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viernes, 4 de julio de 2025

Lo que pesa el corazón


¿Necesitaba el Barça gastarse 20 o 25 millones en Joan García, portero del Espanyol? No, posiblemente hubiera podido contar con un portero de garantías para ser suplente del adorado polaco que les ha robado el corazón y deshacerse de Ter Stegen por un precio mucho más ajustado. Pero necesitaban decirle al Espanyol y a su afición que no son nada y que su símbolo, su nuevo ídolo, tenía un precio. En este caso 20 millones, asumible. ¿Necesitaba el Barça fichar a Nico Williams? Hace unas semanas, un día, caminando por el río, escuché que el Barça desechaba el fichaje de Nico Williams este año. No recuerdo los motivos. Al día siguiente, en Rac1, la misma emisora, decían que sí, que Nico Williams volvía a interesar a la dirección deportiva sobre todo 'por su valor comercial', es decir, importaba poco si Nico es un buen extremo o si tiene gol o su regularidad, sino la capacidad de generar ingresos a través de su imagen y del tandem con Lamine Yamal. El fútbol importaría poco en este caso, sino sobre todo la posibilidad de crear una marca Barça con dos jugadores jóvenes, frescos, que son amigos y pueden generar una imagen que da dinero. A partir de ahí se puso en marcha la maquinaria por la cual Nico Williams, un jugador de fútbol con bastante calidad, de solo 22 años, se convirtió en un preso político, en un disidente atrapado en un régimen dictatorial, en un luchador por la libertad que había que rescatar. El Athletic Club, mi Athletic Club, volvía a ser de nuevo una dictadura, un ogro amenazante, una mafia que extorsiona a sus jugadores para que se queden en Bilbao y no puedan ser felices. El jugador navarro (se hace mucho énfasis en que no es vasco sino navarro y así quitarle pedigree para jugar en el Athletic Club) habría accedido así a renovar un año por el Athletic Club la temporada pasada a condición de que este año le facilitaran su salida. Y el Athletic Club, malvado, ahora estaría poniendo dificultades por odio hacia el FC. Barcelona. Un odio que se debe a nosequé y a nosecuantos y a que el Madrid nos cae mejor. La televisión pública amplificaba este mensaje de Nico prisionero y el Athletic Club obtuso y las entrevistas a presidente, director deportivo, etc., pintaban la cosa como que el jugador quiere pero el club es malvado y no le deja ser feliz. Así iban pasando los días y ya que el Athletic no daba su brazo a torcer y se remitía a la clausula y a que se pagara del tirón y no poco a poco ni a plazos ni con oropeles o cristalitos de colores o con acciones en alguna empresa de catering o con seis palcos en un partido en Qatar, la cosa se iba poniendo tensa. Las aficiones han cambiado muchísimo y las redes sociales nos empujan a reaccionar inmediatamente y con contundencia, con vistosidad, en caso de que algo nos altere. Así una parte de la afición del Athletic Club cayó en la trampa tendida por los medios barcelonistas y consideraron a Nico un traidor, un vendido, un niñato sin sentimientos. Todo el asunto del mural pintado y repintado ha sido esperpéntico. Tanto, que en un alarde de 'la verdad es que sois todos unos gilipollas', el propio Nico y el Athletic Club han utilizado el propio mural como escenario y protagonista del acto de renovación. Al final Nico se queda. Posiblemente todo haya sido una mascarada y el representante tenga mucho que decir en toda esta jugada, posiblemente para atar al jugador franquicia del equipo y conseguir el contrato que buscaba se necesitaba una polvareda grande. A saber porqué se ha quedado finalmente, habrá pesado la familia, habrá pesado el taco que le darán, incluso puede que pese que es realmente del Athletic Club. Pero el papel de los medios y la sobreactuación de estos en su apoyo cerrado al Barça para sacar de Bilbao a un prisionero, a un Sajarov navarro, víctima de la tiranía vasca, ha sido vomitivo. Y ahora, una vez que el plan ha fallado, vienen las recogidas de cable. De repente, Nico no interesaba. Nico no es tan buen jugador. De repente, han esquivado una bala. De repente, le achacan a Nico falta de cojones (sic) para asumir el reto de jugar en el Barça. Personas con altavoz constante en los medios de comunicación públicos catalanes nos han llamado 'esclavistas'. De repente, se acuerdan de Julen Guerrero y de cómo 'jodió su carrera' quedándose a jugar en Bilbao sin entender que Julen Guerrero es un dios, un ídolo, un referente, para todos los aficionados del Athletic Club, algo que no podrán llegar a ser jamás ni Fernando Llorente, ni siquiera Rafa Alkorta. Julen es dios porque se quedó y no ganó nada. Nico no sabremos lo que será pero, ya ganando algo, ha decidido quedarse. Y el Barça no ha pagado la cláusula por motivos que desconocemos, quizás porque no tenían la pasta, quizás porque sabían que no podrían inscribirlo, porque no era deportivamente lo que necesitaban, porque si en lugar de los 60 millones hubieran tenido que pagar 35 la cosa hubiera cambiado. El caso es que los Athleticzales estamos contentos, nos quedamos con un jugador que creemos que nos puede dar mucho rendimiento, que es también imagen de un Athletic diferente, nuevo, del siglo XXI, que también tiene mucho valor comercial. Y el Barça ya vende otros nombres para ir engordando la prensa veraniega. Y yo espero que la próxima vez que vea al Tito de la Penya Johan de Santa Coloma, hablemos de esto echándonos unas risas. Hemos ganado un título antes de comenzar a jugar. Aupa Athletic siempre!

lunes, 7 de octubre de 2024

Crónica de un viaje a Girona. Cementerio indio


Al acabar del partido, personal que destina el Athletic Club a seguir a nuestra afición cuando se desplaza, una especie de mediadores, nos iba saludando uno a uno cuando salíamos de Montilivi. Nos daban las gracias, nos daban ánimo y yo solo quería decirles 'no vengo nunca más'. El Athletic Club no es un club sufridor. Hay otros equipos que tienen fama de pupas, de cagarla en el momento más propicio, de ser una desgracia ambulante, de sufrir descensos tortuosos, de tener una afición acostumbrada a pasarlo mal. La afición del Athletic Club no es así, al menos sobre el papel. Pero. Resulta que jugamos contra el Girona. Yo no recuerdo haber ido nunca a Girona, creo que he ido dos veces, y haber disfrutado. Un día hizo un frío terrible, acabó lloviendo, perdimos sin tirar a puerta casi, hace dos años perdimos también en partido horroroso... el campo está por ahí lejos, si visitas el centro no puedes hacer mucha cosa porque tienes que ir con tiempo para que te miren la entrada porque la entrada es como de un campo de segunda B y bueno. El caso es que este año nosotros estamos bien y ellos están un poco de aquella manera. De hecho vienen de perder en Champions con un cúmulo de desgracias y parece todo propicio para... para que paguemos el pato. Vamos en autocar, cuatro jinetes de la Centenario, acompañados por la Peña Lehoi Beltz de Barcelona y la Bilbo Ondokoak de Sant Cugat. Buen ambiente, gente maja, todo correcto. Llegamos a un bar a comernos un frankfurt y Homobono se hace fotos con todo pichichi, polacos, holandeses y gente del Girona. Las bilbainadas habituales de quien se cree que ser del Athletic es 'bilbainizarse' y no. Veremos por dónde nos salen las vaciladas. El tema, vamos al estadio. Ya he dicho lo de las entradas, hace muchísimo calor. Y empieza el partido y salimos con un equipo bastante potable, casi el titular. Tras un intercambio inicial, se nota que nosotros estamos mejor, más serios. Vamos teniendo control, vamos, vamos, pero no acabamos de. Sancet se está saliendo. Pero mucho. Nos pitan un penalty a favor. Lo tira Berenguer después de un periodo de deliberación que no augura nada bueno. Lo tira regular y se lo para Gazzaniga. Es que no puede ser. Al cabo de unos minutos, pocos, una jugada estúpida en la que Asprilla centra y la pelota va botando pim pam pong hasta que entra en nuestra portería y todo es tan tonto que pensamos que lo va a anular porque... porque... no lo anula. Es gol. Pero si... no puede ser. Pues sí, es gol. Fallamos penalti, gol idiota, pero de repente Sancet liga un par de combinaciones y se planta delante de Gazzaniga y lo fusila. Gol. Bien. Una buena noticia al fin. Buena noticia que dura medio segundo porque Sancet se lesiona al marcar y pide el cambio. Sancet estaba dando una lección de fútbol. Pues no. Sigamos. Media parte, cerveza sin alcohol, comenzamos ahí medio medio como el final de la segunda y en una jugada que parece que no, Williams provoca otro penalti. Williams se dispone a tirar este segundo penalti. No quiero verlo. Pero lo veo. Williams tira un penalti tan infame que no tiene ningún tipo de explicación racional. Pero para sorpresa de todos y todas, el árbitro decide que hay que repetir el penalti. Va Ander Herrera, va, venga, que este parece más serio que ya sabemos que Iñaki tiene el pie cuadrado. Ander Herrera tira un penalti tan lamentable que la pelota va botando hacia los pies del portero. Acabamos de presenciar un hecho histórico. El Athletic Club nunca había fallado tres penaltis en un partido. Nunca. Jamás. Y lo hemos visto nosotros. A partir de ahí, el fatalismo que supongo que nos caracteriza pero que no trasluce en el tópico del hincha del Athletic, nos dice que vamos a palmar. El portero, Padilla, se está luciendo intentando frenar lo irremediable. Pero sabemos que va a pasar. El Girona mete a Stuani, que siempre, siempre, siempre, marca. Sale a falta de diez minutos, en el descuento. Padilla ya le saca una milagrosa. El árbitro nos pita un penalti más que justo. Gol de Stuani. Y yo pienso que en Montilivi antes hubo un cementerio o algo. Y que yo no vengo más. Aficiones. La nuestra no para de animar, no son todos vascos, ni vascas, pero no paran de animar ni en los momentos más ridículos. La afición del Girona es la arquetípica afición que no anima hasta que ya ha ganado. Volvemos al bar del punto de recogida. Homobono sigue haciéndose fotos con todo el mundo. Nos acordamos de Martín Palermo. Me imagino a mi padre pegándole fuego al estadio de Montilivi. Volvemos en el autocar y constatamos que las nuevas generaciones no viven el fútbol como nosotros. Música y jolgorio. Pienso si voy volver a Girona nunca más. Que sé que volveré. Aupa Athletic. 

lunes, 15 de julio de 2024

Identidad, cultura y gol.


