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miércoles, 19 de marzo de 2025
Karpov
Ahora, pam, me subo a la baranda, me tiro al río y salgo nadando hacia nosedónde y cuando llegue me quito el traje y la corbata y me cago en todo y libre, libre al fin. Y venga a nadar y que ni el frío, ni el cansancio me afecte, porque mi meta es tan grande que no hay esfuerzo suficiente que me pare. A que me tiro. Un día os voy a dar un susto y me voy a tirar. Un día todo este rollo del gélido y de la hostia os va a estallar entre las manos y voy a liar una que os vais a cagar las patas abajo. Mira cómo agarro la barandilla. Es que con estas mismas cojo y de un salto, chimpun, y no me volvéis a ver el pelo pero es que nunca más. Y sobre todo, por quitarme al notas este de encima. Siempre mirando. Que sí, que sí, que eres muy bueno y muy salvaje y muy agresivo y todo lo que tu quieras, pero deja de agobiarme, coño. Con el humo del cigarrito, con la mirada intensa, que sí, que eres super guay y que yo soy un carca y tú eres moderno y lo que tú quieras. Pero un día voy a coger y me voy a dar el piro y entonces a ver con quién te mides, a ver con quién te comparas. Te aburrirás, te cansarás, te pondrás a decir gilipolleces, a creerte un payaso, porque eres un payaso al final, y como payaso que eres si no tienes freno, límite, solo sabes hacer payasadas. Payaso. Es que fíjate qué poco me costaba coger, pegar un salto y ponerme a nadar y que le den por el ñaca a todo. El frío del agua, tú crees que me va a acojonar el frío del agua por el amor de Dios, que solo dices idioteces. Te has acostumbrado a que todos te rían la gracia porque eres y es que en realidad no eres, porque cuando yo me haya ido qué, qué vas a hacer. Vas a jugar con maquinitas y con ordenadores y serás un mono de feria. Y lo peor, cuando tú seas un mono de feria, qué seré yo. Quizás otro mono de feria. Cualquier día va a ser bueno.
viernes, 21 de junio de 2024
Karpov
Y pasan los años y pasarán mil cosas y pasarán yo que sé, eras, edades, pasarán cometas, se establecerán nuevos órdenes, se medirán las cosas con otros parámetros, tendrás un nuevo corte de pelo, te dejarás bigote y te lo volverás a quitar y te lo volverás a dejar, pensaré lo mismo o dejaré de pensar lo mismo, me harán falta unas cosas o me gustará desprenderme de todo, iré de vacaciones a lugares que no me gustan o me quedaré en casa sin aburrirme, las marcas de moda serán unas y luego serán otras, el estilo agresivo se volverá a llevar o bien los jugadores serios seremos de nuevo los que nos impondremos, me levantaré temprano o me daré media vuelta en la cama, pasaremos una glaciación y luego otra y luego otra más y luego nos quejaremos del calentamiento global, nadie se acordará del cine, ni de la televisión, ni de la radio, ni sabrá nadie lo que era el papel, ni tendremos que hablarnos entre nosotros, volverá la religión a ser una fuente fundamental de conocimiento de las cosas, saldremos a la calle y tendremos que pagar por pasear por ellas, el dinero será abolido, la propiedad será un robo, la tierra será un paraíso, emigraremos a Marte, Rusia será un gigantesco campo de exterminio, Rusia será un gigantesco campo de cultivo, Rusia no existirá, flotaremos sobre el suelo y la gente nos hablará de algo que hacían nuestros ancestros que se llamaba caminar y le miraremos con desconfianza porque ya no tendremos pies y lo habremos olvidado todo, absolutamente todo sobre la vida pasada porque el futuro será tan otra cosa que yo que sé, no me acordaré de nada, no me acordaré de ti, no me acordaré de la defensa española, ni de aquella partida que el gané a Spasski, ni me acordaré de los años buenos, ni de los años malos, ni de los años regulares, ni tendré memoria, ni tendré recuerdos, ni sabré quién soy, ni qué pinto yo aquí, y todavía así me preguntarán por él. Él. Siempre.
martes, 26 de septiembre de 2023
Karpov
Qué, qué tengo que hacer. A ver. Dime. Qué tengo que hacer. Ya sé que tú harías esto y lo otro y te subirías a la mesa y agarrarías de la pechera al tipo este y le pondrías en su sitio y que eres muy valiente y que todo lo haces porque eres genial y que has pillado a la primera de qué iba todo esto y que no entiendes cómo puede ser. Pues es. Y es así y ya no lo voy a cambiar. Así que dime qué es lo que tengo que hacer pero no lo que harías tú sino lo que tengo que hacer yo. Y dímelo clarito, sin esos rollos magistrales y geniales que te marcas pero que no acaban de entenderse porque yo necesito que me lo expliques todo de manera sencillita y que yo lo vea. Y no me propongas cosas que sabes que no voy a hacer. Llevo ya rato mirando, no te preocupes que ya he mirado todo lo que tenía que mirar y ahora mismo no veo nada. Tú que lo ves, dímelo, dímelo y no te andes por las ramas. Que ya sé que buscas que te diga que eres así, genial, bueno, tremendo, pero yo no soy así, yo soy de otra manera, no llego a tanto y no veo tan lejos. Es un problema, pero también puede ser una virtud. Así que no me pongas más nervioso y dímelo, si me lo quieres decir, y si no, al menos, no me pongas caras. Porque cada vez que me pones una cara, es que me descompongo y me da por pensar que no me estoy enterando, que no me aclaro, que la genialidad. Qué problema con la genialidad. Qué bien los genios y qué bien su rapidez, pero yo no soy así. Y ya no voy a ser así, así que hazte a la idea de que no llego a más y no te hagas de rogar. Dime qué tengo que hacer, pero que yo lo vea. No me dejes luego a mi la responsabilidad y que sea yo el que tome las decisiones. Porque no.
