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miércoles, 30 de marzo de 2022

Mrs. Lowry and Son - Adrian Noble


Ser padre o madre, debe ser una cosa complicadísima. Ser padre o madre de alguien que tenga algún talento o crea tenerlo o simplemente tenga algún tipo de afición, debe ser ya para nota. Ser padre o madre de alguien que tenga etc., y tener tú por tu parte algún tipo de abolladura, ya entonces... Y de eso va esta película, basada en la vida del pintor británico L.S. Lowry de quien yo no tenía el gusto, pero que se ve que es una referencia cultural inglesa bastante conocida y que sale o que ha influido en canciones y tal, pero que yo no. El caso es que esta película, que uno comienza a ver sin grandes expectativas, acaba atrapándole a uno. Y le atrapa tanto la interpretación del protagonista, como de la protagonista, que no es otra que la inmensa e incomparable Vanessa Redgrave que a sus 85 años, repito, 85 años, se marca un papelón que yo que sé. El tema es el que sigue. Lowry vive en casa con su madre, trabaja de cobrador del gas :) y lleva una vida digamos que común. Pero a su madre esa vida común no le gusta. No le gusta el barrio, no le gusta la gente, no le gusta la clase obrera. No le gusta porque ella cree venir de un barrio mejor, y de una clase mejor. Y con ese trauma ha vivido desde que se quedaron sin un yen y tuvieron que irse a vivir de un barrio tal a otro cual. En cambio, el hijo está orgulloso de su barrio y se dedica a pintar a la gente y sus cosas, a las fábricas, a los edificios, con un estilo particular, porque todos tenemos un estilo particular, o qué te crees. El caso es que a la madre le revienta que el hijo pinte y que encima pinte eso. Y en ese conflicto está la peli. Y no voy a decir cómo acaba. Tener un talento o creer que lo tienes y que tu madre o tu padre no de anime, eso marca muchísimo. Ya no tener el talento, simplemente tener la afición, o hacer cualquier cosa. Y tener que juzgarlo. Animar. Alentar. Proponer. O fíjate, que te animen y que no lo hagas, que también tengo un colega qué... En fin. De todo hay en la viña del señor. Una peli para seguir adorando a la Redgrave que tuvo y retuvo y todo. 

jueves, 10 de febrero de 2022

Bertolt Brecht


Bertolt Brecht nació en Alemania y murió en la República Democrática Alemana. Bertolt Brecht escribió obras de teatro, compuso poemas y fue una persona políticamente comprometida. Bertolt Brecht también escribió letras para canciones. Bertolt Brecht dejó algunas frases célebres. Muchas de esas frases célebres se utilizan continuamente por parte de todo tipo de personas a las que les gusta recurrir a las frases célebres, a las citas, a lo que otros han comentado o reflexionado para darle un poco de lustre a sus propios pensamientos. Bertolt Brecht era una persona política. Aunque también decía que había que entretener. Bertolt Brecht tuvo un grupo de teatro en Berlin. Un grupo de teatro de esos emblemáticos y cada gran dramaturgo de nuestro tiempo ha tenido uno. Bertolt Brecht fue colaborador de Kurt Weil y de Lotte Lenya, la pareja de compositor y cantante que popularizaron esas canciones de cabaret pero que no son solo canciones de cabaret, muchas de ellas con las letras de Bertolt Brecht. Bertolt Brecht fue el autor de esa frase tan manida y que tanta rabia me da de los imprescindibles. Esa que dice que hay personas que son imprescindibles, sobre todo en los partidos políticos. En los movimientos. Los imprescindibles. Qué miedo ser imprescindible. También es autor de ese poema del primero vinieron a por los tal, y no dije nada. Ese poema, cuántas veces nos lo habrán pasado por la cara en los últimos tiempos. No dijimos nada. Ahora que vienen a por nosotros qué decís. Y eso. Bertolt Brecht fumando un puro. Bertolt Brecht con gafas y sin gafas. Bertolt Brecht y esa frase que decía que la libertad sin pan o primero el pan y luego la libertad o algo así. Bertolt Brecht y Alemania. La irresistible ascensión de Arturo Uy. Bertolt Brecht y esa otra frase que dice que el arte no debe ser un espejo de la realidad sino un martillo para transformarla. Esa frase me gusta, fíjate. Porque no siempre hay que pensar de manera original, también hay que remitirse a los clásicos. Bertolt Brecht como un clásico. Eso tiene algo de gracia. El rostro ese que se dibuja al final de la película Cabaret, cuando poco a poco va apareciendo la esvástica. En el cumpleaños de Bertolt Brecht, tus amigos te deseamos que tengas una buena tarde. El teatro comprometido. Películas con mensaje. Poemas con mensaje. Bertolt Brecht posando frente a un piano. Bertolt Brecht componiendo su poema sobre Baal. 

¿Has dicho Baal?

miércoles, 31 de marzo de 2021

Nussbaum y Platek


Escribes la palabra Oostende en Google Images y eliges. Una imagen te llama la atención. Una señora mayor vendiendo pescado seco, parece. Te gusta y ya no buscas más. Ves que el autor se llama Nussbaum. Un pintor que no conoces y, por el estilo, parece que pertenece a esa época de la pintura que tanto te gusta. Investigas un poco. Felix Nussbaum. Murió en Auschwitz en 1944. No murió en Auschwitz en 1944, de su muerte, se murió porque se tenía que morir. Tenía 40 años. Alemán, judío, en 1933 tuvo que pirarse de Alemania porque los nazis llegaron al poder. Cuando los nazis llegaban al poder si no eras de los suyos tenías que largarte. O te mataban. Se refugió en varios países hasta que en 1940 el gobierno colaboracionista de Vichy, colaboracionista con los nazis, lo interna en un campo de concentración. En los campos de concentración vivían y mayormente morían aquellos que los nazis y los fascistas consideraban sobrantes para sus gloriosos proyectos. Judíos, comunistas, socialistas, anarquistas, homosexuales, discapacitados, enfermos mentales, gitanos, y todo aquel colectivo que usted piense que podría ir a un campo de concentración en caso de que mandasen los nazis. Imagine por ejemplo que usted no es nada de lo anterior pero simplemente no es nazi, no sale a la calle a pasear con los nazis y hacer cosas de nazis o decir que los nazis y sus cosas de nazis son buenas, normales, no están mal. Imagine que simplemente no muestra apego por las cosas nazis. Usted podría ir a un campo de concentración si es que le queda algo de utilidad que aportar para la maquinaria nazi y pueden exprimirle o bien si no es muy útil se le mata y ya está. Si usted es de esos que ni de izquierdas ni de derechas y que no se mete en política y que le da igual que manden unos que otros y que lo mismo son los comunistas y los nazis, tampoco se quede tranquilo. 

