debo decir que, pese a que pudiera parecer lo contrario porque muchos de ustedes me han visto así así, yo creo que lo llevo bien. Vamos, todo lo bien que lo puede llevar un adulto. Esto que digo del adulto, creo que se lo he escuchado a alguien antes y la frase me hace gracia, pero no lo acabo de decir en condiciones. Sea como sea, paso a detallar mediante un formato más convincente lo que en resumidas cuentas no es más que la constatación de un estado de ánimo. Estoy bien. He tenido momentos de forma mejores, quizás no hace demasiado tiempo, pero ahora mismo estoy en otro de esos picos de forma en los que uno tiene la sensación de que resplandece, que brilla. Brillo, no es fácil de demostrar, claro, porque si me da el sol no deslumbro, y tampoco sirvo de referenca visual en caso de llevarme a alguna parte para que haga de guía, pero brillo. Tengo brillo. Ya no tengo ese tono cetrino y triste de otras veces, me parece a mí que, de una forma bastante evidente, estoy ahora mismo alcanzando una especie de Hype, que válgame la virgen. Lo llevo bien. Muy bien. Lo estoy llevando fenomenal. Me despierto con el canto del gallo, me acuesto con el telediario a medio acabar. Estoy, de verdad, en un estado de control de la situación que para sí lo quisieran muchos, oiga. Pero que me levanto por las mañanas y no me ha dado tiempo a desperezarme que ya casi tengo las tareas del día cumplidas. Fum. Así. En un momento. Como el que no quiere la cosa. A medio gas. Y el resto del día, con la reserva a tope, pues a lucir palmito. A gustarme, a darle gusto  los ojos de la concurrencia que son seres humanos y mi amor por la humanidad, fuera de toda duda, se demuestra y se muestra. Calle arriba, calle abajo. Ojo, y sin darme pisto, que no voy por ahí luciendo ni nada. Que llevo la misma ropa, los mismos todo, nada ha cambiado. Es uno. Que está ahora mismo experimentando lo que es llegar a una sensación de alta gama. Eso es. Triple A. No sé cómo expresarlo. Excelence. Es así. Camino por la vida como si las calles se abrieran a mi paso. Me salen unas frases a veces que me asombro, me paro a pensar y pienso y me digo, si todo esto lo pudieras compartir con más gente... si esto que tu tienes lo pudieras de alguna manera copiar y pegar... sería maravilloso. Y ya no por mí, que yo ya lo llevo bien todo esto. Sereno, bien. Lo digo por vosotros. Que igual os estáis preocupando y tenéis en la cabeza una nubecilla de dudas... nada, está todo estupendo, pero estupendo tirando a perfecto. Triple AAA. Tres As, triple. El copón. Tengo la sensación de que es como un paréntesis en todo el desastre de mundo que vivimos, como que soy una especie de bálsamo. Ahora mismo, lo que toco lo embellezco. Embellezco lo que toco. Estoy ahí. Estoy pero que muy ahí.
Y ahora, el Congo, antiguo Zaire.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Con los amigos

Balance de actuación del emperador Khulian Khan. Concretamente balance de los últimos meses de su reinado, recogido por el escribiente Shukhar Ushbaleismail. Documento que tenemos y que ya me dirás tú a qué viene colocarlo ahora, pero bueno. Todo es un poco así.
'Le notábamos todos algo raro. Así como lo normal en los emperadores antiguos era que, llegados a su último trance, decayesen en su ánimo y se dedicasen a contemplar su vida y obra como quien ha terminado un palacio, en el caso del gran Khulian se despertó en él un afán de hacer algo que no había hecho. Reunió a sus más fieles seguidores, tres personas que habían sido sus camaradas de correrías antes de ser designado emperador y se lanzó a una descabellada aventura consistente en recuperar un antiguo objeto que perteneció a uno de los primeros emperadores de nuestra tierra y que se había perdido sin que supiera nadie muy a ciencia cierta qué se había perdido, qué emperador exactamente era ese, cuándo había sucedido todo aquello y de qué manera encontrar ese objeto iba a proporcionar al imperio un bienestar mayor. Los tres y el emperador Khulian con ellos, fueron incapaces de dar una explicación plausible de todo aquel invento, pero nadie se puso en contra de ese deseo. Tan sólo un consejero, el gran Dongorong Suleyman puso alguna pega. Su cuerpo fue azotado durante varios días, despellejado convenientemente, horadados sus agujeros naturales con dilatadores varios y finalmente abandonado en un desierto untado en sal para que su muerte fuera un ejemplo de que las decisiones de Khulian no se discutían. Los tres, pues, partieron en busca de un objeto que perteneció a un alguien que estaba no se sabía donde. Para esa aventura pronosticaban una duración de unos tres meses. Partieron un día con una gran balumba de pertrechos y atalajes para un gran viaje. Eran tres y nuestro emperador Khulian Khan y durante su ausencia, Khulian designó a su seguro servidor Shukhar Ushbaleismail como lugarteniente y depositario de los poderes del emperador.
Partieron y noté sobre mí, y perdonen si me introduzco en la crónica, los ojos de quienes fiscalizan el poder. Pero duró poco el sufrimiento y no tuve que tomar decisión alguna. A los tres días, Khulian Khan, volvió solo a palacio. Volvía manchado de sangre, con su ropa hecha girones, con trozos de carne pegados a su turbante y en su pecho lucía un colgante bastante vulgar que todos dedujimos que era el objeto deseado. De los tres amigos no quiso hablar. Acariciando el colgante, se retiró a sus aposentos y ahí sí, comenzó a oscurecerse su influjo y poder. Murió con una sonrisa en los labios.'

domingo, 20 de septiembre de 2015

Guerra a la ortodoxia!