martes, 18 de julio de 2023
Karpov
Uno se siente a veces así como pequeño. Coincide que es la silla, que es la chaqueta, que es el otro que es más corpulento, que uno se encoge o yo que sé. Pero uno a veces se siente así como pequeño, encogido. Hoy coincide todo, la chaqueta, el asiento y que este es enorme. A veces coincide que ya llegas al tablero empequeñecido, como si todo se te hiciera gigantesco, como si el reto de la partid fuera tan grande que tú mismo menguas de tamaño y así te das la razón de que todo es enorme y que todo es mayúsculo y que todo va a ser imposible y no sabes si lo haces para protegerte o para que el otro se confíe y le des pena y entonces resurjas como lo que eres y aplastes al que se cree gigantón pero en realidad no lo es tanto porque no ha sido capaz de ver que tú no eres ese pequeño e insignificante rival que duda ante los movimientos más elementales, que no es capaz de mirar a los ojos, que ya ves tú, pero mira, me voy a transformar y lo voy a hacer ahora mismo y mira ahora, mírame ahora, mira, ahora ya no soy tan pequeño, ¿ves? ahora soy tan grande como tú, no, ahora soy más grande porque te has quedado atontado mirando y no sabes cómo reaccionar y es ahora cuando llega mi momento, ahora viene cuando ya no dudo y cuando tú no sales de tu perplejidad y de tu asombro y de tu cagalera porque no sabes si voy a digievolucionar otra vez y voy a transformarme otra vez y voy a convertirme en alguien totalmente sobrehumano y no te fías y tienes razón en no fiarte porque toma, otra vez, otra vez lo he hecho y otra vez te quedas absolutamente aluciando, sin capacidad de reacción, qué pasa ahora que no dices nada, ahora ya no miras desde arriba sino que estás mirando tú desde abajo, completamente perdido y desnortado porque soy yo el que ahora te saca dos cabezas. ¿Qué pasa ahora contigo? Tienes problemas con la salida, se te ha quedado la dama bloqueada, no dominas los carriles centrales, tus peones no sirven para una puta mierda y además eres tú ahora el que eres pequeño, qué pasa ahora. Muevo yo.
miércoles, 7 de junio de 2023
Karpov
Las piezas estaban así. Los movimientos los tenía claros. La partida estaba dispuesta. Todo estaba en su sitio. Y de repente, se me olvidó jugar. Estaba la partida comenzada, estaba la partida avanzada, estaba todo en marcha. Las piezas se estaban desplegando por el tablero. Había puesto freno al primer embate del rival. Todo parecía estar en marcha. Los movimientos estaban claros. Pensaba que estaba ahí y que simplemente tenía que hacer con las piezas lo que suelo hacer con las piezas. Y de repente, se me olvidó jugar. Las luces estaban encendidas. El público estaba en su sitio. Los asesores estaban preparados. Me había puesto un vestuario que me permitía hacer los movimientos necesarios sin estar pendiente del vestuario. Me centro mucho en el vestuario porque el vestuario me condiciona todo. Me condiciona la manera en la que afronto la partida, me condiciona los movimientos, me condiciona el estado de ánimo, no sé porque estoy en los sitios, me cambia el carácter, ya no soy yo. Pero ese día, incluso viendo la foto en la que puede parecer que esa chaqueta tiene que picar lo más grande, no estaba para nada incómodo. La apertura, el desarrollo, habíamos salvado lo más difícil. Y de repente, se me olvidó jugar. Pero no un olvido de quedarte en blanco. Fue un olvido de no saber qué hacía allí. Un olvido de estar absolutamente desnortado. De salirme de mi mismo y verme desde fuera y decir, pero quién es. Porqué estoy en una partida de ajedrez. Como un golpe en la cabeza, como si me hubiera ido, como si de repente hubiera sido otro. De repente, se me olvidó jugar porque se me olvidó quién era yo. De repente era otro y estaba allí y no sabía qué estaba haciendo. Y ni fue un golpe, ni fue la luz, ni fue absolutamente nada, simplemente que las cosas son así y no te tienes que estar haciendo preguntas constantemente. Al cabo de unos minutos, con la partida ya acabada, volví en mí. Me dijeron que había sacado unas tablas. Ni tan mal.