Finalmente, en el minuto ochenta y muchos, Oyarzabal recogía un centro a rastroveja de Cucurella y a un toque marcaba el dos a uno. La final de la Euro ya estaba en el saco y la selección Española se iba a proclamar campeona de Europa. La gente de los bloques de alrededor gritaba y celebraba. Se escuchaban los cohetes. Mirar Twitter era un festival. Te encontrabas un poco de todo, pero primaban las cuentas que sigo y que estaban pletóricas porque esta selección, compuesta por jugadores que han puesto sobre la mesa (de manera involuntaria, creo) que este país ya no es lo que tenemos en la cabeza y que nada es como antes y que ese antes aún nos pesa tanto que vemos una bandera nacional y pensamos que es la bandera nacional y cuesta, pero eso está en nuestra cabeza y venga a darle vueltas a lo mismo. Twitter no es la vida. En Twitter te puedes encontrar a personas que se autodefinen de izquierdas (pero vamos) decir que esta no es su selección y que a ellos les representa una selección que refleje su identidad y su cultura. Y yo ya cada vez que escucho o leo lo de la identidad, me tapo la nariz, porque huele. Identidad y cultura. De dónde. Creo que se quieren referir a la catalana. El alcalde de Girona dice que no da el partido en pantalla gigante porque no juega nadie de su país, ojo, y porque esa selección no es la que representa a la mayoría de la gente de Girona. Porque sí. Son tantas cosas que se siguen diciendo como si viviéramos en otro mundo mientras otro mundo pasa por debajo de nosotros y no nos queremos dar cuenta. O que simplemente se nos ve el cartón. Un cartón feo que esconde eso de que soy de izquierdas porque no soy español. Y todo el mundo es un salvaje y hace ruido y no pienso bajar a la calle, porque está lleno de gente con camisetas de la selección. Y es la misma clase trabajadora a la que quieres referenciar o representar o salvar. Se hacen tantas cosas y se dicen tantas cosas. Dicen que va a ir Carlos Alcaraz, que también ganó Wimbledon. Tiene pinta de que lo llevan porque esta selección no parece representar esa españolidad madrileña que necesita su referente para poder identificarse. Identificarse con la identidad. Leo a una twittera de izquierdas que no eres tú que dice que los progres resignificamos bla bla bla. Lees su timeline y te acabas encontrando con el típico tweet PutaEspanya. Los progres somos nosotros. Gente que tiene un marco mental de cuando yo tenía catorce años nos llama progres. Identidad, nuestra identidad. Once chavales jugando a fútbol, donde nos encontramos desde los descendientes de migrantes, a los franceses renacionalizados, a vascos formando el grueso de la selección, a dos chavales de Los Palacios, Sevilla, hasta llegar al facha de Carvajal pasando por Morata y sus tribulaciones y su confesión de que, efectivamente, no ha estado bien y ha necesitado ayuda. Pero bueno. Qué más da. Si ya les costó lo de la selección femenina, que ni por esas, cómo les va a doler esto. Que también nos complicamos la vida, no eres mejor persona por haberte apuntado al carro de la selección, ni eres peor persona por querer que pierda España. Lo que molesta, como todo, es el tono. 

jueves, 11 de julio de 2024

Furia española


Una vez más y para que quede claro, el entusiasmo por la selección española de fútbol masculino jamás me ha acompañado. Dicho esto, aclaremos varias cosas. Esta Eurocopa está evidenciando que eso que llamamos España y eso que llamamos la gente, es algo que debemos acostumbrarnos a valorar de otra manera. Si han sido las derechas las que se han apropiado de las ideas de patria y nación y lo que es y lo que se debe ser por estos lares, la presencia simbólica de dos españoles que no se corresponden con lo que antes veíamos por la calle y encarnaban los valores fundamentales de patatín y patatán, parece haber hecho saltar por los aires las costuras y los puntos del facherío. Dos españoles, (no, me diréis, que Lamine Yamal es catalán y Nico Williams es navarro), dos personas nacidas en el territorio que sale en al mapita que viene impreso en el DNI, se convierten en la imagen de la selección española de fútbol, el recinto sagrado de las esencias patrias. Pero que no son como Don Pelayo, Fernando Hierro o Blas de Lezo. Y hay problemas. Porque no son Catanha, Pernía, Pizzi, Senna u otros jugadores que adquirieron la nacionalidad para jugar con la selección, no, aquí hablamos de dos personas nacidas aquí y que son tan de aquí como la Mahou caliente. Y discúlpenme los compol o los loquesea si en este punto me pongo excesivamente explícito. Efectivamente, en el caso de Lamine Yamal, reivindicar su procedencia de barrio de esos barrios que los fachas de Vox y los fachas de la Orriols, y considerar que sí, que hay que explicitar una identificación con el chaval, es necesario. Porque del otro lado no se andan con ostias. Así que hacer lo que sea para plantar delante de su cara de facha la imagen de Lamine o del athleticzale Williams, es un acto, simbólico como casi todo ya, de antifascismo. Y sí, es simbólico en tanto en cuanto sigue habiendo un racismo institucional en cada paso que damos. Y sí, mientras ponemos pantallas gigantes para aprovechar el tirón popular y juvenil sobre todo, ponemos trabas para el empadronamiento y para mil cosas a esa gente que, luego vitoreamos cuando 'hacen las cosas bien'. Es lamentable, sí. Pero no por eso creo que debamos señalar que, esa gente, es también nuestra gente. Somos nosotros. 
Pantallas gigantes. Los ayuntamientos de signo diverso están anunciando o ya han colocado pantallas gignates para seguir las semifinales o la final. Esto, hace unos cuantos años, se podría ver como oh, en estas tierras, como una provocación españolista tendente a... pero viendo el seguimiento popular y diverso de esta selección y lo que está consiguiendo generar, parece que le da en los morros a quienes lo ven todo como un ataque a su esencia. Precisamente en estos días en los que el mensaje racista, xenófobo, excluyente, parece desatar una ofensiva gigantesca, hay quien le ve fisuras al tema de que la gente se identifique ya no tanto con una bandera o con un país, sino con unos jugadores que juegan bien y que son como sus colegas del insti, compañeros de trabajo, etc. Como ellos. También nos molesta. Nos molesta ver que la gente, nuestra gente, nuestros vecinos, se entusiasman con la selección española porque, caramba, hay cosas que se escapan de nuestra cabecita cuadrada. Cuando vemos vídeos en los que una fuerza política de izquierdas dice que el mayor peligro del turismo masivo es la españolización, cuando la fuerza indepe de derechas a la que todos deben rendir pleitesía porque el objetivo nacional prima sobre el de clase, como es Junts, se niega a que vengan más inmigrantes, cuando tenemos a la Orriols lanzando vídeos de mierda, cuando la identidad parece querer excluir o bien pretender la asimilación a algo establecido de antemano como 'lo catalán' o 'lo español', resulta que por abajo algo se mueve y lo descoloca todo. Y tenemos a gente siguiendo y tifando por la selección que jamás lo hubiera pensado. Y en Pamplona colocarán pantalla gigante. Y en tantos sitios. Y si no se entiende, pues habrá que comenzar a ver mundo. Verlo y sentirlo. Y si no te gusta lo que ves a tu alrededor y no lo entiendes, pues al rincón. Tan a gusto. 

lunes, 17 de junio de 2024

Mbappé se moja


Una de las frases que más me han impactado de la declaración de Kylian Mbappé sobre su toma de posición ante las elecciones francesas convocadas por Macron es que espera que puedan llevar con orgullo la camiseta nacional a partir del 7 de julio. Básicamente está diciendo que si la mayoría de tu país considera que buena parte de los jugadores de su selección en realidad no son franceses de verdad, es que su país da asco. Y eso no ha sido lo único que ha dicho. Porque como ya se ha dicho, lo realmente brutal de lo que ha dicho Mbappé es que lo ha dicho. En un mundo en el que los futbolistas como referentes sociales acostumbran a ser bastante lamentables (el silencio vergonzante de LOS futbolistas ante la situación que vivieron sus compañeras futbolistas fue una puta mierda), con elementos tan asquerosos como Neymar, personas sin opinión como Messi o directamente fascistas como Carvajal, que el jugador más importante del momento, en el momento en el que su futuro va a ligarse al club más laureado, en el momento en el que todos los focos están sobre él por la celebración de la Eurocopa, que este jugador, que este símbolo, que este depredador de contratos diga que hay que votar 'contra los extremos' es ciertamente destacable. Y aplaudible. Y loable. Seguro que habrá quien piense que no ha dicho nada cuando... ni cuando... ni para... ni por... pero está diciendo esto ahora y esto ahora es lo importante. Porque no vamos sobrados de nada. Y mucho menos de voces que digan algo parecido a esto. La extrema derecha, las ideas testosterónicas, las ideas de elogio de la riqueza, del poder, del dinero, del lujo, calan hondo en amplios segmentos de la población. Nos merecemos ser ricos, la limo, el peluco de oro, la ropa de marca, todo, absolutamente y como no podemos, porque no llegamos, nos frustramos y me cago en todo. Me cago en todo. No pasa aquí, pasa en todas partes. No entendemos lo que pasa en las calles. Ana Peleteiro ganando una medalla de oro... española. Jordan Díaz, otra medalla de oro... española. Ambos no son esos españoles que tú tienes en la cabeza. Porque Europa está cambiando. Lamine Yamal, Nico Williams. Antes fueron otros. Y es lo que hay. Ante esta certeza, seguimos viendo imágenes en la tele de aficionados españoles que consideran que hay que vestirse de torero para animar. Porque los jugadores serán una cosa, pero ser español de verdad, es otra. Eso nos pasa aquí. Eso pasa también en Francia. Y en el mundo. Y que un jugador de fútbol, no solo eso, el jugador de fútbol por excelencia se atreva a hacer un discurso como el que hizo ayer Mbappé, es un milagro. Celebremos el milagro. Un futbolista es capaz de articular un discurso político y se moja. Sin problemas. Hasta ahora. 


