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viernes, 8 de noviembre de 2024

Rock Bottom - Maria Trénor


En la vida real, el final de la historia que se cuenta en la película es este:


La película se llama Rock Bottom y nos quiere contar de manera un tanto libre, la gestación de un disco absolutamente único que se llama Rock Bottom y que materializó Robert Wyatt después de que Robert Wyatt viviese la traumática experiencia de quedarse atrapado a una silla de ruedas después de caerse por una ventana en una fiesta y ver así como su carrera como músico se viese seriamente afectada. Pero la película de Maria Trénor nos cuenta esto y no nos cuenta esto. Porque yo no soy un biógrafo de Robert Wyatt y menos de Alfreda Benge, pero y qué. Porque la película cuenta una historia, una historia que pudo ser aunque uno sospecha que no fue así, que eso no pasó como nos cuenta, o quizás sí y lo que tú crees saber de la historia de Robert Wyatt no es todo lo que deberías saber. Ni de Alfreda Benge. Y eso que al comenzar la película se nos dice que el mismo día que salió este disco, Robert Wyatt y Alfreda Benge, se casaban. 1974, aunque todo comenzó antes. La película. La película, así por decirlo pronto, es una delicia si te gusta la música de Robert Wyatt. Si no eres quisquilloso con el rigor histórico y con las licencias poéticas y con todo un poco, si no crees que eso no pasó así y te abstraes de eso, la película no quieres que acabe. Porque en la película pasan cosas y suenan músicas que uno pensaba que jamás escucharía en compañía de otros que no fueran su compañera o mi hermano. Porque cuando en las primeras escenas, cuando se nos cuenta la historia de la fiesta y uno está haciendo cábalas de si eso fue así o no fue así, si esa Caroline puede ser la Caroline que inspiró la canción... de repente se sacan de la manga que Robert toque la canción, O Caroline. Y esa maravilla de canción, sonando, interpretada por unos músicos animados, Robert, David... hace que todo se te olvide y que asumas que sí, que a lo mejor esto va de sacarse de la manga muchas cosas, pero que suene esta canción que abre el primer disco de Matching Mole, el de los topos en la portada, la banda que formó después de salir de Soft Machine y que no es otra cosa que el mismo nombre en francés, que suene esta canción significa todo. Y la historia, la relación tempestuosa entre Robert y Alfie, Alifib, en Mallorca, con las adicciones que a uno le chirrían un poco, porque uno sabe que Robert era de beber pero no de otras cosas, pero da igual porque salen los topos, y los erizos y toda esa simbología y poco a poco se van desgranando las canciones del Rock Bottom, un disco con unas letras muy particulares que hablan precisamente de esa relación de amor tenso entre Robert y Alifib, una historia que en la película transcurre entre flipadas y cuelgues y donde un Daevid Allen que uno sabe que estuvo allí, en Mallorca, pero que no sabe si eso que se dice fue verdad o no, invita a Robert a tocar y Robert se saca de la manga Signed Curtain. Y si O Caroline era grande y bonita, Signed Curtain es estar muy arriba. Y muy abajo. Y tampoco es del Rock Bottom, pero parece que, de manera insospechada y no sé si involuntaria por parte de la directora, como parte central de la película, más incluso que las canciones del Rock Bottom, que es lo que pareciera que es el tronco de la película. Pero es que Signed Curtain es demasiado. Y así, la película nos hace de fondo a una música psicodélica, íntimista, brutal, salvaje y oscura y dolorosa y un no sabe qué más. Canciones compuestas antes de y canciones después de. Y sale también Kevin Ayers, porque tiene que salir, claro. Y sale también Mike Oldfield, porque tiene que salir, claro. Toda la banda. Y no hace falta comprobar si pasó o no pasó. Solo que hay una historia que podría encajar en esa música. Como pasa cuando escuchas una canción y te la llevas a tu terreno. Quizás ese terreno imaginado, dibujado, planteado por Maria Trénor no es el que tú crees, pero es igual, porque esas canciones pueden servir para ponerte patas arriba sepas o no sepas, conozcas o no conozcas. Y uno sale del cine dando gracias, escuchando los comentarios que dice la gente sobre la verosimilitud, con una sonrisa en la boca, porque ha pasado una hora y pico escuchando y viendo y teniendo la cabeza ocupada en Robert Wyatt. Y eso es bueno. 

jueves, 8 de febrero de 2024

Brian Eno - Here Come the Warm Jets


Hoy se cumplen 50 años de la publicación de este disco y no parece que nadie vaya a montar un castillo de fuegos artificiales por ello, pero deberían. En 1974 Brian Eno, una vez que sale de Roxy Music, lanza su primer disco en solitario. Este primer disco en solitario será como un bolet en la carrera de Brian Eno que poco a poco (no tan poco a poco, casi de golpe) irá abandonando la 'música rock' como elemento para meterse en otras músicas y de paso ser uno de los productores de muchos de esos discos que te molan tanto. Este disco de Brian Eno, el Here Come The Warm Jets, es un disco de rock y se puede escuchar como una suerte de apéndice de los dos primeros discos de Roxy Music, aunque el tono es otro. Y es otro porque aquí no hay un Brian Ferry al frente cuya voz condiciona la escucha de una banda que puede sonar etérea o dura según convenga. Aquí Brian Eno pone la voz y se hace acompañar por prácticamente todos sus ex compañeros en Roxy Music, menos Ferry, así como por otros músicos de bandas de alto copete en el rock progresivo. El disco comienza con Needle in the Camel's eye y solo por ese comienzo en el que parece que se han reunido y mezclado todas las guitarras eléctricas del mundo para cabalgar desbocadamente a lo largo de una canción deslumbrante, que avanza siempre hacia delante, que va corriendo hacia no se sabe dónde, y que sirvió, creo, como canción de apertura de la peli Velvet Goldmine. A partir de ahí, el disco toma muchas direcciones, toca muchos palos y deja entrever, por un agujerito, hacia dónde querrá ir Brian Eno, pero lo ves. Lo ves porque hay momentos, flashes, minutos, en los que las canciones dejan de tener su estructura de canción de rock para convertirse en otra cosa. Incluso hay otras cosas. Some Faraway Beach, o Here Come The Warm Jets, o cómo acaba The Paw Paw Negro o por dónde va a ir Baby's on Fire, canciones que te están diciendo una cosa pero ya asoma otra. Y esa otra es que a Brian Eno, ser protagonista de una banda de rock le irá interesando poco y le interesará más ser protagonista a secas. Protagonista de una manera de hacer música en la que la música irá perdiendo protagonista en búsqueda de otra cosa. Y esa otra cosa es sublime. Aquí le encontramos junto a camaradas que se asomarán a sus discos recurrentemente, Phil Manzanera, Robert Fripp... y será de las últimas veces que le veremos tener protagonismo como elemento iconoclasta por su imagen, algo que impactaba en los tiempos de Roxy Music y que deja atrás casi inmediatamente ya aquí. Un disco que es una aventura sonora de primer orden, un disco que si no te lo dicen no te enteras, un disco que abre la puerta a una discografía y a una manera de entender el sonido e incluso la manera de escuchar música que ha cambiado muchas cosas. En serio, pónganse este disco desde el principio y déjense llevar. Igual ya no vuelven nunca. 

lunes, 2 de octubre de 2023

Kortatu - Azken Guda Dantza


Hace 35 años yo tenía 13 años y comenzábamos un camino que pensábamos que se nos acababa justo en el mismo momento en el que creíamos que habíamos encontrado nuestro lugar. Kortatu lanzaba entonces el Azken Guda Dantza, la última danza de guerra, y anunciaban al mismo tiempo que se separaban. Catapum. Con 13 años habíamos empezado a escuchar música de manera independiente, con criterio propio, ya no escuchábamos solo la música de nuestros padres, de repente 'nos gustaban grupos'. Comenzamos con la canción 37 grados de Radio Futura y de ahí pasamos, mediante la escucha de radios libres, de Radio 3 y de la influencia de quien tenía hermanos mayores que tenían discos y estos discos nos los grababan en cintas, a otras músicas. Y el grupo era Kortatu. Los hermanos Muguruza y Triku a la batería eran, dentro de toda aquella hornada de bandas del llamado o mal llamado rock radical vasco, la más emblemática junto a La Polla Records. Pues justo cuando nosotros entrábamos, ellos salían. Habían sacado el Kolpez Kolpe, un discarral absoluto, de sonido más potente que los dos anteriores que sonaban de otra manera y que tanto daño harían con los años a tantas bandas. El primero, donde estaban Nicaragua Sandinista o Sarri Sarri tenía ese aire Specials, pero no solo ska sino también con alguna punkarrada y pachangueo. El segundo, más basicote, rock más básico, El Estado de las cosas y la de Jaungoikoa eta Lege Zarra al final. Y Kolpez Kolpe, todo en euskera con temarrales que ya anunciaban cosas nuevas como AEK'ko Beteranoak. Todo eso lo estábamos descubriendo y nos estábamos labrando una pequeña identidad a partir de. Y de repente, dicen que hacen un concierto al que no vamos a ir ni hemos podido ir y no vamos a poder ir jamás a un concierto de Kortatu y se van a separar y a ver qué pasa luego. El Azken Guda Dantza en cuanto lo tuvo Ramón nos lo grabamos en cinta y nos lo poníamos de manera obsesiva y uno se imaginaba allí gritando como gritaba aquel al comienzo del concierto 'Kortatu!' y van y se separan y a ver qué van a hacer. Y había canciones que sonaban cortadas por pitiditos o bien había otras con introducción grabada fuera. Y yo tuve una camiseta de Kortatu que me la hice en la tienda de la calle Sant Ramon o era la calle... no me acuerdo, el caso es que me compré una camiseta con el Edu, la misma, con la portada del Estado de las cosas y me duró menos que una lumbre de papeles porque se despegaron las letras en nada y ya no volví a tener una camiseta de Kortatu. Eran aquellos tiempos en los que uno pensaba que todos éramos uno, que todos debíamos ser uno y no es hasta tiempo después que ves que no, que no lo somos, y que luego vinieron conciertos de Negu Gorriak y de Fermín Muguruza hasta que ya no. Pero eso fue mucho después. Hoy he visto que hace 35 años yo tenía 13 años y escuchaba el Azken Guda Dantza como poseído y que no sabíamos lo que iba a pasar después de Kortatu y nos estaban cortando el rollo nada más empezar. Luego te acabas aburriendo, pero entonces qué ibas a saber tú.  