Felix Nussbaum, que en 1937 se había casado con la también pintora polaca Felka Platek, se escapa del campo de concentración y se va a Bélgica a Bruselas a casa de otro amigo pintor. Según la Wikipedia, ambos, Nussbaum y Platek fueron descubiertos en 1944 e internados en Auschwitz, un campo de concentración nazi ubicado en lo que ahora es Polonia. Ambos murieron en el campo de concentración de Auschwitz en 1944. Se mueren los dos. En los campos de concentración los nazis mataban en masa a la gente. Idearon un sistema por el que les salía más barato, que al final todo son números, matar a la gente de una determinada manera que de otra. Cámaras de gas, etc. 

Cosas de nazis.

Hoy, en nuestro país, España, estamos fascinados porque vemos nazis por las calles, haciendo el saludo nazi, haciendo discursos nazis, manifestaciones nazis, movidas de nazis, caras de nazis, nazis en las páginas de moda, nazis en programas de humor, nazis en horario infantil. Los nazis como algo que en este país puede ser normal. ¿Acaso no hay comunistas en el gobierno? 

Yo solo quería recordar que como Nussbaum y Platek hubo millones de personas que murieron porque los nazis y los fascistas los mataron. Y que es nuestro deber como lo que queramos ser, demócratas, comunistas, liberales, socialistas, anarquistas, socialcristianos, demócratacristianos, verdes, lo que sea, no situar la cosas en un extremo o el otro. Todos los extremos son malos. 

Y una mierda. Los nazis son la mierda. 

martes, 15 de diciembre de 2020

Cocotevá, la cultura popular, las cosas.


Repasando alguna foto para ilustrar el texto he estado a punto de poner una imagen de una entrega de premios Ciutat de Santa Coloma, creo que se llaman. O era alguna entrega de premios de alguna entidad. No lo recuerdo. Supongo que sí. Es igual. Desde lejos me había parecido que podía ser de alguna de las veces que he hecho fotos a Cocotevá haciendo Cómeme el Coco Negro. 

Durante varios años he procurado asistir a todos los pases que, coincidiendo con la Marató de Tv3, la Compañía Colomense de Variedades ha montado en el Teatre Sagarra con un éxito arrollador de público. No me gustan las galas benéficas ni los eventos pro algo. Solo me gustan los eventos míos, naturalmente. Sin embargo, más allá del factor benéfico, las veladas teatrales de Cocotevá con el Coco eran y son brutales. Llevando al extremo la idea fundamental de la Cubana, esas horas en el teatro se convertían en una especie de kermesse popular en la que por momentos lo que menos contaba era lo que sucedía en el escenario. Ese efecto Coco en Cocotevá incluso llegó a lastrar otros montajes de la compañía, que se veían perjudicados porque la gente acudía a ellos pensando en ese disparate de comunión entre público e intérpretes que llegaba a poner de los nervios al propio director de la compañía, Xavi Villena. Uno se lo pasaba bien con el Coco. Cada año había algo nuevo, algún o alguna artista invitada, con sus momentos rayanos en lo grosero o que pasaban de largo lo grosero, provocando al espectador que pensaba que iba a eso, una obra convencional. 

Una obra convencional y lo convencional. Lo grosero, lo chabacano, lo burdo, lo vulgar. La fina línea que separa lo basto de lo popular. Quién lo delimita. Quién dice que una cosa es una cosa o la otra. 

Este año no va a haber Coco. Las circunstancias y las cosas, las cosas, las cosas, las cosas y las cosas han impedido que en este 2020 donde estamos ávidos de desbarrar de una santa vez, parece que no han permitido que la obra pueda desarrollarse. ¿Podría haberse hecho en estas circunstancias con solo medio teatro lleno?

El teatro popular. El teatro con lo popular. El arte. Hace frío, vamos a comprar, tenemos ganas de tener buen corazón, de tener algún detalle con la sociedad y nos apuntamos a cualquier tipo de bombardeo que nos haga parecernos a esas canciones navideñas que salen en las películas americanas, donde uno, sin ver nada, sabe que están en un casoplón con todo super ordenadito y donde el matrimonio feliz va a disfrutar de unas fiestas inolvidables. Let it snow. El teatro popular debería cagarse en todo eso. Debería además ser respetable. Debería ser respetable. O no. Realmente no sé qué quiero escribir o lo sé pero no doy con la tecla. Ahora en mi teclado no saltan las teclas y acostumbrado al teclado anterior pulso con miedo y ni siquiera aparece la tecla que creo que he marcado.

Creo que ya lo he dicho alguna otra vez. El arte, la cultura, me parece que es cualquier producción humana que tenga algún sentido para alguien. Que el sentido no se lo da el artista. Que el artista es una creación de hecho de otros artistas que son los seres humanos que deciden que una persona tiene un talento especial para algo, o un don, o lo que sea. Pero eso es un acto de creación también. El artista como obra de arte. Los artistas pueden pretender ser como tú, entonces resultan un poco falsos. O pueden pretender estar por encima de ti. Y son peores. Los artistas pueden cantar canciones que te prendan una chispa de esperanza en el corazón y un brillo especial en la mirada. Esa misma canción a mi me puede producir incomodidad. Los artistas pueden hacerse pasar por otras personas, pueden querer camelarte con un acento especial, con un giro que han aprendido en otras escuelas. Los artistas pueden ir a la escuela. Los artistas pueden tener vicios y los receptores pueden conocer los trucos y aceptarlos. Los artistas hacen lo que tú quieras. 

Los artistas no solo han de pelear por el Teatre Sagarra, una noche, un momento, dos ratos, aplausos, impresiona este escenario. Los artistas deben ser conscientes de sus limitaciones. Me encanta hablar de arte contigo, de cultura. Me encanta llevarte la contraria cuando hablas de arte, de cultura. No tengo ni idea. Mi idea del arte es tan pobre que cualquier cosa me parece arte. Incluso los timos me parecen arte. Y cultura.

El teatro es popular. Cocotevá no hace este año su Coco. Nos quedamos sin la Ponxi haciendo su inolvidable número de la folclórica en chándal de tactel cantando María de las Mercedes. Nos quedamos sin las lágrimas finales de Xavi Villena. Nos quedamos sin la Merche Meneses, sin el Kike Hita, sin el Hugo, el Alex Mas, la increíble Andrea, las supervedettes...

