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jueves, 29 de diciembre de 2022

Baal


Ni en un millón de años, me dijo. Salí de allí como ya había salido otras muchas veces y esta vez, sin rumbo fijo vagueé por las calles hasta que salió a mi encuentro Baal. Lo noté enojado. Mi enojo y el suyo, juntos. Pero él estaba enojado por mi enojo. Me lo dijo. 'Es lamentable que sigas estrellándote una y otra vez contra la misma pared. Te contaré una historia'. Y me contó una historia, efectivamente. Y esa historia se remontaba a muchos, muchos siglos atrás. Tantos siglos que no existía absolutamente nada y me contó cómo estaba solo en el mundo, un mundo que creía haber creado Baal y que un día escuchó una voz que le preguntó qué estaba haciendo en el mundo, si el mundo lo había creado Dios. Al parecer, dijo, Dios estaba revisando su obra, todo listo para hacer que todo comenzara, cuando se encontró con que Baal ya estaba allí. Dios le dijo entonces que tenía que marcharse. Baal estaba tremendamente confuso. Si él lo había creado todo, quién era ese Dios que estaba ordenándole cosas. Se enfadó mucho. No conseguía recordar en qué momento él había creado a ese tal Dios que estaba molestándole. Así que intentó buscarle, combatirle, expulsarle de todo lo que había creado, quizás sería tan fácil como borrarlo, pero la voz le seguía preguntando '¿qué haces aquí Baal?'. Y Baal vio cómo aquel tal Dios estaba creando y creando tal y como él ya había pensado y creado y entonces, entonces, quién era ese tal Dios y porqué él no era el único creador y no sería él mismo Dios. Y para salir de aquel lío Baal recurrió a una solución infalible. Él había creado el tiempo. Esperaría. Esperaría a que Dios desapareciese. Baal no podía desaparecer. Él lo había creado todo y tarde o temprano esa cosa desaparecería. Y lo estaba consiguiendo.

- Oh, Baal, majestuoso y sabio, siempre encuentras la respuesta a cualesquiera problema que enfrentes...

- Mortal, el tiempo, siempre es el tiempo...

miércoles, 18 de mayo de 2022

Baal

Era yo, Baal. Era yo ese con quien te cruzaste aquel día de primavera en el que la gente procuraba resguardarse de un sol extemporáneo. Era yo, Baal. Aquel que se te quedó mirando porque te reconocí al momento. Hacía tiempo que no te veía pero hacía tiempo que te estaba buscando. Hacía tiempo que estaba perdido y de repente, al verte, Baal, recobré mi alegría. No te habías ido, seguías entre nosotros. No me reconociste aunque me quedé quieto en mitad de la calle y te seguí mientras pasabas a mi lado. Te quería preguntar tantas cosas. ¿Cómo sigue toda esta historia? ¿Merece la pena esperar a que des un paso adelante y por fin lleves a cabo todo aquello que nos prometiste? ¿Te acuerdas de nosotros? ¿De qué manera podemos ayudarte a que te sientas convencido de que te estamos esperando si ya cada vez somos menos los que te vemos y los que te sentimos y los que te adoramos? ¿Nos quieres, Baal? Oh, grande y majestuoso Baal, tu presencia de nuevo entre tus creaciones nos llena de un regocijo especial, porque hace tiempo que muchos perdieron la esperanza de volverte a ver. Creyeron muchos haberte perdido y...

- Te repites, mortal. Vuelves a contar una y otra vez la historia de nuestro encuentro cuando ese encuentro ya lo has contado, cuando todo lo has vivido ya, cuando sabes que no voy a hacer caso de tus demandas, de tus lloriqueos, de tus peticiones. Te repites, mortal, y me resultas cansino, molesto, insoportable. Y me da igual. 

¡Baal! Tu indiferencia es impostada, tu desapego no es verdad, sabemos que nos quieres y que nos cuidas desde la distancia. Sabemos y queremos, oh gran Baal, que nos ayudes en estos días en los que nos sentimos tan solos. 

- Yo así no puedo. 

jueves, 10 de febrero de 2022

Bertolt Brecht


Bertolt Brecht nació en Alemania y murió en la República Democrática Alemana. Bertolt Brecht escribió obras de teatro, compuso poemas y fue una persona políticamente comprometida. Bertolt Brecht también escribió letras para canciones. Bertolt Brecht dejó algunas frases célebres. Muchas de esas frases célebres se utilizan continuamente por parte de todo tipo de personas a las que les gusta recurrir a las frases célebres, a las citas, a lo que otros han comentado o reflexionado para darle un poco de lustre a sus propios pensamientos. Bertolt Brecht era una persona política. Aunque también decía que había que entretener. Bertolt Brecht tuvo un grupo de teatro en Berlin. Un grupo de teatro de esos emblemáticos y cada gran dramaturgo de nuestro tiempo ha tenido uno. Bertolt Brecht fue colaborador de Kurt Weil y de Lotte Lenya, la pareja de compositor y cantante que popularizaron esas canciones de cabaret pero que no son solo canciones de cabaret, muchas de ellas con las letras de Bertolt Brecht. Bertolt Brecht fue el autor de esa frase tan manida y que tanta rabia me da de los imprescindibles. Esa que dice que hay personas que son imprescindibles, sobre todo en los partidos políticos. En los movimientos. Los imprescindibles. Qué miedo ser imprescindible. También es autor de ese poema del primero vinieron a por los tal, y no dije nada. Ese poema, cuántas veces nos lo habrán pasado por la cara en los últimos tiempos. No dijimos nada. Ahora que vienen a por nosotros qué decís. Y eso. Bertolt Brecht fumando un puro. Bertolt Brecht con gafas y sin gafas. Bertolt Brecht y esa frase que decía que la libertad sin pan o primero el pan y luego la libertad o algo así. Bertolt Brecht y Alemania. La irresistible ascensión de Arturo Uy. Bertolt Brecht y esa otra frase que dice que el arte no debe ser un espejo de la realidad sino un martillo para transformarla. Esa frase me gusta, fíjate. Porque no siempre hay que pensar de manera original, también hay que remitirse a los clásicos. Bertolt Brecht como un clásico. Eso tiene algo de gracia. El rostro ese que se dibuja al final de la película Cabaret, cuando poco a poco va apareciendo la esvástica. En el cumpleaños de Bertolt Brecht, tus amigos te deseamos que tengas una buena tarde. El teatro comprometido. Películas con mensaje. Poemas con mensaje. Bertolt Brecht posando frente a un piano. Bertolt Brecht componiendo su poema sobre Baal. 

¿Has dicho Baal?