PD: Unai Simón, portero del Athletic Club y de la selección acaba de decir que él es jugador de fútbol y solo debería hablar de temas deportivos. Vergüenza. 

miércoles, 29 de mayo de 2024

Núñez - Jordi Call


A ver, por empezar por algún lado, os diré que esta serie me ha gustado mucho y me ha gustado más porque retrata una época, un personaje, un momento, en el que el Barça era otra cosa. El Barça de ahora, el Barça que nace con el relato del cruyffismo, con el invento del juego de posesión, con el ganar jugando bien, con ganar y ser bueno, ser el más bueno, el que se merece ganar porque es el mejor, ese Barça de ahora, no ha sido siempre así. El Barça era otra cosa, el de fútbol, el que siempre se daba un tiro en el pie, el que se veía saboteado, la víctima de una conjura, el Barça en guerra contra el mundo, el Barça que en el momento clave, la liaba, un presidente que no sabías cómo pero era capaz de leer los sentimientos de un tipo de socio concreto que no era el que uno imaginaba, un Barça áspero, un Barça que perdía de manera sistemática. Hasta que aparece Cruyff y el relato comienza a cambiar y ese relato es el que triunfa, a pesar de Núñez. Aunque haya voces en el documental que nos digan que es precisamente Núñez quien consigue crear la estructura para que ese discurso triunfe. Sin embargo, él mismo se encargará de sabotearlo. O quizás, él de lo que se ocupaba era de preservar un poder que le permitía ser alguien en una sociedad que le negaba el derecho a ser 'uno de los buenos'. Porque este documental, serie de cuatro episodios, retrata muy bien eso que es este país llamado Catalunya. Un lugar donde tienes que aspirar a que se te reconozca como apto, bueno, homologable, digno de ser acogido, sin discutir quién manda ni quién detenta la potestad de decidir y decir qué es catalán y qué no lo es. Así, la llegada de un personaje de derechas, españolista o al menos no catalanista, al frente del Barça, será combatido especialmente por la derecha catalanista con ferocidad. Y esa lucha es fascinante. Se utilizan medios, jugadores y entrenadores y de manera insospechada, será Núñez quien sobreviva a todo eso hasta que a él le de la gana. El desgaste de los años y los constantes charcos, así como un comportamiento fraudulento, finalmente se lo acaban llevando por delante, pero esa capacidad para resistir y poner de los nervios a los detentadores de lo correcto, sale a relucir muy bien en el docu. Eso que se dice al principio  de que Núñez conectaba con un socio llegado a Catalunya y que abrazaba al Barça como un triunfo personal, respecto al que tenía al Barça como algo propio, de nacimiento. Es fascinante todo lo que dice un documental que en principio solo debería hablar de fútbol y de un presidente imitado y caricaturizado hasta la saciedad, con esa guerra cultural que se vive en este país desde hace años. Qué es y qué no es. Incluso la elección de los opinadores, sus silencios, sus ideas, sus orígenes, nos dicen tantas cosas. Un relato fascinante de un tiempo, de un país, que nos cuenta que, como siempre, el fútbol no es cuestión de vida o muerte, es mucho más importante que eso. Quicir.

lunes, 8 de abril de 2024

Athletic Txapeldun.


Igual esperabais que no se escribiera sobre esto, pero es que lo que pasó el sábado por la noche, ya domingo de madrugada, no había pasado desde hacía 40 años. Muchos no lo habían vivido nunca. Otros éramos tan pequeños que nos acordamos como en un sueño. Centraba Argote, la bola se le iba un poco alta, pero bajaba y la recibía Endika que bajaba con el pecho y la clavaba y todo lo de después. Todo. Otros pensaban que esto ya no lo iban a vivir nunca. Estuvimos a punto muchas veces, pero siempre pasaba algo. Yo me acuerdo de la final que vino justo después de aquella de Endika. Contra el Atlético, atacando atacando y sin marcar y uno a cero y para casa. Y esa sensación de que era injusto. Pero bueno, igual otro año... nunca pasó. Nunca ganamos nada. Jugamos finales, sí, pero casi siempre teníamos cara de perder antes de empezar. Y tantos partidos. Tantas eliminatorias perdidas de manera infame. Y pensar que este, precisamente esta final, con este equipo precisamente, esta colección de jugadores, muchos de ellos a los que no dábamos por titulares ya no en el Athletic sino en muchos equipos de Primera, con estos hemos sido campeones. Pero es que además de estos, es que tenemos otros con los que no contábamos. Me estoy yendo. El sábado viví algo que pensé que no iba a vivir. Ni siquiera cuando se supo que la final era contra el Mallorca, equipo que está sensiblemente por debajo del Athletic, me las prometí felices. En otras circunstancias yo iría con el Mallorca, equipo pequeño, a defender, a perder tiempo, a llegar a los penaltis, como Italia en en tantas ocasiones, como aquella Argentina del 90, como esos equipos que nunca ganan una final y un día la ganan. Y como lo sabía que eso podía pasar, tenía miedo. Y no me gustaba que hablaran ya como si la final estuviera ganada. Y sabía que íbamos a sufrir. Y sufrimos. Y sufrí. Mucho. Ni un momento de paz, ni un momento de sosiego. Ser del Athletic Club parece que está reñido con la sobradez que se presupone a los de Bilbao. No puedes nunca ir de sobrado. Ni un segundo de paz. Partido con nervios, partido de nervios, mal para el Athletic. Lo salvamos por los pelos, lo salvamos sufriendo, lo salvamos en los penaltis, pero lo salvamos. Ganamos y somos campeones. Esa gente que dice 'porqué dice ganamos si tú no juegas, si los clubes son patatín y patatán', dejarme en paz. De verdad, dejarme en paz. Yo jugué ese partido el sábado, durante dos horas estuve en tensión, me cansé, tenía agujetas el domingo. Y más cosas. Nos juntamos unas 20 personas en el Gaudir, la Peña Centenario revisited. Todos los clásicos vivos. Gente nueva, gente joven que se sumó después de tanto tiempo. Algunos habían ido a Sevilla. El partido, como siempre. Nervioso, en un momento estallo, empiezo a cagarme en todo, todo mal, joder. Joaquín me dice que siempre hago igual. No lo sabía. Me quejo cuando va mal peero cuando va bien no digo nada. Alba me mira con ojos como platos y no deja de hacerme fotos a las caras de pánico, terror, preocupación que pongo. El book es inenarrable. Han venido dos merengones, quizás tres, para ayudar. Un merengón no viene a ver la final si no es porque va a ganar el equipo al que anima. Estoy de pie ya toda la segunda parte y hasta el final. Con los penaltis, a pesar de que el primero de Muriqi lo tira de puta madre, tengo una corazonada. Una va a la grada. No contaba con que Julen parara uno. La cosa se pone de cara. La vieja guardia, Raul García y Muni no perdonan. Vesga tira el penalti y se resbala pero lo mete. No podemos perder. Una va a la grada. Berenguer es el jugador idóneo para tirar ese penalti. Lo mete. Entonces sí. Entonces yo había imaginado que iba a llorar. Que no había llorado desde hacía mucho tiempo, ni cuando se murió mi padre, ni cuando me casé, ni tantas otras veces. Pero solo de imaginar lo que iba a pasar me emocionaba. Y sin embargo, cuando marcó Berenguer estaba tan contento que no podía llorar. Estaba contento y estaba contento acordándome de mi padre, abrazado a mi hermano, tantos paseos camino de cualquier parte hablando del Athletic, acordándome de mi padre, pero no lloraba. Estaba tan contento. Estoy tan contento. Se acabaron las camisetas gafes, se acabó. Somos campeones de Copa, al fin. Lo hemos visto, hemos visto a Muni subir la copa. Hemos visto a los hermanos Williams abrazándose contentos por fin. Hemos visto cosas que pensamos que no veríamos nunca más. Tantos partidos, tantas decepciones, tantos pies fríos, arrimando la estufa en eliminatorias deprimentes para perderlas. Aquella eliminatoria de la que se acordaba el Oscar contra el Formentera que fuimos a la peña solo él y yo. Y perdimos. Y hemos ganado. Y no hay nada más grande que ser del Athletic Club. Y hay una foto con mi hermano, unas cuantas con mi hermano, que creo que voy a hacer un poster. Julen, De marcos, Vivian, Paredes, Yuri, Prados, Galarreta, Williams y Williams, Sancet y Guruzeta, súmales Lekue, Vesga, Berenguer, Raul García, Muni, Unai Gómez... no nos vamos a olvidar nunca de estos jugadores. Campeones de Copa, copón. Su su su su su su sun, Athletic Txapeldun!