Este año nos estamos quedando sin muchas cosas. Nos quedamos como digo sin una obra de teatro donde la gente colomense iba a lo que iba. A veces no sabes a lo que vas y te encuentras con lo que sospechabas. Otras veces, como aquí, vas a la guerra. Y la guerra a veces te pasa por encima. 

Estoy acabando el texto. Me tengo que ir. Yo también tengo mis obligaciones con el arte. 

El año que viene no puede volvernos a pasar, Cocotevá. 

lunes, 21 de septiembre de 2020

Rastros de carmín - Greil Marcus


¿Qué necesidad tenemos de saber tanto? Me gustan los Sex Pistols. Me gusta el punk. Me gusta saber del punk. Jamás diría que soy un punk. Creo que me gustaba pensar, hace años, que era un poco punk. No era nada. Me gustaba saber de dónde venía el punk. Me gustaba conocer de dónde venía esa pulsión y si alguien la había tenido antes. Me gustaba encontrar trazas de punk en otras cosas. Me he leído algunos de los libros que parece que hay que haberse leído. He visto los documentales que más o menos creo que ha visto todo el mundo. Hace mucho tiempo que no escucho punk rock como el que escuchaba, que era más o menos el punk rock normal de toda la vida. Me gusta saber cosas. 

Pero esto es excesivo.

Voy a intentar explicar qué quiere este libro. Este libro de Greil Marcus, escritor que escribe sobre cultura y concretamente sobre música y sus relaciones con otros mundos, quiere contarnos, creo, quién dijo lo que el punk de los Sex Pistols cantó antes de que los Sex Pistols existieran. Y lo hace de una manera en la que finalmente no sabes si quiere contarnos eso, quiere reivindicar otras cosas, qué quiere. Qué es lo que quiere. Por qué se entretiene en contarnos, en contarnos de esa manera en la que nos lo cuenta, los pormenores de las internacionales letrista y situacionista. Por qué nos quiere meter en las cabezas contradictorias y extrañas de los dadaistas. Por qué tantas cosas si a nosotros, si a mí, con lo que yo sabía, ya tenía bastante para apreciar el punk o para saber que el punk es mucho más complejo o mucho más simple. No lo sé. 

Supongo que es evidente. Frena. Suponer que es evidente está mal. Digo que está claro que el punk no es solo lo que parece. Que hay más cosas. Pero qué más da. Un libro para saber más de todo, nunca está mal. Se hace farragoso en muchas ocasiones, no sabes por qué tiene que haber tanto contenido para decirnos que sí, que han habido momentos, personas, movimientos culturales, minoritarios, otros con mucha fama y revuelo, personas que han sabido estar ahí, cómo nos ha influido a todos, la publicidad, el cine, el arte. Estar en el mundo.

El trabajo, la familia, la sociedad, el capitalismo, el comunismo, la burocracia, tu familia, la burguesía, estudiar, saber, romper cosas, decir que vas a romper cosas, hacer manifiestos contra las cosas, proclamarte fuera de juego, estar en contra, ponerte a favor de lo que nadie se pone a favor, destruir, destruirte, ser expulsado, expulsar, odiar el trabajo, odiar la sociedad, ser absorbido por la sociedad, escupir hacia arriba, recortar diarios, ir al café, drogarse, ser un olvidado, olvidarte, cambiar de nombre, cambiar de país, hacer cosas sin sentido, darle sentido a la nada, aburrirte, contra el aburrimiento, inspirarte, traicionar a tus amigos, ser minoritario, ser aún menos, equivocarte, escribir, renunciar al texto, a la imagen, hacer una película sin imagen, recitar palabras sin sentido, berrear, destruir la idea de cultura, ser el Anticristo.

De eso va el libro. 482 páginas más nosecuantas de bibliografía dedicadas a explicarnos de qué va la cultura que no triunfó pero que siempre está ahí cuando algo nos parece que se sale, que no lo entendemos, que nos atrae porque es otra cosa, porque no se pide hora para expresarla, porque no hay un permiso ni una instancia para hacerla, porque la cultura ha muerto, porque el arte es un invento y porque yo que sé. 

miércoles, 9 de septiembre de 2020

El arte está muerto


Y al final le dije que siempre estábamos hablando de cosas que nos definen. Que terminábamos hablando de libros, de películas, de películas que no habíamos visto, de movidas que nos habían llamado la atención en exposiciones, de obras de teatro que estábamos escribiendo y le dije que lo que nos pasaba era que no queríamos hablar de la vida real. Patilleramente le dije que el arte, por disparar por elevación y quiera decir eso lo que quiera decir, no era más que el refugio de quien quería pensar en otra cosa que no fuera el sustento. Me dijo que se ganaba la vida escribiendo novelitas y que eso que acababa de decir era una gilipollez. Entonces le dije que lo que de verdad me pasaba era que tenía una envidia tremenda porque se ganaba la vida con eso y yo no era más que un humilde conserje que jamás llegaría a nada y que le tenía un odio cerval a los artistas. Y me preguntó que si yo le odiaba. Le dije que sí. Me dijo que entonces porqué quedábamos todos los jueves a tomar cervezas si le odiaba. Le dije que no sabía. Me dijo que le parecía extraño que siguiéramos quedando después de tantos años de una amistad forzada desde el colegio cuando ni yo le soportaba a él ni él a mí y me contó que hacía tiempo que pensaba que esto de quedar los jueves le aburría. Y le dije que le aburría porque yo no era artista y que por eso le odiaba. Y me dijo que le aburría porque yo era aburrido. Y me levanté y le di una hostia. Y él me dio otra. Y nos fuimos. Y el jueves siguiente volví al bar y allí estaba él. Y nos pedimos una cerveza. Y le dije que había empezado a escribir. Y me dijo que él había dejado de escribir. Y le dije que le odiaba. Y él me dijo que él a mí más. Y me dijo que nosequé. Y le dije que se había saltado el turno. Y me pidió perdón. Y le dije que el arte, le dije que el arte, le dije que había reflexionado durante este tiempo sobre el arte y había ampliado mi teoría con nuevas referencias. Y me dijo que en una semana no me había dado tiempo. Y le dije que sí y que. Y me dijo que eran dos cosas. Y le dije que el arte era la consecuencia de la desazón humana ante la imposibilidad de sustraerse a la búsqueda de sustento. Y me dijo que menuda chorrada. Y le volví a levantar la mano. Y él se rió. Y le dije que de qué se reía. Y me dijo que estaba a dos semanas de decir que el arte está muerto. Y le pregunté que a qué se refería. Y me dijo que ya vería.  