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Baal


No era pronto ni tarde, ni estaba lejos ni estaba cerca. No había llovido ni estaba seco. Parecía de día y era de noche. No era de noche y daba la luz. Estabas triste y sentías algo bueno en tu interior. Todo estaba confuso y es que Baal estaba confuso. Era un tiempo difícil, hace mucho tiempo de eso, no os acordaréis, pero ya entonces Baal creyó haber ido demasiado lejos, omnipotente y magnífico, creador y pensador, pergeñador de todo lo que vemos y conocemos, sintió que la duda le atenazaba. Era una duda en principio estúpida, en principio no tenía la mayor importancia. Sintió que quizás, como omnipotente, podría tener límites que él mismo desconociera. Quizás, pensó, un día me encontraré con algo que será como una pared contra la que no podré enfrentarme. Quizás, yo que soy quien lo hace y quien lo piensa, quien lo sueña y quien lo dispone, un día me encontraré con una imprevista circunstancia que me obligará a pensar. Quizás, pensó, este momento de duda es el mojón en el camino que estoy imaginando. Y Baal, fabuloso, entró en un periodo en el que deambulaba, en el que no se hallaba, en el que sintió que todo a su alrededor era inestable, que él mismo no era el pilar de nada, ni creador, ni pergeñador, ni imaginador, y llegó a pensar que pudiera ser que esa idea de debilidad se debiera a que él mismo no fuera Baal. Y pensó Baal que no era Baal. Y tuvo la certeza Baal, repasando las cosas de su vida, su trayectoria, su nacimiento, su infancia, su juventud, su madurez, su vejez y su muerte, de que él no había sido más que un humano más. Y reflexionó Baal sobre su estado, sobre qué estaba pasando, sobre el vacío, sobre la nada. Sobre Baal. Baal pensó a Baal. Y lo volvió a intentar. 

- Y así es que yo, Baal, me genero y me destruyo y siempre soy.

Magnífico y poderoso Baal, eterno y oscilante Baal. ¡Oh Gran Baal!

martes, 13 de octubre de 2020

Baal

Nadie sabía dónde estaba Baal. Si estaba aquí, Baal decía estar allí. Si lo buscaban allí, Baal ya se había marchado. Baal era un recuerdo. Nadie sabía dónde había ido a parar Baal. Baal era un fantasma. A veces, alguien, como hablando en sueños, citaba a Baal. Nadie temblaba al oír su nombre. Baal estaba lejos. Baal estaba demasiado cerca para verlo. Baal se había ido a una montaña. Baal se habia fundido en el mar. Baal se marchó por el camino. Baal está en una isla. Baal fue a parar a un cementerio de dioses donde alternaba con otros dioses que Dioses habían sido. Baal era una pegatina para el coche. Baal en las camisetas. Baal tatuado al final de tu espalda. Baal en el brillo de los ojos de un niño. Baal en la risa fresca de una muchacha. Baal en las espaldas cargadas de una mujer limpiando un suelo. Baal en el fondo de una lata de cerveza que un toxicómano lleva paseando de aquí allá. Baal haciendo ruido. Baal muerto como el verso de un poeta. Baal se había esfumado. Baal en un relato. Baal como excusa para escribir. Baal como subterfugio. Baal recuperado en una idea publicitaria. 

Baal, que todo lo sabe, que todo lo lee, que todo lo piensa, que en todas partes está porque él son todas las partes, cansado de ser y estar, repite una y mil veces el ciclo de quien está cansado de ser y estar y mil veces se va y mil veces no puede irse porque está en ti. 

Una mañana me levanté y había olvidado a Baal. Ayer recordé a Baal. Y allí estaba Baal. 

- Mortal. Creí que ya no me necesitabas. Qué va mal. No te podré ayudar. 

Y era Baal. 
 

jueves, 5 de diciembre de 2019

Baal

Era Baal una sombra de lo que fue, si es que algo fue Baal. Y se dejó llevar a la depresión y a la pregunta eterna sobre su existencia y sobre su necesidad. ¿Realmente existió Baal? Con el paso del tiempo, su presencia en la tierra que había creado fue olvidada. Algunas ciudades llevaban y llevan en la raíz de su nombre su esencia. Algunos nombres le recuerdan. Quizás algún poema. Quizás alguna canción. Rarezas que olvidan quién fue Baal. Quién es Baal. Baal se levanta temprano y cree que tiene que ir a trabajar. Es entonces cuando recuerda que es Baal y que no tiene que trabajar y que no tiene que levantarse temprano y que no tiene que desayunar y que no tiene que preocuparse porque es algo o tiene que hacer algo o alguien espera algo de él. Y se sienta en cualquier rincón de cualquier parte y cree que los vagabundos que se juntan en la plaça de Sant Pere o los que duermen en los cajeros de los bancos son otros dioses olvidados como él. Y alguna vez habla con ellos y no les entiende y se siente mal Baal porque cree que esos están peor que él y que si no lo remedia acabará igual Baal. Y se pregunta Baal cuándo pasó todo lo que le está pasando y porqué pasa lo que le pasa. Y quién es él y quién ocupó su lugar. Y piensa Baal que algo hizo mal, que confió demasiado en alguien, que no le dio importancia a según qué cosas. Y lo intenta. Intenta recordar, intenta llegar a aquellos tiempos. Y acepta beber a morro de un cartón de vino. Y mira melancólico a los niños jugar y cree que debería llevar muerto hace muchos años. Y que porqué no muere. Y que porqué se sigue despertando por las mañanas de un tiempo que ya no controla y cree que tiene que hacer algo Baal. Y así un día llegó que Baal no recordó que fue un dios, que fue Dios y que fue Baal. Y sintió que debía hacer algo, y pidió trabajo y lo encontró en un almacén y comenzó a trabajar y a encargarse de la organización del almacén y con el tiempo llegó a ser el encargado del almacén y vio que se le daba bien distribuir, memorizar dependencias, dónde estaba cada cosa, quién era quien tenía que hacer qué y fue subiendo puestos en la empresa Baal. Y le propusieron un trabajo de oficina. Y cuando llegó a un salón lleno de ordenadores y de gente ensimismada mirando una pantalla pensó Baal que había conseguido al fin ser alguien. Y sintió Baal que le faltaba algo, que se encontraba solo. Y una mañana, al despertarse, el mundo, todo, había desaparecido. Y resultó que Baal se había levantado de noche y sonámbulo había destruido el mundo. Y se sintió feliz Baal, porque destruir el mundo y todo solo lo podía hacer Baal.

- Oh Magnífico Baal, lo oculto resplandece y lo que nadie ve aparece!