jueves, 13 de abril de 2023

Los Planetas - Una semana en el motor de un autobús


¿Se puede hacer una crítica de un disco sin haber escuchado el disco entero, aunque este disco tenga ya 25 años? Se puede, porque la voy a hacer ahora mismo. ¿Realmente no he escuchado este disco entero nunca? Es posible que lo haya hecho. ¿Sabría identificar de carrerilla las canciones de este disco? Todas no. Me pasa habitualmente en los conciertos de Los Planetas que hay un conjunto de canciones que no sé de que disco son. Que me pase a mí que soy un obseso de las listas, las canciones, los discos, los créditos y todo eso, ya es un indicador de algo. Indicador de que este disco es el primero de una serie de discos de Los Planetas que no son el mismo disco pero se parecen. Y cuesta identificar una canción y la otra y la de más allá. Hablamos de Una semana en el motor de un autobús porque se cumplen 25 años de su publicación. 25 años, tendría yo entonces 22 añitos. Yo ya conocía a Los Planetas. Sonaban en Radio 3, eran uno de esos grupos de la hornada de grupos indies de los que me gustaban algunos pero no todos y no diré pocos porque tampoco es verdad. Los Planetas me gustaban porque había canciones que me gustaban pero no me había subido a su carro, como sí me había subido al carro de Nirvana o de Sonic Youth, por ejemplo. ¿Escuchaba yo a Sonic Youth entonces? Yo creo que sí. Claro que sí. La memoria. ¿Porqué este disco es especial? Porque comienza con Segundo Premio. Y tengo una historia. Recuerdo una noche, ya se había acostado todo el mundo y en los conciertos de Radio 3 iban a salir Los Planetas, que sacaban nuevo disco, que tenían formación nueva, pues lo veré. Y comenzaron a tocar Segundo Premio. No comenzaron a tocar Segundo Premio, me refiero a que cuando comenzaron a tocar Segundo Premio, ojito. Creo que yo ya los había visto, con el Abel supongo y con mi hermano, en algún BAM. El caso es que empezaron a tocar Segundo Premio y amigo. Amigo. Ahí comienza y se acaba (que no es verdad) mi historia con este disco. Luego me enteré que la canción quizás no fuera todo lo suya que pareciere, pero eso es muy después. Segundo Premio y la letra de segundo premio, Segundo Premio y el Erik atizándole a la batería. Y si esto que ha pasado, va a pasarnos otra vez, y si todo ha sido en vano, no tienes que volver. Y si esto te hace daño, si te puedo hacer sufrir, ha servido para algo, al menos para mí. Amigo. Epifanía. El copón. Ahí, de noche, 22 añitos, el futuro más perdido que el barco del arroz, ninguna expectativa, nada que hacer, pelo larguito, todo a favor. Segundo Premio. Todo el resto del disco se me hacía nebulosa, no es que no me interesara, no es que no me haya interesado, lo escucho y lo puedo escuchar y me gusta, pero es que Segundo Premio. Me acuerdo que me llevé a casa un single de la radio, salía Segundo Premio y creo que salía La Playa. O era el Segundo Premio y otro era La Playa. La Playa era otra grandiosa canción. El verano que estuviste en la playa. No sé porque esa canción siempre me recordaba a Robin. Robin Chico. Algo que me había contado, algo parecido. Un verano que fue una pesadilla, si me acuerdo me duele todavía. Brutal. Y Cumpleaños Total, claro. Todos los cumpleaños, ese cumpleaños. No será peor, seguro que es mejor. Esas tres canciones. En conciertos han sonado todas las demás pero esas canciones a mí ya no me importan. Porque si me importaran mucho podría caer en la trampa de los Planetas, la trampa mortal de Los Planetas, esa trampa que se ha llevado por delante la vida y esperanzas de tantos. No es mi caso. Yo solo fui damnificado por esas tres canciones y aquí estoy. Con la frente despejada y la mirada clara con confianza en un mañana mejor. 

viernes, 3 de marzo de 2023

Pink Floyd - The Dark Side of the Moon


Hay discos en los que te quedarías a vivir, aunque quedarte a vivir en el mundo que describe The Dark side of the Moon no es demasiado agradable, de hecho es un mundo tan poco agradable que es este mundo, aunque sea un mundo de hace 50 años. Porque este disco y lo que cuenta este disco cumplen 50 años y si los Pink Floyd hubieran tenido que hacer este disco, posiblemente hubieran hecho algo parecido, hubieran cargado las tintas más en algunas cosas, o hubieran pensado que porqué meterse en estas cosas pudiendo hacer otra música. Posiblemente hoy Pink Floyd no existiría. La música ya no tiene nada que ver con lo que se hacía hace 50 años, pero como digo, uno puede escuchar este disco y seguir reconociéndose. Aunque no sepas inglés o aunque tu inglés te haya permitido quizás 10 o 20 años después de haber empezado a engancharte a este disco, algo en este disco te dice, palabras sueltas, frases que pillas, que todo va de que la vida, el ritmo de vida, el mundo, estar en el mundo, vivir, el trabajo, el dinero, la locura de mantener el ritmo, no es la vida. Esta vida no es la vida. Y sin embargo, pese al panorama que describe, te quedarías a vivir en este disco porque tiene una, dos, tres, quizás casi todo el disco, lleno de una música que te acoge, te envuelve y se convierte en parte de tu experiencia vital para siempre. ¿Han visto ustedes alguna vez la cantidad de camisetas de Pink Floyd que siguen viéndose por la calle? Personas de toda condición, edad, tamaño, siguen llevando camisetas de esta banda británica pese a que hace mil años que ya Pink Floyd no es y que, incluso, fue de esas bandas denostadas por lo punk como un dinosaurio al que había que derribar. Y sin embargo, ahí está, millones de personas con camisetas con el prisma y el rayo. Yo tengo una camiseta que remeda esta portada. Yo soy un enamorado de esta banda y de este disco. Un disco en el que se avanza lentamente por una vía que nos hace transitar por una vida en la que necesitamos cosas, estar, ser, todo el rato y que nos cansa, nos explota, nos aliena, nos expulsa y nos vuelve a acoger. El sistema y todo eso. Y la música. Y las canciones. Breathe, Time, The Great Gig in the Sky... esta última es estremecedora y pertenece a esas canciones que tienen cantante y no sabes quién es. Sí, es Pink floyd, pero no la cantan ellos, hay alguien que la canta y es anónima. Y no lo es, la cantaba Clare Torry. Hay un documental sobre coristas en Filmin sobre cantantes que no sabes quiénes son pero que salen en las canciones que te molan. Y llega Money y money te la sabes de memoria, hasta que llegas a Us and Them y ahí podrías estar toda la vida, el instrumental Any colour you like y nos metemos en el final apoteósico de Brain Damage con ese loco que se ríe que todos sabemos que es Syd Barrett y Eclipse y ese final en el que está todo, aunque no entiendas la frase final porque nuestro inglés es el que es y por más que nos lo expliquen no lo entendemos. Todo está en sintonía, menos el sol que está eclipsado por la luna. Debe decir eso. Este disco cumple 50 años, los hizo ayer, medio siglo de un disco que parece que cada día es nuevo, que aunque te sepas absolutamente todos los giros, los rifs del teclado, el piano que se va quedando solo con la voz, aquí canta Gilmour, aquí canta el Wright, aquí canta el Waters... aquí canta Clare. Te quedarías a vivir en esos momentos en los que el piano acompaña a Clare, en ese saxo que avanza en Us and Them, en el punteo de Gilmour en Time, en lo que va diciendo Waters a medida que se acerca el final, porque todo está en este disco. Por eso no hace 50 años, porque cuando salgas a la calle, parecerá que esté sonando otra vez. Yendo y viniendo.  