lunes, 20 de abril de 2020

Confinamiento #28

Gente de escopeta y perro. Esta expresión viene de nuestro pueblo y no sé si la hemos acabado de entender bien. Eso son gente de escopeta y perro nos parecía que venía a decir que eran gente sencilla, sin mucha complicación, que se conforma con lo que hay, que con un seis y un cuatro hace tu retrato. Pero creo que no es esa la acepción correcta y tiene más que ver con otra cosa que no sabría definir. Somos gente de escopeta y perro. ¿Lo somos?
Hoy cumple 39 años mi hermano, el Pako, 39 años, por lo que yo supongo que le quitarán ya el Carnet Jove y si bien mi padre se autodenominó Paquito hasta el final, no sé si mi hermano pequeño ha de seguir siendo considerado pequeño en este momento. 39 años. Es que parece que vaya a cumplir yo que sé, 10 años u 11. Y no. 39 años. A punto de entrar en la edad del pavo. Ayer dimos un paso más en nuestro proceso de creación artística. Quizás definitivo. Ya ni canto ni toco, simplemente hago el indio. Edad del pavo. Un grupo de versiones, que es lo que nos faltaba por tocar. Yo me lo pasé bien. Bastante bien. El Pako tocó y cantó. Seguiremos. Johnson and Johnson, qué buen nombre.
39 años. Curro Romero donde los haya, casi llegando a Rafael de Paula, no esperes una acción continuada, sino faenas magistrales. El mundo del dibujo lo hemos tenido a mano desde siempre. Yo era un inútil pero no así mi hermano, que siempre tuvo mano. Pero no ganas. Ahora con el confinamiento, a la fuerza tal. Y finalmente, el proyecto del dibujo homenaje a Felipe IV, escopeta y perro, austrohúngaro, blanquito perdedor, se ha hecho realidad. Recuerdo hacerme fotos en las fiestas del pueblo de hace ni me acuerdo y que nunca se llevaron adelante. Y ahora, el regalo lo hace él. Retrato con perro y escopeta, como si me gustaran los perros y yo supiera qué hacer con una escopeta. Ni que decir tiene que la foto original era con una escoba y con un cubo y que el original es efectivamente de Velázquez. Qué grande. Ahora ya vamos derechitos al retrato de Conde Duque con el caballo y todo. Hasta llegar, supongo, al mágico retrato de Carlos II, cara blanca de a punto de palmar.
Ayer tuvo lugar la final del rally de Curts de Ca la Sisqueta. Siete cortos presentados, votaciones del público para elegir al ganador y premio del Jurado. Pues bien, el corto que presenté 'Breu Reflexió', resultó ganador del premio del Jurado. Muy pocos votos del público. Pero como artista me siento francamente reconocido. El arte no suele ser bien entendido por el público general y sí por los entendidos. Agradecer a mi compañera por la edición y montaje del corto y lamentar que no pudiera ganar a su vez con su propuesta el premio del público, al que se hizo acreedora por su increíble interpretación.
¿Qué es el arte? ¿Con qué criterios puedes definir el arte? Cualquier reflexión en este aspecto puede resultar simplemente vacía. El arte es lo que uno quiera, el arte es cualquier cosa, el arte y los criterios artísticos son subjetivos. Pueden coincidir con los tuyos, puede que no, nadie tiene razón y todo va al mismo sitio. Qué es bueno y qué es malo. Qué está bien hecho y qué está mal hecho. Qué no te gusta y qué te gusta. Qué interés tiene. Qué trascendencia. Quién es el autor. Por qué a él. Por qué a mí. Es igual.
Y en otro orden de cosas, como ven, el confinamiento ha tenido estos dos días mi mente ocupada en otras cosas pero no por ello no he podido dejar de darle vueltas al futuro. Ninguna cosa que no se sepa anteriormente. Quince días más de confinamiento pero se vislumbra que los más pequeños podrán ver relajada su reclusión lo que no sé si es bueno para los niños o para los padres. Por si las moscas, la Generalitat ya se encargó el mismo sábado noche de proporcionar un díptico virtual con toda una serie de recomendaciones y normativas.... aprobadas en ningún sitio.
No quisiera dejar de referirme a las palabras del mhp Puigdemont sobre comuns e ICV llamándo(nos/les) de todo. De todo en plan desagradable. O al menos haciéndose eco de un ultra. Lo ultra. Cada vez más, la derecha conservadora catalana descubriendo la modernidad, el anticomunismo, el populismo, la lucha contra un supuesto stablishment socialdemócrata, socialista, estatalista, que no nos deja ser libres, cada vez más una 'alt right' nostrada ya no mostrando la patita sino metiendo el hocico entero. Y de comparsas quienes desde la izquierda más aixina nunca nos pudieron ni ver y van a apuntándose al carro. A ver si eso. Comparsas.
Y nada. Cumpleaños raro entre los raros. Llevamos desde el 2017 como aquel que dice sin celebrar un cumpleaños medio normal. En 2018... Pero después... Cada mes de marzo y abril están resultando tremendos. No sé cómo lo haremos, sé cómo lo hubiéramos hecho, aunque fuera lunes, comer por ahí supongo o cenar por ahí, recordar, chincharnos, gastarnos bromas, discutir sobre frases o palabras del pueblo.
Gente de escopeta y perro. Feliz día germanet!