- Calla Mortal, que tengo que recordar ahora cómo se hacía todo de nuevo. Y ahora procuraré que me recuerden para acordarme.

viernes, 5 de julio de 2019

Baal

En el año 32.000 nos darán igual un montón de cosas. En ese tiempo no nos acordaremos de lo que somos hoy. Y posiblemente hayamos creado condiciones diversas para vivir en la tierra como en el cielo. Y no tengamos ni la mitad de problemas que tenemos ahora. Incluso puede que hayamos redefinido los conceptos y no sepamos lo que era detrás, progreso, mañana, futuro, peor, estupendo, dios. En el año 32.000 habremos ido y habremos vuelto más de una vez. Seremos o no seremos. Me imagino que estaremos como ahora pero los computadores serán mejores. El progreso será otra cosa. No nos agobiaremos con problemas de carga y ya iremos de serie equipados con todo. Los dilemas que hoy nos ayudan a avanzar serán sustituidos por avanzados debates que no solo ocuparán a nuestra inteligencia humana, también a la de animales, plantas, máquinas y seres animados, inanimados e imaginarios. Y Baal. Y no nos importará en el 32.000 si Baal existió realmente, si se ha encontrado algún fósil como habremos encontrado los fósiles de todo ya en el 32.000, no daremos pábulo a conjeturas y todo lo tendremos más que registrado. No nos importará nada. Y vendrá Baal. En el 32.000 volverá Baal. Y no vendrá como Mesías o como Salvador. No vendrá como Creador ni como Ángel de la Muerte. Ball vendrá como Baal. Y en el 32.000 ya habremos pasado por alto lo que los dioses hicieron por nosotros. Y los semáforos. Y las rotondas. Y encontraremos a Baal, oh gran Baal, como siempre fue Baal. Y sus atributos si los tiene nos parecerán los de un dios cualquiera, los de un ser humano cualquiera, los de una máquina que se recarga sola. Y nos observará Baal con la mirada de quien ya lo tiene todo visto y comprobado. Y será Baal curioso para aprender. Y será Baal desdeñoso para ignorar. Y Baal no dejará de comportarse como tú piensas que ha de comportarse Baal. Porque tú te imaginas a Baal y lo creas. Crees que lo creas. Y en el año 32.000 creeremos que lo hemos creado todo nosotros.

- Mortal. ¿Quién dices que crea qué?
- Oh Baal. El hombre que se cree Dios y que no es Dios porque solo existe Baal recibirá la lección...
- No creo que tengamos que esperar al 32.000. Igual mañana.

miércoles, 23 de enero de 2019

Baal


Ya hacía tiempo que Baal se notaba desgastado, torpe, cansado de todo. Era Baal ese dios que ya creado que lo tiene todo visto, que lo tiene todo hecho, que ha muerto y resucitado, que ha vencido al monstruo con sus propias manos, que ha destruido generaciones enteras, que ha enseñado y que ha desaprendido, que ha escrito en un blog y que ha eliminado las comunicaciones con todo y con todos, Baal ya no estaba, ya no se sentía, ya no tenía entusiasmo, ya había perdido la fe en sí mismo. En los dioses. En él y en todo. Y vagaba por los rincones de su mente, por las esferas celestes, por el interior de tu cabeza, por los bosques boreales, por los caminos de la creación, por las palabras vacías. Y un día te vio a ti. Te contempló. Te escuchó Baal. Te oyó decir toda esa cantidad de palabras vacías, de frases sin sentido, de apostura, de queja, de insensatez, de agresividad incontestable, de inutilidad, de valor contra nada, de gallardía ante el cero, de imagen, de sonido, de pose, de estética de la rebeldía, de estética de la contra, de estética de lo que toca decir y lo que toca hacer, de desapego hacia lo que hay que tener desapego, de cliché, de vacío, de tópico, de nada, de absolutamente nada, de torpeza premeditada, de sabiduría de folleto, de cansado optimismo, de revolucionaria presuntuosidad, de cortedad de miras, de amplitud de egoísmo, de tal cantidad de palabras que te vinieron a la mente que tuvo Baal, poderoso, que repasar en todo su bagaje como dios como el dios como Baal, grande y magnífico, si había, alguna vez, en algún momento de su larga existencia que es la misma existencia que todo lo que existe y lo que pasa y lo que sucede, había visto alguna vez, algo, alguien, así, parecido, semejante a ti.
Y sí. Lo recordó. Recordó Baal, siempre sabio, que sí. Que ya te había visto. Que ya te había encontrado. Antes. Aquí. Allí. En muchas partes.
Y lo recordó.
Recordó Baal porqué estaba aquí. Y porqué era necesario segur aquí. Y no hacer nada. Ilusionado está Baal.
- Oh Baal! Oh, poderoso y creador Baal! Existes para remediar nuestra sandez Baal, eres el freno Baal a lo inútil y fatuo Baal...
Y dijo Baal. Calla mortal. Fatuo. Qué palabras. Fatuo. No las recuerdo, quizás sí. Qué cansancio. Pero me gusta.

lunes, 27 de agosto de 2018

Baal

Tengo por costumbre tomar el aire. Respirar. Soy un ser vivo, un mamífero, una persona y gusto de pasear para airearme. Bípedo y con buenos pulmones. No fumo. Respirar, caminar, ventilar. Tengo por trabajo una dedicación que me hace estar encerrado en una estancia durante horas. Cuando termino mi labor, respiro. Y salgo a pasear. Y así, de vez en cuando me encuentro a Baal. Él no se da cuenta, pero le veo. Le miro. Le observo. Suelo encontrarle en un camino perdido, en un parque olvidado, en algún bar con poca concurrencia. Creo que no le gusta andar con gente. Le encuentro absorto mirando hacia ningún sitio, a veces mascullando alguna cosa, otras veces araña una botella. Nunca habla con nadie y yo, que ya he dicho que no soy más que un ser vivo, una persona, un bípedo con buenos pulmones y poco más, no me he creído digno de hablar con él, de preguntarle. Mis costumbres, inalterables, me llevaron hace unos días a dar un paseo por una carretera que se pierde por entre polígonos y residencias de quiero y no puedo. Son estos paseos algo que me pone en contacto con el resto de humanos que viven sus existencias de esa manera que no se reseña en parte alguna. Y saliendo de un restaurante Wok, vi a Baal. Poca cosa, insignificante como soy ante su presencia, pensé como siempre en no decir nada y pasar a su lado, imperceptible, para no causarle ninguna molestia a Baal. Fue Baal quien me habló.
'Mortal, te veo interesado por mi estado de ánimo. Sé que te preocupas por mí, estás intrigado, me ves en un estado que no se corresponde con mi categoría. Y tienes razón en estar un tanto angustiado por ello, y no es para menos, ya que mi situación actual puede derivar en un aún mayor decaimiento y mi decaimiento es el fin. Y a qué se debe, te preguntarás Mortal, este abandono. La respuesta no la conozco ni yo. Y todo lo sé, y todo lo puedo. Eso lo conoces. Todo es posible y todo lo convierto en nada. Cuando quiera. Cuando quiera. Y ese es el problema. Que ya hace tiempo que debería haberlo mandado todo al garete y empezar de nuevo o dejarlo en suspenso o qué se yo, algo. Y no quiero. Y paseo por esos lugares oscuros, grises, solitarios, abandonados, construidos alguna vez con voluntad de agradar a alguien, de servir de esparcimiento, de lugar de trabajo y progreso, y ahora su fin es nada. Y sirven de nada. Y me entristezco. Y no sé si, alguna vez, alguno de mis propósitos ha servido para algo. Si mi creación es algo importante. Si no habré hecho el ridículo alguna vez pensando que... podría ser un dios e incluso el único Dios, que lo soy, que lo sé, pero...'.
Y yo, inflamado por dentro por ver a Baal tan decaído grité ardientemente que no, que no podía ser, que Baal, oh Gran Bal, el magnífico y el omnipotente, no podía ser preso de dudas o de cuestionamientos, que no era posible, que era improbable que Baal, que todo lo hizo y que todo lo volvería a hacer, no podía tener ni una brizna de sombra en su mirada causada mucho menos por...
'Basta Mortal, es suficiente. Con solo uno que me suba el ánimo... ya sé lo que tengo que hacer'.