Ahora vengo yo con la guasa y el contoneo sabrosón del cucu. Un saludo afectuoso a los que, en nombre de la ortodoxia, pronosticaban la derrota de Syriza en las elecciones y animaban a esa escisión tan pura, tan divina, tan así de la Unidad Popular, que oh, se llaman como la Unidad Popular, y que se han comido un mojón así de gordo. Un saludo afectuoso al mágico Iceta que en el mitin de la Rosa de esta tarde ha tenido un recuerdo también afectuoso para 'esa gente que promete cosas en Grecia que luego no puede cumplir', mejor prometer más de lo mismo siempre y que ya veremos si eso y entonces... pues toma. La gente no parece ser tan así como nos creemos que es. Syriza, el gobierno de Tsipras, recibió una estupenda triturada hace unos pocas semanas cuando la Troika, la Unión Europea, con el entusiasta apoyo de nuestro Gobierno, (y la sonrisa cómplice de centroizquierdistas y extrema izquierda de road movie) que pensaban que se iban a dar la torta de su vida, que todo iba a volver a su amor, y que la gente no iba, al menos a reconocer el esfuerzo de una gente que se ha partido la cara por su gente. Delante de todo el mundo. No les salió muy bien, es cierto. Pero hay que seguir. Avanti con la guaracha.
Un saludo afectuoso porque han ganado las elecciones otra vez. Casi con más apoyo que antes. Incluso con esa escisión de puristas que con ese par de huevos que caracterizan a todos los puristas que en el mundo son, dicen 'eso lo arreglo yo en dos patás', y se quedan tan anchos. Un saludo para todos los que esperaban como agua de mayo un resultado negativo de Syriza para empezar a dar la matraca con el 'véis cómo todo es una mierda, véis que hay que hacer las cosas como decimos nosotros'. Un saludo para todos los que decían 'véis cómo es mierda de Syriza, de izquierda de salón, de gente sin principios ni doctrina, no vale para una puta mierda y lo que hay que hacer es tener el libro a mano y apelar a la Unidad Popular y alegrarme de las mismas mierdas que se alegra la derecha'.
Eso es. La derecha. Gente de derechas. Espera, que está hablando el Baños. Es que estoy viendo el debate de la TV3 y me estoy poniendo de colores. El Baños habla, el Romeva asiente y le dice que sí, que es verdad, que tiene razón en todo. Y cómo se mete con el Rabell. El Rabell es el señor que es nuestro cabeza de lista. Se mete con él el de las CUP, que después de siete años de crisis ha descubierto que la culpa de todo es de la gente de Catalunya Sí que es Pot, lógicamente, por no apostar por una independencia República Catalana con Romeva asintiendo y Mas sonriendo y todas las señoras y señores de orden asintiendo. Pero es lo que hay, son modernos, son divertidos, Baños hace coñas, han visto Breaking Bad, etc. Y nosotros con nuestro rollo demodé. Ya ponemos rumbas en los mítines, os estamos alcanzando. Igual es por eso, porque os estamos alcanzando y vuestros abuelos de orden tienen caquita.
No tengo mucho que decir sobre lo del PSUC, lo del Ovidi y demás. Creo que está claro. Ojo, ahora el Romeva ataca al Iceta y el Baños, como el Iceta se escapa, le dice que conteste al Romeva. Qué grande. Muy grande. Me imagino a Ovidi Montllor sacando la cara por la derecha ante... ¿verdad? Ja no ens alimenten molles, ja volem Mas president.
Ah, ¿porqué he visto al Iceta hoy en el mitin de la rosa? Por el rollo de la compensación de tal. La ANC, que yo pensaba que no era la esquerra independentista pero sí que lo es y si me he equivocado, lo siento, dice que hay que boicotear a TV3 porque pondrá espacios compensatorios porque la Junta Electoral (esos señores de Madrid) dice que lo de la retransmisión de la Via Lliure, olía mal. Vale. Había que ver los mitines y eso. Se ven. El Iceta mal, chillando cuando le dicen que tiene que chillar. En fin. Dice lo de Syriza. Mitin del PP en Badalona, con mujeres vestidas de flamencas anticipando el Halloween. Mal. No. Peor. Está Rajoy y no importa una mierda. Parece que hay mucha gente. Pero sólo con los seguratas deben llenar media plaza. En las mesas enfocan a pavos con el pinganillo. Sale el nuestro. Nos la juegan. Sale un trozo de mitin de Rabell, no debería salir, sólo las luchas que apoyamos (ojo, un saludo afectuoso a esos sindicalistas de comisiones que salen con juntpelsí, apoyando a quien consideró que la reforma laboral se quedaba corta), y todo con mala gana y mala fé.
TV3. Viendo el debate. Podríamos estar hasta mañana enviando saludos afectuosos. Pero habrá que irse a dormir.
¿Entonces la papeleta de Mònica Terribes cuál es?

viernes, 18 de septiembre de 2015

Una semana de campaña electoral. Banderita.

Que vivan los cuatro juntos, porque forman el escudo de la bandera de mi España. Habrá formas y maneras de explicar el federalismo, pero como la de Iceta ayer en Santaco, pocas. Recurrir a la bandera nacional, mostrarla con orgullo, grandecita, cómo que no la vamos a poner, y decir eso de que los reinos... y de que juntos hemos llegado hasta aquí... vamos, que faltó poner de fondo a Manolo Escobar cantando la de 'una copa de vino en la mano, una guitarra y un perfume de mujer...'. Y es que en España... No sé qué hubiera pensado mi abuelo si viera una bandera nacional en un mitin de su PSOE, pero... lo acabaría justificando. Los socialistas son muy disciplinados. ¿No?
Primera semana de campaña electoral. Para quienes pensábamos que esto iba a ser más distendido, relajado y cómodo que las municipales, pues nada más lejos. Lo primero. Trabajando con Podemos. Después de muchos dimes y diretes, finalmente llegó la ansiada hora de trabajar con la gente de Podemos. Y llegan las dudas. ¿Seremos dignos? Han trabajado con gente competente, gente organizada, gente que hace las cosas con gusto y con gracia, gente disciplinada y con conceptos de táctica y estrategia bien claros. ¿Seremos dignos? ¿Se lo estarán pasando bien? ¿Lo hacemos bien? No parece que la cosa vaya mal. La clave es hacer. No mirar, hacer. Trabajar, ir, colgar, pintar, encolar, recortar, sujetar, ir. Sobre todo, ir. Si ellos van, nosotros vamos, todos vamos. Y así vamos haciendo. Y creo que lo estamos haciendo bien. Bastante bien.
Esta primera semana ha sido tremenda. Lo primero, la Diada. Ir o no ir. No había que ir, mucho ver la tele, mucha gente muy contenta, como los años anteriores. Catalunya en marcha. Catalunya esplai. Gente que se lo está pasando bien, con un objetivo y que tiene la felicidad escrita en el rostro. Empiezan los actos electorales. Ponemos la carpa, ponemos carteles y la gente, al parecer, pregunta más. Y es verdad. ¿Esto de qué es? ¿Es para separar? No, nosotros somos... claro, explicarlo como Iceta, con la bandera nacional... así cualquiera. El tema de la independencia se nota que escuece. Ya lo conté, pero eso de que te cuenten con el NO o de que le cuenten con el SI... es como entrar en su juego. Nosotros no entramos en esa pelea, pero tienes que entrar. O no. Banderita. Oye uno cosas en la radio, en la tele, aquí y allá, y se pone de un humor de perros. Es igual.
Hemos hecho de todo, como digo, colgar carteles, pancartas, plafones, poner la carpa, hacer eso de los cacaolats que yo mismo he criticado a veces y que mira, ahora toca, vamos haciendo. Hoy tendremos acto gordo, viene el Errejón, precisamente. Un podemita de los gordos. Oye, pues nada, a currar igual que si viniera el... si, hombre, este que es de los nuestros... ese. El Garzón. Y así vamos.
Sí que tiene uno la sensación de que esta campaña la estamos haciendo cuatro. No se ve el mismo movimiento que en otras elecciones. Los de Juntpelsí son los de Esquerra, porque de Cdc no se ve a nadie. Los de Esquerra colgando carteles del Romeva, del Artur Mas... y pueden decir lo mismo de nosotros con el Iglesias, pero, ay, a mí me parece que no es lo mismo. Los de la CUP, nuevos en esta plaza, aunque no son nuevos porque ya veíamos por dónde iban antes de, ponen carteles muy grandes, hacen actos en Can Sisteré, no sé. Veremos. Y casi ya está. PSC pone carteles y ha hecho un acto en un pabellón, pero no sé. Perfil bajo. Igual en la última semana nos vuelven a inundar la ciudad y los pirulos y toda la pesca, pero por ahora, como que poco... poco entusiasmo. Ni en redes sociales, ni nada. No sé. Como si en Santaco no hubiera campaña. Con lo que es Santaco. ¿No? El bastión y todo eso. Ahora pondrán mil carteles sólo por decirlo. El PP con el iluminado de blanco, pero ya está. Banderolas pero ya está. ¿Alguien sabe si harán algún mitin o lo que sea? Y Ciutadans, pone carteles y hacen actos en Singuerlín y nos atacan a nosotros. ¿El voto de ciutadans y el nuestro compiten? Pásmense, parece que sí.
Sea como sea, para el palizón que nos estamos dando, no vemos ese mismo trasiego en otros. Nosotros le estamos poniendo ganas. Unas ganas inusitadas, por la ilusión de trabajar con una gente distinta, de hacer algo nuevo, de demostrar que sabemos y no somos esa rémora del pasado que se pensaban que éramos. Así somos. Veo poco movimiento. Yo que sé. En las redes, sí, gente acusando a lo nuestro de todas las cosas posibles. Que si el PSUC antes molaba, que si era indepe, que si era tal o era cual. Es como cuando alguien se muere que todo el mundo habla bien. Sólo que no estamos muertos. Es curioso, gente que no puede vernos, que no nos vota, que no nos quiere, pero nos toma de referencia. Cogen candidatos, captan personal técnico que retwitea cosas de BCN en Comú, introduce peña en las listas, los presentan como ex nuestros en sus mítines. De aquí y de allí. Y nosotros pensando que teníamos que renovar y quizás deberíamos, como bien dice Alejandro, volver al PSUC y dar el golpe.
A ver cómo avanza la próxima semana y lo vemos.
Espero que no haya ningún desahucio esta semana, porque no sé si tengo algo digno que ponerme para salir en la foto y seguir escalando posiciones en el santoral.
Bones festes. Esta tarde venirse a la plaza Pau Casals.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Estatismo