martes, 11 de febrero de 2020

Flos Mariae de la Fe

Imagina que cantas o bailas o escribes o actúas o haces lo que quiera que hagas movido por la Fe y que una vez que estás ahí, todo te parece bueno. Y poco. Y nada es suficiente. Y una vez que has encontrado tu voz y tu camino para expresar eso que para ti es importante, te sientes tan cómodo con ello que da igual si los demás lo entienden o no, lo que importa es lo que te importa a ti. Imagina que eres parte de una familia y algún miembro de esa familia está embarcado en un proyecto que puede parecer descabellado y un sinsentido de tomo y lomo, pero ves tan feliz, tan dispuesto, tan entusiasmado a ese miembro de tu familia que te unes a él y dices, claro, vamos, que se hunda todo, que nos vayamos todos al garete. O ascendamos al cielo si nos sale bien.
Uno ve los vídeos de Flos Mariae y lo entiende. Lo entiende todo. La hermana que compone y canta las canciones y que enrola a toda su sangre en el apasionante mudo de la canción indescifrable, en el contenido que puede ascender a lo más glorioso o bajar a lo más prosaico. La hermana que lo vive con pasión y las que siguen su camino y piensan, si piensan en algún momento en lo que están haciendo y dónde están y a qué se debe todo, qué hacemos aquí, qué está pasando.
Dónde está el límite.
Uno piensa viendo las diferentes canciones de Flos Mariae o las alocuciones de Victoria Bellido Durán en su videoblog que todavía queda esperanza. Que no todo consiste en imitar lo que se supone que es transgresor y rupturista, quedando siempre en una mera réplica que algo que ya existe. Uno piensa, y sueña, que hay caminos no trillados para estar fuera, para la excentricidad, para lo bizarro que es más bizarro cuando es menos consciente de que lo es, cuando se hace desde la buena voluntad y el convencimiento de que es bueno. Bueno de bondad, sin importar la calidad. Bueno de benéfico, sin importar lo que digan los demás.
Porque, ¿qué es bueno? ¿Qué es mejor? Los cantantes y cantantes que se esfuerzan por parecer algo exactamente a algo que ya existe y que está más que masticado y que aparecen en los concursos de talentos. ¿Son mejores los cantantes que calcan cosas más que vistas en Operación Triunfo? ¿Son más dignos? ¿Son arte?
¿Qué es el arte y qué no lo es? ¿Acaso no nos quedamos absortos contemplando todas y cada una de la canciones de Flos Mariae sin entender absolutamente nada y sin esperarnos ninguno de los giros musicales, rítmicos, líricos que nos proponen en sus canciones? ¿No nos pica la curiosidad por saber más? ¿Por indagar? ¿Por conocer quiénes son y qué las mueve? ¿No querremos conocer a quien hace de batería en Feliz Cumpleaños y golpea y aporrea los tambores como si estuviera haciendo las delicias del octogenario público que acude al RockFest? ¿No daríamos lo que no tenemos por tener esa creatividad? ¿No daríamos lo que no soñamos por conocer a quien les dijo por primera vez, adelante, es bueno, no tengáis miedo?
¿Qué es el arte? ¿Qué es un artista? ¿Dónde está la frontera? La diferencia entre un proyecto como los Space Surimi y Flos Mariae ¿dónde estriba? Ambos quieren lo mismo, no dejarte indiferente ni con sus bases ni con sus letras. Y lo consiguen.
La Fe mueve montañas pero no tiene nada que ver con la buena música porque la buena música no existe. La buena música es una mierda.
Con la Fe Bob Dylan hizo discos y canciones que hoy siguen conmoviendo y sin embargo nos tomamos a Flos Mariae como un objeto risible cuando nos están proponiendo traspasar una nueva frontera. Un nuevo reto.
Dinamitarlo todo desde la bondad más inconsciente de su propio peligro.
Bravas.

jueves, 23 de enero de 2020

Salvador Dalí

Mi padre tenía en casa un libro de Salvador Dalí. Confesiones inconfesables. Cuando era pequeño, como estaba en el armario de los libros 'infantiles' y no sé porqué, se me ocurría cogerlo. Lo cogí poco. No entendía nada. De pequeño, Dalí escupía en la mano de su hermana, creo que recuerdo eso. Dalí escupiendo en la mano de su hermana y le decía, creo, que se tragara el lapo.
Este es el tema.
Salvador Dalí jugando partidos de homenaje a todos los pintores de la historia, homenajeándoles, haciéndoles tributos, colocando aquí y allí símbolos, referencias, pinceladas, fusilando todo lo que puede más, copiándose a sí, mismo, referenciándose, haciendo de la pintura una banalidad, haciendo del arte un negocio. El Avida Dolars. Salvador Dalí jugando a ser provocador, provocando, escupiéndonos en la mano y obligándonos a tragarnos su mierda. Salvador Dalí engañando a todo el mundo, viviendo engañado por sí mismo, tomándonos el pelo, viejo y víctima de un personaje que fue joven una vez, que enamoró una vez, que siempre parecía tener cara de miedo, de susto, de asustar.
Salvador Dalí como pintor y como persona. Te admiro como pintor y como persona. Es un gran pintor y una gran persona. Un gran pintor. Pero qué persona. Salvador Dalí pintando cristos mirando hacia abajo. Millones de cabeceros de cama, de dormitorios, con el Cristo mirando hacia abajo. Cristo visto desde arriba y en tu habitación encima de la cama, el Cristo. Me extraña tanto no tener yo este cuadro, que no se me haya ocurrido como regalo de cumpleaños nunca, el cristo mirando hacia abajo.
Gala mirando por la ventana. Gala eligiendo el caballo ganador, el ser humano que daba más dinero. Qué mala era Gala. Qué mujer tan mala y qué Salvador Dalí tan inocente que se dejó engatusar. Salvador Galí dando miedo.
Hay una foto de Salvador Dalí abrazando a Anatoly Karpov. Creo que esto lo define todo mucho mejor. Anatoly Karpov se está riendo pero con una risa que quiere decir 'quitarme de encima a este señor que me está poniendo muy nervioso'. Y es eso. Este señor me está poniendo nervioso. Este señor me puede escupir en la mano en cualquier momento y encima pedirme que me lo trague y encima me lo tendré que tragar. Es Salvador Dalí.
Carxofes Boníiiiques.
Salvador Dalí parodiándose todo el tiempo, vendiéndole cuadros a millonarios texanos, pintando exactamente lo que quieres que pinte y tú te comeras la cabeza pensando, madre mía, qué cabeza tiene Salvador Dalí que pinta esas cosas tan así. Salvador Dalí pintando a Vermeer de Delft, jugando un partido de homenaje a favor de todos los pintores del mundo, pero no le sale jugar en serio y acaba riéndose de todos.
Salvador Dalí en una canción de Mecano que no he escuchado nunca.
Salvador Dalí franquista, monárquico, embustero, mentiroso, Cadaqués, Figueres, pelota, cartón tomate. El Museo Dalí de Figueres y los huevos encima de los torreones y el sillón que son unos labios.
Un sillón que son unos labios, amigo.