Oh, Baal, desde ese día perdí mi trabajo, perdí mi sustento, perdí mis pulmones, perdí mis piernas, pero no me fue peor que a todos vosotros, que ya no estáis. Que ya no sois. Porque Baal actuó y lo volvería a hacer. Oh Baal. Oh Gran Baal. 

' Mortal, no necesito portavoz, no necesito alharacas, uno solo de tus halagos ha provocado la miseria de tu gente y aún pides más. Nunca sabe uno cómo...'.

martes, 10 de julio de 2018

Baal

Recuerdo ver a Baal en cada cosa. Verlo en cada brillo, en cada sol, en cada estrella, en cada faro de coche. Recuerdo haber estado obsesionado con Baal. Recuerdo haber creído que hablaba con Baal. Recuerdo incluso haberme creído Baal. Recuerdo, como una pesadilla, haber pensado en destruir el mundo. Recuerdo que a veces, en mi interior, brotaba la idea insensata de fundar un nuevo universo, basado en reglas absurdas, en órdenes raros, en experimentar con la idea de poder. Era yo Baal y era omnipotente y capaz de ser y al mismo tiempo negarme a mi mismo, y pensarme vago y perezoso, un Baal que se adaptaba a mis propias cualidades, negativo y destructor antes que creador y bueno. Y recuerdo haber sido un Baal que no era Baal. Y recuerdo disolverme en el mar y salir de nuevo como un Baal incorpóreo, solo un aroma, para que no te olvidaras nunca de Baal. Y recuerdo tumbarme en una carretera a 40 grados y no quemarme ni ser atropellado, porque con un parpadeo volvía a estar en el sofá de mi casa, en el trono de un templo, en la cima del monte del que bajan los dioses que en el mundo han sido. Recuerdo haber buscado otros dioses con los que hablar, jugar, discutir, pelear. Recuerdo haber visto en un instante la pesadilla de un mundo sin dioses. Recuerdo haber ideado un plan para que no hubiera dioses y todo funcionaba, todo iba bien, todo era bueno. Recuerdo haber tomado un boli y un papel y haber dibujado un mundo. Recuerdo haber escrito sobre Baal. Recuerdo las mañanas de mayo deseando que llegase el día de los regalos y las ofrendas a Baal. Recuerdo haber escondido mis trajes de Baal. Recuerdo haberme negado a reconocer que un día yo creí ser Baal. Recuerdo cuando las luces brillantes dejaron de recordarme a Baal. Recuerdo ser feliz una tarde, tomando una cerveza, mientras el sol daba en mi cara y no había planes que hacer. Recuerdo haber trabajado en un asunto en Badalona. Recuerdo, como un chispazo, como una sombra, como un recuerdo, como una imagen, como un soplo, como una risa, como un brillo, como una luz, como una luz mágica y cegadora, como una serie de relámpagos que se van alejando por la montaña, recuerdo el nombre de Badalona. Recuerdo haber pensado para mí si Badalona no sería de aquellas ciudades fundadas en honor a Baal. Una idea absurda. Y ahora me encuentro ante un teclado, buscando el botón, la tecla, con la que crear un mundo nuevo.
- Oh Baal, Oh magnífico y sublime Baal. Tu poder se mostrará de nuevo, como siempre, como haces siempre, como ordenas siempre. Oh Baal, grande y total.
Calla mortal. Creo que es este botón.

jueves, 12 de abril de 2018

Baal

Un día. Un día de cuando a un lunes le sigue un martes, al martes el miércoles, tras de él un jueves y seguido el viernes, antesala de un sábado y de un domingo al que vuelve a sucederle un lunes. Un día en el que has perdido la noción de lo que eres y de tu deber en el mundo. Un día que crees pasajero, como todos los días que pasan. Un día que parece alumbrar la continuidad de una planicie completa de la existencia. Baal aparece. Oh, Baal. Oh, Baal, que brillas en cualquier cosa, porque cualquier cosa es para ti todas las cosas, porque todas las cosas eres tú y tú has sido todas las cosas y todas las cosas no están si no es porque tú estás. Oh Baal, qué rápido nos olvidamos de que eres las cosas, de que no tienes cosas, de que vives en las cosas, de que no entiendes de tiempo ni de formas, ni de lugares, ni de nombres, ni de definiciones, ni de situaciones, ni de colores, ni de días que suceden a otros días, ni de dioses ni de diosas, ni de automóviles, ni de albaricoques, ni de cestas llenas de ropa, ni de enchufes, ni de plásticos brillantes porque note hacen falta las cosas porque tú eres las cosas, Oh Baal. Y así las cosas ese día, el día en el que tú crees que puedes tener días, Baal se despereza, lentamente, como si no se desperezara y simplemente te brilla en el primer plástico de la mañana, el el plástico de la tarde, en el cristal de la tienda, en las gafas de un amigo, en el guardabarros de un Seiscientos aparcado delante de tu casa, y brilla y te advierte de que Baal es Baal. De que no te olvides de Baal, de que Baal te define a ti, que Baal no entiende de definiciones ni de defunciones ni de desfallecimientos ni de deflagraciones. No entiende pero te advierte. Y te lo advierte y no lo sabe determinar. No lo sabe determinar porque nunca le ha hecho falta. Falta a Baal. Oh Gran Baal. Qué poco sabemos de ti y nos pasamos la vida mirándote, sentándonos encima de ti, chupándote, escupiéndote, leyéndote, riéndonos de ti y contigo, palpándote, excusándote, huyéndote, pegándote, pero nunca, nunca nos dejas ignorarte. Oh Baal. El tiempo, el espacio. Qué más da. Las sensaciones, la libertad, los libros, el sofá. Qué son.

- Qué cháchara incesante. Qué ruido sin sentido. Mortal, nada. No es nada. Tranquilo. No pasa nada. No estoy haciendo nada. Y eso...