martes, 19 de marzo de 2024

25 años de Peña Centenario Athletic Club en Santa Coloma


Qué cosas tiene el subconsciente o la puñetera casualidad, pero esta mañana sin saberlo yo o tener ni pizca de conocimiento me he dicho 'pues ponte esta camiseta misma debajo de la camisa'. Sin saber. Y resulta que llega el Óscar y nos dice que hoy hace 25 años que se fundó la Peña Centenario Athletic Club de Santa Coloma. Y qué cosas. Y cuántos recuerdos. Recuerdos del día de la inauguración, con el Presi, el Juanma, pletórico, acompañado de la Manuela de Madre, la alcaldesa, de un directivo del Athletic Club que creo que fue un tal Otxoa y vino Maguregui, nada menos que Maguregui, aunque yo no le hice mucho caso. No sé si vino otro ex jugador, pero Maguregui nos pareció como extraño, al menos a mí. Y mi padre, hinchado como un pavo. La foto en la que estamos con el escudo de la peña oficial, creo que la hicimos en lo que es ahora el restaurante al lado de la Capfoguer, o fue en el Castellet d'Andreu, no recuerdo, pero estábamos que no cabíamos en nosotros mismos. Toda esa gente era del Athletic. Toda esa gente ha acabado siendo parte de nuestras vidas. Son muchos recuerdos de 25 años, muchos de esos años impenitentemente yendo a ver el partido. Sábado, domingo, a la hora que fuera. El partido del Athletic en la peña era sagrado. Domingos a las nueve de la noche, con frío, partidos donde no jugábamos a nada. Aquellos años de sufrimiento. Aquellas discusiones sobre fútbol que no terminaban nunca. Aquellos años en el local de la antigua peña Gol 3000, aquel tipo que venía y nos decía que bailar flamenco, que si sabías bailar flamenco, lo demás era sencillo. Aquel otro tipo que cantaba 'soy de Atxuri'. Tanta gente que venía, tanta gente que llevaba su chandal del Athletic como el que llevaba el traje de Armani más caro. Esa gente, Juan, Chamizo, el otro señor Juan de Algeciras, la señora Virtudes, los hermanos Artero, Javitxu, la juventud que éramos el Óscar, el Mikel, el Gorka, el Luciano, mi hermano, el equipo de fútbol de la Peña Centenario, que jugábamos con equipación falsa pero rojiblanca y éramos malísimos pero temibles cuando estábamos cabreados, tanta gente que ha pasado por la peña y tanta gente que nos ha dejado y a la que han enterrado con la bandera del Athletic siendo de Huelva, de Algeciras... Me acuerdo de mi padre viendo los partidos del Athletic en la peña. Llegar con él y separarnos, sentarnos en asientos diferentes, él delante, en primera fila y yo atrás, porque no podíamos ver el partido juntos, porque era una discusión constante. Mi padre cabreado, tirando la botella de agua, dando paseos por el pasillo entre las mesas, cagándose en cosas pintorescas, variopintas, variadas, exageradas, absolutas, totales, cabreándose lo más grande y pasando a la alegría más desaforada cuando el Athletic marcaba. Su Athletic. Su repetir el nombre del goleador tres veces. Aduriz, aduriz, aduriz. Julen, julen, julen. Llorente, llorente, llorente. Las tradiciones, las supersticiones. Los encuentros en Gamiz Fika, la entrevista con la húngara sobre el Athletic, los viajes en autocar con el presi, el presi fumando atrás, el presi y todo el catálogo de anécdotas, historias, momentos del presi. El hombre aquel que entró a cagar en el lavabo y por poco nos mata a todos y creo que nunca volvió. Los Pulido y esa familia que hemos visto crecer desde que eran unos niños y claro, joder, que han pasado 25 años y ahora son unos chavalotes y la Lucía es la más athleticzale de todas las athleticzales del mundo. Y los hermanos y las broncas en el momento más insospechado. Y el Alegre y su hijo. Y Joaquín y su chándal eterno. Y Homobono, eterno él mismo, con su chapela en cualquier momento y en cualquier lugar, el tío más majo del mundo y no podía ser de otro equipo que del Athletic, a cualquier hora, siempre. Y aquella vez que fuimos a ver al femenino al Mini Estadi y la Irene Paredes marcó un golazo desde su casa. Y las veces que íbamos al campo del Espanyol, a montjuic, y el gol de chilena de Urzaiz en el último minuto que yo creo que no me he alegrado más de una cosa en mi vida. Y aquella temporada que jugamos la Uefa con Bielsa y nos tocaba jugar muy tarde y los vecinos se quejaban y no podíamos gritar y dio la casualidad de que el Athletic no dejaba de pasar eliminatorias y no cantábamos los goles, todo en silencio, y qué decepción cuando perdimos la final y cuando fuimos a Barcelona a la final con Valverde que la perdimos también y estábamos en Barcelona pero incluso aquí éramos más que la culerada. Y poder decir que tenemos una peña en Santa Coloma de Gramenet, provincia de Barcelona, una peña del Athletic Club  y que todo el mundo te pregunte porqué mierdas eres tú del Athletic y tener que contarle la historia de mi padre y la de tantos padres y abuelos que eran del Athletic y no habían pisado Euskadi en su vida y éramos y somos tan del Athletic que aunque ya no vemos los partidos juntos, porque la vida d ela gente cambia, los locales desaparecen, los bares, los que comenzaron ya no están y nosotros hemos aguantado lo que hemos podido, aunque todo eso haya pasado, tenemos un grupo de wasap donde religiosamente cada día de partido se comparte la alineación y se va siguiendo el partido casi como si lo estuviéramos juntos. Aunque mola más en persona, y hablar de Javi González, o Javi Casas, o Merino, o aquel central, cómo se llamaba, aquel que luego se fue al Celta y era más blando que yo que sé, o de este chaval del juvenil que hemos fichado y que dicen que es muy bueno, y acabar hablando de conciertos. Y aquellas 24horas en las que me expulsaron dos veces. Y esos viajes a Girona con la mierda de frío que hace allí y mi padre orgulloso con su bufanda del Athletic caminando por esas calles. Y mi padre, hoy día del padre, fíjate, qué casualidad, todo el mundo poniendo fotos de sus padres y hoy es el día de la fundación de la peña, el partido a la peña, mi padre cuando ya no podía hablar, justo después de venir del hospital, no se podía perder la cena de Aniversario y no podía dejar de gritar Apleeeeepi, como saliera. Porque el Athletic es tu otra familia, porque el Athletic es tu padre. Viva la peña Centenario y Aupa Athletic todos los santísimos días del año, joder.   

viernes, 25 de agosto de 2023

90 minutos que cambian el mundo


El pasado domingo, después de un partido emocionante y de una no menos emocionante racha de partidos en los cuartos y semis, la selección española ganaba el Mundial de Fútbol. Femenino. Es importante esto último, porque no es simplemente un partido o un campeonato. Es femenino. Y es fútbol. El fútbol no es baloncesto, no es atletismo, no es natación. El fútbol, guste o no, es el deporte que tiene una dimensión que trasciende del mismo juego. Significa muchas cosas. Que la selección española consiga el mundial es importantísimo porque pone a las mujeres en la primera línea de la atención, el foco sobre ellas, de repente, conocemos a Putellas, Hermoso, Paredes, Coll, Bonmatí, Carmona... y lo que parecía frikismo se convierte en natural. Las mujeres jugando al fútbol. Las mujeres ganando. Y lo que ha sido más iimportante, no ha sido un triunfo por casualidad. La lucha de las mujeres futbolistas por dignificar su deporte, su trayectoria, sus luchas, sus demandas, deberían servir como indiscutible banderín de enganche para todos aquellos que, por lo que sea, nos ponemos de parte de quien lucha por sus derechos. No ha sido la típica victoria de churro, ha sido una victoria trabajada y luchada. Por todas las jugadoras que echaron al dinosaurio Quereda, por las 15 que dijeron basta, por las 3 que no se fueron pero también por las que volvieron para jugar y ganar. Una victoria que significa muchas cosas, significa tantas cosas que no verlo, no entenderlo, no calibrar que esto es un salto adelante y que estas mujeres no son solo deportistas conn una habilidad, sino que son luchadoras, y quienes llevan adelante la vanguardia de una lucha que tiene muchos frentes, quedarse en que no te gusta el fútbol o que la selección española es 'española', es reaccionario. ¿Conocen ustedes algún futbolista de la liga española que haya hablado de su sexualidad? El fútbol femenino lleva miles de años de ventaja en esto. Y en tantas cosas. Y entonces, cuando pese a todo, pese a absolutamente todo, se consigue ganar un mundial, llega el presidente de la RFEF y se pone valiente. Valiente para el besuqueo, para tocarse los cojones, para tirar de cojones para celebrar un triunfo donde los cojones precisamente no han sido el fundamento, besuquea y encima chantajea, mafiosea, insultay hace todo lo posible por convertirse en protagonista de algo que no le tocaba. Y de golpe, el triunfo de la selección femenina convierte a todo el fútbol español, a todo, periodistas, jugadores, clubes, en una cosa antigua, carca, machuna, ceporra, antigua, tan antigua que parece mentira que hayamos sido seguidores de algo tan cavernario, tan rancio, tan mugriento. Periodistas que en el primer minuto se reían de las cosas que estaban pasando de repente se dan cuenta de que la ola que ha llegado les ha cogido por sorpresa y tienen que rectificar, pero no lo entienden, pero tienen que variar su discurso y siguen sin entenderlo. Y pasan los días y todo se vuelve oscuro y al mismo tiempo luminoso. El gol de la jugadora Olga Carmona ha desencadenado un marasmo de cambios en la sociedad que han ido, por desgracia porque se ven acompañados por la reacción tanto del presidente como del entrenador Jorge Vilda, infame, en cascada hasta que... llega la comparecencia del presidente Rubiales en la que iba a presentar su dimisión. Y entonces, todo ha sido grotesco, todo, desde sus acusaciones al falso feminismo, a la reivindicación del Campeones en masculino, al pico y no beso, a la narración de los hechos, a pedir perdón a la casa real pero no al resto del mundo, a todo, absolutamente todo, todo ha sido tan increíblemente absurdo, machista, sensiblero, cobarde, rancio, acusica, faltón, derrochador del dinero público anunciando una renovación de medio millón de euros por la puta cara a alguien a quien las jugadoras NO Quieren...., alguien a quien le ha atribuído los méritos, ignorando a las 15 jugadoras que se plantaron. 

Todavía es por la tarde y mi club, el club de mis amores, el Athletic Club, no ha dicho palabra. Hace 20 años el Athletic Club puso las bases para montar una sección de fútbol femenina ejemplar. Hoy el Athletic calla. El Jose, un compañero de la Peña del Athletic de Santa Coloma. siguiendo al femenino por esos campos, se terminó convirtiendo en un divulgador fotográfico amateur, por la cara, voluntario, ya que nadie había reparado en que esos partidos necesitarían una ficha técnica, fotografías, las cosas que habitualmente se hacen en los partidos del masculino. Esa precariedad de medios. Esa dejadez. Hace cuatro años, en casa ya vimos el Mundial femenino. Pensamos, oh, este mundial servirá para que cada vez más gente siga el fútbol femenino y... bueno, pasaron cuatro años y la rebelión de esas 15 jugadoras tuvo que darse para que las mejoras llegaran. 

Lo de hoy del presidente de la Federación ha sido dantesco, un escándalo que debería teneer consecuencias inmediatas, dimisiones, ceses, etc. El silencio de los futbolistas está siendo palmario. Y el cambio de paradigma que se está viviendo está siendo tan grande que en una semana se le ha dado la vuelta a todo como un calcetín. Lo que parecía únicamente reservado para machotes sin mancha, ahora ya no lo es. Y cuando el negocio peligre, todo saltará. 