De las memorias de Josuah Sheringham 'Envejecer y demás inconvenientes de la existencia contadas a la manera que mi libre criterio me dicta', nos permitimos proponerles un pequeño bocado que prácticamente permite saltarnos la lectura de la obra completa.
'Mi padre me dijo siempre, 'no te apasiones con lo evidente, cálmate y busca algo más'. Pero, en el momento en el que la vi, todo cambió. Aburrido de estar en casa, con toda la biblioteca de mi padre leída y más que repasada, me aficioné a salir a cazar. No cazaba, porque mi torpeza con cualquier arma de fuego y, en definitiva, con objeto de toda laña que se halle en mis manos, me impide desarrollar cualquier actividad manual con éxito. Por consiguiente, partía por la mañana temprano, acompañado por mi fiel Perry y paseaba por los campos colindantes a la casa. A veces llegaba más cerca, otras más lejos. Un día, ocurrió.
Apostada en un árbol, sentada con la espalda perfectamente apoyada en el tronco, hallé a mi Mary mirando fíjamente hacia el horizonte. Jamás la había visto antes. Me acerqué a ella y le pregunté si acaso estaba esperando a alguien que viniese a recogerla después de un paseo que, me aventuré a pensar, había sido provechoso para su salud, dado lo benévolo del clima de aquellas tierras. Pensé que quizás fuera alguna pariente de los Mortingtons que, llegada de Londres, viniese a recuperarse de algo. No le ví buena cara. No me contestó. Nunca lo hizo.
Estuve con ella, apoyado también donde pude, durante un buen rato y cuando me dio frío, me fui a casa, despidiéndome y deseándole una pronta mejora de aquello que padeciese. Estaba enfadado. Al día siguiente salí a cazar pero olvidé la escopeta. No me importó, porque en realidad me dirigí al árbol, donde se encontraba mi Mary y allí estaba, ciertamente. Su ropa había cambiado pero su semblante y su posición era la misma. Le pregunté qué tal se presentaba la jornada, si había desayunado, si quería una taza de té, si en Londres tenía algún conocido común. No contestó. Me cautivaba su silencio y su figura. Jamás había visto una mirada como aquella. Nunca había visto los ojos de una mujer que no fuera del servicio o mi familia.
Al día siguiente volví y ni siquiera llevé a Perry. Perry vino por su cuenta. Ella estaba allí. Su vestido había cambiado, como quiera que el tiempo refrescaba cada día un poco más, su atuendo iba siendo más grueso. Le pregunté un par de boberías y nos dedicamos a mirar al horizonte, el camino, los trabajos de algunos campesinos en lontananza. Creo que al cuarto día le propuse llamarla Mary. A las dos semanas le propuse matrimonio y llevé allí al reverendo Borough para que celebrase la ceremonia sin causar molestia alguna a la novia. Para los curiosos, de sus labios salió el 'sí' convenido para dar su aprobación a la unión. Fue lo último que le escuché decir. Hice construir una pequeña villa, sencillísima, a unos centenares de metros del árbol.
A su lado soy tremendamente dichoso.'

martes, 15 de septiembre de 2015

Baal

Se encontraba viejo Baal. De repente, notó que algo pasaba con Baal que ya no disponía de la fuerza y el entusiasmo de antaño. Baal, que nunca utilizó ni dicha fuerza ni el citado entusiasmo, apreció que ni siquiera tenía ganas de no tener ganas. Baal, que todo lo es, notó incluso algo que no había notado nunca. Que había partes del todo, que ya no eran él. Sintió que, por momentos, el universo que había creado ya no respondía a su voluntad, si es que tuvo voluntad alguna vez. Era como si Baal se hubiera dado cuenta de que era menos Baal de lo que pensaba. Estaba triste Baal, porque pensaba que, quizás, de alguna manera, su tiempo había pasado. Ya hacía tiempo que sospechaba que otros dioses, quizás inventados por Él mismo en otro tiempo le habían ido quitando espacio. Baal, que antaño disponía o no de lo que se necesitaba y pensaba el mundo de una manera que era la manera y que no admitía más discusión que sus propios diálogos consigo mismo, tuvo un momento de debilidad. Decidió apartarse. Y cuentan los textos que Baal desapareció durante un tiempo que no cuadra con el tiempo de los hombres, porque muchos consideran que Baal no existió dado que no lo vieron jamás y que, si acaso desapareció, es que nunca estuvo y alguien contó que había desaparecido cuando en realidad no apareció. Otro Dios ocupó su lugar, un Dios en cada plaza, un Dios en cada lugar. Baal no estaba. Baal se apagó, deprimido, sin encontrar qué le había empujado alguna vez a ser Baal. Transmutado en algo, en un nada, se dedicó a observar cómo se comportaban dioses, héroes, hombres. Y vio que era bueno. Vio que en el mundo funcionaba una suerte de justicia, una especie de orden por el cual el que la hacía la pagaba, los buenos ayudaban a los que no tenían, los malos eran castigados y el orden público juzgaba cuándo podías ser bueno tú mismo, cuándo podías repasar un contorno, cuándo llevar el pelo así o asá, cuándo ser Baal incluso. Porque los nuevos dioses, las nuevas autoridades, decretaron que Baal eran ellos también. Pensaron un Baal, fenicio, mesopotámico y lo vistieron de dios extraño y dijeron que ellos también eran ese Baal y que Baal había sido uno de ellos, uno más y que Baal esto y que Baal lo otro. Y Baal, adoptando un día que estaba especialmente fuera del mundo la forma de un aficionado a la lectura, un bohemio, un pensador, ni siquiera en eso se fijaba o marcaba el papel, Baal, digo, el gran Baal, pestañeó. Cerró y abrió los ojos de aquella forma humana. Lubricó la retina o algo así, que Baal no estaba para mucha medicina y no hizo falta más. Ya no estaban. Los Dioses nuevos, el orden establecido. Baal pensó para sí que estar triste y deprimido porque alguien parece ocupar tu lugar, no tenía sentido. Los demás no están, porque los demás son Baal y están en cuanto que Baal lo mira y crea. Si Baal no lo hace, y esto ya Baal lo sabía, Baal no tiene por qué...

Y así fue que Baal, oh Baal, creó de nuevo el mundo, sin orden, sin voluntad, sin juzgar al que hace algo desde la ira o desde el cariño, simplemente con un pestañeo lo creó todo de nuevo. Y no se fijó en si era bueno. Sí en que había sido más fácil que aquella otra vez...

- Oh, gran Baal. Existes, desapareces y siempre estás. Oh, gran Baal, por Baal somos y nada esperamos más que un poco de tu paciencia y tu generosidad.

-Mortal. He procurado seguir el hilo de lo que cuentas. No lo borres, pero si quieres contar mi historia alguna vez, simplifica. Me he perdido. Me aburre.