martes, 9 de mayo de 2023
Karpov
Vale, vale, vale, pero no os peguéis tanto que al final me movéis o movéis las piezas y entonces sí que os tenéis que ir. A ver, con cuidado. Cuidado que estáis muy juntos y aquí además hace mucho calor. Vale, sigo. Muevo yo. Ya. Y mientras mueve el compañero, os voy a decir lo que me parece lo del último campeón, Ding Liren, que me preguntais y no os contesto, pero no os contesto porque no he visto mucho y no conozco y me hago mayor y ya veis que me empieza a molestar un poco todo. A ver si no os movéis mucho que os cuento. Yo iba con Liren. Ya sé que el otro es ruso y que yo soy ruso y que los rusos vamos con los rusos, pero hay algo en la manera de hacer y de ponerse y de estar y de reaccionar de Liren que yo que sé. Que ya sé que va en contra de todo lo que yo soy y he sido pero es que me pierden también estas cosas, estas reacciones, este ahora todo va a ir mal, ahora ya nada, espera que catapum, y ahora se me va la pinza otra vez, ahora vuelvo con todo. Cuidado que estáis moviendo la mesa. Cuidado porque me desconcentráis a mí y desconcentráis también al compañero. Y no habléis todos a la vez porque esto es un follón. Voy a tener que avisar al final al encargado y os va a tener que echar a todos. Venga, quedarse quietos ahí que os cuento más cosas. Este Mundial me ha parecido muy interesante, muy entretenido y me parece que ha servido para devolver un poco de humanidad al ajedrez. Que últimamente parecía que se había quedado sin alma, con tanta victoria del Carlsen. Ahora igual vuelve el Carlsen, dicen. Que vuelva. Me alegra de que haya continuidad. Y os digo otra cosa, que esa continuidad la protagonicen seres humanos, joder, personas que la cagan, que dicen que están jodidos, que al día siguiente dan el petardazo, que ponen caras, que se echan las manos a la cabeza. Joder, que no somos de hielo. ¿No?
viernes, 10 de febrero de 2023
Karpov
Yo una partida como esa la había jugado muchas veces antes. Más o menos, siempre pasaba lo mismo. Una partida que comienza con la clásica movida posicional y en la que de repente me veo en una cierta inferioridad. El tema estaba en que me habían quitado una pieza importante y todo parecía ponerse cuesta arriba. El contrincante estaba convencido de que con esta pieza fuera del tablero, la partida estaba clarísimamente de su parte. Sin embargo, como en otras ocasiones, ante una situación desesperada, que digo desesperada por darle épica al tema, pero vamos, con todo de culo, aprovechando lo que había sobre el tablero, encontré una combinación, la combinación, la maniobra posible ya no para reequilibrar el tablero, sino para finiquitar la partida de un golpe. Porque en el reequilibrio volvíamos a estar en las mismas, así que había que recurrir a la suerte para que ese fuera el momento que terminase la partida. Lo más normal es que ese movimiento no hubiera servido de nada, que ante una superioridad tan manifiesta, el contrincante hubiera solucionado rápido el asunto y se hubiera limitado a un intercambio de piezas que le dejaba de nuevo en superioridad, sin embargo, no contó con que quedaban no pocas piezas en el tablero con capacidad de hacer daño y se encontró con lo que se encontró. Yo una partida como esa ya la había jugado muchas veces antes. Y ahí estaba de nuevo, con esa sensación de que había estado haciendo el tonto durante buena parte de la partida para llegar como siempre a la solución in extremis. Mirando el tablero poniendo cara de barra y pensando en que ese huequecito que se ve ahí y con estas dos o tres piezas, a ver si juntando y dirigiendo el tiro hacia allí sin que se note. Venga va, pon buena cara que con buena cara siempre parece que sí. Y mira.
martes, 27 de diciembre de 2022
Karpov
Pues no lo iba a sacar pero al final me estáis obligando. Y no hemos empezado la partida todavía y ya me estáis obligando a sacarlo. Y no lo quería sacar. Porque sacarlo es ponerme al mismo nivel y habíamos quedado en que yo no iba a ponerme de esa manera, pero tiene uno al final que ponerse con lo que se tiene que poner y dejar claritas algunas cosas porque si no parece uno que es tonto. Y no soy tonto. O al menos no soy tan tonto. Así que al final voy a tener que sacarlo. Y lo voy a sacar incluso antes de comenzar porque ya digo que la paciencia tiene un límite. No es que necesite tampoco de movidas externas para esta partida, pero no me estáis dejando otra opción. Lo voy a sacar. Y lo voy a sacar nada más que para que veáis que todo esto se arregla mucho más fácilmente de lo que podría parecer. Las cosas habitualmente se arreglan de una manera mucho más contundente. Las cosas no se arreglan con tanto remilgo. En un mundo mucho más normal, las cosas se hacen y se hacen. Luego se pregunta. ¿Te he dado? Pues circula. ¿Estabas ahí? Pues no haberte puesto en medio. Es muy fácil. Si no quieres que te den, si no quieres que te arrastre la vorágine, pues no juegues. Porque la partida va a comenzar y yo lo voy a sacar. Y cuando lo saque luego querrás que todo vuelva al punto de partida. Luego vendrás con los lamentos de que es que esto no tendría que ser así, que si fíjate, que siempre me pasa, que yo esto lo hacía porque, y será tarde. Ya será muy tarde. ¿Quién viene contigo? No lo pregunto porque no lo sepa, lo pregunto por si no lo sabes tú. Yo no te lo voy a decir. ¿Son esos los que vienen contigo? Pues no sé si lo saco o no lo saco. Igual no hace falta que lo saque y ya te lo sacan ellos. Si quieres lo saco, la partida no ha comenzado y podemos hacer como que no ha pasado nada, que nos vamos todos a casa y aquí paz y después gloria, pero que viendo quien viene contigo, es que estoy seguro de que te lo van a sacar ellos. Mira, vamos a hacer una cosa. Que es la misma cosa que llevo haciendo con todas las partidas. Yo no lo voy a sacar. Yo voy a ir jugando, como siempre, esperando, esperando a que la cagues, a que hagas el movimiento tonto, la jugada maestra, la combinación que se ve desde el Tibidabo. Yo te espero. Yo voy jugando, preparando, tranquilamente, de vez en cuando me meteré la mano en el bolsillo así, de esta manera, para que sepas que lo puedo sacar en cualquier momento. Que no lo voy a sacar. Ya te lo sacarán esos que dices que vienen contigo. ¿O quieres que lo saque? ¿Lo saco?