90 minutos de un partido de fútbol en Australia que para algunos no era nada, ni significaba nada, no tenía importancia o era 'español' y nada más, resulta que está poniendo patas arriba tantas cosas a tantos niveles que el gol que se está marcando, se recordará por décadas. 

martes, 6 de junio de 2023

El Athletic Club y el aburrimiento


He visto muy pocos partidos del Athletic Club esta temporada. He seguido muchos mediante el Twitter o los comentarios de los colegas en el grupo de Whatsaspp. He visto resúmenes de partidos. Vi, por ejemplo, el resumen del partido del Athletic Club con el Elche. Penúltimo partido de Liga, jugando en casa contra un equipo descendido, si el Athletic ganaba se colocaba en séptima posición prácticamente asegurando jugar el año que viene una competición europea, la Conference League, que es un mojón, pero es un mojón que te permite ganar un dinerito, sanear cuentas y ver mundo. Un pequeño éxito. Pues el resumen de ese partido era de no creer. Una sucesión sin cuento de ocasiones de gol del Athletic, algunas de ellas falladas de manera esperpéntica, casi cómica, para acabar palmando en el último minuto con un gol de chiste. Y la temporada al carajo. No se fastidia la temporada en ese partido, se fastidia en muchos otros que han repetido sistemáticamente el mismo guión. En casa: salir bien, empezar a carburar, fallar las primeras, las segundas, las terceras, acabar el partido sin goles o bien perdiendo en casa. El caso del Betis fue sangrante, un equipo que venía deshecho marca nada más empezar y el Athletic se estrella contra su propia impericia. El del Sevilla, el Athletic juega y juega y en el último suspiro regala un gol, pero regalar de regalar un gol, penalty patapum. Fuera de casa: deambular, si el equipo contrario nos marca reacción y no pudo ser. 

Este año el Athletic Club parecía venir de manera diferente. Valverde en el banquillo, nueva directiva, se decía que habría rockandroll, respecto al atocinamiento futbolístico de la era Marcelino. Ahora íbamos a jugar. La primera parte de la temporada fue un espejismo. El equipo era básicamente el mismo, pero las piezas se habían movido. Un 4 3 3 con un Sancet que parecía saber a qué jugaba y un Nico Williams que la rompía. Seguíamos fallando mucho pero parecía que. Pero no. Al volver del Mundial el equipo se hizo plomizo. Se movieron piezas otra vez y el equipo parecía aburrido. Se iba ganando a quien se tenía que ganar pero no se ganaba a nadie que no se debiera ganar. Y llegó la copa. Y llegó la semifinal contra Osasuna. Y llegó ese partido clave donde se volvió a fallar. En la ida un partido deplorable, tristísimo. En la vuelta el consabido 'se falló mucho', tanto que no era merecido pasar. Con la Copa fuera pareció vivirse un momento liberador, el equipo ya no tenía presión, podía jugar y se jugó unos pocos partidos. Se ganó a la Real. Temporada salvada. Podemos optar a los puestos de Europa League. Cada partido podía ser decisivo, estaba la cosa barata. Pues es ahí donde el Athletic ya cansa. 

Cansa que cada partido decisivo el Athletic se hunda, no de la talla, el rival nos pase por encima, el rival sea claramente superior incluso ganando por la mínima, que parezcamos sensiblemente peores, que no lleguemos. Y que en nuestra cabeza eso no se acepte. Que seguimos pensando que. Y no. Y te aburres. Te aburres de que en los grupos de whatsapp digan 'este partido es decisivo' y sepas que es la señal para el derrumbe. Aburre saber que el Athletic el día que tiene que cumplir, desaparezca. Y otro año de nada. 

Acaba el año y somos octavos. El peor equipo de Euskadi. La Real lejísimos y Osasuna finalista de Copa y nos quita la Conference. No hay mucho motivo para la alegría. Se va Íñigo Martínez y no vendrá nadie. Laporte tiene más cara de acabar en la Real que de volver. Ningún jugador de Osasuna querría venir. La cantera ha sido un auténtico fiasco. No se ven jugadores qué solucionen problemas como la pericia en el área rival, o la contundencia en la propia. Valverde seguirá y la sensación es de que el problema no es Valverde. Tenemos dos porterazos y jugamos a que nos sobre uno. Que sea Simón porque Aguirrezabala tiene el nombre más largo y es más kosher. Y así seguimos. Aburriéndonos cada vez más. Aupa Athletic, sin embargo.  

miércoles, 11 de enero de 2023

El país de la extrema derecha


Las imágenes podían engañar. No estaban celebrando algún éxito de alguna selección deportiva, preferiblemente la selección de fútbol, que es la que en cualquier país, como todo el mundo sabe, es capaz de lanzar a la calle a tantísima gente enfervorizada. Eran exaltados de extrema derecha que asaltaron los poderes institucionales brasileños para reclamar un golpe de estado, una intervención militar, que bajase una versión chucknorrisada de Jesucristo a la Tierra para que les salvase del comunismo. El comunismo que encarna Lula Da Silva, vencedor de unas elecciones democráticas en las que se tuvo que concentrar todo el voto que no estaba pensando en clave Chuk Norris, desde la izquierda a los centristas pasando por los liberales, pero qué más da, todo es comunismo. Llama la atención la apropiación de los colores del equipo nacional, la apropiación de la bandera. Llama la atención en Brasil y aquí nos llama la atención de aquella manera. La apropiación de la bandera, que los españoles sean unos y no todos, que los catalanes sean unos pero no todos, que al ver una bandera unos sientan repulsión y los demás desapego y viceversa, es algo a lo que aquí estamos bastante más acostumbrados. Pese a que hoy en Twitter te puedes encontrar a gente con la bandera nacional en el perfil soltando cosas de izquierdas, la visión del símbolo te hace mirar con desconfianza. Hubo un intento, en los primeros tiempos de Podemos, de hacer de la bandera y del patriotismo, una herramienta para expandirse. No sé si eso continúa siendo. La bandera, envolverse en la bandera, llevar la bandera a conciertos, siempre me ha parecido raro. He llevado camisetas de equipos, camisetas de selecciones, pero nunca he llevado la de aquí. La extrema derecha piensa siempre que el país son ellos. Que puede ser cierto, porque ser un patriota debe ser algo muy extremo. Sentir amor por el país. Por cualquier país. No me iré a citar a los clásicos como La polla Records, pero siempre quedó en mi una especie de idea extraña sobre porqué uno es de un país y otro es de otro. Porqué nacer a diez kilómetros de una frontera u otra, te puede hacer de un país o de otro y por ende, has de defender ese tal como tu propia nosequé porque.... no me alcanza. El país, la nación, etc. Si acaso tu nación o país ha conseguido algo glorioso, pero a nivel muy colectivo, a nivel ganar una guerra una vez que significó una catarsis, ha protagonizado una revolución que ha cambiado el orden y ha dado bienestar a todo su pueblo, no sé. Algo así. Menudo jardín, verdad. Nacionalista. Es un jardín. Ahora podría decir que no soy nacionalista, que soy republicano porque quiero construir un país tal, pero es que no quiero construir ningún país. El bienestar no está en el país, será que está en la gente. De este país, de ese, de aquel, de todos. La camiseta del equipo de fútbol para definir los que somos de este país y los que son de aquel. La cultura, la lengua, la tradición, el desfile, el fútbol, los cantes y los bailes, el flautín y el pandero, la faja y la bota de vino, el cinturón con tachuelas, el gorrillo de medio lao, el mapa del territorio, la amenaza de otros pueblos que contaminan nuestro bonito mundo. Todo eso. Menudo jardín. ¿Habéis leído la última chorrada de extrema derecha pero es Houllebeq y posiblemente es que no le entendáis? Nuestra cultura, mi vaca, no me hablan en mi lengua cuando pido un café. No me siento satisfecho. Menudo jardín. 

martes, 6 de diciembre de 2022

España, perdiste


Se acabó. La peripecia de la selección española en el mundial ha terminado con una derrota por penalties en los octavos de final contra Marruecos. Se pudo ganar. Pero los condicionantes pesan siempre en una cita como esta y lo que sobre el papel parece fácil, finalmente se puede convertir en un obstáculo insalvable. Cómo superaremos la intrusión de Mariano Rajoy en la crónica, en el periodismo, en la literatura. Cómo intentaremos no caer en su ejemplo poderoso, en su concisión, en su saber ir al grano y salirse del grano todo a la vez. Cómo volver a escribir sin tener la sensación de que puedes caer en el marianismo sin tú quererlo. Porque no sabes más. 

Puto mundial de fútbol. Puto Qatar. Yo he sido de los que, culpablemente, me he desdicho del boicot a un evento deportivo que ha costado miles de vidas y, vergonzantemente, no he podido evitar ver partidos del mundial. Creo que el partido de hoy ha sido el único que he visto de principio a fin. Me encanta el fútbol, me chifla el fútbol y el Mundial siempre ha sido la cumbre, el momento en el que puedes ver esos partidos que parece que no le importan a nadie pero donde uno puede sacar cosas que le pueden durar años. Un Ghana Corea del Sur, por ejemplo, o esa primera parte del Japón Croacia, o yo que sé. Fútbol. No deberíamos haber visto ningún partido de este evento miserable, pero ya saben cómo hacerlo para que, mal que bien, los enfermos necesitemos de la dosis que solo además de manera culpable podemos consumir. El mundial no ha terminado, solo ha sido eliminada la selección española, y hay que hacer algún tipo de comentario.

Puto mundial de fútbol. España ha sido eliminada por Marruecos después de un partido más bien plano por parte de la selección de Luis Enrique. La selección de Luis Enrique, ahí está el tema. El facherío mediático tan presente en la prensa deportiva nacional le puso la cruz al seleccionador una vez que empezó a quitarse de encima a esos tótems madridistas que venden periódicos y garantizan audiencias. Así, yo que nunca he sido particularmente afecto, me he visto defendiendo a la selección y, qué narices, deseando que hoy pasaran de ronda. Marruecos era el rival, claro, no te olvides del Sahara y de cómo tratan a los saharauis. Pero también tiene uno simpatías de siempre por el rival más débil y en este caso estaba claro quién era. Todo un compendio de sinsentidos, contradicciones y demás mierdas que tienen relación con un deporte que, a ojos de todos, ha perdido creo que bastante calidad.

Los partidos que he visto, trozos, minutos, no me han permitido ver ningún equipo o jugador que digas, copón, qué animal. Nada. Trotones, pasadores, gente sin alma. Equipos deleznables como Polonia o como Dinamarca. Blufs como los países africanos. Equipos justísimos en Sudámerica, con una Argentina que va pasando rondas pero que no tiene creo que nada que hacer. No he visto a Brasil ni a Francia y espero no verlos a no ser que sea la final. Tampoco he tenido que ver a Portugal. Me aburro. 