Oh Baal! Majestuoso y total! Y en la nada nos adviertes que eres Baal! Y Baal es! Y eso es!!

martes, 6 de febrero de 2018

Baal

Quiso Baal entrar en tu vida y no le dejaste y quedó pensativo Baal. Y quiso hacerlo de nuevo Baal, pues grande y valiente es Baal y todo cree poderlo hacer y fue de nuevo rechazado. Y Baal se retiró a una montaña que no existía y que creó para demostrarse que podía crear montañas Baal y allí planeó cómo conseguir lo que quería. Y Baal en la montaña creó un palacio y en el palacio un jardín y en el jardín una cabaña y era allí donde vivía Baal y donde pensaba Baal. Y dijo Baal 'creo que ya lo tengo'. Pero no le escuchaba a nadie Baal porque estaba solo Baal y creó a alguien para que le escuchara decir 'creo que ya lo tengo' a Baal. Y creó a una persona que estuvo con Baal y que escuchó a Baal y que ayudó a Baal y que desapareció cuando Baal creyó que ya Baal lo había hecho todo. Y deshizo la cabaña y deshizo el jardín y deshizo el palacio y deshizo la montaña Baal y volvió a dirigirse a ti, a encontrarse contigo en el metro, a caminar junto a ti mientras te bebes una cerveza en la entrada de un concierto, a hacerse el gracioso en la reunión, a comentar películas y series, a pronosticar cambios de tiempo, a preguntarte si estabas haciendo algo, a proponerte una salida al campo para respirar aire fresco. Y volviste a decirle que no a Baal. Y pensó Baal que debía ser más preciso y una noche, mientras dormías, destruyó nuestro planeta Baal y causó el fin de los tiempos y dejó en suspenso el paso del tiempo y alteró la correlación de fuerzas cósmicas y todo ello lo hizo para manifestarse en toda su magnificencia Baal ante ti, que despertaste sobresaltada, claro y en la cama suspendida en el espacio y protegida por Baal preguntaste qué pasaba, aunque ya sospechabas que aquella presencia, aquella energía que te pedía un momento para tomar un café no era de este mundo, y Baal con su voz más auténtica y sin disimular ya su acento mesopotámico, preguntó que qué. Y le dijiste a Baal que no pasaba nada, pero que no estabas por nada y Baal, magnífico y profundo, terrible y omnisciente, sabio y curioso, poderoso y todo, consideró que era un estado aquel en que no se está por nada que le resultaba difícil de calibrar ya que era Baal todo y siempre y a la vez y no estar no lo había probado jamás.
Y así fue como Baal inició una nueva era, no estando por nada, no siendo, fundiéndose y dejando de ser. Y Baal no fue Baal. Y no hubo Baal. Y no estuvo por nada. Y te dejó suspendida en el cosmos y falleciste por falta de oxigeno. Y nadie estuvo. Y hay quien dice que realmente te llevó consigo Baal, al final.

- Mortal. Si no estoy no estoy.

Oh, Baal, reaparecido y santo. Oh, Baal, grande y fausto. Oh, Baal, que vuelves a ser y a estar. Oh, Baal, qué nuevas experiencias nos prodigarás. Oh, Baal, creador y destructor. Oh, Baal, todo y uno.

- Mortal. Te creé para contar historias que me ayudaran a olvidarla. En cada historia me la recuerdas. Esta cabaña no es tan grande para los dos.

jueves, 8 de junio de 2017

Baal

Y cuentan que un día vio Baal cómo los seres humanos adoraron a otros dioses. Nunca había querido reparar en las ceremonias que le regalaban a lo que los hombres y mujeres que él creó consideraban las nuevas divinidades. Divinidades que Baal, magnífico y esplendoroso, toleraba porque los ignoraba. Baal, el único y el grande, sabía que había gentes que habían elegido otras creencias, en ocasiones burdas imitaciones de su propia vida. Dioses que también habían surgido de... que habían creado... que habían sido... que escogieron... todos ellos eran respetuosos con las circunstancias de cada uno. Esos nuevos dioses sabían que era Baal el único e importante, y sabían que habían sido creados en el error, pero había uno de ellos que, había pretendido ser el más importante de todos. Baal, sereno y curioso, decidió que quería ver qué era lo que tenía aquel dios de particular, quería ver los ritos, las alabanzas, los cánticos, la devoción que aquellos hombres habían desarrollado hacia aquel dios, para conocer a qué tenía que enfrentarse en el caso de que Baal, haciendo gala de su irremediable e implacable poder, tuviera que hacer algo al respecto. Y vio Baal una procesión de fieles de aquel Dios que cantaban y bailaban en torno a una figura que venía a representar a la madre de aquel Dios que aquellas personas, a las que Baal reconoció por su nombre y apellidos, porque Baal los había creado, y en aquel baile y aquel cante Baal quiso entender que había amor hacia aquella figura o hacia lo que representaba y fue magnánimo y benévolo con aquellos fieles, como hubiera querido que hubieran sido benévolos con sus propios fieles. Y vio más cante y más baile y vio y fervor que no reconoció como suyo, y vio muestras de alabanza que le parecieron extemporáneas y no creíbles, y aún así lo entendió.
Y entonces vio Baal que uno de aquellos fieles se apartaba del grupo, y en mitad de un paraje verde, comenzaba a orinar absolutamente ebrio. Y Baal miró a su izquierda y vio a aquel Dios que osaba plantarle cara y discutirle su lugar entre los dioses, bajar la mirada avergonzado.

Oh Baal, gran Baal, mesurado y correcto, respetuoso y justo, absoluto y total. Baal, que permitiste a los humanos adorar a otros dioses, benévolo moderado eres tú!

- Calla, mortal. Con semejantes fieles, de qué hay que preocuparse... sigo con lo mío pues...

jueves, 23 de marzo de 2017

Baal

Estaba el otro día discutiendo las cosas de la vida con el Baños, al que hacía mucho tiempo que no veía y no sé cómo terminamos hablando de la necesidad de fundar una religión. Para terminar pensando en formalizar un nuevo credo, ya se imaginarán que el tono de la conversación fue poco menos que apocalíptico. Una enumeración constante de calamidades e infortunios que nos llevó a considerar que, perdida la esperanza, qué mejor que ponerlo todo patas arriba desde cero e instituir una nueva forma de... esto era más o menos lo que el Baños iba diciendo cuando yo le dije que bueno, que es que yo ya creía en Baal. ¿Baal? preguntó él. Efectivamente. Aunque ya el término efectivamente, (no recuerdo si me lancé por ahí, porque la verdad, da igual con lo que te enrolles, con lo que argumentes, lo que propongas, lo que hagas, a Baal le va a dar lo mismo) resulta incierto.
Le dije pues que Baal es previo a todo lo que uno pudiera considerar como religión, pensamiento, filosofía, manera de actuar, ganas de vivir, etc. Que uno puede creer en Dios, que puede ser budista, que puede ser animista e incluso puede hacer del ateísmo una forma de guiar sus pasos por el mundo y que nada de eso es incompatible con la certeza de que a Baal, esencia misma de la creación y del universo en su conjunto, no le incomoda en lo más mínimo la presencia de otros dioses y demás. Es una idea que ya he trasladado en múltiples ocasiones, en muchos foros, en diversos lugares. Baal ya estaba. Baal ya lo hizo. Baal es todo.
Hasta aquí, el Baños todavía se reía.
Baal lo pensó todo, lo probó y dejó hacer. Baal, oh glorioso Baal, estuvo en todas partes, venció a la gran serpiente marina que amenazaba con partir el mundo en dos y una vez que venció a la serpiente pensó en nuevas aventuras y se dio cuenta de que era preferible dejar el mundo en suspenso y como si fuera un queso al que dejas que vaya poco a poco cubriéndose con una capa de moho, ver qué pasaba. Baal dejó que otros pensaran que podían ser Baal. Baal, Oh Baal, hizo del hombre un elemento más del juego entre dioses y hombres que pensaban en dioses. Baal es como Baal. No hay nadie que pueda compararse a Baal. Y no porque sea Baal un dios que haga de la omnipresencia un alarde. Baal no alardea. Baal está porque está en todo y es todo. Baal, creer en Baal, grande y enigmático, poderoso y vago, me ha aportado, le dije al Baños, la conciencia de que las acciones son siempre limitadas, de que nuestro propósito en la vida es nada, que los planes trazados y las explicaciones dadas son inútiles, que Baal, risueño y fatuo, amigo y verdugo, es capaz de que esta conversacón que estamos teniendo aquí y ahora, se corte de cuajo, la humanidad exterminada en un solo segundo y que solo se salve un granjero amish del Paraguay para que este hable directamente con Baal y le haga un comentario de texto de lo sucedido. Por capricho, por necesidad. Baal, el auténtico e indiscutible. Baal, magno y soberano. Baal, fundador y centenario.  
El Baños se fue a por una cerveza o se fue a su casa.
Al ir yo de nuevo al grupo de amigos, vi a Baal apostado en la puerta.
Y no me dio miedo ni nada.