lunes, 30 de enero de 2023

Marquee Moon - Television


Recuerdo cuando Television se juntaron de nuevo, salieron de gira y fíjate tú, cayeron en el Primavera Sound. Un Primavera Sound que todavía se hacía en el Poble Espanyol. Aquesl Primavera fue espectacular. Vimos por primera vez a muchos de los grupos que nos molaban desde hacía tiempo y, uno de ellos, fue Television. Salieron y se pusieron a afinar en vivo. Estuvieron rato afinando. Y entre canción y canción, volvían a afinar. Tocaban, rasgaban y afinaban. Era una cosa hipnótica. La segunda vez que los vimos fue unos años después. Vino el Arnau, el hjio del Oscar, que tendría 12 años o 13. Le íbamos contando que los Television... seguro que algo cuajó. Naturalmente, ese primer día y el segundo tocaron el Marquee Moon. El Marquee Moon salía reseñado en aquel especial del Rock de Lux que hicieron y que era la biblia de los discos que había que escuchar. Por entonces yo estaba preparándome unas opos que nunca fueron a ninguna parte y me pasaba para 'estudiar' por algo de la Fundació la Caixa que tenían en el passeig Sant Joan y que tenía una fonoteca importante. Y allí estaba el disco. El Marquee Moon. Además, ya me había leído el libro de 'Por favor, mátame', donde Richard Hell, uno de los primeros integrantes de Television tenía un papel protagonista. El libro sobre el punk que todo punk debería leerse para, quizás, dejar de creerse tan punk. En fin. El disco. Se ha muerto Tom Verlaine. De hecho, la primera canción de Television que recuerdo no era del Marquee Moon, sino una canción que se llama Call Mr. Lee. Tremenda. El disco del Marquee Moon. No se puede hablar del disco del Marquee Moon como un disco de punk, ni de un disco de postpunk, ni un disco que no sea nada más que de música rock con guitarras y con una actitud que se aleja tanto de todo lo que uno pareciera pensar que es ese caos, rapidez, destrucción, etc., queda desmentida con este disco donde sí, efectivamente, se demuestra que saben tocar, y saben tocar mucho y saben tocar bien y te saben llevar a un lugar. Que puede ser esa luna de la que hablan en el tema que da nombre el disco. Es un señor disco. Un disco que quizás te acompleja porque es demasiado bueno, demasiado bien, pero que hay que escuchar muchas veces para quitarte los complejos. El punk es muchas más cosas, se puede ser casi de cualquier manera, solo hay que tener clara una cosa. Y esa cosa no sé lo que es. 

martes, 8 de noviembre de 2022

Transformer - Lou Reed


Estás haciendo todavía cosas que yo ya he dejado hace años. Hace 50 años que seguimos intentando hacernos los peligrosos, los callejeros, los que viven al límite, gente que cualquier día preguntas y ya no están. Lou Reed dejó de hacerlo hace tiempo. Hace más de 50 años que hemos tratado de copiar a Lou Reed y ya llegamos tarde. El Transformer cumple 50 años y, creo, todavía pensamos que es una cosa y es otra. El Transformer es un disco de rock, pero es algo más que un disco de rock, al menos en lo que a música se refiere. Porque no todo es rock, no al menos el rock de la Velvet. Es otra cosa. Aunque la portada del disco esté sacada de una foto de Lou Reed en tiempos de la sagrada Velvet. La Velvet es sagrada, todos sus discos, siempre. Lou Reed y la historia del Transformer. No voy a contar nada que no conozca nadie ya. El último disco de la Velvet, la disolución del grupo aburridos de no pintar nada, el primer disco en solitario de Lou Reed, un fracaso, y la llegada al rescate de un David Bowie que empieza a ver la luz de su camino después del The Man who sold the world y el Hundy Dory. Y pretende ayudar a su ídolo. Y si los discos de la Velvet transmitían desasosiego, peligro, incluso con las canciones más dulces, este disco es otra cosa. Incluso reutilizando canciones de la misma Velvet. Este disco es un disco de salir por la noche, pero no salir por la noche de la fiesta y tal, no, de salir de noche a ver qué te encuentras. Y qué te encuentras y cómo. Y quién eres tú. Eres chico o eres chica o te da igual. Es un disco de noche, con todo lo que te puede pasar de noche. Desde el Vicious de la entrada, hasta el mítico Walk on the wild side y toda la ristra de situaciones y personajes. No es un disco de rock agresivo, es más bien un disco de medios tiempos, no es un disco de protopunk, es un disco casi de cabaret. Y sin embargo, nunca falla y nos engancha porque transmite eso precisamente. Quién no ha bailado el Goodnight ladies en el Karma, cuando lo cerraban. Yo recuerdo a Lady Lola Mento bailando esta canción a las mil de la madrugada. Era eso este disco. Cumple años un disco con el que Lou Reed se podría haber jubilado, con el que podría haber colgado las botas. Su legado con la Velvet y esto ya estaría. Pero todavía hizo una barbaridad como el Berlin, que directamente va de la mierda que puede ser la vida. Pero nuestra vida, una vida que no va del trabajo, de los problemas sociales, del precio de las cosas, de las injusticias, una vida que va de la insatisfacción, de buscarse problemas, de no estar contento, de la evasión, del amor y el desamor y todo lo que pasa. Una vida salvaje en las calles de las ciudades del primer mundo. Nos estamos poniendo un poco rancios. Mejor dejarlo aquí. El Transformer cumple 50 años y me parece que es más joven que yo. 

jueves, 16 de junio de 2022

David Bowie - The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars


Pues casi sin darnos cuenta han pasado 50 años desde que se publicara un disco de los considerados fundamentales para entender, disfrutar, lo que queramos, de la música de los años 70. Un disco clave para entender la vocación de un creador como David Bowie de estar por fin donde él creía que merecía estar después de unos años de ciertas pruebas, pruebas magníficas por cierto, ya que The man who sold the world o el increíble Hunky Dory, son dos discarrales que ya quisieras tú. Un disco en el que Bowie da con la tecla con la que ya había dado en Hunky Dory, pero aquí la dota de un cierto contenido conjunto, no son ya canciones sueltas sino que sabe que quiere contar una historia o crear un clima y que a partir de ahí lo vamos viendo. El personaje de Ziggy Stardust le acompañará durante un disco más y lo matará después de un concierto histórico que ahora mismo se puede ver en Filmin y que, sin duda, es toda una inyección de vitamina cuando uno se siente que ya ha perdido la confianza en la música. Este disco, que como ya habremos entendido es del año 1972, se enmarca dentro de esa ola de rock que no era ni rock duro, ni rock de estadios, ni blues rock, ni rock progresivo, ni rock sinfónico, ni siquiera space rock, ni pop chicloso, ni revival, ni nada de eso y que se ha dado en llamar como Glam y que no es ni nada de lo anterior ni nada de lo contrario, porque lo tiene absolutamente todo. Ese glam rock de Bowie, de T Rex y con todas las reservas, de Roxy Music, es un material fascinante que puede servirte de inspiración si quieres montar una banda de punk, de rock, de lo que quieras, pero sin caer en el machunismo habitual, sin caer en el desgarramiento callejero, sin caer en eso que hace del rock actual una especie de competición de bigotes y barbas oliendo a cerveza y poesía de baratillo. Este disco como digo, lo tiene todo y desde su comienzo con ese Five Years hasta que acaba con la inconmensurable y épica y al mismo tiempo irónica Rock and Roll Suicide, te transporta a un tipo de rock que ya no podrás dejar de considerar como algo aparte. Riffs guitarreros, canciones veloces, crescendos, baterías contundentes, pero también melodías que podría cantar un crooner, En este disco se incluyen algunos de los mayores pelotazos que hará Bowie durante toda su carrera, como son la propia Ziggy Stardust o la tremenda Starman, más la conocida Moonage Daydream o la ya mencionada Rock and roll Suicide, así como el trallazo ramonero mucho antes de los Ramones Sufragette City o la aún más ramonera todavía Hang on to Yourself. Se cumplen hoy mismo 50 años de la publicación de un disco que es de rock y es de muchas cosas más, porque Bowie no hace solo música, o no hace solo rock o no ha innovado únicamente en un género o en otro género. 50 años que significan la afirmación de una manera de presentarse al mundo, de hacer arte, de venderlo, de explicarlo. Este que estáis viendo es Ziggy, y ahora te toca descubrir qué parte de Ziggy es Bowie y qué parte de Bowie siempre tendrá algo de Ziggy. Un disco para disfrutar, para redescubrir siempre y una suerte de Biblia sobre la que fundamentar el Evangelio de la música que es algo más. 

viernes, 10 de junio de 2022

Los Estanques y Anni B Sweet - Burbuja cómoda y Elefante inesperado


 Que hoy, en el año del señor de 2022, haya todavía bandas y artistas que intenten recorrer la senda del llamado rock progresivo y si no progresivo, psicodélico, y si no psicodélico como se le quiera llamar pero que ya sabemos por dónde vamos y que si en tus referencias de tu página web me pones Soft Machine y tal pues ya me lo estás diciendo todo, qué quieres que te diga, a mí el corazoncito ya me lo tienes robado. Con ese poquito, con la simple mención. Si después además le añadimos que la música, realmente, es lo que te dice el prospecto y lo tiene todo y lo tiene todo hoy y no sonando como una chapa de grupo de tributo sino que suena a una cosa hecha hoy, pues entonces ya. Si a eso le unimos que hay una artista que en su trabajo anterior ya exploró una nueva manera de vestir sus canciones, que le acercaba precisamente a eso que te gusta escuchar y que con una canción que desde que la escuchaste dijiste, un momento pero esto qué es, como la de Buen Viaje y que no sé de qué forma y manera han sintonizado ambos mundos, el de la banda y el de la artista, y entonces qué. Y que todo esto lo sabes porque escuchaste en Radio 3, dónde si no, que Los Estanques, banda que desconocías y que esas canciones que estaban poniendo te gustaron y el locutor dijo que estaban mirando de colaborar con Anni B Sweet y todo estallaba en tu cabeza porque eran demasiados mundos que, desconocidos o conocidos, se iban a encontrar y algo sonaba bien, sonaba muy bien, qué narices. Y te pusiste a escuchar los discos de Los Estanques y joder, y molaban y estabas a la expectativa. Y finalmente ha llegado el disco en el que decían qué. Y ya las canciones que fueron presentando así con cuentagotas, pero diciendo casi todo lo que iba a venir, tenían esa buena pinta y cuando sacaron la última que pusieron en conocimiento de los seres humanos, la de Tu pelo de flores, ojo ahí, ojo con esa canción, que para mí ya es la canción o una de las canciones. Esa canción. 