miércoles, 2 de noviembre de 2022
Karpov
Estoy regular. No diré que esté bien del todo pero estoy ahí. He pasado un bachecillo malo, la verdad. Y de la misma manera te digo que no tengo muy claro qué es lo que me pasó. Que salía de una cena, que si esto que si lo otro y que la gente además es que es rematadamente cabrona. Así te lo digo. Y cabrona y te voy a decir más, y cabrona y con unas ganas de montarse unas películas que yo que sé. Estás ahí que no sabes ni cómo estás y todo el mundo sabe ya automáticamente qué te ha pasado, cómo te ha pasado, porqué, si tu filiación es esta o la otra o si te están buscando y no te encuentran. Eso es que me pone más malo que otra cosa. Yo que sé qué me pasó. Pues que me pasó y que ya está. Que en unos días estaré otra vez así, como en esta fotito, tan a gusto con la gente, mis partiditas al sol, míralo qué bien anda, qué simpático, pues yo me lo imaginaba de otra manera porque como era el malo y resulta que no, fíjate, si es inofensivo. Fiaros. Fiaros de lo que os cuenta la gente, fiaros de lo que dice la prensa, fiaros. Yo que sé lo que me pasó. Que podría haber sido grave, podría. Que podría haberme ido palante, podría. Que podría haberme quedado con el yeyo encima, pues también. Y oye, que todo haya sido eso. Espero. Tampoco te puedes fiar. No os fieis.
viernes, 28 de octubre de 2022
Karpov
No os fijéis demasiado en la Copa que es de atrezzo. La ponen aquí al lado para que pensemos que la gente se haga la ilusión de que el que gana se lleva el copón este, pero qué va, en realidad nos llevamos una pasta gansa. Lo que pasa es que a la gente parece que lo de la pasta no lo acaba de ver como goloso y prefiere algo que brille, que sea resultón y que parezca que me lo llevo a casa y que pesa mucho y que dónde lo voy a poner y todo eso. He acertado con lo de la manga corta. De manera absolutamente incomprensible, bueno, comprensible porque esto es un desastre que veremos como escapamos si escapamos, hace un calor digo que no es medio normal. Es que por las noches hasta te sobra la ropa. Y claro, con el tema de que en esta época del año ya te quitan el aire acondicionado en los sitios, pues hace un calor que te derrites. Es cierto que si por las mañanas te haces un poco el valiente puede ser que pases algo de fresqui, pero en cuanto pasan de las once de la mañana ya hace un caloraco de alucinar. Y eso. Por lo demás parece que es una partida más o menos controlada, que así desde ahí parece que tiene más piezas y mejor posición el otro, pero es porque me tapan un poco sus piezas, el ángulo de la foto es un poco de aquella manera. ¿Tú me ves preocupado? Tampoco es que me ponga a tirar cohetes ni nada, pero vamos, esto claramente está ya más o menos. No sé. Déjame que lo mire otra vez, pero oye, ojalá siempre estuviera así. La camisa es chula, sí. No suelo ponerme camisas así, pero hoy me he dicho venga, va, prueba a ver con el rojo este a ver. Y bueno, aquí estoy. Ya, la Copa.
martes, 17 de mayo de 2022
Karpov
No sé. De verdad que no sé qué hago haciendo estas cosas. No sé qué se me mete en la cabeza que cuando quiero darme cuenta estoy ahí metido y pensando pero hombre, pero hombre, pero qué haces, que tienes un prestigio, que hay gente que te admira por todo lo contrario de lo que estás haciendo, pero qué quieres que te diga. Son las ganas de agradar. Las ganas de hacer cosas para llamar la atención. Es un algo que me empuja a hacer cosas que provoquen el comentario. No sé qué comentario. Que hagan arquear una ceja, una cara de sorpresa. No sé. Eso. Y aquí estoy, jugándomela. Contra alguien que no sé quién es y en un espectáculo de televisión y con gente esperando a que el tipo este de la máscara me gane y continuar son su movida de querer triunfar poniendo como gancho que sabe jugar al ajedrez. Como yo. Triunfar. En la vida como en el deporte. En la vida. Triunfo. Ganar. O es otra cosa. Ganar no es lo más importante, lo más importante es que sepan que estás ahí. Ganando o estando. ¿Y si pierdo? ¿Y si pierdo contra una persona desconocida? Podría pasar, podría ser que en una de estas que hago finalmente meta la pata y todo el prestigio que un día tuve, lo pierda. También me podría preguntar qué prestigio es ese que tengo. He salido y me han aplaudido porque el regidor o regidora del programa ha dicho que aplauda la gente, pero no saben quién soy. Un señor mayor ruso que va a jugar una partida de ajedrez con un tipo que va enmascarado mientras estos dos pollos me están mirando poniendo cara de seriedad ya que el ajedrez es algo que se hace con la cara muy seria. Partida rápida, que la televisión no está para rollos. ¿Y si pierdo? ¿Y si me desconcentro con algo o yo que sé? Me hago mayor. Puede pasar. Los focos, la gente, el notas este con la cara tapada, los dos pollos mirando. ¿Y si por alguna razón me desconcentro y pierdo? ¿Qué será de mí? ¿Podré seguir siendo Karpov, ese paradigma de lo serio, de lo formal, de la divulgación del deporte a través de mi prestigio? ¿Podré? ¿Qué será de Karpov?