-Oh, Baal, oh Gran Baal, siempre la palabra honesta, siempre estando sin estar.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Mi Tita Josefa y el lozanismo


'¿Quién hay ahí? Pues dile a tu padre que venga'. Y cuelga. '¿Quién eres? Pues dile a mi Benicia que tengo una cubeta de chumbos y que vengáis a por ellos'. Y cuelga. 'Que le digas a mi Isabel que si va a venir a buscarme para la peluquería o no'. Y cuelga. Esto era por teléfono. Intervenciones rápidas, enérgicas, dejando claro qué era lo importante, sin aditamentos, sin accesorios. Esto es esto y todo lo demás estará muy bien y quedará mejor, pero no es lo mío. Esa era mi tita Josefa. La llamábamos la tita velocidades porque era así. Por teléfono. Y en directo. Venía a casa, llamaba a la puerta, entraba, buscaba a su hermana, mi abuela Benicia y le decía lo que le tenía que decir, nos daba dos besos (de esos dos besos que son quinientos besos en un beso) y se iba. Eso era cuando no nos había visto. Si ya nos había visto, pasaba como un torbellino por la casa, veía a su Benicia, le decíamos que se sentara un rato, ella que no, que se tenía que ir que tenía que poner la comida que venía Valentín que se había ido con los perros o algo y se tenía que ir, ay madre mía, con el dolor que tengo que no me deja resollar. Y se iba, como una escopeta. Rabiando siempre. Si eras el encargado de ir a por algo a su casa en el Barrio Colorado (barrio colorao), la visita era más o menos igual de rápida. Quizás porque yo era más hurón. Con mi hermano en cambio, más dicharachero y más familiar, siempre se llevó muy bien, porque mi hermano le preguntaba, tita cómo estás, y ella, aunque no explicara nada porque siempre llevaba prisa, o estaba haciendo algo, o iba a hacer algo, o porque eso de hablar y explicar y dar charleta no iba con los de esta rama... pero lo agradecía.
Mi tita Josefa se ha ido. Era mi tía abuela llevaba unos cuantos años que estaba que no era ella. El espíritu Lozano, el lozanismo, pierde a la última de las representantes de una serie de hermanas de armas tomar. Gente buena como un pan. La tita Cándida, la tita Josefa, mi abuela Benicia... pero buenos sin aspavientos. Buena gente, servicial hasta el extremo, pero sin zalamerías, sin tonterías. Todo, pero sin rollo. Lo que hiciera falta, a la hora que hiciera falta, cuando haga falta. Pero nada más. La tita Cándida, que no veía, era un amor. Mi abuela Benicia, sentada en una silla, haciendo ganchillo, 'haciendo el tonto'. Viendo la tele sin verla, escuchando música sin escucharla, pendiente de todo sin que te dieras cuenta. Con la boca apretada. La boca fina apretada de las Lozano. Mi abuela Benicia y mi tita Josefa, encuentros cósmicos que duraban nada, cinco minutos, en los cuales se ponían al día de una manera rápida, visual, con cuatro o cinco 'calla, cuche usté, mira'. Ya está todo dicho. Rabiando que me voy. Una vida dedicada al curro, al curro duro de la casa, al curro de estar en casa, en su casa, haciendo las cosas de su casa, sin mucho más en lo que pensar. Los hijos, los nietos, etc., efectivamente. La casa. Sus cosas. Subir a ver a la Virgen en Agosto, la peluquería, que vamos tarde, que son ya las cinco y vamos tarde, que si váis a venir a recogerme o le digo a mi Lorenzo. Y cuelga. Así era, efectiva. Rápida. Velocidad. Mi abuela ni siquiera llamaba por teléfono, tenía suficiente con decirte que fueras y perdías el culo, ibas. Servicial hasta el extremo, pero... ojo. No enfurezcas nunca a una Lozano. Jamás. Jamás de los jamases te pongas de culo con una Lozano. El lozanismo no entiende de cercanos o próximos. Los Lozano, las lozano, con un bufido han exterminado imperios enteros. Un buen bufido de una Lozano, llega hasta el mismo tuétano. Una mirada, una contestación, que va subiendo y que va llevándote a dónde te tienen que llevar porque no hay manera humana de ir a la contra. Lo que quieras, pero a favor. Mi hermano sabe. Yo soy más frontal. Pero no se puede vivir sin ellas.
La Tita Josefa se ha ido, ya no queda ninguna de esa rama. Pero la lucha sigue. Mi madre, mi prima Aurora, mi prima Elena, mi tita Antoñita. No por este orden. Mi hermano es un poco así también. Lozanistas. Tengan siempre a una cerca. Y que mi tita Josefa descanse. Tan tranquilica se ha quedao, que diría mi abuela.

La foto es de mi madre, a la que mantendremos de incógnito. 

viernes, 11 de septiembre de 2015

El Gran Hotel Budapest - Wes Anderson

Una película que es como una postal. Una postal preciosa, donde todo es bonito, donde todo es perfecto. Donde todo es como lo piensa el protagonista. Yo quiero ser como el protagonista. El protagonista es un conserje, se llama Monsieur Gustave, y trabaja en el Gran Hotel Budapest, un hotel situado en la república de Zubrowka, una república imaginaria, que debería estar en Europa Central, allá por los años treinta. Un escritor visita ese hotel durante los años sesenta, se supone, se encuentra con un señor enigmático, que es el dueño y se llama Zero Moustapha y tiene una historia que contar. La historia de cuando el hotel era otro hotel, el mismo hotel pero diferente, porque todo cambia y lo que antes era lujo y civilización se convierte en otra cosa. Y yo se supone que apuesto por esa otra cosa que aparece en la película, claro, pero a mí me gustaría ser como el conserje, como Monsieur Gustave.
Es una película de Wes Anderson, un director que nos ha dado peliculones como The Life Aquatic, o Viaje a Darjeeling y que aquí se sale. Una película bonita, sobre todo visualmente, como suelen ser las películas de este director, en la que, como digo, cada escena, cada plano, es una postal. Y toda ella conforma una grandísima postal, en la que la historia, la trama que se mueve en ese escenario a veces parece secundaria. Una trama consistente en una muerte, un asesinato, un robo de un cuadro y cómo el conserje Monsieur Gustave y el botones que heredará el hotel, Zero Moustapha, intentan resolver el caso.
Bien. Al final de la película se dice que se inspira en textos de Stefan Zweig, escritor austriaco que se suicidó en 1941, consciente de que los nazis iban a ganar la guerra y no podía soportar que Europa, que el planeta, viviese semejante desastre, que se hubiera llegado a eso. Zweig no era de izquierdas, o quizás sí que lo era, era un pequeño burgués que... bueno. Que fuera lo que fuera, me da igual. Me da mucho igual, no sé si el personaje de Monsieur Gustave se inspira algo en su figura, si Ralph Phiennes, el actor protagonista, está caracterizado como él, pero me gustaría pensar que sí.
Me gustaría decir que es una película bonita, que es divertida, que la vean, pero sobre todo me gustaría ser como los protagonistas. Eso. Encontrar a gente así, que hable, que sepa de muchas cosas, que no sea un cafre, que sea sensible, que recite poemas, me gusta esa sensación que transmite Zero Moustapha de estar disfrutando de cada momento que pasa con el conserje, lo que aprende, los ojos como platos que pone cuando habla, eso. La amistad que se desprende, la admiración, todo eso. No sé. Me parece lo más bonito de todo de la película. Junto con lo visual, esa sensación, que es la misma que transmite leer a Stefan Zweig precisamente. Alguien del que aprender mucho, al que admirar no por nada, si no por lo bien que hace sentir estar a su lado, leerlo, escucharlo.
Eso tiene que molar mucho.
Si pueden vean la película y sobre todo lean algo de Stefan Zweig, lo que sea, no se lo pierdan.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Freedom of choice