- ¿Y porqué has de tener miedo, mortal?

lunes, 9 de enero de 2017

Baal

Recorría Baal, grande y pletórico, las calles buscando algo que le llamase la atención a su ya acostumbrada mirada a todo, pues todo ya lo había visto ya que todo era de su invención y no puede sorprender aquello que nosotros mismos ya hemos tocado y pensado, cuando algo llamó la atención de Baal. Y pensó Baal, oh Baal, que aquello que le había llamado la atención no podía haber sido nada que él mismo hubiera pensado y tocado, creado y vivido, sentido y organizado, puesto que todo en el mundo era lo que Baal quería y si algo no era así era porque Baal no lo había hecho, creado, tocado, dotado, instruido, argumentado, legitimado, y todos los participios que Baal, oh Baal, había pensado cuando creó el lenguaje y a cada idioma le dio su estructura y coordinación. Así que, pensó Baal, oh gran Baal, que aquello era obra de otra divinidad. No era la primera vez que Baal tenía dudas acerca del otro, de que otro dios, otro ente, otra entidad, otra empresa, otra casa, otra marca, otro hacedor, tuviera potestad para intervenir en el mundo que Baal había... etc. Y Baal, quiso probar qué o de dónde salía aquello. Eliminó Baal de un plumazo el mundo todo, el universo creado por el propio Baal, para que únicamente quedase en pie lo que Baal había... y pensó Baal en los participios, en los verbos, en cómo las estructuras, los tiempos, los pasados, los presentes, dicen cosas y no identificaba mientras pensaba esto lo que a Baal le llamaba la atención y había generado aquel movimiento. Decidió eliminar Baal también lo que no se veía. Decidió Baal eliminar el lenguaje, los idiomas, los pensamientos, todo. Cuando Baal, oh Baal poderoso y sabio, decide eliminarlo todo desde la misma raíz, cualquier cosa, absolutamente, es porque Baal anda preocupado y quiere saber y para saber ha de llegar hasta el mismo fin de la cosa. Lo material no le bastó porque no halló aquello que a Baal la pareció disonante, y lo que no es tangible, lo que solo se advierte mediante el pensamiento si es que el pensamiento advierte alguna vez algo porque entonces para qué nos dio Baal los sentidos, tampoco le ayudó la destrucción de esto y perdón si la explación strna xrñ, x to svlv u mer p...
Así que Baal, oh Baal, una vez que despojó de cualquier tipo de significado y significante, de contenido, forma o continente a todo cuanto hubiera, consiguió saber qué era aquello que le había resultado tan extraño como para hacer tabula rasa. Y sonrió Baal cuando lo supo, y no quiso preguntar, y quiso darle forma para que nunca más le pasara que algo le llamara la atención y no supiera qué era, y yo, que lo vi junto a Baal, te digo que se parece a ti.

Oh Baal, que en cada momento decides lo que puede ser y lo que no es. Oh Baal, que siendo todo, todavía te sorprendes. Oh Baal...

- Oh Baal, Oh Baal... mortal, en qué momento crees que Baal puede dejar de querer seguir siendo adorado como Baal si Baal no es como tú crees que es Baal... es igual.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Baal

- Vivía en un mar de turbulencias y me adentré en el lago de la placidez gracias a ti. Gracias a tu divina providencia, a tu enérgica luz, a tu sabio designio conseguí alcanzar todo aquello que había siempre deseado. Alcancé lo que deseaba. Lo que deseaba. Tanto. Lo conseguí. Estaba perdido y tú llegaste a mí para salvarme. Estaba vencido, derrotado, desnortado, despeinado, sucio, no me lavaba los dientes desde hacía demasiado tiempo, bebía vino barato, bebía vino caro, bebía. Estaba cansado, estaba muerto, estaba tan abslutamente vacío de contenido. Y tú viniste de esa manera en la que llegan las soluciones milagrosas que cuentan los libros y los folletos y las revistas y los discursos de los que nos dicen que habrá un mundo mejor. Y el mundo mejor eras tú, o al menos tú conseguiste llevarme a él y yo lo identifico contigo. Y esa luz que tú me diste, me la trasladaste a la mirada, a mi fuerza interior, y me llevaste a un estado superior desde el que veo la vida como caminando a dos metros de altura, a cuatro metros de altura. Veo la vida de una manera definitivamente feliz, Vivía yo en un mundo lleno de incertidumbres, dudando por todo, sin un rumbo fijo, sin saber. Y ya sé. Y ya lo sé y lo digo cuando tengo la oportunidad. Y cuando esa oportunidad no surge, la busco y la provoco y entonces digo lo que siento. Siento que estoy definitivamente a tu lado para siempre y contigo tengo la luz que me guía. La luz que me guía y me alumbra. Yo nunca, nunca pensé que podría decir estas cosas. Nunca pensé que podría haber una luz para mí. Vivía descreído, vivía aturullado, vivía desnudo, vivía sin un horario, vivía con una agenda repleta de actividades, vivía estudiando, vivía creyendo, vivía dudando, vivía y no era eso estar vivo. Vivía y no sabía qué. Vivía y vivía  y pasaban los días y no sabía que el tiempo era algo diferente a lo que me contaban mis amigos, mis profesores, mis referentes, imprescindibles. No. No. No era eso. Me cogiste de la mano y me llevaste a otro punto desde el cual la realidad toma otra dimensión, la dimensión desde la cual se entiende el todo. El Todo en el que nos hemos sumergido todos sin darnos cuenta y del que deberíamos guardar una perspectiva mucho más amplia...
- Un momento... no te quiero molestar, pero no me estás hablando a mí ¿verdad?
- Oh, Gran Baal. Perdóname, pero no eres tú a quien hablo Baal majestuoso y magnífico...
- No, no pasa nada. Es que estaba... y he escuchado y me estaba extrañando que... que no pasa nada, sigue a lo tuyo...
- Oh, Baal, oh perfecto Baal, oh Baal que todo lo pudiste y todo lo creaste, no creas que yo...
- Yo no digo nada. Qué voy a decir yo. Solo digo que estaba por aquí y que, bueno, que me ha llamado la atención esto que decías, mortal. Adelante, continúa, avanza.
- Oh Baal, tolerante y modesto... contaba yo que vivía entre...
- No, si eso ya lo sé. Sé lo que vas a decir después. Yo solo digo que continúes y a ver adónde llegas.