Concretemos. Estamos hablando del disco Burbuja cómoda y Elefante inesperado de Los Estanques y Anni B Sweet, disco colaborativo entre esta banda y la cantante malagueña, que podría resultar como el encuentro de dos mundos pero que no es tal encuentro sino que, bueno, es un musicón. Un musicón de disco de rock que parece de otro tiempo. Un disco que lo tiene todo para los que nos ha gustado alguna vez eso que llamamos rock progresivo, ese rock que tiene canciones que se dividen en canciones, en partes, que alternan momentos en los que reconoces las cosas y otros momentos en los que no hay lugar para reconocer nada y sabes que a todos se nos ha ido la pelota y no hace falta volver. Las canciones se suceden sin pausa, acentuando la sensación de totalidad, de que este disco se ha hecho para escucharlo del tirón y que hay un principio y que hay claramente una parte final que es como esos finales de discos que te gustan donde los finales son ya de dispersión y de nos hemos ido y nos estamos despidiendo, que ya te hemos dado lo que te gusta durante todo el disco. 

¿Habría que destacar alguna canción? Tu pelo de flores, sin lugar a dudas, pero Brillabas, la de He bebido tanto / Estoy muerto de sed... son canciones muy molonas muy como ya he dicho y no lo voy a repetir, canciones que hechas hoy suenan como eso que hace tiempo que te crees que nadie va a hacer y que te devuelve la confianza. En que es posible. Y que ha sido posible precisamente uniendo dos trayectorias que engarzan nosequé con nosecuantos. 

En definitiva, un pedazo de disco, atrevido, valiente, escuchable, difícil. Cuanto más dices mucho más quiero. No es suficiente. 

viernes, 28 de enero de 2022

Nina Simone - At the Village Gate


¿Por qué no tienes discos de Nina Simone? ¿Por qué no tienes discos de jazz? Son dos preguntas que son solo una pregunta. Creo que siempre he tenido músicas que me han urgido mucho más que el jazz, y que no ha sido hasta hace muy poco que no he empezado a escuchar algo. Prácticamente nada. Pero desde que somos un matrimonio liberal en el sentido norteamericano del término, unos demócratas, unos pequeño burgueses... tampoco es eso. Básicamente la figura de Nina Simone ha entrado en mi vida como una más de la familia, como una colega más. Así, las listas de reproducción con sus clásicos más renombrados aparecen aquí y allí y llega el momento de hacer un regalo y te acuerdas. Y vas a la tienda de discos y buscas y encuentras este y otro. Este es un concierto del año 1961 en un local de Nueva York si no me equivoco. Un concierto donde uno se va metiendo poco a poco y, aunque seas neófito en la materia, te enteras de las cosas. Y si has visto algún documental sobre Nina Simone, también. Mucho más. Porque en este disco, como en otros, ves eso que ya te han contado. Lo escuchas más bien. Escuchas a una pianista clásica a la que se le pide que haga otra cosa, jazzística, que cante canciones, pero ella se escapa continuamente y se va a donde ella le gusta. Los momentos en los que empieza a tocar una canción y que, por h o por b, los dedos se le van. Pero también tiene otros momentos, en los que está cantando y no sabes qué ni porqué pero te está llevando donde ella quiere, sin nada, sin tocar, solo con su voz. Y sabes que lo que está cantando es algo que le llega, a la primera a ella, que no está cantando canciones al azar, que ahí pasa algo. En este disco canta, por ejemplo, The house of the rising sun, canción que conoce todo el mundo. Una canción que aquí parece otra y parece que está cantada de una manera tan diferente que las demás parecen de mentira. Así, la segunda cara del disco, porque estamos hablando de un vinilo, atención, máximo nivel de socialdemocracia y postureo, comienza así, sentida y suave y va siguiendo con algunas canciones que ojo, como el Zungo de Babatunde Olatunji. Tremenda canción interpretada con una sensibilidad que muy posiblemente ni usted ni yo estemos ya en sintonía con el universo como para poder apreciarla en su justa medida. Para acabar el disco, un You'll never walk alone, como en ascensión, que combina otra vez esa cosa clásica con esa otra cosa que tiene Nina Simone. Tengo otro disco en vinilo de Nina Simone. En realidad no es mío. Hablaré de él otro día.  

viernes, 24 de septiembre de 2021

30 años del Nevermind


 Te das cuenta de que eres viejo de muchas maneras. Pero caes en la cuenta de bastantes cosas más cuando te encuentras con efemérides. Las efemérides, a las cuales tengo que reconocer que he cogido el gusto, te colocan en tu sitio. Te ponen en situación de pensar en las cosas que piensas y de decir las cosas que dices. Las dices y las haces porque tu tiempo fue otro y porque tus referencias culturales, sentimentales, están lejos. En otro tiempo. 

No encuentro en casa el cd del Nevermind. Igual lo tiene mi hermano o está en casa de mis padres. Esto da cuenta del caso que le he ido haciendo progresivamente al Nevermind de Nirvana y a todo lo que fuera Nirvana en general, de manera bastante injusta. Ya sabemos. La música me gusta si me gusta a mí, pero no si empieza a gustarle a demasiada gente. Y durante algún tiempo la camiseta de Nirvana era demasiado habitual para mis exquisitos gustos. 

Me compré el Nevermind de Nirvana en el viaje de fin de curso que hicimos en Tercero de BUP a Praga. El Edu creo que se compró la cinta del Incesticide al año siguiente en el mismo viaje. Así que creo que me compré el Nevermind en mitad de la explosión del Grunge, que me pillaría con 16 añitos. Con 16 añitos yo tenía en mi cabeza que me gustaba el punk y que tenía una desviación hacia algo que yo consideraba rock sinfónico o progresivo, especialmente Pink Floyd. Todavía no me gustaban de manera enfermiza ni los Beatles ni Kinks ni Who... etc. Escuchaba Radio 3 y quería estar al tanto de lo que sonaba. Y empezó a sonar Nirvana. Y molaba. Y no solo me molaba a mí, es que le empezaba a molar a mucha gente. 

El Nevermind de Nirvana abre el melón del Grunge, ese estilo de rock duro, pesado, pero que se quitaba de encima la parafernalia del metal y que digamos que abre la música independiente, la música alternativa al gran público. Un grupo minoritario como The Pixies llegará un pelín tarde al Grunge, pero será el padre de la música indie. No me voy a poner a hacer genealogías, pero una vez escuché a alguien decir que el grunge, especialmente Nirvana, eran el cruce entre Black Sabbath y otro grupo que no recuerdo, vete a saber si los Beatles o los propios Pixies. Es igual.

Me gustaba el Nevermind. Me gustaban los otros discos. El In Utero me gustaba bastante. No pude ver en directo a Nirvana cuando vinieron porque tenía un examen, examen que suspendí además. El Edu sí que pudo ir a verlos. Yo tuve una camiseta de Nirvana, de manga larga. Yo llevaba las camisetas de manga corta por encima de las de manga larga. Yo me empecé a dejar el pelo un poco más largo. 

El disco era como una canción, como el esquema fundacional de todo esto, el fuerte flojo. Canciones lentas, canciones rabiosas, tenía la canción comercial del Smell like teen spirit, tenía el Come as you are, tenía Lithium, tenía un montón de canciones que es que tenían que gustar y ser muy obtuso para que no te entraran. Y luego estaban ellos. El bajista que caía bien porque era el típico alto y tonto, el batería que le daba una tralla que te cagas y el rubito guaperas que en realidad era un ser humano con todos los problemas del mundo. Del mundo occidental, claro. 

Te tenía que gustar el Nevermind y me gustaba el Nevermind. De eso hace 30 años. Hoy es muy difícil que ponga alguna canción de Nirvana. Digo más. En una reciente playlist de pepinacos, hemos ido poniendo canciones de aquella época. Y no sé recordar si yo he puesto alguna de Nirvana. 