martes, 15 de febrero de 2022
Karpov
Un momento. Qué pasa ahí. Qué están jugando ahí. Qué estás haciendo. Mientras este está mirándose el libro y no es coña, que se está mirando el libro de verdad, como cuando aquel del Casti decía que miraba el libro mientras jugaba, me he tenido que fijar. Es que estáis ahí y me he tenido que fijar al final. Un momento. ¿Esto me ha pasado antes? ¿He tenido antes esta sensación de estar mirando esta misma partida? Me pasan tantas cosas a lo largo del día, de la semana y de la vida en general, que a veces pienso que lo estoy viviendo dos veces. Y no, no lo he vivido. Qué estáis moviendo, qué pasa. Qué pasa con la gente que también está nerviosa. Qué excitación con el ajedrez. Estamos viviendo una nueva era del ajedrez, de repente a todo el mundo le gusta el ajedrez y volvemos a ver a gente jugando en los bares al ajedrez. Yo me lo paso bien mirando. Antes no me gustaba mirar, pero ahora creo que disfruto más viendo jugar que jugando. Ser uno más de esos que no tienen la responsabilidad de mover, de decidir, y mirar, juzgar, sopesar lo que ha hecho el otro y pensar que tú lo hubieras hecho diferente o lo más normal, que es pensar que no tienes ni puñetera idea. No sabes ni moverlas. Ni colocarlas. Ni tentarlas. A ver, qué pasa ahí. Qué está haciendo este que parece que lo tiene tan seguro. Que no se fíe del calvert, que el calvert está como una cafetera, pero como te enganche te hace con el cerebro así y te lo descoloca como un cubo de Rubik. El otro día pasé por una tienda que tenían cubos de rubik, jamás supe jugar si es que se juega al cubo de rubik. No lo entiendo. No te fíes del calvert que ahí que lo ves que parece que le haya ido la pinza te está haciendo el lío en un segundo. Este con el libro no sé qué está haciendo. Tanto leer. Si te voy a crujir a ti también qué te crees, que estoy aquí con la tontuna, haciendo el pipas pero tengo el ojillo puesto en lo mío, que yo también te la voy a preparar fina. Venga calvert dale ya al notas este que parece que sabe mucho. Qué parece que es un listo. Ah, los listos. Y toda esta gente mirando como si estuviéramos en un corral de gallos. Se han gastado tres pesetas también estos en el escenario, mira qué vallas, y este ruido. Qué debe estar pasando por la cabeza del colega ahora. Es que daría yo que sé por saber de qué manera se lo va a crujir. Y que me explique luego el qué. Es más divertido que te lo expliquen que verlo.
miércoles, 15 de septiembre de 2021
Karpov
Venga, cógeme la mano fuerte. Muy bien. Qué fuerte. Madre mía. Cómo coge la mano de fuerte. Yo no sé a quién se le ocurrió la idea esa de que coger la mano fuerte es síntoma de confianza, de estar seguro de uno mismo. Qué manía con estar seguro de uno mismo y de tener que demostrar a cada momento que uno está seguro de uno mismo y qué fuerte coges la mano. Me impresiona que me cojas la mano tan fuerte. Me deja completamente descolocado. Estoy absolutamente fuera de juego porque me coges la mano fuerte. Venga, así, estrechando la mano con confianza. Bien fuerte. Claro que sí. Ya tienes media partida ganada. Parece que llegas con prisa. Seguro que te han dicho que llegar así con sensación de prisa es también conveniente. Que está bien que el otro vea que eres una persona ocupada, que llegas de algún sitio, que ya has estado resolviendo algo antes de llegar aquí mientras tú estás nervioso esperando que llegue el momento. Este es para ti otro momento más de los muchos momentos importantes que ya has tenido durante el día y que no terminará aquí, tendrás más. Eres una persona importante, segura, y te vas a desabrochar un botón porque eres una persona que no necesita las ataduras de las chaquetas ni de los chaquetas. Claro. Coge la mano bien fuerte, fuerte. Con confianza. Que note yo que no estás nervioso, ni que eres una persona de esas flojas que dan la mano así como muerta, como con asquete. No, tú no tienes asco, claro que no, tú coges la mano del otro y te la haces tuya. Una mano como el que coge toda la voluntad del adversario. Ya estoy en tu poder. Me has cogido la mano de una manera tal que más parece que ya has ganado la partida con ese gesto que jugándola. Anda, siéntate.