Ayer en la Plaça de la Vila, un señor repartía estos folletos de Súmate. Nos ofreció y yo se lo cogí. Nos preguntó si lo teníamos claro y yo le dije que sí, que éramos de Catalunya Sí que es pot. Nos dijo, con sorna, que nuestros votos se contarían con el No. Como cepos, saltamos y le dijimos que a él le contarían con la derecha. Nos dijo que era de la CUP. Le respondí, pues con la derecha.
No hace mucho, Raül Romeva hizo unas declaraciones en una entrevista diciendo que aquellos que no quisieran desprenderse de su nacionalidad española, podrían elegir, podrían quedarse y ser españoles y disfrutar de la amplia gama de servicios y ofertas que ofrecerá (perdón) la nueva República Catalana. Que serían como los británicos, alemanes o franceses que residen en nuestras tierras. Me alarmé y me encendí. O sea, que gente de amplísima estirpe catalana, de rancios apellidos ben nostrats que, políticamente, se identifiquen con España porque Dios no les ha dado otras luces que esas, serán poco menos que extranjeros en su tierra. Bien acogidos, pero de otra parte. No lo entiendo. Que eso me pase a mí, que soy negro, judío y homosexual, vale, pero que le pase a esos amigos lleidetans de recias convicciones carlistas por poner un ejemplo, pues me parece injusto. Es decir, podremos elegir la nacionalidad. No me gusta. No quiero elegir. Si soy español, a día de hoy, porque administrativamente me toca, a ver a santo de qué el día que esto sea otro estado no voy a ser lo que se me diga. Yo no quiero decidir, yo quiero que me lo den hecho. Política de hechos consumados. Si nazco en Francia, francés. Si nazco aquí, tal. Es así. No parece muy allá que la peña vaya eligiendo el país al que administrativamente pertenece. Me pido norteamericano. Visa oro.
Estoy viendo que esto, explicado así oralmente me queda mejor. Pierde mucho escrito.
El señor reparte papeles diciendo que somos españoles y queremos la independencia. Otra cosa. Somos españoles, es decir, no hemos nacido aquí, somos emigrantes, murcianos, gallegos, por ejemplo, y aún así queremos la independencia. Supongo que emigrantes murcianos, gallegos, andaluces, cuando llevan aquí uno, quince o cuarenta años, ya son catalanes también. Supongo. ¿O no? ¿Quién es catalán? Eso es lo que me da miedo. ¿Quién es catalán? ¿Voy a ser yo catalán alguna vez en la vida? ¿Lo será mi madre? ¿Lo será mi hijo? ¿Ser catalán es una opción política?
Si, por ejemplo, no estoy con los partidos que piden la independencia, ¿soy menos catalán? ¿Es eso? Somos españoles y queremos la independencia. Pese a ser español, quiero la independencia. Pese a que por origen no debería, quiero. Me huele todo a alcanfor. Pablo Iglesias, Mi Pablo, ayer dijo que los hijos de andaluces y nietos de extremeños no tienen que avergonzarse de sus... y le han dicho de todo. Etnicista. A buenas horas. Llevamos jugando con el fueguecito de 'lo catalán', mucho tiempo. Un día y ese día quizás no llegue nunca, nos dirán que tendremos que elegir, que o se es o no se es. Y yo preferiré que lo que ponga en el papel ya me estará bien. Pero claro, ¿qué se me pedirá a cambio?
No estoy por la labor. No me pedirán nada, pasarán de mí, no soy tan importante. Somos españoles, castellanohablantes, y queremos la independencia. Lo mismo. Pese a no cumplir con el genotipo, estoy ahí, he captado el mensaje, soy salvo.
En fin. Elecciones dentro de nada, libertad de elección. Gente que era de los nuestros, que considera que España ya no da respuestas y que hay que buscar el nuevo modelo en un nuevo estado. España no da respuestas. Las dará Catalunya. No me parece mal pensado. Siempre y cuando no consideremos que en Catalunya no hay nadie que haya fomentado, articulado, pensado, aplicado, las mismas políticas de mierda que han jodido al resto del Estado español (o como se quiera llamar) durante siglos. Si pensamos que todo 'lo catalán' es inmaculado respecto a 'lo español', yo no estoy ahí. Llamadlo arriba y abajo si sois de la nueva ola, o la lucha de clases si sois vintage, pero eso va a ser igual en aquí que en más allá.
Se me está yendo un poco el hilo del discurso. Vamos, que si el asunto estriba en que esto sea un estado independiente para que así TODOS, vivamos mucho mejor, adelante con los faroles. No hace falta tanto rollo, elecciones, referendum como sea y al balcón: proclamo la república catalana. Que no, pues a pelear por lo de siempre, los que más tienen a joder a los que menos tienen. Si el tablero es este, la elección es clara. Los del Rabell y Catalunya Sí que es pot. Si lo que se quiere es que no haya lío, que todo siga igual, que virgencita que me quede como estoy, los que te dije que casi ni se les ve. Si lo que se quiere es un país extraño con gente que es y que no es, que siga contando que 'vine aquí y me acogieron muy bien porque los catalanes (los catalanes de verdad, los buenos) son gente seria y trabajadora y ahora mis hijos son catalanes', como si hubieran descubierto una mina de diamantes, pues a votar al Mas. Al candidato de la derecha.
Ah, y si se quiere ser la izquierda transformadora, que tiene la cara dura de decir que hasta ahora no ha habido anticapitalistas en la oferta electoral, como si ser el niño bonito del nuevo estado, el yerno perfecto, tan humilde, comunista libertario, pero sin pelearle al poder sus espacios porque nos pagan los nuestros, pues Governem-nos.
Ya está. Mañana a ver si no llueve, que tenemos ofrenda floral. Intenten decirlo con un mantecado en la boca. Ofrenda floral. Somos españoles.
Yo no quiero decidir. Yo lo que me digan.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Colgado

Y he dicho algo así como 'pues no me he dejado yo veces ahí...'. Y era mentira. Era mentira porque puede que yo haya bajado alguna vez por esa barandilla de la plaza de la Vila, pero no han debido ser ni tres veces las que yo haya hecho la barandilla hasta el final. No. Supongo que alguna vez intenté subirme a la barandilla para bajar, pero luego me cagué y no bajé hasta el final. Yo creo que ni siquiera me subí nunca. Quiero pensar que sí, me imagino bajando, pero estoy convencido de que yo jamás nunca he hecho eso. Ni me he montado en las historias esas que tenía el parque antiguo. Este es el parque antiguo de la plaza, así que cuando se supone que debo bajar por esa barandilla, yo debo tener no sé si... no sé cuando la remodelaron, pero yo no he sido nunca... Me estoy liando especialmente. Es decir, yo aquí no me he podido subir mucho, porque yo era pequeño y yo de pequeño era incapaz de subirme a ningún lado.
Lugares a los que me he subido: la valla del Trueta. Como muchos ciudadanos de bien de nuestra ciudad, yo me he saltado la valla para jugar a fútbol. Cuando esto ocurre, yo ya tengo una edad, unos dieciseis, diecisiete, más incluso. Da igual. Yo me creo el personaje de 'no me puedo subir, me cuesta bajar'. Los colegas al principio se ríen, luego te dejan colgado de la valla. No poder mover la pierna para arriba para pasarla al otro lado y empezar a jugar. No me esperaban tampoco. Me quedaba ahí, mirando, y cuando buenamente podía, me bajaba. No era ya un niño. Era un adolescente que... La valla del Pallaresa, del colegio Juan XXIII, creo que ahí me quedé colgado durante media hora al menos, desesperado, porque no podía ir ni para detrás ni para delante. Bien. Jugar al fútbol y saltar vallas. Ir a los columpios y no montarte en los columpios. Ir al parque y preguntarte para qué era la barra de enmedio de la bola del mundo aquella. Para bajar. Yo no. Yo me quedaba colgado. Colgado en la cuerda de la clase de gimnasia. Colgado en el primer nudo de la cuerda. Colgado en una rama subiendo un terraplén del Polideportivo de la Telefónica, mientras todos los demás niños suben el terraplén como antílopes. Colgado y llorando, llamando a mi madre, que me baje alguien de aquí. Colgado sin saber bajar de un sitio. Sin poder bajar. Ni arriba ni abajo.
La plaza de la Vila en su antigua constitución. La barandilla, las dos barras paralelas, el arco como una escalera doblada, la bola del mundo, el columpio. El bar la Vila, creo que era, el suelo con rayas, partidos de fútbol contra los del Argos en los Pinos. Seimar contra Argos. En la cumbre. Gente de orden. En fin. Nada que contar. Lo que da un dibujo. Me he acordado también del Bayá, del Barris, de verles dibujar con aquella calma, aquella concentración, aquellos dibujos a tinta, tan minuciosos. Aburrirme de pequeño tanto en Els Coloristes, en el concurso de pintura rápida, con mi padre, qué frio. Todo problemas. Lo que da un dibujo, ya digo.