Ahora a ver cómo despellejan al seleccionador por no ser afecto a la causa y a pedir su cabeza hasta que haya algún madridista que pueda optar al cargo. Y a seguir consumiendo fútbol de manera culpable, casi a escondidas, con la sensación de que no hay manera de escapar de esta trampa. Puto fútbol y puto mundial de fútbol. 

domingo, 6 de noviembre de 2022

La insoportable levedad del Athletic Club


No por tal no estaba yo avisado de que esto podía pasar. Hacía mucho, mucho tiempo que no veía al Athletic Club en vivo. Posiblemente, sin miedo a equivocarme, puede que la última vez que lo vi fuera precisamente en Girona. Recuerdo ese partido en un ambiente frío, había llovido, un campo pequeño, el Athletic no rascó bola en todo el partido, perdimos. Y sabíamos que esto se podía volver a repetir ya que somos especialistas en todo aquello que haga que nuestras expectativas no se cumplan, se vean frustradas, se descubra una impotencia, una flojera, un espesor, nada. El insoportable suplicio de tener una afición inasequible al desaliento, que anima y que es del Athletic Club muy por encima de lo que suceda en el césped, siempre esperando un milagro, una jugada, un rechace, una casualidad que nos haga olvidar la chusta inmunda de partido que nos regalan. 

Venía el Athletic de ganar bien, pero justo, al Villarreal en casa en un partido donde parecía que recuperaba las esencias del juego que exhibió en las primeras jornadas. Venía el Girona de empatar en el Bernabeu, sí, pero también venía de no ganar un partido en dos meses. El Girona y su fútbol vistoso en realidad no deberían darnos miedo, pero el Athletic es eso. Seremos nosotros, padre, nos preguntábamos, quienes resucitarán al Girona... efectivamente. El Athletic salió al campo, frío, mientras que la grada, su grada, estaba bien caliente, animando, muchos con la mirada chispeante después de tantos meses, años ya, sin poder ver al Athletic en vivo. El Athletic es lo que tiene. 

Yo soy muy de Valverde. Me parece el entrenador del Athletic, el entrenador sobre que tendría que pivotar el fútbol de nuestro equipo. Cuando volvió y volvió con una propuesta de 4-3-3 me ilusionó. El transcurso de la Liga nos ha situado en la disputa por los puestos europeos, pero ay, este partido contra el Girona ha supuesto un mazazo. Importante. Partidos contra el Sevilla o el Getafe, empatados fuera y que deberían haberse ganado ya generaron debate. El Athletic se desinfla. El fiasco absoluto contra el Barça, la no comparecencia en el terreno de juego, nos dejó noqueados. Pero el partido contra el Villarreal, pese a un comienzo nefasto, se recompuso y terminó bastante bien. La imagen en Girona vuelve a desempolvar todas la dudas y todos los debates que con Valverde a los mandos parecían haberse solucionado.

Vuelven a parecernos flojos los recursos con los que contamos, jugadores más vistos que el tebeo, caducados, otros que van a ser promesas y a los que hay que dar tiempo y que ya tienen edad para salir solos de paseo, otros que parecen haber olvidado cómo se jugaba a fútbol, otros que en el último momento no son capaces de hacer lo que otros consiguen con naturalidad. El dato de que el jugador que nos marcó el segundo gol, vizcaíno, llevaba un año y medio sin marcar un gol en ninguna competición, es aterrador. Cómo ese muchacho se plantó solo delante del portero, de Unai Simón nada menos, y no se puso ni nervioso ni nada, resolvió con calma y nosotros sufrimos más cuando uno de los nuestros tiene una ocasión similar por el ridículo que podemos hacer... 

El partido terminó con el Athletic encerrando al Girona de una manera natural, con la sensación de que en cualquier rebote podíamos empatar, pero sin ningún mérito por nuestra parte. El Girona es flojo, débil atrás, pero nadie lo supo ver. Nos marcaron el primer gol a balón parado. El Girona. 

Como digo, vuelven los debates, la guerra interna, las preguntas, las dianas puestas en los jugadores de siempre (que son todos), las dudas sobre una plantilla a la que le exigimos estar en puestos europeos cuando el año pasado jamás lo consiguieron. Vemos como la Real Sociedad se mueve en otra esfera. Cómo nos ha adelantado nada menos que Osasuna. Y nosotros o lo queremos quemar todo o bien lo disculpamos todo porque qué queremos más. 

Este martes último partido de esta liga extraña, contra el Valladolid. Si no gana el Athletic este tiempo de parón liguero va a ser muy largo. Y si gana puede que terminemos esta fase en un puesto de esos de Europa League con el que pasar unas navidades tranquilas mientras vemos o no vemos un mundial en Qatar construido a base de muerte. 

Y como dice la canción de la Maui de Utrera, con el Athletic Club, al final nada. 

miércoles, 21 de septiembre de 2022

La Liga de los hombres ExtraOrdinarios


Fútbol y poder en la España del Pelotazo. Este es el subtítulo de esta miniserie documental de cinco episodios dedicados a repasar una etapa del fútbol español, en los años finales de los 80 y los 90, cuando aparecieron en escena una serie de presidentes, personajes más bien, que protagonizaron momentos de bochorno, de esplendor geométrico, de barbarie, de machismo, de racismo, de especulación, de estafa, de gestión patética, de populismo en el peor sentido del término, de blanqueo de su imagen a través del fútbol, de utilización del fútbol para sus fines económicos y políticos, en definitiva, nada que no estemos viendo ahora mismo de la misma manera, pero de forma más fina y sin tanto personaje estrambótico, sino de manera fina, oculta, digital, limpia, europea, internacional. Un documental de cinco episodios divididos en temáticas diferentes, donde se habla y hablan los protagonistas, de cómo eran y cómo éramos. Se hace todo con un tono de crítica, sí, señalando los fallos graves de una sociedad machista, racista, corrupta, pero donde, al final, los propios protagonistas de esos actos, de esas manifestaciones, parece que se traten con cierto cariño, con nostalgia. Ese fútbol ya no volverá. Odio eterno al fútbol moderno. Escuchar aún hoy a Del Nido diciendo barbaridades con esa cara de 'soy una persona solvente que sabe de lo que habla y dicta sentencia cuando dice', resulta francamente ofensivo. Tener que escuchar las anécdotas de Ruiz de Lopera, un personaje tan nefasto, Joan Gaspart, etc. Tener que ver a Jesús Gil desenvolverse por el mundo sin que se le califique como lo que realmente era, un personaje nefasto, horrible, pero que ay, se cae en lo mismo que se denuncia. Se dice, por parte de profesionales de la comunicación que también aparecen en el documental, que en el mundo del fútbol se disculpan actitudes o demás que en otros ámbitos... pero el propio documental parece añorar aquellos tiempos, el mensaje final que se envía es ese. Ese fútbol es irrepetible y ya no volverá. Un fútbol, dicen, mucho más cercano a los aficionados... pero las mismas imágenes de archivo nos muestran qué era y cómo era el fútbol y el mundo del fútbol entonces y qué de auténtico tenía y qué de salvaje tenía y qué de aberrante tenía. Y lo hace con los propios protagonistas al habla. No aparecen hablando los presidentes del Madrid, claro, ajenos al lodazal, siempre por encima, como si Lorenzo Sanz no hubiera existido. Solo aparecen los esperpentos. Un documental aderezado con las opiniones de periodistas, sale De la Morena, sale Angels Barceló, sale Vicente Vallés (¿?), sale Manuel Jabois que da una rabia infinita con esa pose de estar por encima de todo y que no te puedes quitar de la cabeza cómo se parece al cantante ese, Quique González... justificando todo, era así, dándole una pátina de verdad a todo que da una grima que lo filpas. De la Morena como si no hubiera pasado nada, como si su programa de radio y el del otro no hubieran dado vergüenza ajena. 

Todo como si no hubiéramos dado vergüenza ajena. Aquí lo dejo. 

lunes, 23 de mayo de 2022

Un año menos de Athletic Club


 Este chico se llama Oihan Sancet. Ustedes posiblemente no sepan de qué juega Sancet en el Athletic Club. Lo más grave es que yo tampoco. Un año entero pero que no ha sido un año, porque en realidad este muchacho ha jugado bastante poco al final, esperando a saber realmente qué y no. No he podido desentrañar en qué posición este joven prometedor puede ser tan bueno. Detrás de él, en esta foto, está Jon Morcillo, que cuando salió parecía que iba a ser el dominador de su banda durante décadas. De repente, un día vimos que 'no tomaba buenas decisiones'. Perdió el disparo, ya no centraba, se fue cedido al Valladolid, creo que no juega. Se acaba pues la temporada del Athletic Club y la verdad, un año menos. Un año menos que los seguidores del Athletic Club tenemos de tiempo para contemplar algún éxito de nuestro equipo. Un año menos que se descuenta para llevarnos cualquier tipo de alegría. Un año más viendo partidos, cada vez menos, en los que el Athletic Club amaga pero no da. Un año más de ver salir a jugadores, ilusionarte mucho, mantener esa ilusión pese a que no llegan los grandes logros, y un día darte cuenta de que esos jugadores con los que te ilusionas ya te cansan, se cansan, puede que se vayan y nunca más volverás a oír hablar de ellos. Un año menos para seguir calentándonos la cabeza con el Athletic Club. De qué juega Sancet. Realmente cuándo va a darnos un partido glorioso de verdad Nico Williams. Cuánto tiempo vamos a seguir fiándolo todo a un delantero que no marca goles como el otro Williams. Cuánto tiempo más vamos a seguir aguantando centros del campo que son incapaces de manejar un balón, destruir, yo que sé. Cuántas promesas más se van a malograr. Cuántos jugadores van a estar tiempo en Bilbao y cuando se mudan a otra ciudad desaparecen como un azucarillo. Cuántas veces un jugador que está para retirarse, por hacer un partido medio decente, va a ser renovado y así perpetuar carreras que ya hace años que no aportan nada. Cuántos años más nos quedan de Athletic Club. Este año ha sido una milonga. Una milonga que ha oscilado entre el 'es lo que hay' de otros tiempos y el 'lo damos todo', y el 'somos competitivos' y el 'estoy contento'. Pero al final, en cada partido en el que había que, nada. En cada partido en que podíamos ir, no hemos ido. Y hemos perpetrado atrocidades manifiestas como los días del Alavés o el Mallorca fuera de casa. O el del Celta dentro. No me voy a complicar. Un año menos de fútbol. Una cosa hecha. Solo falta saber quién va a ser el presidente para el próximo lustro y saber qué entrenador es el que va a venir y qué piensa hacer. Si es que hay algo que hacer o todo se limita a ir siendo esto y ya si eso lo vamos viendo. Un año menos. 

lunes, 17 de enero de 2022

El fútbol dando asco


Es un negocio. Y reconozco que siendo un negocio yo mismo, aquí presente, fui feliz el jueves cuando le ganamos al Atlético y viví ilusionado las horas previas al partido de ayer que se resolvieron rápido cuando vi que a mi Athletic no le iba a alcanzar y que no le alcanzó. Feliz y triste. Y ese no es el tema, que es con ese tema por el que sigue vivo este tema del fútbol que ya hace tiempo que debería llevar años muerto. Porque el fútbol, el juego de once contra once, vale, todavía, pero no todo vale. No. 