martes, 20 de julio de 2021
Karpov
Con el calor que hace y con el calor que hace que no se puede pensar nada más que en el calor que hace y que me cogéis además en esta partida contra este señor filipino, no os voy a dar demasiado la paliza, pero si lo que me pedís es que os diga algo sobre el Día Mundial del Ajedrez os diré lo siguiente. Muy rápidamente. Os diré que uno imagina el día mundial de lo que sea como un día en el que nos pasamos el día pensando en algo. O haciendo algo relacionado con. Si es el día de tal pues salimos de manifestación, hacemos algún tipo de anuncio, nos acordamos, lo hablamos y nos proponemos que todo el año será como el día en especial. Mentira podrida. Pero con el día del ajedrez pasa, creo, algo distinto. Porque a fin de cuentas la vida, vivir la vida es como jugar al ajedrez. Ya sé que es un tópico muy manido, pero es que es así. Desde que nacemos hasta que morimos, seamos de personalidad fuerte, de talante calculador o unos viva la virgen de tomo y lomo, nos pasamos la vida haciendo movimientos, tomando decisiones, previendo que si hacemos tal pasará tal y que si la vida nos viene con según que movidas, responderemos de determinada manera. Jugadores de ajedrez que luego han sido auténticos desastres en sus vidas, los hay a centenares, supongo. Porque esto como todo no te conjura contra nada. Pero nos gusta hacer estos símiles y estas composiciones y estas reflexiones de todo a cien que nos consuelan pero que, ya os digo, en este caso yo me lo tomo muy en serio. Si nos pasásemos un día como este día jugando al ajedrez, en realidad no estaríamos haciendo nada por el ajedrez, ya que vivir es la partida superior, la partida máxima, el gran tablero del mundo, todas esas mierdas. Pero que son mierdas con su sentido y con su idea. Yo, ahora mismo, ya un anciano que va dando tumbos sin qué ni porqué por la vida y que me veis aquí jugando contra Eugenio Torre y vamos pasando la vida. Y seguro que no os habéis parado a preguntaros lo del día mundial del ajedrez hasta ahora. Pero es que tampoco merece demasiado la pena. Vosotros ir jugando, ir moviendo y ya irá saliendo. Yo os aconsejo que no os precipitéis, que no vayáis de guays y que poco a poco. Que al final todo sale.
viernes, 4 de junio de 2021
Karpov
Aquí dónde me ven, con la Union Jack al fondo, no sé ni tentarlas. Hay quien las mueve mejor que yo, eso es evidente, siempre hay alguien que las mueve mejor, pero es que no sé ni cómo se empieza. Las piezas están dispuestas, tengo las negras, miro así con cara confiada, pero digo que no sé. Es que no sé. O no sé cómo hacerlo tan bien como lo haces tú. Tú si que sabes. Con la Union Jack detrás parezco inglés. Parezco otro. Me tendría que llamar Ian, por ejemplo. Tengo una cara de ruso que no engaña a nadie, pero así en un primer vistazo, paso por británico. ¿No? Esperando estoy. Esperando y ya os he dicho que sé jugar. El juego que viene de la India, posiblemente adaptación de un juego anterior que vendría de China, que los árabes llevaron a Europa y que aquí me tienes. No sé ni cómo empezar. Es mejor llevar negras para que sea el otro el que de primero. Y luego ya tú sigues. Y disimulas. Ir a remolque. Hay quien no sabe ir a remolque, que tiene que ser protagonista. Protagonista de la partida. Qué pereza. Qué hartura. Ir siempre marcando la agenda. Llevarlo todo preparado. La gente que lo tiene todo preparado, todo previsto, cómo lo harán, qué vida tan poco emocionante. Prepararse tanto para qué. Prepararse tanto implica que tienes un interés. Ir a las cosas con un interés hace que pierda la cosa interés para mí. Estar interesado, hacer las cosas con una estrategia. Yo no sé jugar a esto. Yo no sé hacerlo. Llevo las negras y voy a remolque. Llevo las negras y llevo la negra. Llevo las negras y espero. Llevo las negras y estoy expectante. Llevo las negras y apenas comprendo un poco el juego. Llevo las negras con la Union Jack de fondo. El británico. El ruso. El soviético. Pensando antes de la partida en cómo irá la partida. La partida ya está jugándose. Todo el mundo está mirando. No tengo mal aspecto. La partida es una incógnita. Las piezas todavía no se han movido. No conozco al contrincante. Si lo conociera sería diferente. Una vez jugué una partida contra alguien que conocí. Pero no hemos venido a hablar de mí. Supongo que estamos aquí por el ajedrez.
lunes, 3 de mayo de 2021
Karpov
El frío y metódico Anatoly Karpov intentando aplicar la misma manera de hacer con la pelotita que con el ajedrez. Aquí estoy, mirando, la pelotita, el aro, la pelotita y el aro. El aro y la pelotita. A ver. Con la pelotita en la mano, con la mirada en el aro, con la mirada en la pelotita, pensando. Pensando con la pelota en la mano. Pensando con la cabeza puesta en la pelota y en el aro. El aro y la pelota y la pelota y el aro. Meter la pelota en el aro. Debe ir de esto todo esto. Meter la pelota en el aro y con el aro con la pelota. Y el aro y la pelota. Ahora que tengo más o menos cogida la posición, con la pelota y con el aro. En el campo de entrenamiento, cogiendo la pelota y mirando a canasta. Cojo la pelota y miro el aro. Tal que así. Y con la pelota en la mano y con el aro en la mirada, tengo que lanzar la pelota para que la pelota entre por el aro. Entrar por el aro. Entrar por el aro. Eso es una manera de decir muchas cosas. Que la pelota entre por el aro. Una frase hecha que no sé si tendrá que ver con la pelota o tendrá que ver con las fieras del circo a las que les hacen entrar por el aro. Yo tengo que hacer que la pelota entre por el aro. Que la pelota entre. Que pase por el aro. Significará que lo he hecho bien. Todo está preparado. Hasta me he puesto una camiseta para estar más cómodo en la operación que consiste en meter la pelota dentro de la canasta. El aro, la canasta, la pelota, el ajedrez. El ajedrez nos sirve para casi todo. El ajedrez nos sirve para hacer combinaciones. El ajedrez nos sirve para mirar más allá de lo que está ocurriendo y buscar posibilidades nuevas. El ajedrez es la base de todo pensamiento estratégico. Yo siempre he alardeado de jugar mucho con la estrategia, con el juego posicional. En el baloncesto por ejemplo, no me gusta correr. No me gusta correr con nada. No me gusta ir deprisa. Hacer las cosas rápido. Al momento. No me gusta, no me interesa hacer las cosas por hacerlas. Tengo que hacerlas con una dedicación y con una preparación concreta. No puedo hacerlas así como así. Tengo que hacerlas bien. La pelota, ahora, debe pasar por el aro. Pero ¿y si no pasa? ¿Y si la preparación y la movida ha sido perfectamente planificada y me quedo corto o me paso o la pelota da en el aro y no acaba de entrar? Entonces tenemos un drama. Entonces es cuando tenemos un drama. Porque de qué sirve tanta preparación y tanta meticulosidad si luego algo, el azar, un intangible, el pulso, lo que fuere, provoca que todo haya sido en vano. ¿Y si todo es en vano? No respondas, no me hables. Estoy concentrado en esto ahora.