Foto de uno de los dibujos de la exposición con obra de Jordi Estany en el CE Puig Castellar. 

martes, 8 de septiembre de 2015

Feria y Fiestas de Santa Coloma de Gramenet. Una crónica.

Esto que voy a hacer ahora, quizás sea la última vez que lo haga en la vida. Ya soy famoso. Mi imagen se busca y es publicitada en medios de comunicación, entre autoridades y personajes públicos, lo más granado de la sociedad local quiere tener una foto mía, soy una celebridad. Dicho esto, como digo, esto de escribir y hacer crónicas ya no me pega, mi papel ahora es otro. Comer almendritas saladas mientras bebo un culín de whisky y veo algún partido de fútbol junto a algún político o empresario local si los hubiere. Ni siquiera he ido a ver a los Barrankillos, no lo necesito. Mi mundo ya es otro.
Vosotros, ustedes, quizás esperéis las fiestas con el muy sano deseo de pasar unos días divertidos, relajados, agradables, haciendo colas interminables para tomarte una cervecita en vaso de plástico y una sabrosa croqueta, y os envídio. Envidio que la felicidad, el relajo, la capacidad de diversión y el tiempo disponible para ello, os permita pasar estos días de Feria y Fiestas Mayores deambulando por las calles de Santa Coloma como si no hubiera un mañana ataviados con vuestro pañuelito que demuestre fidelidad a la patria, yendo a conciertos de sabor añejo como los de los Mojinos o los Celtas, y disfrutando de las últimas novedades musicales, como las de Guadalupe Plata o Lichis, o haciendo gala de un sentimiento de implicación en la lucha final en las Alternativas, quizás acompañando a la alcaldesa en algún acto, quizás disfrutando del Cristo que ha pintado el Boronat para los Coloristas. Redentor, qué lindo.
Bueno. Os envidio, digo, os envídio tanto que pondría una tilde en la í de envídio y me quedaría tan ancho. Os envidio porque yo me lo paso bien. Sufrir, padecer, trabajar, remordimientos de conciencia, sentimiento de culpa, mal cuerpo.
El viernes teníamos concierto en el Cortocircuit. Qué ganas teníamos de concierto. Qué ganas de tocar en un escenario molón, con un equipo molón, con un público molón. Qué ganas de hacerlo bien, de pasarlo bien. No tenía que llevar el coche, por lo que podía beber y despreocuparme un tanto de las incomodidades de la logística musical. Pero, ay, Tlaloc, dios de la lluvia, no mira y tuvo a bien descargar agua a manta desde por la mañana y poner en riesgo el festival y nuestro entusiasmo por la música y el rock en particular. Una mierda que nos comamos. No vamos a tocar, vamos a irnos para casa, todo a la mierda. Investigamos, detectamos el problema, miles de personas mirando el móvil para saber si iba a llover o no, y nosotros, gracias a nuestra fe en lo sobrenatural, adivinamos el asunto: es la Carol. La Carol, camarera del Punticoma, camarera del Cinc, lleva una de las barras. Dice que es gafe. Que ya el año pasado... hay que hacer algo. Distracción, que no piense en la lluvia, habla, habla, toca. Se despeja el cielo y tocamos. Concierto muy bonito, vino mucha gente, nos hacen fotos, nos graban vídeos. Incluso hay quien dice que tenemos canciones bonitas. A., lo dice, Críticas muy positivas y nuestra imagen y autoestima, muy reforzada, la verdad. Deltanoise tocan también, se les escucha muy bien, pero son muy exigentes y siempre quedan descontentos. Pero muy bien. El grupo estrella eran Thirteen, que cantan muy bien y terminan muy pronto, llevándose digamos lo que es el público fetén. Nuestro mundo es otro.
A las cinco de la mañana y con más frío que en la guerra, se da por clausurada la jornada. Hay que hacer carteles al día siguiente para lo de Catalunya Sí que es pot. Sí, amigos, aquí no hemos venido a disfrutar ni a pasárnoslo bien. Tanto politiqueo, mover los brazos ya, coño, ha dicho hoy un joven currante. Me cago en la puta. Cortando cartulinas, pegando con cola, trabajos manuales. Cualquiera que me vea. Pues ahí estamos De cortar cartulinas y hacer plafones, a la expo de Can Sisteré. Son 25 o 20 años o 30, yo que sé de arte. Llegamos justitos pero llegamos. Mi señor padre, el Molina que pinta, pone dos cuadros. Ya se imaginan cuál puede ser uno de ellos. El otro es del mercado Segarra. Es un resumen de exposiciones y obra local principalmente. Mola el jarrón de la Lusesita, lo de la Mihoko y mola la charla con el Miguel Ángel Para. Trabajar, pintar, vivir. El arte y el trabajo. El genio y el trabajo. Charlas muy así con gente que se para  pensar, que piensa, que igual no hace, pero lo está pensando. Y lo hace. Eso mola. A preparar el segundo concierto.
Este segundo concierto en la caseta es liberador. Las Jazzmaster Sessions. Si el concierto del Cortocircuit fue bonito, comedido, medido y marcado, el de la caseta de EUiA es atronador. Queremos desquitarnos por la autoimpuesta moderación. Empezamos con Interestellar Overdrive y limpiamos a la mitad del público. No somos una banda de caseta y ya está. Las casetas. Gente que en sus casetas lo tiene claro, rumbita, chumba chumba, reggae. Nosotros no. Nosotros podemos poner lo que pongamos que no. Y ya está. Y no vamos a poner rumbita, ni chumba chumba. Y tendrá que pasar. Y yo ahora podría decir que no nos importa que la gente se vaya de nuestro concierto, importa, lo entendemos y lo compartimos, pero a nosotros nos gusta hacer mucho ruido, ser muy pesados y no pararnos a pensar en las cosas. La caseta. Acaba el concierto, pinchan Solysombra, no puedo con las... pero ahí estamos. No voy a las Alternativas, no voy a ninguna parte. Ni al Sintonizza si quiera. Las Alternativas son la nueva Plaza de la Vila. Nos vemos en las Alternativas. Han ganado. Es el momento para que la maquinaria institucional lo vuelva a hacer, lo capte, lo haga suyo, lo degluta, demuestre quién es quién. Quién manda aquí. Lo de siempre. Presenta la alternativa, presenta el proyecto, presenta la propuesta, este grupo, este escritor, es mío. Lo tengo.
¿Qué pasó el domingo? Paella y Coloristes. No por este orden. Coloristes en la Plaça Manent. Al que le parezca que el precio es alto, que se vaya al Ikea. Cristo Redentor del Boronat, siete cuadros de mi padre de temas eclécticos con pueblos eclécticos. A la paella. Comiendo en la mesa de la Gacela y la Tere Adame, una ventolera hace que me salte el plato de ensalada con el vinagrazo en la cara. Momentazo. Si ya ha pasado eso, nada puede ir peor. Y no va a peor. Todo va a mejor. Un muy buen domingo, una comida muy agradable, una charla muy interesante, con la Gacela, con su madre, con la A., con los jóvenes de Junts pel sí, el Salva y el Josep Miquel, y con los Ciutadans, el Machi, el Dimas... quizás eso es lo que no mola, como me dicen, que hablemos demasiado con demasiada gente. Muy bien los Puteados del Sistema, pero que muy bien. A la una y pico para casa otra vez. La caseta, las casetas. Bocatas de pinchos, bocata de chorizo infernal.
El lunes más fuegos. Como todos los años, quedo con el joven molinaguer, elpako de eltoni, elpako & elchristian para hacer la ruta de los bocatas revolucionarios, Nos falta el del Pcpc, porque no da tiempo a nada más. Más carga, más descarga. Le sirvo los bocatas al Fermín y a la Fe. Qué servicial y qué majo.
En fin. La caseta. El taxi. El martillo justo al ladito para que no nos olvidemos que nos han puesto justo al ladito del martillo. El ovni ese que gira y se suben los chavales y no están locos ni enfermos, pero se suben y uno piensa... la vida. Ni corretapa, ni correbars, ni nada. Así puedo ir a la caseta. Si ponen tantas cosas a mediodía la tropa se castiga y no puede venir a la caseta. La caseta. Voy a la caseta, vengo de la caseta, estoy en la caseta, no estoy haciendo nada en la caseta pero tengo que ir a la caseta, voy a tener que ir, no es mi turno, no me he apuntado a ningún turno, pero estoy y voy, o estoy pero no sé qué hago. Bulto. Ayudo. Estorbo. Conspiro contra el régimen. Me despido de la Feria y Fiesta en la caseta de los Diables, que ponen un musicón jamaicano de la ostia, pero es tarde, soy viejo, los hay más viejos que yo allí pero yo soy un vendido al capital, mientras que el capital os puede comprar a vosotros y saltar como si no hubiera un mañana. Esto ya lo he repetido antes. Ya da igual, ahora que soy famoso, todo me va a dar lo mismo.
Habéis sido un público maravilloso. Os echaré de menos cuando me vaya a una casita del centro o a una casita en el Singuerlin alto. Nombro a mucha gente, favor que os hago. Pero bueno, es la vida.
Si me dejo algo, me lo decís y encuentro a alguien que os lo escriba. Gracias.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Tema wagneriano