Justo en este mismo día se editó también el Blood, Sugar, Sex and Magic de los Red Hot Chilli Peppers. A todos nos gustaba la de Giviruwei giviruwei giviruwei nau, pero he de reconocer que ahí me quedé. Y hoy también hace 30 años del Badmotorfinguer de los Soundgarden. De ese disco no recuerdo ninguna y yo siempre era de la canción Black Hole Sun que vino después. A mucha, muchísima gente les enganchó a los Red Hot Chilli Peppers. Yo fui siempre más de sus primos mayores, los Jane's Addiction. 

Nos hacemos viejos. El día que Kurt Cobain se suicidó íbamos a Falset con el Soldat y el Cucurull creo a hacer un trabajo de la Uni. 

Ahora piénsalo fríamente. 30 años del Nevermind. Se abre la puerta de nuevo sobre lo antiguo, lo moderno, lo que tú te crees que es moderno y lo que ya hace tiempo que dejó de serlo. 

Creo que de todo esto ya habíamos hablado antes. 

jueves, 1 de julio de 2021

Crooner - Marco Fonktana


 Este es, sin duda, un disco de madurez. Pongamos esta primera frase como pilar sobre el que fundamentar el resto de la crítica de un disco, Crooner de Marco Fonktana, que según cuentan es el tercero en la carrera de este músico colomense que no es otro que el Marcos, persona con la que coincido habitualmente en el bar de la esquina al que solo van chicas pero al que también vamos nosotros. Nos depositamos allí. Músico colomense, como si fuera un oxímoron, una de esas cosas que ocurren de manera muy poco habitual. Hablemos de música, hablemos de este disco. Hagamos eso que quisimos hacer alguna vez, que hemos hecho otras veces y que no ha servido nunca para nada más que para decir que sí o que no. Es que sí en este caso. ¿Y por qué es que sí?

Es que sí porque no es el disco del rapero que viene a decirnos que él está aquí arriba, que lo tiene todo y que tú nunca vas a llegar a ser como él, jamás. Y es que sí por que también lo dice igual pero de otra manera, desde aquí, claro, recurriendo a los temas habituales del MC del género y haciéndolo de una manera sencilla. Recurriré a los pocos clásicos del género que conozco para introducir algo que me vino a la cabeza primera vez que escuché Crooner. Hecho, es simple. 

Porque es un disco que suena fácil, que se escucha fácil, que entra como si fuera la cosa más natural, como si lo hubieras escuchado toda la vida. Un disco que no busca sorprender con cosas raras, con movidas extrañas y que te mete en una especie de. Te mete en una especie de no es la mejor manera de intentar describir un sonido, más cuando lo has dicho muchas veces y has utilizado esto para otros discos. El caso es que el disco, Crooner, tiene un sonido relajado, tranquilo, que te lleva a otros sonidos y otros ambientes y otras músicas alejadas del estereotipo del rapero que uno espera. Si es que sabe lo que espera. 

Un disco con un comienzo fantástico, con esa Introducción a crooner, que ya marca el ritmo por el que vamos a ir transitando y que finaliza con unas reflexiones de un joven MC que, creo, dan la medida del camino que nos quiere señalar Marco. El crooner como idea de madurez, como personaje que encarna el cantante que ya no necesita hacer malabarismos o excentricidades para demostrar que está ahí. El crooner alejado esta vez de ese recurso de los rockeros que se refugian en los standards para ir capeando el temporal. Esta vez, el crooner es una persona que se abre a decir lo que siente y lo que piensa, sin tener que acompañarse de grandes recursos, sino que desde la sencillez y desde lo que el propio nombre del artista nos sugiere, desde el funk más cálido. El funk más cálido. 

Salto de párrafo para ir concluyendo esta crítica. El puto charnego merengón nos dice lo que le pasa y le pone un fondo de musicón que, quizás, solo se pueda paladear cuando llegues a mirarte en un espejo y pensar, vaya, se me está poniendo cuerpo de Crooner. 

* Marco Fonktana actua este sábado 3 de julio en Ca la Sisqueta. 

martes, 9 de marzo de 2021

Califato 3/4 - La contraçeña


Ese grupo que te gusta a ti empieza a gustarle a más gente. Ese grupo que creías que habías descubierto porque eres un investigador de la hostia y no se te escapa nada de las nuevas tendencias, ya sale en La Resistencia de Movistar haciendo lo que hacen los grupos que van a hacer promoción donde pueden hacerla. Ese grupo que tú identificabas con nosequé movida cultural de nosecuantos que mola porque tienen un rollo que tal le pone música a un anuncio de Cruzcampo. Ese grupo que había sacado su primer disco ahora saca su segundo disco y ha perdido el factor sorpresa. Los Califato 3/4, con los que he dado la paliza todo y más. Este segundo disco se llama La Contraçeña y durante unas cuantas semanas previas al lanzamiento ya habíamos podido escuchar algunas cancionoes, como la del Fandango de Carmen Porter (bien) y la de la Çambra der Huebe Çanto (bien también). Habíamos escuchado también otra, la de la Bia en Roça (meh). Y llega el disco, donde están estas tres canciones y algunas más, 13 canciones en total. 

Vamos a ver. Como digo, se pierde el factor sorpresa. La mezcla entre el rollo andaluz y la cosa electrónica de tal manera que a los cuarentones perdidos para la cosa cotemporánea nos pueda llegar un poco la cosa a la patata. Y como ya digo, los Califato te abren la puerta a cosas de la misma gente en otros proyectos como The Gardener, SKLT SLKT y más. Hasta los Space Surimi descubre uno nada más que por chafardear. Esa mezcla se repite, como no podía ser de otra manera, mucho más digerible que en esos proyectos en paralelo, como ya pasaba con el primer disco de los Califato. ¿Qué pasa con este disco?

¿Por qué un grupo hace dos canciones, una con una base de Los Sobraos y otra con una base de The Clash y una no te gusta nada y otra te gusta? No está muy bien expresado esto, lo diré de otra manera. Si un grupo elige hacer una canción con una base de Los Sobraos, la de Quiero verte, el riesgo es máximo. Y puede ser que ese riesgo haga descarrilar el resto del disco, porque el recuerdo imborrable de esa canción, Te quiero y lo çabê. te acompaña durante buena parte del disco. Si encima cometes el error de escuchar por ejemplo cuatro canciones y pirarte y una de esas canciones es la de Te quiero y lo çabê, igual le coges incluso un poco de tirria al disco entero. Menos mal que uno es duro y cuando le tiene confianza a algo... así, se avanza en el disco y aunque el peso de esa canción es tremendo, tremendo para mal porque es que no te explicas qué pinta recuperar a Los Sobraos en un disco que, por mucho que el proyecto vaya de recuperar la música y la cultura andaluza sea eso lo que sea, coño, Los Sobraos... Hostia... Así, pese a que suene justo después la Çambra der Huebê Çanto, ay, algo se ha roto en tu corazón. Porque sí.

Porque el otro disco, el primero, también tenía sus canciones que ay, que entraban un poco con el gancho, pero esta canción es que es tremenda. Como también me cuesta de digerir la de La Bia en Roça y la pastillas y todo eso. Puritano que es uno. ¿Se cae ya el disco con eso?

Pues no. El disco, pese a ese rollo que no acabas de entender de los Sobraos, remonta. Y consigue que medio perdones (el botón de palante pasar canciones está ahí muy bien pensao), lo del Te quiero y lo çabê. Así, la de la Çambra, aunque el recurso de las cornetas de Semana Santa ya lo habíamos visto, se te mete en el desto y acabas diciendo lo de 'su nombre es Andalucía' con la voz así Andalucía. Y a partir de ahí, si no contamos la cancioncita de las pastillas, (son 13 canciones y son los dos las que no), la cosa se pone estupenda. 

Desde Er carrito de lô muertô, al Fandango, (palante con la bia en roça), Er camión de lô elàô.... detengámonos en esta. Porque si con la de la del te quiero la patinada es del copón, con la de Er camión de lô elàô la cosa ojito. Porque aquí meten el Rebel Waltz de los Clash como base y amigo, amigo, amigo, aquí el acierto es completo. Y es una canción bonita y cortita y que tiene su mensaje, un mensaje extraído creo que de cortes de entrevistas que hacía el Quintero. Y ahí la cosa estupenda. Bien. Y todo lo que se dice en esta canción lo firmo yo. Y para mí llega el cancionón del disco, que la voy a poner hasta que me la sepa, la de Pascual Márquez 33. Una sevillana electro que mola más que todo. O al menos me mola a mí. Porque todo va de lo que me mola a mí que tendré tanta idea de esto... ya ves tú la idea que tengo yo de lo andaluz y de música andaluza y mucho menos de sevillanas. Eres más bonita que cuatro millones de euros. Me dijiste que me pasara y al final no me pasé. Meter esta frase en una canción es como de premio grande de verdad. Me dijiste que me pasara pero al final me najé.  

Detrás de la de Pascual Márquez, que ya digo que es bonita porque sí, viene la Guahira Playera que pese a su letra un tanto chorra, tiene también mucho punto. De hecho, también me gusta bastante. Aquí canta la chica que va con ellos en directo, Rosana Pappalardo y se nota también una cosa diferente. El rollito de los guiris haciendo el guiri en todas partes, pues claro que sí. Habrá que reírse. 