domingo, 31 de julio de 2016

Baal

Cuentan que en un lejano lugar, más allá del río, subiendo por unas montañas, allí donde a duras penas llegan los ecos del mundo en el que vivimos, una comunidad se consagraba a celebrar la excelencias de Baal. Eran unos cuantos hombres y mujeres que, dejándolo todo atrás, habían decidido que sus vidas iban a ser única y exclusivamente un tributo a Baal, oh Gran Baal. Al estar tan alejados, las autoridades y la sociedad moderna en su conjunto consideraron que no hacían daño a nadie y que podían vivir tranquilamente sin ser estorbados. En aquel lugar, levantaron los templos de rigor y se dedicaron a crear una sociedad que se guiara por los preceptos y principios que el propio Baal, oh Baal, les había dado. En aquel tiempo, ya eran muchos los que conocían la tendencia de Baal, gran Baal, a no dejar constancia de su ideario, ni a ser especialmente prolijo en impartir doctrina, por lo que nadie se tomó demasiado a pecho que aquellos devotos hicieran de su capa un sayo y levantaran una teocracia sin más argumentos que su propia imaginación.
Por aquel tiempo, Baal, magnífico Baal, estaba confuso consigo mismo. Había atravesado una serie de vicisitudes por las cuales había llegado incluso a plantearse la reencarnación en mujer, vivir la experiencia del dolor del parto, el ya clásico arrebato de destruir el universo y volverlo a crear, eliminar una parte de la creación para escarmentar a los díscolos... todo eso que hemos ido contando en un sinfin de ocasiones. En resumidas cuentas, Baal, tremendo Baal, estaba aburrido. Confundido, por que nunca había sido especialmente vitalista ni entusiasta, pero había llegado a un punto de no retorno.
Así que, cuando aquella comunidad decidió honrar a 'su Baal', Baal, sabio Baal, dejó hacer. Le gustó saber qué podían hacer aquellos humanos con su mito. Así, descubrió que aquellos adeptos de Baal, realmente habían entendido perfectamente su creación, su magisterio si es que lo había dado y su forma de entender la divinidad.
Aquella comunidad, en realidad no hacía nada. O lo hacía. O decían que lo hacían. O se reunían para pensar en hacer algo. Y cuando lo hacían lo criticaban. Y cuando lo criticaban se reían. Y cuando se reían creían que habían hecho algo bueno. Y cuando creían que habían hecho algo bueno, pensaban en hacer algo. Y para hacer algo, se reunían. Y pensaban. Y comentaban qué podían hacer. Y pensaban en hacer algo. Y lo hacían. Y decían que lo iban a hacer. Y lo planeaban. Y se cansaban. Y se dividían. Y una parte de la comunidad se fue. Y volvió. Y se rieron todos. Y planearon hacer algo con todo aquello. Y quisieron dejar constancia de su paso. Y pensaron que era una tontería pensar que allí tan lejos a alguien le iba a importar algo. Y pensaron que Baal no les veía. Y sabían que Baal les estaba viendo. Y Baal, omnipotente Baal, estaba tan entusiasmado con aquella comunidad que, para prevenir posibles ataques de parte de unos seres humanos que son demasiado tendentes a querer anular al prójimo si éste es diferente, tomó una decisión.
Baal, perfecto Baal, destruyó todo lo conocido una vez más, salvando a aquella comunidad.
Qué ocurrió para vernos así, quizás necesitaría de otro relato.
- Oh Baal, Gran Baal, cómo premiaste a los que te adoran, cómo guiaste su camino sin guiar...

Calla mortal. A duras penas recuerdo nada de todo esto que cuentas. ¿De verdad yo hice eso? Voy a repasar de nuevo, todo, desde el principio.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Baal

El primero de los templos en honor a Baal, oh gran Baal, que edificaron en aquel lugar llamó la atención del propio Baal. Hacía muchos, muchos años que ya el culto a Baal había pasado al olvido y otros dioses calentaban el corazón de los que necesitan encontrar una respuesta a las cosas inexplicables que ocurren en nuestra vida. Sin embargo, sorprendió que en aquel mismo lugar donde nunca Baal había tenido predicamento alguno, un grupo humano se dedicase a construir templos para adorar a Baal, grande y total. En tanto que, acabado el templo, aquellos hombres y mujeres comenzaron a orar a Baal, éste, sorprendido e intrigado, decidió interesarse por el fenómeno. Baal, que todo lo sabe, llevaba un tiempo distraído con un asunto que le ocupaba los días y las noches. Baal, que todo lo puede, se encontraba inmerso en un proceso que ya habían vivido antes otros dioses y que Baal había obviado hasta que se lo encontró de frente. Realmente Baal, el gran Baal, no sabía qué pasaba con él pero tenía una crisis. No encontraba el motivo por el cual, sabiéndose grande, omnipotente y creador de todo y de todos, se había instalado en su interior la idea de que su tiempo era otro, su poder no era tal y otros eran los que lo obraban todo con suprema potestad.
Baal, el gran Baal, se personó en la figura de una humilde niña campesina en aquel lugar en el que se había erigido un templo y ya se estaba construyendo otro más en su honor. Los habitantes de aquel lugar habían incluso cambiado el nombre de la ciudad a Baalgrad. Baal, magnífico y sabio, transmutó, estaba fallón y de humilde niña campesina, pasó a dispuesta activista conversa a la nueva fe de si misma y colaboró en la construcción del nuevo templo. Durante ese tiempo, Baal habló con aquellas gentes, que mostraron un entusiasmo hacia su culto que le cautivó. Conocían toda su obra, la mitología, los actos santos, la creación, su indiferencia, su dejación de todo, ritos que algunos habían elaborado en torno a su culto y que pasaron al olvido ellos los conocían, sabían de cuando hubo otro Baal, de cuando Baal se enamoró, de cuando Baal creó otro mundo, de cuando Baal no quiso ser Baal, si es que eso ocurrió alguna vez.
Baal, sereno y potente, hizo lo que hicieron ellos, se adoró, se llamó, se invocó, incluso participó en algún sacrificio animal que le llamó al espanto. Pero ahí estuvo.
Y Baal se dio cuenta de que podía de nuevo intentarlo. Un día, durante una ceremonia en la que una sacerdotisa narraba la historia de cuando Baal... Baal, tremendo, se subió al oratorio y abrazando a la sacerdotisa, dijo, dirigiéndose a la audiencia de aquel templo que Él mismo había levantado:
- Mujeres, hombres, niños... todos. Me habéis emocionado. -Sacó un pequeño cuchillo y dijo- Mirad, habéis hecho que mi sangre vuelva a fluir. Es una manera de hablar, porque no soy nada, no tengo sangre, pero para que lo entendáis... Si os parece complicado de entender, haré otra cosa.