Lo de Báner se lo puso uno que ya no está y no está bien hablar de los que ya no están. No sabemos por qué venía, ni de quién era amigo, ni nada. Venía, se sentaba y empezaba. Daba igual el tema del que habláramos, quién fuese el que llevaba la voz cantante, quién marcase el ritmo, incluso el lugar de encuentro. Siempre se enfadaba. Y no era un enfado tormentoso, era un enfado... wagneriano. El Baner llegaba, se sentaba, parecía estar bien, normal, escuchaba las primeras palabras y entonces concentraba la mirada en la mesa, fruncía le ceño, todos nos callábamos, la tensión, la gravedad, podían pasar horas. Cuando alguno ya tenía la cabeza a punto de estallar por el silencio y el mal rollo, se levantaba y se iba y nos íbamos todos.

Un día el Báner vino con cuatro amigos y repitió la jugada. Fue el momento más insoportable de dolor craneal que he tenido en mi santa vida. Insoportable. Rufito iba a decir algo sobre la subida de precios del transporte cuando, el Báner y los otros cuatro pusieron esa cara, y empezaron como a murmurar. Un mmmmm, los cuatro a la vez. Sánche, al cabo de cuarto de hora, se puso a llorar. Yo tenía un dolor de cabeza imposible de aguantar. Los cuatro a la vez. Mmmmm. A los 45 minutos de reloj, el propio Báner dijo algo en voz muy alta. Nos pilló por sorpresa y no le escuchamos. Ya no lo repitió y se fue.

Alguien, no sé, nos dijo que el Báner se había ido, que había hecho muchos amigos nuevos, que muy posiblemente no le volviéramos a ver. O volveríamos a ver. Ahora no sé si dijo volviéramos o volveríamos. Es igual. Un día ví una foto de un señor con un casco con alas y medio vestido de cintura para arriba con unas pieles. Era el Báner, muy serio. Anunciaba una especie de marca de adhesivos alemana o algo así. Si mirabas mucho rato la foto del anuncio, te dolía el tarro mucho. Pero mucho.

Para provocar, un día, la Sonia empezó a hablar de música. Sabíamos que iba a venir, porque, de tanto tiempo que llevábamos con él, notábamos su vibración a distancia. Soni estaba diciendo que Mozart era lo más y que lo tocó todo. Que era como los Beatles y que los demás se habían quedado con trozos de Mozart y que sólo había un Mozart. El Báner llegó, efectivamente, y no dijo nada. Miró un vaso de cerveza, empezó como a murmurar, a removerse en la silla... sacó un martillo, sacó un cencerro, comenzó a golpear y a poner voz de muchos. La voz de muchos. Nos asustamos tanto que la Soni se metió debajo de la mesa.

La voz de muchos. Cogió esa manía. Ya no llamaba a nadie, venía solo y se sentaba. Acondicionaba el espacio a su rollo. Decía que aquello era suyo. Miraba mal al Musta, porque era moreno. Miraba mal al Niche, porque llevaba bigote. Miraba mal al David, porque tenía la nariz grande. Miraba mal al Ché, porque llevaba una camiseta del Ché. Sólo le caía bien yo, porque soy muy pálido. Al Niche a veces le hablaba bien, otras veces... sacaba el martillo, la voz de muchos, el cencerro... Mi cabeza.

El del bar estaba contento con el Báner. Era raro, porque el Rosendo no era de mucho... pero decía que con eso de la voz de muchos, consumía como muchos. El Rosendo no daba puntada sin hilo, tampoco. Estábamos todos un día tomando algo y el Báner vino con una chica, enorme, grandísima, que decía que era jugadora de nosequé, y tenía al Báner como dominadísimo. Era como un gatito, pero es que había que ver a aquella chica. Bueno, ya os imagináis.

¿No sabéis lo que es la voz de muchos? Cantar, cantar ahora como si fueseis un coro. Canta como si fueses muchos. Lorolo. El himno de cualquier país. No como si cantase Pablo Alborán. Cantar muchos. Uno solo. Voz de muchos. El Báner era un maestro. Cuando venía con la chica, si aguantabas el rollo, le acababas encontrando el gusto. A momentos. Si esperabas, tenían su rollo. De verdad. Pero me dejaba una pasta en ibuprofenos y en su puta madre. La chica aquella no siempre era la misma, a veces venían otras. Al Niche le moló una, pero no llegó a nada. Aquello era todo muy raro. Y muy denso. Y muy espeso. Y ese mirar siempre mucho rato las cosas y no llegar a... no sé.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Inmersión incontrolable