Lo de jugar una Supercopa, una competición que ya me dirás que todas las competiciones están adulteradas y el dinero y las televisiones y toda esa mierda. Y todo eso. Insoportable. Pero jugar una Supercopa por dinero en Arabia Saudí y no solo eso, jugarla a todo color, jugarla publicitándola, no jugándola con vergüenza y pidiendo perdón, si lo único que cuenta es el puto dinero, no, la juegan y la venden y tienes que aguantar, que no los aguantas, discursos y palabrería de cuarta del presidente de la Federación que pretende nosequé con nosecuantos y que da asco, que da putísimo asco en cada palabra que dice y que dice nosequé de la política, que es política y que el fútbol... y el deporte y la política y si a un pavo le dan 50 latigazos por semana por haberse declarado ateo en ese país a nosotros nos da igual y no le vamos a decir a nadie cómo debe gobernar su país y con el dinero que sacamos pagamos a equipos de nosequé división. Pero qué mierda es esta. Y nos da igual. Y acabamos viendo el partido de fútbol y vemos a esa gente, a los mandamases en esos palcos ahí repanchingados y dices, pero esto qué mierda es. Y ya está y ya ha pasado y ya no es ni por la afición ni por nada, es que estamos blanqueando la imagen de un país que no deja entrar a las mujeres a los campos de fútbol. Y que son ciudadanas d segunda y que no coño, que no, que no puede ser que dé igual todo. No puede ser. Y lo es. 

Y si diera ya poco asco todo esto, todo junto, que te quitan las ganas de fútbol y de tu Athletic y de toda la historia, pues llega lo del Betis Sevilla y entonces ya piensas que todo es una salvajada y que estamos en un escenario donde se ha perdido todo. Es decir, un fulano lanza una vara, un palo, al campo y le da a un jugador. Al jugador le hace más o menos daño. El partido se suspende. Pero se juega al día siguiente. Los jugadores del Betis se bufan de la cosa. La prensa pone en duda que al jugador se le hiciera daño. Si no le han hecho daño, no pasa nada. Salen periodistas que si son de un equipo o de otro, pueden decir lo que les de la gana. Se juega el partido al día siguiente y gana el Betis, cosa que me da igual. Y un jugador del Betis para celebrarlo simula un lanzamiento de una botella y se ríe todo el mundo. Y ya está y no pasa nada. Y les ofrecemos todos los puntos de vista y que la maquina no pare. Y no se sanciona al Betis con la eliminatoria perdida y con cierre del campo. No. Entonces qué. Podemos tirar y darle flojo a un pavo y si no le damos fuerte no pasa nada. Y es el fútbol. Y en nuestro país hay aficiones maravillosas y todos los campos viven el fútbol de una manera fantástica y nuestro presidente de la RFEF vuelve a hacer otro discurso que dan ganas de vomitar. Y si no vomitas y dejas de ver el fútbol al instante es porque yo que sé. 

Y el jueves hay un Athletic Barça y qué mierda. 

Y que da todo un poco igual. Televisiones, negocio, los colores, un sentimiento, los hermanos Williams, la camiseta, la tele, te lo repito, otra vez, qué partidazo. 

martes, 19 de octubre de 2021

Fiero disparo


Cuando era pequeño, había en mi casa un libro que trajo mi padre sobre el mundial 82 de fútbol. El libro era una enciclopedia del fútbol, con biografías de un montón de jugadores y momentos estelares del fútbol así como un resumen de los mundiales. Uno de los jugadores que aparecía y con foto, era Denis Law. Un futbolista escocés de los sesenta y principios de los setenta. De él se decía que tenía un fiero disparo. O que tenía un ojo oceánico. O que tenía una pierna hercúlea. O que tenía un fabuloso sentido de la orientación en espacios amplios. O que podía volar a tu alrededor y que notases una leve brisa pero nada más porque era rápido como la rapidez y listo como la listeza y no habías ni siquiera comenzado a preguntarte porqué ese birujillo en el cogote cuando él ya estaba en otra parte. O bien te había atrapado. No te puede atrapar nadie si no quieres. No tienes amigos que tengan un fiero disparo como Denis Law. Tienes amigos que tienen más bien un buen sentido de la colocación y una mata de pelo atrás como la que tenía Graeme Souness, que repartía unas ostias, unas buenas entradas a la altura de la cintura, patadas de las que luego te quedas mirando al rival diciendo, vale, le he dado, pero no nos pongamos ahora melodramáticos. Te he dado, circula. No mires tanto. Qué miras. Una buena mata de pelo atrás y un buen bigote que deje constancia de que por aquí ha pasado Graeme Souness. Un fiero disparo como el de Denis Law, que tuvo una lesión de rodilla y le impidió jugar la final de la Copa de Europa con el Benfica y a partir de ahí, dicen los videos, comenzó su cuesta abajo. No volvió a ser el mismo. Y acabó jugando para el Manchester City, el equipo rival. No hemos dicho que su equipo de toda la vida fue el Manchester United. No hemos dicho tantas cosas. Tantas cosas que nos callamos para que luego aparezcan como haciendo una analogía del efecto paralaje, que yo te lo sabría explicar pero que me cuesta también porque son cosas que aprendí hace tiempo y que muy posiblemente en el propio tiempo en el que las tuve que aprender tampoco es que las tuviera muy por la mano. Denis Law era escocés como Graeme Souness. También era escocés Kenny Dalglish, que jugó en el Liverpool, junto con Graeme Souness. Pero un fiero disparo solo lo poseía Denis Law. Denis Law jugó su último año de carrera futbolística en el Manchester City y jugó su último partido contra el Manchester United precisamente. Y resulta que el último gol que marcó en su carrera fue contra el Manchester United. Y resulta que ese gol envió a su Manchester United a la Segunda división. Y fue un golazo, que no fue de un fiero disparo, pero que tuvo su qué. Es un gol en el que un jugador del City se interna en el área y dispara, pero el tiro sale mal o rebotado y el balón le cae a Law que marca de tacón. Y cuando se da cuenta de que ha marcado el gol baja la cabeza y no lo celebra. Hay un compañero que viene a él y le da como bofetadas en la cara. Y él que no. Inmediatamente pide el cambio y se va. Están jugando además en el campo del Manchester United. Johan Cruyff también jugó su último año como jugador en el Feyenoord, el máximo rival del club de toda la vida de Cruyff, el Ajax. Y el tío, con 36 años o así, hizo un año que se te va la pinza. Como cuando se te va la pinza escuchando la tormenta eléctrica de Neil Young tocando el Love and only love en el rock and rio en Madrid, y piensas que eso no se tiene que acabar nunca. Hay momentos que no se acaban nunca en tu cabeza. Esa vez que. O aquella. Ese gol de Cruyff yendo a centrar y la bola bota rara y se va colando para dentro y Cruyff dice, pff. Patillas, melenitas, piernuchas, bigotorros, césped irregular. Un fiero disparo. Un regate seco. Un arranque que deja a dos jugadores sentados. La delantera estadounidense que choca contra todos y acaba colándotela, Alex Morgan, como si fuera el Torpedo Müller. El fútbol ahora parece que nunca pasa, que no hay partidos, que no se está jugando. Un fiero disparo. Una bola suelta. El vientecillo de octubre que no sabes si hace frío o calor. 

jueves, 2 de septiembre de 2021

El fin del fútbol


Cada vez hay más gente que lo piensa y debe ser por algo. El fútbol empieza a no parecerse a nada de lo que nos gustaba. El fútbol mal, el periodismo deportivo, peor. Mucho peor. No sé en qué momento se fue todo a tomar viento, pero el fútbol, deporte con el que te identificas cuando eres pequeño, te haces de un equipo de fútbol, lo sigues y además sigues las distintas competiciones y conoces a los jugadores del resto de equipos, generando filias y fobias que te ayudan a tener un mundo a parte del mundo real, todo eso, se ha ido. Y lo que hemos vivido durante estos meses de verano, creo que ha sido una gran paletada de tierra a las aspiraciones de que, después de la Eurocopa que ha estado ciertamente entretenida, el fútbol podía volver. Pues no. El fútbol masculino es una patraña. Y el periodismo deportivo en este país es la patraña mayúscula. 

Todo el verano anunciándonos que ese ser superior, esa persona magnífica, ese empresario implacable, el amigo de todos los españoles y españolas de bien, Florentino Pérez, personaje melifluo cuya trascendencia en la vida de la gente debe ser mucha porque es el modelo de persona que 'funciona', que es eficaz, que hace lo que quiere, que toma lo que considera, con el tito Floren no se juega, hazlo papá, ese es el modelo que queremos, pues ese modelo de persona se ha recuperado de un pico de imagen pésima y ha salido reforzado y en los altares, dándole además jaque mate a esos moros pérfidos franceses que no han cedido ante lo que el español conquistador torero pretendía. Todo muy burdo, les puede parecer, no vean los programas deportivos. 

El fichaje de un delantero francés, joven, talentoso, rápido, veloz, como el maná salvador de un negocio, el del fútbol nacional. Sin Mbappé, esto será peor. Se fue Messi, no viene nadie más. El fútbol perderá interés si los equipos grandes no se gastan millonadas sin cuento en reforzar plantillas y llenar páginas de diarios. Menudo rollo. 