Y llegamos al abertzalismo colomense. La Queralt Lahoz colabora en una canción, canta en la de Tó ba a çalih bien mamá. Cuando alguien que conoces (lo poco que yo conozco a la Queralt que le entrevistado una vez y ya nos saludamos cuando nos cruzamos en algún sitio, ya ves tú), canta con una banda que te mola dices... ay, cómo irá esto. Oye, pues va bien. La canción está bien, el toque de la guitarra eléctrica es como de canción seria y aunque el estribillo sea del rollo happy y a uno el rollo happy que ya viene con el título de la canción siempre le ahuyenta un poco... qué narices, que me gusta la canción. 

Qué es lo que pasa entonces. Que las dos que quedan pues como que ya no les prestas atención porque la sucesión de pepinos ha sido tal que la de Camelamo Naquerah y la última de todas donde el tono de voz es el mismo que en la gloriosa Hambre de Çangre, pues como que ya van cayendo sin más. 

En definitiva, que si ibas con la escopeta cargada esperando el consabido 'ya verás tú estos tanto pelotazo y tanta cosa a ver si no se les ha ido de las manos', pues mierda para ti. Un disco con unas canciones muy apañadas, que no todas te van a molar pero eso ya pasaba con el disco anterior, pero que te cogen tonto y mira, te apañan el día si se te meten en la cabeza. 

Los andaluces somos la primera potencia de inteligencia extraterreste. Y sale Silvio dibujado en la portada. Yo creo que con eso ya. 

 

sábado, 26 de septiembre de 2020

Sonic Youth - Washing Machine


Son muchas efemérides y no vamos a poder llegar a todas. Hoy, por ejemplo, también cumple años Bryan Ferry, 75 concretamente. Efemérides. 25 aniversario hoy mismo del Washing Machine de los Sonic Youth. No fue el primer disco de Sonic Youth que escuché, pero posiblemente fue una de las experiencias de concierto en vivo que más me han impresionado. Hace 25 años yo tenía 20 años y supongo que estaba todavía en la facultad. Con el Soldat, el Cucurull y el Nandete. Ya había escuchado más discos de Sonic Youth, nunca los había visto en directo. De hecho, ya me había comprado el Experimental, Jet Set, Thrash & no Star. Que me gustaba un huevo, como el Dirty que lo tenía en cinta y que podemos decir que fue el disco con el que empezó todo gracias a la canción 100%. Seguro. 

Concierto en el Pop Festival. Fuimos mi amigo Mario y yo. Tocaban Beck, Yo la Tengo, Siniestro Total, Paul Weller, Babes in Toyland, y alguno más importante que me dejo seguro. Un pedazo de festival en Badalona que no se volvió a repetir. Nosotros íbamos a ver a Siniestro sobre todo y luego lo que surgiera. Más o menos conocíamos a todos los demás. Nos lo pasamos de puta madre. El penúltimo concierto era de Sonic Youth. Salieron y empezaron a hacer ruido. Y tocaban canciones del disco nuevo que iban a sacar. El Washing Machine. Ruido. Ruido con las baquetas tocando la guitarra, una atmósfera, una cosa. Nos quedamos a cuadros. Los idolatré desde entonces. Al final del concierto, se marcaron Diamond Song, una canción eterna de esas de 20 minutos que me dejó alucinado. Creo que era la primera vez que escuchaba en directo algo así. 20 minutos dejándose llevar y dejándolo todo. No sabíamos si la canción había acabado, si se habían ido... Cuando salió Siniestro, trajeados, empezaron a hacer ruido, distorsiones, acoples... homenaje a Sonic Youth, dijo Julián Hernández. 

Unos meses después vinieron de gira a presentar el disco. Mario me dijo que teníamos que ir. O le dije yo de ir y se apuntó. Volvió a ser una experiencia alucinante. Recuerdo tener en cinta el disco y ponérmelo de camino a la universidad y volver de la universidad... No Queen Blues a todo trapo, que era la canción de la lavadora por más que la canción de la lavadora, Washing Machine, fuera otra. 

¿Porqué este disco y no otro? El disco de la lavadora y la portada con los chavales con la camiseta de la lavadora. El ruido de una banda como una lavadora. El disco que empezaba con Becuz, con la Kim Gordon a caballo de un riff repetitivo, la repetición, siempre y para siempre. Y seguía con la de Junkie's Promise que dicen que era una canción que le dedicaron a Kurt Cobain, que se había quitado de en medio hacía poco. Y luego la de Saucer Like que es otra del Lee Renaldo. Y llegamos a Washing Machine y ya son palabras mayores porque aunque empieza como una canción más o menos normal se va terminando para dar lugar a la canción de verdad. A una lavadora funcionando. Como una lavadora. A partir de ahí todo el disco es cuesta abajo y sin frenos. Hay una parada técnica con Little Trouble Girl, donde cantaba también Kim Deal nada menos, preciosa canción. Y nos poníamos ya de cara con No Queen Blues. Que es la de la lavadora de verdad. Las que iban detrás siempre eran las que estaban detrás de No Queen Blues y no se puede poner esa canción ahí porque todo lo que venga detrás ya no importa nada.

Ahora cuento lo de la camiseta y ya lo dejamos.

En no sé qué concierto, supongo que fue el del Razzmatazz con el Mario, me compré una camiseta de Sonic Youth. Se la compré a mi hermano. Yo me compré otra, del Bad Moon Rising, que no me llegué a poner ni tres veces, no sé dónde me compré esa camiseta. La camiseta de la lavadora se la compré a mi hermano. Se la ponía mi hermano, me la ponía yo. Días alternos. Era lila o violeta, la dejamos casi blanca. Qué camisetón. Para mis 45 cumpleaños le dije al Juanra de la Tienda que me hiciera una camiseta con la lavadora. 

Creo que cuando tocamos con eltoni, el pako... siempre acabamos haciendo canciones que se parecen a Sonic Youth. No me gustaría nada más que sonar como una lavadora. 

Hace 25 años. Ya no somos tan Sonic Youth y nos vamos acercando cada vez más a la Sonik Death. Pero aguantamos como podemos. 

viernes, 18 de septiembre de 2020

Los Planetas - Unidad de desplazamiento


Que te gusten Los Planetas es algo que aceptas como una cosa que es y que tiene que ser ya para siempre. Como ocurre con los grupos clásicos que tienen largas carreras, no tiene porqué gustarte absolutamente todo, no tienes porqué estar al tanto de sus movidas, no debes tener la obligación de ir a todos sus conciertos. Ni siquiera tienes que saber si un disco es este o aquel. Yo, hoy mismo, no sabría decir si este disco, Unidad de Desplazamiento, tiene tal o cual canción. O si pertenece al que sigue, o si hay alguna que era del anterior. 

Una semana en el motor de un autobús, Unidad de desplazamiento y el otro, el de Encuentros con entidades. Por ejemplo, me acabo de enterar que en este disco hay dos canciones que me gustan mucho, las que le gustan mucho también a mucha gente, la de Un buen día y la de Santos que yo te pinte. Y luego hay una nebulosa de canciones que para mí podrían pertenecer a cualquiera de los tres discos citados o al cuarto, al Contra la ley de la gravedad que ya no sabría decir qué ni porqué. Porque después viene La leyenda del Espacio y un poco menos la Ópera Egipcia y esas son palabras mayores. 

Se cumplen 20 años de la aparición de este disco de los Planetas y como digo, este disco de los Planetas a mí me viene a dar un poco igual porque a mí ya me habían ganado saliendo en Radio 3, en un directo de aquellos, presentando las canciones de Una semana... Ya antes, claro, pero aquel día fue lo más, aquella noche. Desde entonces, solo el flashazo de La leyenda del Espacio y todo lo que significó me impactaron tanto. Conciertos, más conciertos, y siempre con la misma canción. No me sé las canciones de uno de mis grupos preferidos. Mi nivel de desconexión es tal que ni siquiera sé si sacaron un nuevo disco o qué. La Nueva normalidad. Ni lo he escuchado. 

Se cumplen 20 años y la verdad es que se cumplen 20 años. Yo entonces tenía 25 años y casi todos mis colegas tenían esa edad. A muchos nos gustaban los Planetas y yo siempre iba con el Abel a ver a Los Planetas. Y con mi hermano. Recuerdo, supongo que fue para el Encuentros con Entidades, que fuimos a verlos a un BAM a la Estació de França y se escuchó como una puta mierda. Iban con Mercromina. Menudo churro de concierto. Yo solo quería decir que hace 20 años tenía yo 25 años y ya me gustaban los Planetas de aquella manera. 

No me gusta vivir en las canciones de los Planetas. No me gustaba vivir en las canciones de muchos grupos que me gustaban. Me gustan muchas canciones, pero no me gustaba creérmelo, el papel del Jota, de tía te quiero pero es que soy un desastre perdóname que lo he vuelto a hacer mal menos mal que estás ahí pero la voy a cagar otra vez seguro vete no te vayas. Me daba una rabia increíble y me la sigue dando. 

Íbamos a los conciertos y siempre nos lo pasábamos bien. Estábamos solos o con la gente o solos con la gente. Yo tenía 25 años y no recuerdo qué estaba haciendo. Una década perdida, la de los 20. Los Planetas son un poco eso también. Un grupo de una generación que hemos perdido el tiempo de manera miserable, o de manera gustosa, que tampoco vamos a dramatizar, que nos negamos a... en realidad no nos negamos a nada, pero joder lo hacemos lo mejor posible, darnos otra oportunidad. Ese rollo. Esa mierda. 