Traemos ahora el comienzo de uno de los libros de éxito de la temporada 'El extraño caso de Pino Castillo', escrito de manera un tanto descuidada a nuestro parecer por el escritor novel Chulian Trebujena, al que empezamos a estar hartos de ver en la tele y en las redes sociales hablando de esto y de aquello como si tuviera él ni puñetera idea de qué es nada. Pero es la sociedad que nos ha tocado vivir. En fin.
'Me llamo Pino Castillo y tengo 34 años. Si me hubiera cuidado un poco, aparentaría menos años de los que tengo, porque tengo muy poca barba y con unos cuantos kilos menos, pasaría por un chaval de 20 años. Eso ya da igual. Escribo esto desde un lugar que no reconozco. He conseguido trasladar de alguna manera lo que pienso aquí para que llegue a otro sitio. Algo estudié sobre la comunicación que tiene que ver con esto. Sea como sea, comenzaré diciendo que siempre me gustó el agua. Nadar, bucear, buscar entre las piedras y las conchas, más piedras y más conchas, sacar del agua esto y lo otro, simplemente sentir que dentro del agua parece que el tiempo se detiene y que te sientes, de alguna manera, en mayor armonía con la naturaleza. Un enamorado de los deportes acuáticos en toda la extensión del término. Desde que mi madre me apuntó a natación, he sentido que tengo una relación especial con el agua y mi cuerpo siempre se ha sentido cómodo en el líquido elemento. Bueno. Nada verdaderamente especial. Tengo 34 años y esta particular buen relación con el agua, tampoco se ha trasladado en nada fuera de lo común. Trabajo en la administración pública, aprobé unas opos y estoy en un área comarcal, gestionando un departamento desde el punto de vista técnico en el... bueno, no tiene importancia. No tiene nada que ver con el agua. No sé por dónde empezar. No tengo pareja, no tengo hijos tampoco. Podría decir mejor que no tengo hijos porque no tengo pareja. Bueno, podria tener hijos sin tener pareja. Podría haberla tenido. Así soy yo. Digo una cosa, la quiero mejorar, acabo liándolo todo un poco. Por eso no tengo pareja, por eso no tengo hijos. Digo yo.
Voy a la playa y a la piscina casi siempre solo. Cuando llega el buen tiempo, a partir de Semana Santa, voy un día o dos, al menos, a la piscina municipal y siempre un día a la playa. En la playa me lo paso mejor que en la piscina. Son gustos. Pero voy más a la piscina porque me queda más a mano. Y porque puedo ir con mi madre.
Mi madre no puede ir a la playa porque no soporta la arena. Y la gente desconocida. En la playa es más difícil encontrar a la misma gente siempre, dice, en la piscina el público es más fiel. Mi madre es muy rara y yo soy también raro como ella. Lo acepto. Pero me gusta más la piscina. El otro día fuimos a la piscina juntos. Ella se quedó en el borde de la piscina, remojándose los pies y vigilando que nadie pisara nuestra toalla. Yo me tumbé un rato porque estaba cansado. Hacía mucho sol y mucho calor y a los diez minutos estaba asándome. Me fui a dar un baño.
Sé que es una idiotez, que no tiene sentido, pero en todas las piscinas, en esta también, hay un agujero por el que sale agua, o echan cloro, no lo sé. Si te acercas, lo notas. De pequeño me gustaba esa sensación. Luego pierdes la costumbre. El otro día, sin querer me acerqué al agujero y pensando en mis cosas, puse la mano en el chorro mientras miraba a mi madre. En un momento, ella iba a decirme algo y yo metí la cabeza en el agua. Sin saber por qué, acerqué la cabeza al chorro y me colé por el agujero. Ya digo que no estoy gordo, pero estoy un poco descuidado. No entiendo como cupe por el agujero. Me atrajo y entré. Caí como por un tobogán y fui a parar a otra piscina. Era una piscina de urbanización. No encontré a mi madre. Por no asustar a nadie, no dije nada. Quise meter la cabeza otra vez en el agua para encontrar otro agujero y lo encontré. Salí a otra piscina. En un pueblo de Córdoba que se llamaba... no me acuerdo. Me lo dijo una chica a la que le pregunté. No salí de la piscina. He ido cayendo por diversos agujeros y he visto piscinas de todo el mundo. A veces he caído en la piscina de mi ciudad, con mi madre en el borde de la piscina, y he vuelto a meter la cabeza en el agujero. No puedo parar.'.
Y a la gente le gusta esto. 250 páginas así. Bravo.

martes, 1 de septiembre de 2015

Desencuentro artístico

Si no fuera por estos momentos... en fin. Encontramos en la obra de Felisio Van de Tender un pasaje que, si no viene muy al pelo, tampoco hace daño leer. Aparece en su novelón 'Dos mil trescientos años de historia de la familia Kljimsters', título a todas luces exagerado, pero que es resultón y siempre hay alguien que pica. Bueno, eso. Los momentos.
'Me contaba mi padre que en si tiempo le gustaba ir con mi madre a los campos de Renattefeld a tocar la guitarra. Se preparaban un pequeño repertorio, mi padre cogía la guitarra y mi madre iba afinando por el camino. Sentados en un árbol, gustaban de pasar la tarde cantando canciones y llamando la atención de los que iban a pasar el día en aquellos contornos. Los campos de Renattefeld eran, en aquel tiempo, un espacio elegido por parejas, amigos, grupos, gente ociosa en definitiva, que no tenían nada mejor que hacer que respirar, contemplar las nubes y escuchar lo que alguien a poder ser interesante, tuviera que decir. Mi padre y mi madre se plantaban debajo de un árbol y amenizaban esas jornadas con canciones diversas. Mi padre se tenía por un muy buen tocador, siempre contaba que había aprendido a tocar con un maestro español que se había quedado en nuestra tierra una vez que el Ejército del Duque de Alba se retiró, pero a nosotros no nos cuadraban las fechas. Mi padre siempre fue muy fantasioso. El caso es que, ciertamente, tocaba muy bien y las pocas veces que pudimos disfrutar de su arte, quedábamos extasiados con su técnica y sentimiento. Mi madre, por su parte... cantaba con una voz un tanto peculiar. Aquejada por una extraña enfermedad de infancia, unos pólipos o granos o quién sabe qué, afectaron a su voz, dándole un toque rugoso, áspero, como de lija, que no cuadraba con el fino tacto de mi padre en el rasgueo. Sin embargo, algo tenía mi madre, en su apostura, en su forma de interpretar, que cautivaba a los que la escuchaban. No tenía buena voz, cierto, pero lo suplía con otras dotes.
Una tarde, mi padre comenzó a tocar una pieza que estaba de moda. Hablaba de un cazador que queda extasiado ante una cierva preciosa a la que no puede matar. A mi madre esa canción le resultaba cursi y afectada. No le gustaba. Pero mi padre, al que no puedo calificar sin ruborizarme como melindroso, era muy partidario de esas historias edulcorantes. Aquella tarde, con los campos de Renattefeld llenos de gente y con muchos espectadores delante, mi madre se negó a cantar. Mi padre nunca nos quiso decir porqué precisamente fue aquella tarde, con aquella canción, pero sucedió. Primero le pidió que cambiase la canción, que tocase otra. Mi padre la miró con displicencia y siguió tocando. Luego mi madre le dijo 'Lissius, para'. Y Lissius, mi padre, no paró, mirando a mi madre como si fuese una niña a la que no hay que hacer caso y a la que hubiera que meter en la recta vía. 'Lissius...'. Fue lo último que escuchó mi padre. Mi madre se levantó y se fue. Mi padre, en principio, lo consideró un desplante a tener en cuenta y siguió tocando, incluso entonando él la canción, ante la mirada sorprendida de los espectadores que veían alejarse a mi madre sin que esta tuviera idea de volver. No volvió. Mi padre nos sacó adelante trabajando en el muelle. No cogía la guitarra casi nunca. Hace unos pocos días, alguien, en una taberna de Delft, mientras comíamos un estofado, me comentó que mi voz, como la de un reno asfixiándose, le recordaba a la de una cantante que hizo fama en los salones de la corte de Brandenburgo con una canción sobre una sorprendente cierva que embiste a un cazador hasta matarlo mientras este, sorprendido... Era mi madre, seguro, pero le dije que no sabía de qué estaba hablando'.