martes, 19 de noviembre de 2019

200 años del Museo del Prado

El Museo del Prado es el motivo. Madrid es eso que rodea al Museo del Prado. Tenemos nuestros gustos. Hablaré otra vez de mi padre. Mi padre fue capaz de ir a Bilbao a ver el Museo Guggenheim, pero no para ver el museo sino para descolgarse del viaje de vuelta y ver un partido del Athletic Club por primera vez en su vida. Antes, años antes, me acuerdo que me dijo de acompañarle a unos viajes que organizaban los sindicatos de la Telefónica y que les llevaban a Madrid desde todos los rincones del Estado español. Mi padre había ido muchos años y ese año ya iba un poco con el gancho. Su objetivo no era el viaje y la manifestación, no, su objetivo era ir al Princesa Sofía a una exposición de Antonio López. Y al Prado. Ahora que lo escribo, no recuerdo bien bien si aquella vez fuimos al Prado. Es igual, ya está dicho y citado.
El caso es que cada viaje a Madrid está ligado al Prado, la visita al museo. Llegar por la mañana, con mi hermano por ejemplo, bien temprano e ir al Museo y entretenernos durante unas obras contemplando arte e historia. Las dos cosas que más me gustan si quitamos de la lista... Sea como sea, es una gozada ir a Madrid, bajarte del tren, desayunar y comenzar a deambular por esos salones, viendo esos personajazos a caballo, esas diosas, esos dioses, esas escenas míticas, ese todo. Ese Bosco con sus figuritas y sus Brueghel con sus caras y esos todos flamencos y holandeses y los Rubens y los... todos, claro.
Personalmente todos me gustan pero los Velázquez y los Goyas son los preferidos. Sobre todo y sobre todos, los Velázquez relativos a Felipe IV. No sé porqué, pero los cuadros de este rey, las imágenes, las caras, son un poco la cara de alguien que me resulta cercano. No entiendo el porqué. La imagen de alguien superado por todo, por las circunstancias, por el reto, por que no sabe y no quiere. Una suerte de Oblomov. Creo que el personaje histórico real no fue así, pero me extasía la imagen de este buen señor Austria, con cara de susto, de menudo embolao, de vaya marrón. Escopeta y perro. Si alguna vez me hacen un retrato que sea exactamente como este. Escopeta y perro.
Y los Goya. Preferiblemente los retratos de reyes y demás. La Familia de Carlos IV. No se puede ser más republicano que eso. No se puede demostrar de manera más fehaciente que los reyes son la risa. Que los reyes no son nada. Los retratos de Carlos III, por ejemplo. Igual.
Visitas al Prado. Con amigos, con amigas.
Recuerdo una visita legendaria al museo con una amiga y sin lentillas. Sin gafas y sin lentillas. A lo vivo con mis tres dioptrías y media.
Y disfrutarlo como siempre.
El Prado, lo que justifica Madrid. El Prado y los murales.
El Prado y el cuadro del Perro asomando el hocico.
El Prado y el retrato de Carlos II, que sí que tenía cara de estar fuera de juego.
El Prado y el cuadro enorme de los fusilados de la década ominosa.
El Prado y el cuadro enorme de la Reina Juana la Loca paseando el cadáver de Felipe el Hermoso.
El Prado y salir del Prado para tomarnos unas birras.
El Prado y decirle a mi padre que tenemos que ir a Madrid los dos, con mi hermano si quiere, para volver al Prado y verlo con él.
Madrid como excusa para ir al Prado.
Tenemos que volver.

lunes, 2 de abril de 2018

Reírse del artista. El artista se ríe de ti.

Pongámonos en situación y luego si eso, vayamos a por la digresión y el análisis. Un concierto. Un cantautor. Un formato que requiere concentración y atención, porque el artista, Salva Criado, nos trae una serie de canciones que hablan de cosas personales, de viajes, de experiencias, de recuerdos, de etapas que pasaron, de momentos de euforia, de lo que le ocurre a alguien que tiene una vida y unos objetivos que se marca y que nos hacen lo que somos. O lo que es. No comparto nada de lo que canta, ni el lirismo, ni las formas, me resultan ajenas. No me gusta. Pero ahí estoy. No es la primera vez ni la última que voy a un concierto en el que salvo la compañía, poco o nada me hace estar allí. No diré que el artista lo haga mal, consigue lo que se propone, que la gente se meta en su mundo y que o vea con simpatía. Claro que sí. Más aún cuando una persona, en un estado sensiblemente de merma de facultades por causa de llevar demasiado tiempo, quizás, en ese mismo sitio que no hemos dicho que es el Línea, pero el Línea no tiene nada que ver con esto, más aún, digo, cuando esa persona entabla conversación con unos amigos del cantante. Y es la segunda o tercera canción cuando el cantante hace un comentario reclamando silencio a la persona de primera fila. El aludido se da por aludido, pero a una segunda reclamación, abandona la sala. Hay cierto intercambio de pareceres, finalmente la persona abandona el bar y el cantautor sigue con su concierto en loor de multitudes.
Y aquí llega mi reflexión. ¿Debe el artista mandar callar al público? Un recinto, sin entrada, taquilla inversa, al que uno acude a tomar algo, quizás toma demasiado, y se encuentra con un concierto. El concierto le puede interesar más o menos, y sin increpar al cantante, se limita a conversar con otra gente que pueden ser amigos o no. ¿Debe el artista reclamar silencio? ¿Se lo debe de ganar el propio artista? El artista sale al escenario y ofrece un número, un espectáculo, con rimas, contorsiones, coros, sensaciones, movimientos, que pueden interesar o no al público. Si no ha pagado entrada, quizás sea peor. Hemos ido a muchos conciertos, espectáculos teatrales, en los que el artista ha reclamado silencio. Silencio para poder interpretar. A veces (recuerdo obras de Cocoteva, por ejemplo) el público cree que su obligación es armar follón porque la compañía es follonera siempre. Quizás el algo que la compañía debe reclamar o ganarse. No sé lo que opiné en esa ocasión. O aquella vez en que un niño pequeño fastidió el concierto de una pianista china. La pianista no mandó callar a nadie. Menos aún hizo mofa del afectado.
¿Debe el artista mandar a callar, no porque le increpen, sino porque no se comparte su sentido del espectáculo? ¿Hago esta reflexión un día de la Mona porque no me gustó ya desde un principio la actuación? ¿Debemos pleitesía al artista y respetar lo que hace?
Como ya saben, soy partícipe de un proyecto relacionado ocasionalmente con la música, eltoni, elpako & elchristian. No se me ocurriría pedir atención, silencio, respeto por lo que hacemos. Lo hacemos. Te gusta, bien, no te gusta, bien. Hablas, te ríes, atiendes, no te interesa, molestas, bien. Es lo que hay.
La persona abandona el bar visiblemente enojada. No está en las mejores condiciones. Se torna molesto para el público. El artista, sensible para la vida, los viajes, el amor, el corazón, los objetivos, las remontadas, no lo es para con quien está siendo expulsado de un bar por hablar y no prestar atención a su arte.
El artista reclamando atención. El artista poniendo su arte en tela de juicio. ¿Debe el artista reclamar atención y respeto por su arte?
¿Debe el artista creer, realmente, que es un artista?

lunes, 26 de febrero de 2018

Nina Simone vive. Esmeralda Colette sigue.