Santos que yo te pinte. Pedazo de canción casi de las de llorar. Un buen día, todo el mundo esperando a decir lo de las cuatro millones de rayas. Menos los Testigos de Jehová como yo que sentíamos cierta vergüencita. Cada vez más. 

Hace 20 años yo tenía 25 años yo iba con el Abel a todas partes y no recuerdo si el Edu se había ido ya. Creo que no. Al Edu no le gustaban los Planetas. 

Hay que llamar al Abel.  

jueves, 7 de mayo de 2020

Confinamiento #40

Este disco de Kaftwerk me lo compré en el aeropuerto de Londres. ¿Por qué? Por que supongo que en aquella época que no se fechar yo estaba en fase alemana. A base de Neu! y Kraftwerk y me compré este disco, el Trans Europe Express en... inglés. Incluso me apunté a hacer alemán solo porque escuchaba discos en alemán. Aguanté un año y medio o así. Todo esto es porque se ha muerto Florian Schneider, fundador de Kraftwerk junto a Ralf Hutter y coautor de una música alucinante que estuve a punto de perderme por los prejuicios y que, finalmente, es ya un referente para mí. En muchos sentidos, en el musical, claro, pero en el estético y en la actitud. Fíjense qué portada, y no han visto la contraportada. Lo menos rock del mundo. Lo menos nada del mundo. Gente de traje, pero no de traje en plan guay, no, en plan de traje aburridos. Kraftwerk. Hay un disco, de antes de que fueran famosos, el Ralf und Florian en el que en la portada aparecen ellos dos, Ralf y Florian, de antes incluso de idear este rollo funcionarial o el rollo robótico y ya aparecen como 'pasando muchísimo de parecer algo'. Los dos, incluso un Ralf Hutter con gafitas y pelo largo pero de peinado raro, posando como si fuera para una comunión. Pues Florian (floguian) Schneider ha muerto de cáncer. Murió hace una semana pero no se comunicó a nadie. Pasando. Florian Schneider es el segundo por la derecha, el que aparece más arriba en la foto. Comenzó tocando la flauta, una flauta que duró en Kraftwerk hasta el Autobahn. No sé, me gusta Kraftwerk. Dos canciones por comentar. Radioland, que es del Radioactivitat (en alemán), que es como un recitado breve culminado por un vocoder que nos dice que la música electrónica vuela por Radioland, casi como una marcha fúnebre. Y Neonlicht (también en alemán) una canción de nueve minutazos que aparece en el Die Mensch Maschine. Una canción que se encalla durante muchos minutos en repetir un mismo bucle y que te hipnotiza. Me gusta mucho y tanto que muchas veces la pongo varias veces. Como si me estuviera perdiendo algo. Los vi en directo por primera vez yo solo en la sala Razzmatazz. No recuerdo porqué fui yo solo. A mi hermano todavía no le molarían. La música electrónica. Estaba conmocionado yo. Ver a Kraftwerk, que sonaron no sé si bien o mal pero me sorprendió que todo fuera tan frío. Tan absolutamente impersonal. Que es lo que buscaban ellos. Que es lo que me gustaba a mí, pero no. Me acuerdo que me compré la camiseta del Autobahn que ya no me puedo ni poner de lo currada que está. Fui con ella, creo, al festival portugués donde los vimos con Pepa. Ver a Kraftwerk en un festiva portugués en mitad del campo. Y no los he vuelto a ver.
Durante buena parte de la tarde he estado escuchando a una vecina del edificio de delante llamar a alguien como 'toni'. Ha estado bastante rato diciendo 'toni'. Y me ha tenido casi todo el rato como un suricato, como el ratón ese que sale en el APM?.
Hay también una niña pequeña en el edificio de enfrente que ha cogido la costumbre de, cuando son las ocho, avisarme de balcón a balcón con un 'nene', para que salga a aplaudir. Salgo, la aplaudo y me hace así con la mano y ya va a sus cosas. Pero se está convirtiendo en una tradición. 'Nene', me ve por la ventana sentado en el sofá o con el portátil y me llama. Que salga.
Hemos puesto una bombilla nueva o vieja en la terraza. Alumbra tan poco que nos la hemos dejado encendida y no nos hemos enterado. Otra vecina del edificio de enfrente nos ha avisado.
Estamos preparando una en la terraza con las plantas y las flores que para qué. Estamos. Si no me he acercado a una maceta en mi vida Hulio.

jueves, 13 de febrero de 2020

Black Sabbath - Black Sabbath

50 años del primer disco de la banda de Ozzy. Hoy nos acordamos de Ozzy por aquel programa. Por que acaban de decirnos que está chungo. Por muchas cosas. Black Sabbath es un grupo al que hay que tenerle respeto infinito. Pero no por que sean 'los primeros en hacer un disco de heavy metal, que es precisamente este mismo'. Si no por hacerlo de una manera descerebrada, sencilla, sin excesivos artificios, sin hacerlo complicado, pareciendo que esos riffs son en realidad algo que está en el aire, que simplemente lo han escrito en un papel y tocado con unos instrumentos sin mayor dificultad.
No sé quién hizo la camiseta esa de que todo está en los primeros discos de Black Sabbath. Del Black Sabbath al Sabbotage. Efectivamente todo está ahí. Todo lo que podemos extraer del heavy metal, del hard rock, del rock satánico, del rock de cuernos al aire está ahí. Led Zeppelin o Deep Purple, por hablar de los otros dos totems, están en otra cosa. No mejor, no peor. No lo sé.
Es la hora de hablar de la música y de las canciones de este primer disco pero es que paso porque de todo el disco yo me quedo con N.I.B. y con Warning. Sé que todo el disco mola mucho y que la primera es prácticamente todo pero me quedo con:
Your love for me has just got to be real, before you know the way i'm going to feel.
Y también:
My name is Lucifer, please take my hand.
Yo creo que con esto está todo dicho. Pónganle la música de fondo que quieran y ya está. Es todo.
Así que 50 años de este disco. No sé qué decir. Todo lo que ha venido después está ya ahí y si no está están los otros cinco discos para acabar de rematarlo.
En algún lugar, tanto hablar de Ozzy, tendremos que hablar de Tommy Iommi. Claro que los otros dos, los de la sección rítmica son importantes, pero en este caso es que Iommi con su guitarra lo define todo. Si quieres punteos y cosas virgueras los tienes, pero es algo que ya hemos comentado antes y vamos a volver a repetir. Hay algo de simpleza, de cosa natural en lo que hace, que te invita a meterte en sus discos de una manera que no lo hace creo que ninguna otra banda de metal. Y te molan otras bandas, claro que te molan, pero de quienes se aprende mucho es de esta gente y de los otros lo que te gusta es hacer guitarras de aire y poco más. Bueno, algo más.
Discos antiguos.
Música Rock de guitarra bajo batería y cantante. Una cosa arcaica y trasnochada y de la que nos gusta seguir escribiendo y nos gusta escuchar sus discos y pensar que la gente que tiene menos de 30 años ya no va a acercarse a este tipo de música para nada. Una música que ya no tiene que ver con nada.
Padres poniendo discos de Black Sabbath a sus hijos a ver si cae algo. A ver qué. Y las generaciones se van consumiendo y cada vez habrá menos gente que una noche, escuchando esto en su casa, mire hacia el infinito y grite me llamo lucifer, dame la mano.
Y por eso vamos a peor.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Pink Floyd - The Wall

Y ya que estamos hablando de cosas que no interesan a nadie, vamos a celebrar que se conmemoran los 40 años de la publicación de The Wall de Pink Floyd para hablar de The Wall de Pink Floyd. Con el transcurso de los años, este disco de los Pink Floyd se ha convertido en el disco con el que empieza o se certifica el fin de la banda, el disco grandilocuente, el disco megalomaníaco, el disco en el que a Roger Waters ya se le va del todo y... Un disco con el que ya no puedes simpatizar.
Y caes en la trampa.
The Wall, para la gente de mi edad, es el disco con el que por primera vez empiezas a saber lo que es Pink Floyd. En las fiestas de los pueblos, en las del pueblo de mis padres, cuando comenzaba el pase rockero de las orquestas, ponían el helicóptero y sonaba Another brick in the wall. El vídeo lo ponían mucho en la tele, la canción sonaba siempre en las radios. Era un himno. Luego descubres Dark side of the moon y Wish you were here y si sigues siendo curioso, te metes hasta el fondo y ya no sales más.
Cuando yo era chaval y me grabó el Ramón este disco en una cinta de 90, lo escuchaba con mi hermano que el pobre tendría que tener 8 o 9 años, vuelta y vuelta, mientras jugábamos al monopoly o a hacer el indio por casa. Me sabía hasta las frases que salían de manera incidental. Time to go, are you feeling ok? Era el disco.
Ahora, escucharlo cuesta. Lo he puesto esta mañana y no le he puesto ningún pero. Es cierto que ahora ese rollo orquestal parece sobrecargado, pero, tampoco es para ponerse de esa manera que se pone la gente con las orquestas.
El muro contaba muchas cosas. Lo que era la guerra contra los alemanes, los padres que se van, lo que significaba ser una estrella del rock, el peligro el fascismo y como siempre en todos los discos de pink Floyd, la ausencia de Syd Barrett. El disco sonaba muy bien, demasiado bien. Los punteos de Gilmour eran más limpios y cuidados que nunca, todo sonaba absolutamente perfecto, incluso cuando se ponían duros como con In the flesh.
Y claro, molaba decir que siendo punks todos ya, lo de Pink Floyd era esa mierda grandilocuente de la que había que escapar. Y la camiseta de odio a Pink Floyd de Johnny Rotten. Claro. No sé si hay indicadores pero yo debo tener el record de haber escuchado más veces un disco de pink floyd con camiseta de Kortatu puesta.
Datos de justificación sin importancia.
The Wall es un discazo. Vale que los hay mejores, pero es un discazo que tiene canciones que si las vas repasando una a una, dices, ojo, y esta, ojo, y aquella, cuidado. Y sí, está Comfortbably Numb que es muy conocida y muy buena, pero también in the flesh, o todas las another brick in the wall, o thin ice o...
Con el paso del tiempo nos creemos lo que nos dicen, lo que nos cuentan, lo que nos quieren hacer pasar por bueno y por malo. Ahora, decir que te gusta The Wall te hace pasar por un rancio, un antiguo. Grandilocuente. Con lo que mola la música sencilla, directa y popular.
Y sin embargo, de vez en cuando, aparece un jovenzuelo con su camiseta con los dos martillos cruzados y piensas... hay algo de criterio todavía.