Y el Universo se plegó sobre sí mismo y desapareció todo. Baal fue Baal, creador y Todo. Otros dioses quisieron pedirle explicaciones, pero no le pudieron encontrar, porque Baal ya había desaparecido. O estaba en ellos.

- Oh Gran Baal, vuelves a ser tú, cuando destruyes la ilusión de lo creado. Magnífico y cegador de todo. Baal, oh gran Baal, mis ojos se vuelven...

- Tus ojos no se vuelven nada, humano, tus ojos soy yo. Yo no me vuelvo nada. Mejor dejarlo así.

Baal, siempre enigmático y huidizo. Oh Gran Baal.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Baal

Baal se despertó en cuanto el radiodespertador se puso en marcha, apareciendo la voz del locutor que hablaba del inminente peligro que corría algo muy importante. Baal, oh Baal, se vistió y se tomó un vaso de leche, sin pararse a hacerse tostadas o a abrir un paquete de galletas ya que llegaba tarde. Baal, poderoso, bajó a la calle y se encaminó al párking en el que le esperaba su coche, para ir al trabajo. Baal, gran Baal, tardó más de lo previsto en llegar a su puesto de trabajo ya que aquel día el tráfico estaba siendo espantoso por toda la ciudad. Estaba lloviendo y Baal, magnífico, no pudo contactar con nadie para avisar de que iba a llegar tarde. A Baal, oh Baal, no le gustaba la lluvia. Baal, omnipotente, llegó a su lugar de trabajo y durante unas cuantas horas desempeñó su tarea, con más o menos acierto. Baal, excelso, salió a una hora determinada a comer y lo hizo acompañado por otros compañeros y compañeras de trabajo. Baal, gran Baal, participó en una conversación sobre los graves riesgos que corría el conjunto de algo que se le escapaba si no se llevaba a cabo una acción o una serie de acciones que resultaban inaplazables. Baal, fabuloso, intervino repitiendo más o menos los argumentos que durante su despertar había escuchado y que también en la radio de su automóvil se habían ido repitiendo. Esos argumentos de Baal, tremendo y refulgente, venían a coincidir con los de sus compañeros de mesa. Llegada la hora de regresar al trabajo, Baal, sabio y terrible, recibió una notificación de un superior por la que se le conminaba a acelerar el curso de los trabajos que debía realizar, so pena de recibir una sanción o bien, ver peligrar su puesto de trabajo. Baal, glorioso, se afanó pues en cumplir con lo que se le demandaba e incluso, se quedó en su puesto de trabajo después de haber tocado ya la hora de volver a su casa. Algunos compañeros le preguntaron a Baal, incomparable Baal, si no se iba con ellos, pero Baal, fantástico y omnisciente, les dijo que no, que se quedaba un rato más. Dos horas después, Baal, gran Baal, habiendo medio arreglado lo que le pedían, volvió a coger su coche y regresó a su casa, escuchando un programa musical en el que muy de vez en cuando sonaba alguna canción que a Baal, oh Baal, le parecía correcta. Baal, supremo, dejó el coche en el parquing y fue a su casa donde se dispuso a preparar algo para cenar.
Y Baal, estupendo, batía un par de huevos para hacerse una tortilla francesa cuando, al ir a meter la mano en el recipiente de la sal, sintió un escozor en el dedo producto de que el dedo se encontraba algo descarnado dado que Baal, excelso, había estado nervioso durante las horas de trabajo. Baal, inigualable e inalcanzable, dejó  lo que estaba haciendo y se sentó un momento en una silla que Baal, bendito, no recordaba haber comprado.
- Creo que como prueba ha sido suficiente.
Y Baal, oh gran Baal, dejó ese mundo y volvió al mundo original que Baal había creado en el que...

- Oh Baal, grande eres y modesto a la vez al querer probar los sinsabores y rutinas de la vida de tus creaciones.
- No, no, no te equivoques mortal, yo no tengo nada que ver con esto. Un día, quizás, podréis venir a mi mundo. Quizás. Un día.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Baal

Nunca se supo qué ocurrió, pero Baal, el gran Baal, que todo podía y todo había creado casi sin hacer esfuerzo, pensó en cómo le gustaría que fuera todo. Baal empezó a imaginar. Baal, que ya lo había creado, estaba imaginando que todo podría ser diferente. Baal, se sumergió en ese nuevo mundo imaginado y trazó un nuevo mundo, creó unos nuevos seres, mucho más dignos, más perfectos. Creó un universo en un momento. Creó, en su mente, la posibilidad de otra manera de hacer las cosas. Imaginó una idea. Imaginó Baal que esa idea tomaba forma. Le gustó lo que estaba haciendo y sintió desapego por el mundo original que gobernaba ya con cierta pereza. Ese nuevo mundo que estaba forjando pintaba muy bien. Baal se sumergió tanto en ese nuevo universo en el que él era un Baal muy diferente, activo, creador, que se trataba con sus creaciones, que pensó en hacer desaparecer su antigua creación. Dos mundos vivían en paralelo, el antiguo con un Baal inconstante, perezoso, descreído de sí mismo, falto de ánimo y un nuevo mundo mucho más dinámico, con un Baal vigoroso, poderoso, siempre dispuesto a hacer cosas nuevas y atrevidas. Qué contento estaba Baal con ese nuevo mundo. Qué feliz Baal ilusionado con la posibilidad de que, siendo omnipotente, podía usar ese poder y no ser displicente y vago. Al fín, Baal, se sentía un Dios. Al fín, Baal, creyó que lo había conseguido. Ya no se aparecía en forma mortal, sino majestuoso y divino. Ya no te lo encontrabas apoyado en un árbol, mendigando en un camino, acodado en la barra de una taberna. Baal era ahora celestial y magno. Baal se mostraba ufano y regalaba a su creación con bienes y regalos. Baal recibía cariño y alabanzas. Pero llegó un día en que Baal oyó una voz. Una voz que le sonaba familiar y al mismo tiempo jamás había escuchado esa voz. Esa voz que escuchó y que no era de su creación decía 'Es bueno Baal'.
Y no le gustó a Baal.
Y perdió las ganas Baal. Dejó ese mundo creciente en barbecho y volvió a su original sinsentido.
¡Oh Baal! ¡Cuán grande es tu poder que no consientes que el halago te turbe! ¡Qué digno y poderoso que no gustas de escuchar alabanzas sin sentirte...!

- Calla mortal. Esa voz....