¿Hay que pasarlo mal para ser artista? ¿Una persona que tenga un trabajo en una cadena de montaje, que regente una tienda, que sea instalador eléctrico, que tenga familia e hijos amantísimos, puede ser un artista? ¿El arte es solo para excéntricos?
Preguntas que surgen tras contemplar y escuchar a la soberbia Esmeralda Colette que ha estado este fin de semana en La Colmena con la obra 'Lovely Precious Dream', donde nos lleva, junto al pianista David Anguera, a través de la cantante norteamericana Nina Simone.
Voy a hacer un spoiler, no canta la de My baby just care for me, pero canta todas las canciones conocidas de la norteamericana, llevadas a un terreno muchas veces diferente, más desnudo, más pasional si es que las canciones de Nina Simone no eran ya suficientemente pasionales.
Esmeralda Colette aparece en el escenario con un traje blanco, cantando un pequeño espiritual, para introducirnos en la infancia de una hija de hija de hija de hija de hija de esclavos, que tiene un don. El don de la música. Una infancia terrible, de miseria y religión como única vía de escape. Y canciones que van brotando, como golpes, para situarnos en un tránsito por la vida donde hay euforia y bajones. Y qué bajones.
Y qué canciones. Canciones que salen en anuncios, canciones que no suenan como la canciones que salen en los anuncios, porque las canta Esmeralda Colette de una manera diferente, no igual. No es Nina Simone, pero ni puñetera falta que hace. Esmeralda Colette puede parecer una niña, puede parecer una anciana, puede parecer frágil o puede parecer frenética, pero no deja de ser ella, aunque sea Nina Simone. Puede parecer Nina en una entrevista o ponernos los pelos de punta siendo Nina cuando recrimina o demanda o exige o implora a su amante, a su compañero, que la quiera, que se deje querer, que no le toque las pelotas, que ella no hace nada por nadie y cocinará para él aunque ella no haga nada por nadie.
Y no sabemos si tenemos que saber algo sobre Nina Simone para ver la obra. Para disfrutarla. Saber si quiera cómo era la cara de Nina Simone. Si esas canciones que escuchamos en los anuncios son canciones de Nina Simone. ¿Hace falta? No sabemos. ¿Hace falta saber tanto?
Hace falta dejarse llevar. Dejarse impresionar por la enjuta figura de Esmeralda Colette y comprender que nos está contando una vida. Una vida de una mujer que cantaba, que interpretaba, que estaba en su tiempo, que sufrió, que quiso, que fue golpeada, que tampoco fue una santa, que fue una diva, que murió durmiendo. Pero eso no lo sabemos. Porque no nos lo dicen. Y no hace falta.
No hace falta nada.
Mola ir al teatro, desconocer si lo va a hacer bien o mal, si estuvo en La Voz o no, conocer que es una de la única colomense en el institut del Teatre y que es muy buena. O por ser más llano, lo hace muy bien. Mola ir al teatro, con el morro subido, pensando que, y encontrándote con que te han dado un repaso, que te han apabullado con una interpretación brutal.
Nina Simone. Dieron hace un tiempo un concierto suyo por la tele. Tocaba, cantaba, pero se interrumpía, se cortaba, se saboteaba cuando quería. Y cuando Esmeralda Colette se te pone a un palmo a cantar, tienes miedo, porque sabes que Nina Simone te la podía liar. Y te la crees. Y es eso.
¿Puede alguien ser artista si no es así? ¿Puede ser Kafka un artista por no tener una vida complicada? ¿Es ser excéntrico un problema?
No nos vamos a poner a discutir.
Creo que lo mejor que podemos hacer es ir tirando, no meternos en política, hacer deporte y cuidarnos.

domingo, 28 de mayo de 2017

Historia del Arte Molina. De la impresión a la expresión.

Que levanten la mano los que han dicho alguna vez eso de ‘esto lo hago yo’ o bien el clásico ‘parece que eso lo ha pintado un niño de cinco años’. La Historia del Arte presenta un momento fundamental a finales del siglo XIX, cuando poco poco, un grupo de pintores occidentales, europeos, cambian progresivamente su estilo impresionista hacia un expresionismo en el cual las formas van perdiendo progresivamente su importancia para potenciarse otra cosa. Un algo que no sé definir.
Se pasa de querer llevar al lienzo lo que se ve en la naturaleza, en la ciudad, en el paisaje, en los rostros de la gente, de una manera luminosa y colorista, a llevar al lienzo algo que quizás no se ve, algo que se siente, algo que está más allá de lo que está presente. Así, aparecen pinturas en las que el sentido estético, el paisaje ‘bonito’, pierde su sitio para aparecer algo más oscuro, algo incluso más vivo. Algo que sale de otro lugar, de dentro.
Puede ser una angustia vital causada por una sociedad muerta que aplasta la vida, puede ser una conciencia política en la que vuelcas reflejar la podredumbre de un mundo que desplaza a los más débiles y sensibles, puede ser que quieras expresar lo salvaje que se esconde detrás de lo burgués y normativizado, puede ser que has empezado a pintar con la mano izquierda después de un derrame cerebral y juntes todo lo anterior con lo nuevo y de ahí...
De ahí a las vanguardias de principios de siglo hay un paso tan cortito que del expresionismo saltamos al cubismo, al naif, al surrealismo, al rayonismo, a la abstracción. A tantas y tantas cosas que nos cuesta entender, que nos cuesta explicar, pero que en un momento concreto de nuestras vidas, nos pueden tocar la fibra tanto como la mirada triste de Felipe IV pintada por Velázquez.
Todo esto está muy bien. Mi padre se ha definido siempre como un pintor de marcado aire impresionista. Paisajes, rostros, el pueblo, olivares, rincones de Santa Coloma, retratos de amigos, hijos, esposa, etc., siempre guiados por la influencia de Van Gogh, Manet, Monet, Renoir, etc., pero también de vez en cuando alguna que otra incursión en otro campo, campo menos frecuentado pero sí fructífero (es decir, no ha hecho muchos, pero algunos ha tocado), en los que parecía ir a otro plano. Los ramos de flores, el barrendero, el recogedor de cartones, bodegones con objetos cotidianos como el bote de couldina…
No diré que su actitud hacia las vanguardias fuera de incomprensión, ni mucho menos. Sí que hacia diversas experiencias que han seguido produciéndose en la Historia del Arte ha manifestado una cierta mirada de desconfianza. Por no decir que…
Así que, sorprende que en esta nueva etapa de su carrera pictórica, F. Molina, mi padre, el Paco Molina original, se esté decantando de esta manera tan militante por un expresionismo descarnado cuando no por una apuesta compleja por la abstracción.
En sus propias palabras: es algo que sale de dentro, como que viene hacia ti. No es fácil entender al artista cuando habla de su obra. Nos habla de personas, de grupos humanos, de filas de niños que parece que van o vienen de otro mundo, de caras que aparecen en la oscuridad. No concreta, no define, simplemente salen de ahí. Pero ahí están.
Tanto tiempo buscando pintores expresionistas alemanes, belgas, holandeses, rusos… y resulta que lo teníamos en casa. El pirata. Y lo que nos queda.