miércoles, 8 de mayo de 2019

Cornell 5/8/77 - Grateful Dead

El 8 de mayo de 2017 iba yo a comer a casa de mi prima Juani, algo que puede ser normal si no fuera porque mi prima Juani vive en Jaén y normalmente yo no estoy en Jaén. Venía de comer, conduciendo, un trayecto corto. Normalmente tenía puesto Radio 3, a esa hora, serían las dos o así, dos y pico, de hecho no recuerdo que yo estuviera yendo a comer, sino viniendo. Qué estaba haciendo. No lo sé. Iría o vendría del hospital donde estaba mi padre en Jaén. El caso es que a esa hora suena Discopolis y es un programa que me gusta y a la vez me espanta. Porque puede ponerse espeso, muy espeso. La música, progresiva, a veces folk, a veces de raíz, a veces... siempre a su bola, pero aquel día no sé porqué, en la radio del coche, comenzó a sonar algo.
José Miguel López, el locutor, se encargó de presentar lo que iba a sonar. Un concierto que se grabó en 1977 en una especie de centro, universidad, colegio, no sé, de Nueva York, a cargo de la banda Grateful Dead, los reyes de la canción interminable, del jam, de las cabalgadas, de los viajes a través del espacio y del tiempo con canciones monumentales y al mismo tiempo sin la afectación de otros grupos del género. Un grupo capaz de hacer rock psicodélico o country. Un grupo capaz de hacer experimentos, o un blues de lo más clásico. O lo que sonó.
José Miguel López decía que ese concierto muchos lo habían considerado como el mejor concierto de la banda. Una banda que hacía ya casi diez años que estaba tocando, que ya tenía un directo impresionante como el Live/Dead. Pues bien, Luis Miguel López anunciaba que ese concierto iba a ser lanzado en una caja de cds. Y puso una canción con la que terminaba el programa, como era larga dijo que con eso despedía el programa.
La batería o la batería y la percusión míticas de Grateful Dead comienza a sonar. Y encaran algo que quieren empezar a cantar, con la voz femenina de la Donna Jean Godchaux, pero se cuelan hasta que entran bien. Are you ready for a brand new beat? Efectivamente es Dancing in the streets. Una versión de unos diez minutos, más, no lo sé, de Dancing in the Streets. Una canción.
Era el siete de mayo de 2017 y a uno ya no le molestaba escuchar música o ya no tenía pudor por escuchar música. No sé cómo explicarlo. Eran días muy difíciles, de futuros inciertos, pero esa canción sonando ese día, con ese mensaje, con esa especie de, no sé, de buen rollo, de alegría, de ganas de tocar y disfrutar de algo tan leve y tan importante como la música y el baile. Una canción que los Grateful Dead venían tocando desde sus comienzos, de hecho fue la primera canción según cuentan con la que empezaron a desbarrar y a improvisar sobre un ritmo concreto y definido. Bailando en la calle. La muerte agradecida. Grateful Dead.
Cuando pude, cuando pasó aquel mes de mayo y volvimos a Barcelona me bajé el disco. No me lo compré.
Desde entonces, he ido descubriendo cada cierto tiempo alguna canción nueva o canciones que no conocía de los Grateful Dead. No soy un exhaustivo seguidor de una banda tan prolífica, pero sé que me gustan y me gustan mucho. Canciones como Jack Straw, o como Jimmy Row, esta última por ejemplo es de esas que no quieres que se acaben nunca, con fraseos de guitarra que no quieres que dejen de repetirse jamás, que bailas incluso agarrado en la cocina de casa, como si fuera la canción. O la monumental Morning Dew. Catorce minutos también de viaje, de querer saber todo sobre la canción, sobre ese sitio al que te están llevando. Cada cierto tiempo una canción te asalta.
El ocho de mayo. Grateful Dead, vaya nombre para un grupo. Hace muy poco vi un documental sobre el guitarra rítmica de esta banda, Bob Weir, que me gustó a medias.
La música. Escuchar una canción que te hace ver que el mundo no es tan así. Que la vida es... qué hago yo hablando de la vida. No tengo ni idea. Lo único que tengo claro es que de vez en cuando, una canción por ejemplo, Grateful Dead cantando Dancing in the Streets, te puede hacer ver las cosas de otra manera, una manera como de pupila más abierta, más ancha.
Hay muchos momentos. No sé qué quiero decir.
Básicamente. Que este disco cura. Y que el ocho de mayo parece ser un día para abrir la pupila.

jueves, 18 de abril de 2019

Spacemen 3 - Taking Drugs to Make Music to Take Drugs To

Pues hoy es un día grande para quienes buscan experiencias religiosas a través de un rito concreto, de una manera de entender la trascendencia que mucho me temo que ya poco tiene que ver con alcanzar otro nivel y mucho más con el cumplimiento de una especie de forma de identificación con un colectivo. Hoy es Jueves Santo y en realidad no pasa nada.
Así que busquemos cosas con las que pasan cosas. El disco de los Spacemen 3, Taking Drugs to Make Music to Take Drugs To. Un disco con el que te vas. Los Spacemen 3 son es grupo, como Spectrum después o como lo que intentaron y yo creo que no les sale Spiritualized, que hacen música para que nos vayamos. Hay que huir. Siempre hay que huir, hemos nacido para irnos como decían los Hawkwind. Música con repeticiones, con golpes continuos, con espacio, con mucho espacio, con mucho ruido que nos haga abstraernos de todo lo que nos ocurre, absolutamente de todo. El título en castellano sería Tomando drogas para hacer música para tomar drogas para... Y es lo que es, solo que servidor no se droga al menos con las drogas que todo el mundo debe considerar drogas de las que salen en la foto. Beber, y listos. ¿Y?
Música que nos mande lejos. Esto ya lo he escrito muchas veces. Este disco tiene algunas canciones que te hacen evaporarte. Losing touch with my mind, Amen, That's just fine... Este es un disco que es del año 86, al menos las grabaciones son de ese año, pero que no se editó hasta principios de los noventa y en el que todas o casi todas las canciones aparecen luego, maqueadas y retocadas, en otros discos. El sonido es más maquetero y más machacón. Y mola.
Mola tanto que luego los demás discos de esta banda en comparación, aunque tienen momentos espectaculares y son una absoluta referencia para el que quiera hacer algo de música sin tener mucha idea y con ganas de liarla, ya no son lo mismo, más que nada por el clima que se alcanza con ese ruido como un zumbido que sobrevuela toda la canción.
La música de guitarras eléctricas, de distorsión, de punteos sin alardes, simplemente para crear el ambiente, casi sin percusión o con una percusión repetitiva. Y esa voz de... eso, voz de eso, voz de estar más puesto que el sol. Voz de gafas de sol por la noche. Y voz de estar más allí que aquí.
Hoy es Jueves Santo y viene un fin de semana lleno de referencias religiosas, no creo que referencias ya místicas. A los que nos gusta sentir que, de vez en cuando, es posible trascender, a veces esta música, este disco, nos basta.
Recuerdo una tarde, una tarde en la que yo había quedado con alguien o iba a mirar algo y no recuerdo qué, una tarde de hace años. Salí de la parada de metro de Universitat y de repente en el mp3 sonó esta canción. That's just fine. Y sentí ese éxtasis. Caminando por Pelayo, intentando cruzar a la otra acera. Paralizado. Absorto. Yéndome a otro lado. No sé con quién había quedado o qué iba a mirar si es que iba a mirar algo. Ese punteo ascendente, llegando muy arriba.
Muy arriba.
Después de una canción como esa parece que todo se vuelve menor. Muy poco vistoso. Con poca gracia.
Amén. Señor. Llévame pronto.