miércoles, 7 de octubre de 2020
Karpov
La típica situación en la que estás en casa de unos amigos y se lía. Me gusta quedar con gente para desconectar. No me gusta estar todo el día pensando en ajedrez. No me gusta estar todo el día pensando. Pero pienso. Y pienso en ajedrez. Todo el rato. Por eso de vez en cuando me gusta cambiar de aires. Me dijeron que fuera a una casa. De unos amigos. Estábamos en un torneo en Las Palmas. Hacía buen tiempo. Me lo dijo Tal. No tendría que haberle hecho caso. En qué casa de qué amigos de Tal iba a haber gente que me ayudara a desconectar. El caso es que en principio todo iba bien. Todo parecía transcurrir por los cauces normales. Había amigos que conocía de los torneos, pero no eran jugadores. Organizadores, gente de los hoteles, incluso uno de los conductores. Una mujer estaba muy interesada en la vida en la Unión Soviética. Me preguntaba por mi vida allí. Si estaba contento. Que siempre me veía triste. Yo le dije que estaba bien. que en todas partes... y entonces llegó el tipo este. El tipo que empezó a decirme que si los rusos, que si la mafia, que si Fischer. Que si título regalado. Que si comprando. Que si robando. Saca el tablero ya payaso que te voy a crujir. Me calentó. Mira que no me gusta. Mira que intento por todos los medios no hacer el idiota. Pero me calentó. Porqué me calienta así la gente. Soy frío. Soy El Gélido Tolya. Por qué. No lo entiendo. Y ahí me veo. Nervioso, sudando. Encima alguien, desde algún sitio de la casa, alguien dijo 'puto abusón'. Y parecía que éramos todos amigos. Amigos una mierda. A ese alguien se le une otro que dice 'qué cabrón'. 'El puto ruso'. 'Ya me parecía raro que viniera, si solo hace que pensar en ajedrez'. 'Menudo cabrón'. 'Es un mierda, mira que ponerse a jugar contra una persona que encima se nota que está borracha'. 'Y encima luego vendrá con la carita de bueno'. 'Estos rusos son todos unos cabrones'. 'A mí el queme caía bien era el Fischer'. 'Dicen que hay otro, un chavalito así con el pelo rizado, que ese se ve que le da pero bien y además es muy simpático'. No sé lo que duró la partida. Igual no duró ni cinco minutos. Tal me pasó la mano por la espalda. Me dijo que nos fuéramos a dar un paseo. Le dije que no. Pero me fui.
jueves, 25 de junio de 2020
Karpov
Bueno, al final es que un poco te tienes que reír de todo. Porque la verdad, uno se va complicando y se va liando y se va metiendo en una dinámica que, si no tienes ese momento para decir un poco pues a la mierda todo, no, pues para qué. Mírame aquí, con negras, partiéndome la caja porque qué quieres hacer, con negras y ya en este momento de la vida en el que dices, oye, pues con negras, ¿qué no? Pues con negras, pues porque si la vida te ha puesto en este sitio, lo coges y te lo curras un poco como puedas y sin exigencias. Y si encima te partes la caja pues eso que te llevas. Y hace buen tiempo y las plantas te aguantan y el de delante con las blancas se cree que va a hacer algo y lo que es más importante, que ese algo es importante. Y no tiene ni puta idea. Y eso me hace reír. Y una cosa hace que te acuerdes de otra cosa y acabas pues en este punto en el que ya no sabes ni por donde vas. Y lo sabes, pero lo haces para que el otro se confíe. Yo ahora me acuerdo de otras partidas. Sé que no te gusta que te recuerde otras partidas, pero sé que no te gusta que te recuerde otras partidas y te vas a tener que quedar con ellas. Recuerdo una partida que pensaba que tenía perdida desde el principio y que al final perdí. Una partida de las más interesantes que recuerdo haber jugado, que no tenía pies ni cabeza. Ahora me río. Ahora es que me río un poco de todo, como si me hubiera fumado algo, o como si realmente mi hiciera gracia todo. No es lo mismo que te haga gracia todo como que tengas gracia tú. Y yo tengo gracia también. Tengo mi punto. Un punto que puedo encontrar o no a lo largo del día y si lo encuentro y estás ahí, pues enhorabuena. Y si no, paciencia. Esta ahora es mi cara de las negras, de llevar negras. De llevar negras ahora. Antes no era así, antes yo llevaba las negras como se llevan las negras. Con cara de negras. Con cara de resistencia y de aguante. Con cara de encajar. Hice incluso un personaje de eso. El juego posicional. Me creí el personaje del juego posicional y del aguante. De saber medir, de llevar las negras como el que sabe que tiene entre sus manos no solo 16 piezas, también el destino de la vida suya y de las vidas de quienes le rodean y de quienes han sido parte de. Y eso era antes. Ahora me río. Cara de llevar negras ahora es cara de qué me estás contando. Que parece que has inventado el juego este y resulta que me he hecho mayor, no voy a decir viejo, pero viejo también encaja, me he hecho viejo jugando y he descubierto que al final te da la risa incluso con negras y que tú, que pareces ufano porque con las blancas tienes eso que se llama iniciativa y con eso tienes el poder y de eso se trata, de empoderarte y hacer ostentación de todo eso, crees que vas a ganar. Pobre.