El Real Madrid, que recibe fondos ICO, se los gasta en traerse a un pavo por 200 millones. O al menos eso pensaban hacer. De hecho, estos últimos días he pensado que si la prensa hubiera anunciado que realmente Mbappé hubiera fichado por el Madrid, le hubieran puesto la camiseta, y hubieran pasado el año cantando las alabanzas del jugador incluso con este mismo jugando en el PSG, a la gente le hubiera dado igual. e

Y es que nos da igual la realidad. Queremos la fantasía. El mejor juega con nosotros, somos los mejores. Somos los mejores. Nos compramos lo más caro. Todo el mundo quiere estar con el tito Floren. Vivir en una burbuja. Y los periodistas nos lo venden, nos lo envuelven, nos lo machacan, hacen el ridículo, mienten, se lo inventan, se la bufa, nos da igual. 

El Barça es otra cosa pero es la misma cosa. Años viviendo en la ensoñación de que eran algo que no son, un club con dinero, poderoso, de los que puede y tiene. Y se han encontrado esquilmados y vendiendo como triunfos no fichajes, si no que se deshacen de jugadores como Griezmann. Lamentable. La huída de Messi. No han sabido como digerirlo, envueltos en una guerra cainita entre postnuñistas y laportistas. Un drama. No tener dinero y no poder ejercer ese capitalismo de buenas intenciones sobre los demás. Un orgullo que fiches por el barça. Este año ha sido el fin. 

El fútbol español no puede tener dinero. A no ser que cambien las tornas y el Gobierno insista en inyectar de nuevo dinero o hacer concesiones fiscales o dar manga ancha porque el fútbol es algo que interesa a la gente, el tiempo de las grandes cosas parece haber pasado. 

Y ya me imagino que eso pasará. Que eso será lo que pasará. La máquina debe seguir atontando a la gente, ahora con más medios y menos vergüenza. El fútbol como entretenimiento aburrido. El fútbol aburrido y gente chillando alrededor. Cada vez más machista, cada vez más violento. Cada vez más aburrido. 

Aburrido. 

lunes, 19 de abril de 2021

El fútbol ha muerto, por fin.


¿De verdad nos vamos a quejar por que se haya anunciado la creación de una Superliga con los clubes más ricos y poderosos para que puedan sacar la tajada que se merecen por ser los clubes más poderosos y ricos del planeta (de fútbol)? ¿De verdad nos vamos a rasgar las vestiduras y considerar que esto es malo? ¿No es acaso la noticia que estábamos esperando desde hace tiempo? ¿No es lo que llevábamos persiguiendo desde hace tiempo? El fútbol anuncia su muerte, el final, se acabó. Nunca más. Y deberíamos estar contentos, felices, radiantes. Al fin podemos quitarnos de encima toda esa mierda. Tantas horas perdidas, tantas discusiones, amistades partidas y perdidas, debates bizantinos, pasiones desenfrenadas en torno de algo que, alguna vez hace tiempo, fue nuestro. Nuestro desde un punto de vista muy abierto y muy de pensar que hay una vinculación sentimental entre un club de fútbol, a veces que ni siquiera está cerca de donde vives ni nada, ni nada de nada. 

Qué pasa ahora. Qué tenemos que temer. ¿Que el fútbol deje de interesarnos? ¿Por qué tendría que seguir a partir de ahora a un equipo de fútbol, el mío por ejemplo, si va a pasar a ser poco menos que un equipo condenado a ser siempre un paria, nada, bulto, fondo, cero? ¿Qué interés tiene cualquier competición si hay otra competición que es la competición y los demás estamos únicamente para servir de figurantes en una comedia mayor?

No pasa nada. Pasemos del fútbol. Desmontémoslo todo. Fuera. No necesitamos el fútbol, no necesitamos nada de lo que es el fútbol hoy. Horas perdidas, tiempo empleado en la nada, dinero gastado, una afición que podría dedicarse mejor a otra cosa. Ya lo hacen bien. Que jueguen ellos. Los ricos. Los poderosos. Los que generan riqueza. Que jueguen ellos. Que ganen ellos. Que pierdan ellos. Que se lo hagan ellos. 

Me llama la atención escuchar o leer argumentos de culés o merengues, el papel de La SExta Deportes hoy verdaderamente infame, llamando las cosas por su nombre (escalofriante que ese canal que muchos pensaron de izquierdas se haya apresurado a informar que han echado a Mou porque empató ayer, no porque hoy se haya negado a salir a entrenar al enterarse de que su club, el Tottenham, iba a integrar esa Superliga y ha dicho que mierda para ellos y lo han echado y en la Sexta no han dicho nada de eso, porque es un canal de mentira y una mierda todo, vergüenza y asco, creo que la Sexta conmigo ya nunca más, veré TV3 que seguro que tienen una posición mucho más ecuánime). ¿Qué genera el Huesca? ¿Porqué ver un Eibar - Celta? Los que generamos riqueza tenemos derecho a sacar tajada del negocio. 

Pues juega tú. Pues síguelo tú. Yo ya he perdido el interés. 

El fútbol al fin ha muerto. Y se lo ha cargado el propio fútbol. Maravilloso. No lo ha prohibido nadie, no lo ha desmontado nada. El fútbol se va a morir porque ya no quiere o ya hace tiempo que no es lo que una vez, si es que hubo alguna vez, fue. Compañías, jugadores propiedad de empresas, jugadores que no son de nadie, clubes que nunca pierden. Compañías, empresas, inversores. Eso no tiene nada que ver con el fútbol. Cada semana un partidazo. 

Me importa una mierda. 

Gracias por quitarme de en medio una pérdida de tiempo semejante. 

domingo, 18 de abril de 2021

Pretemporada


Como íbamos diciendo, este partido de ayer, esta fina de Coma, perdón de Copa de ayer, no se jugó ayer, se jugó hace quince días contra la Real Sociedad en la otra fina de Copa. Pensar que las dos finales eran iguales, que las dos iguales valían lo mismo, que daba igual salir derrotados de la primera porque Athletic club Eup y beti zurekin y bizi ametsa y toda la mandanga de la gabarra y somos el Athletic y toda esa mandanga que está cojonuda para ir viendo el partido y calentando y eso, pero ya sabemos, porque lo sabemos a no ser que vivamos en la casa de la pradera o sintamos un irrefrenable deseo de ser el espíritu de la contradicción y no hay nadie más athleticzale que tal y lo que ya sabemos y que vamos a ganar porque somos el Athletic y el Athletic siempre sale ganador. El Athletic ya no sale ganador. 

El Athletic está sufriendo. Sufre un cambio de paradigma que tiene que ver mucho, pero mucho con la final perdida contra la Real. Sufre un cambio por el cual la Real ya es el primer equipo de Euskadi. Puede que todavía no en número de aficionados, pero ay. Y fuera no lo será nunca pero la visión que tenemos los aficionados de fuera es la de quien quiere que seamos pero sabemos que no somos. Somos aficionados a un equipo, a un club, que es más que eso, que es la confirmación de una forma de vida a la contra, siempre singular, siempre excéntrica. No normal. No convencional. Eso es el Athletic para los que vivimos fuera del botxo. Una forma de entender el fútbol y la vida. Siempre a la contra, incluso contra nosotros mismos. 

La final de ayer estaba perdida desde hace quince días. Porque el golpe fue muy duro. Mucho más duro que la final de Bucarest. Y ese fue funesto. Este es otra cosa. Esto ha sido un revolcón en toda regla. Lo de ayer fue un baño porque cualquiera pudo ver que nosotros no estábamos allí. No salimos a competir, salimos a aguantar, a estar allí, a mantener la portería a cero, a asumir que lo normal era perder. Y la primera parte la aguantamos como pudimos, con más suerte que otra cosa, hasta que en la segunda, cayó el primero, y el segundo y el tercero y el cuarto...

Una alineación que ya era una declaración de intenciones: esto es lo que hay. Y unos cambios que decían: por dios no os paséis. Y se pasaron. Muni y Berenguer fuera del campo y dentro Vesga y Lekue. Qué queríamos. Minuto cinco, balón al palo del Barça. Taquigol. No marcaron ahí, si marcan ahí nos llevamos los cuatro al principio y hubiera sido un desastre. No estábamos. Estábamos en el partido con la Real. 

El partido con la Real es la piedra sobre la que tiene que girar el proyecto nuevo del Athletic Club. Fíjate qué cosas digo. Un equipo que sepa tener la pelota, que sepa que la pelota es suya, que la mueva, que busque, que no se la quite de encima, con jugadores capaces de parecer estar en primera división, que les llegue un balón y no la pierdan. Solo eso. Solo eso y que son del Athletic Club y ya valdría para casi todo. ¿Será eso posible?

No sé si hay culés que se bufan de Villalibre. No hay que reírse de los culés, que también son personas. Y tienen sus sentimientos. Nunca serán un club grande, siempre serán un sucedáneo. Ese otro equipo. Y cuando te arrasan tienes que agachar la cabecita un poco. Pero no mucho. Son ese equipo que no es el Madrid, ni nosotros. Ese sucedáneo.

¿Y nosotros? Queremos ser algo pero no sabemos cómo. Hay jugadores jóvenes en la cantera y son buenos. Pero ya estamos aburridos de jugadores jóvenes en la cantera, muy buenos. Y luego nada. Y habrá que hacer un pensa. Pensa de meter a peña nueva y que le den. 

El Athletic es el más grande. 

Una final perdida por 4 a cero, casi cinco, contra un equipo que era poco menos que un 30% de un Barça top de verdad. Y nosotros, dónde estamos. No estamos bien. Demasiados jugadores fuera de órbita, con muchas cagadas, con muchos fallos, con demasiada bula. Demasiados jugadores a los que les aplaudimos cualquier cosa. Y así no se puede. 

Ayer perdimos 4 a cero. Hoy camiseta y todo eso. Pechito palomo y cabeza arriba. Toda esa mierda. Mil Búfalos. Once Búfalos. Solo eso. El Athletic Club siempre vuelve. Y como dijo Vitas Gerulaitis, nadie gana al Athletic... 

A partir de ahora, pretemporada. Morcillo, Sancet, Zárraga. Vencedor. Villalibre. Estos siempre en el campo. A cualquier precio. Y que sea lo que tiene que ser.