viernes, 7 de febrero de 2020
Karpov
Me miro en el espejo y me veo gordo. Cómo he llegado hasta aquí, cómo puede ser que no pueda salir del sofá si que parezca que estoy movilizando a toda la división de cosacos del Don. Cómo puedo haberme convertido en una morsa. El elefante marino, la foca y el pinguino. Todo a la vez. Movimientos al tuntún. Movimientos sin sentido. Movimientos que no están calculados. Cosas que salen al azar. Al azahar. Los mismos chistes ante un público diferente. Es divertido preguntar si todo esto ya lo he contado antes. Mayor, lacio, gordo. Como una nutria. Como un barril. Como un vagón. Apretándome las camisas y recostado todo el día. Moviendo y jugando sin sentido alguno. Al montón, a voleo. Porque no tengo identificado al rival. Es decir. Estoy jugando y no tengo claro dónde está el rival. Igual es que de tan gordo me he quedado ciego o algo. No veo a quién está delante. Y no sé qué hace. Estoy jugando contra mí mismo, podría pensar, pero es que me canso. Me canso y me dan ganas de quedarme así traspuesto. Traspuestillo. Así, encajadito así un poco en el sofá, así poniendo los pies encima del sofá. Así. Mirando las piezas e imaginando las partidas que he jugado y repasando movimientos y quedándome dormido. Dormir y no parar. Y no despertarme para mirar en el espejo y ver la cara de esa persona hinchada, gorda, blandorra. Qué ha pasado. Cómo he podido criar yo esta barriga infame. Cómo me tengo que ver así, si yo era una persona que hacía gala de pequeñito de lo delgadito que estaba y con los bracitos que yo tenía y esas fotos en las que se me marcaban las costillas. Dónde están. Me quedan pequeñas todas las camisas y solo me quedan bien las que me quedaban grandes. No muevo con sentido, no muevo ya con ningún tipo de interés. Quizás estoy perdiendo el interés en identificar al rival. Se mueve tanto, va tan deprisa, es tan cambiante que me cuesta cuadrar una táctica. Me cuesta saber contra quién hay que ir. Y por eso, como que me da pereza ponerme ahora a pensar quién es el rival. Quién es el enemigo. Voy moviendo piezas a la espera de que caiga el golpe. Y tampoco me va a importar demasiado porque me quedo dormido y se acaba todo. Así, puestecito así. Mueve tú ahora, quien quiera que seas. Y me da igual. Me voy a hacer un vaso de leche o algo que son casi las seis.
lunes, 2 de diciembre de 2019
Karpov
Qué amigos éramos entonces. Qué banda tan maja formábamos. No me hablaba al menos con dos o tres de ellos, pero cuando nos veíamos, pues nos dábamos la mano y nos saludábamos y luego cada uno iba a lo suyo, pero teníamos cierta sensación de pertenencia. Claro, porque éramos del mismo equipo. Qué amigos éramos. O no éramos tan amigos. Me llevaba bien con el de la cara de loco. O me caía bien. El de la cara de loco que no estaba loco, que era el mejor de todos. Pero no jugaba en nuestra liga. Fuimos entonces a aquel torneo, a aquella olimpiada y la verdad es que lo hicimos de narices, naturalmente ganamos, éramos los mejores. Éramos tan amigos. Y él era tan listo y sabía tanto y ya estaba siempre detrás mío para decirme lo brillante que era, lo diferente que era de mí, lo mucho que quería parecerse al colega del mechón raruno, porque quería ser tan extravagante como él y tan excéntrico y tan original, pero quien de verdad sintonizaba con él era yo. Yo creo que tengo una conexión especial con esta gente. Yo no soy así en absoluto, pero me atrae. Me lo dijeron una vez, hace mucho tiempo. Te atrae lo bizarro, lo extraño, los personajes fuera del circuito. Y sé reconocer también al impostor en cuanto lo tengo cerca. Y siempre está tan cerca. Siempre detrás de mí. Éramos raros. Yo era como del norte y ellos eran muchos del sur y ellos eran de una manera y yo era de otra. Me imagino a veces rodeado de gente como yo y no me gusta. Prefiero estar con gente que no sea como yo. Pero no opuestos a mí, sino fuera de mí. No sé explicarme. A quien no soporto es al de detrás. Tan listo, tan original, tan mentira. No me gusta la gente que quiere hacerse querer, que busca que le necesites, que le busques, que sepas que está ahí. Ese tipo de gente. Me aburre, me cansa. Prefiero al cara de chalado. No creas que no sé cómo se llama. No se me ha olvidado. No soy tan viejo. Tal. Tal. Qué amigos éramos entonces. Creo que éramos amigos. Al menos nosotros. No sé si lo éramos tanto con los demás. Creo que lo hicimos muy bien. Y siendo tan diferentes ahí estábamos. El sentimiento de pertenencia a algo. Todo eso se ha perdido.
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