martes, 19 de noviembre de 2013

Opinión cualificada

Yo no es que tenga mucho que decir al respecto, pero me parece que ya que me das la oportunidad de decir algo sobre el tema, pues no me voy a quedar callada. Ya digo que no tengo el conocimiento concreto de lo que estáis tratando, pero la suelto y si cae bien, pues bien. Y si no, pues espero que no os lo toméis a mal. A ver, por decirlo de una manera sencilla, lo que estáis haciendo me parece una puta mierda. Ya está. Ojo, no os lo estoy diciendo con ánimo de tirar por tierra un trabajo que estáis haciendo con todo el cariño del mundo, que ya se ve que le dedicáis muchas horas y eso, pero la verdad, si os alejáis un poco y lo miráis con perspectiva, es eso, una puta mierda. Que ahora me diréis que yo no hago nada ni medio parecido y que me dedico únicamente a mirar por encima del hombro vuestro trabajo y el de todos los demás, pues sí, pero cuando me pidáis la opinión sobre algo mío, si es que lo hubiera, que ya me cuidaré mucho de enseñarlo, pues me la diré gustosamente. Pero no nos desviemos del tema. Una puta mierda. Pintada de colores, como lo quieras ver. Una puta mierda. No me ha hecho gracia desde que salís hasta que os volvéis a meter dentro de eso que hacéis luego. Nada. No me han gustado ni los colores, ni las ropas, ni cómo lo decís, ni la tipografía de las letras, ni los rombos, ni las rumbas, ni la guitarra del segundo que está detrás, ni los acordes, ni cuando sale la chica esa danzando, ni la mezcla de los colores, ni la antigua disposición de los elementos, ni el interlineado, ni la maquetación, ni el diseño gráfico, ni la campaña de publicidad, ni los motivos que habéis anunciado para llevar a cabo la acción, ni la acción en sí, ni el motivo de la acción, ni tu color de pelo, ni lo que haces con la lengua cuando cantas como queriendo decir, ni la forma de caminar de ese muchacho al salir de escena, ni las baterías programadas, ni el canto del cisne, ni los poemas recuperados de un baúl, ni la camiseta de Raul, ni la programación de las películas elegidas, ni la elección de la actriz principal, ni la forma de besar de la rubia, ni la textura de la pasta, ni lo salado de las galletas, ni el relumbrón, ni el oropel, ni la falsa modestia, ni la miseria fingida, ni la miseria, ni la pobreza, ni el hastío que queréis plasmar, ni la silla que me habéis ofrecido, ni el agua caliente, ni la pretendida falta de pretensiones, ni las momias, ni un poquito así. Nada. No me ha gustado nada. Que se os agradece el esfuerzo, pues sí, porque mejor que hagáis esto que no manipuléis elementos químicos, -y a lo mejor os estoy dando una idea, y ya me estoy arrepintiendo- pero que mejor que os lo penséis un poco más. O da igual. Hacer lo que queráis. De hecho creo que me quiero apuntar yo también.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Nosotros somos los poetas

Los poetas preparan su actuación. Los poetas buscan en sus recuerdos momentos emocionantes para llevarnos, con ellos, a ese lugar del que vienen ellos mismos, los poetas. Los poetas no tienen abierto un supermercado un domingo para que vayan otros poetas a comprar una garrafa de agua. Los poetas también hacen teatro. Los poetas están solos mientras las autoridades se saludan fuera. Los poetas ya han sido agasajados a su debido tiempo y ahora no hay más que decirles. Los poetas se ríen con sus propias bromas y nos hacen reír a nosotros con ellas. Los poetas vienen de Nueva York, han estado hace poco en Japón, leen sus obras aún frescas en el Iphone. Los poetas son capaces de hablar varios idiomas, pero utilizan un traductor local para que les entendamos. Los poetas comparten referencias y lenguajes y símbolos y pecas y niñeces y amor por la familia y amigos. Los poetas se reconocen entre ellos y buscan la complicidad con la mirada. Los poetas están en el banquillo y calientan para salir. Los poetas hacen como que están escuchando a otros poetas, pero en realidad piensan en lo suyo. Los poetas saben que los demás poetas no les están escuchando. Los poetas leen de un folio. Los poetas leen de sus propios libros escritos en edición autoproducida. Los poetas se buscan la vida como pueden y como saben. Algunos poetas no están allí. Muchos de los poetas están solos. Los poetas esperan pacientemente a que les llegue su turno de aparición y actúan como un resorte. Los poetas se levantan por las mañanas de una manera bien diferente. El combate cotidiano de los poetas se termina cuando miran hacia atrás y ven las sillas vacías. Los poetas se han visto en situaciones muy difíciles, terribles, absolutamente fantásticas, porque las han escrito. Los poetas se ríen de sus propios poemas. Los poetas están solos. Los poetas valoran que les leas un poema, su poema y des tu opinión. Los poetas tienen un círculo propio de actuación y quisieran que ese círculo fuera tan grande como la canción de Roberto Carlos. Los poetas se ríen, casi mayoritariamente, de Roberto Carlos. Los poetas declaman y eso no está bien. Los poetas hacen poesía en prosa y eso es difícil de explicar a un niño. Hay adultos que tampoco entienden a los poetas. Seguro que si le digo a mi hermano que podría ser un poeta se enfadaría. Los poetas a veces parecen invisibles. Los poetas sentados en una silla, uno junto al otro, esperando a que llegue su turno, buscando en el suelo la inspiración, o cobertura para el móvil. Los poetas tienen familias interesantes a las que merece la pena incluir en poemas. Los poetas están aquí y mañana allí. Los poetas, sin saber uno por qué, tienen una voz prodigiosa, limpia, cristalina. Los poetas saben leer. Los poetas montan un espectáculo todos los días para que la poesía brote. Sin teatro no hay poesía. Los poetas están solos esperando a que les llegue su turno. A los poetas no les molesta que les hagan fotos, o que les graben en vídeo. Los poetas no se molestan en contarlo todo sobre sus poemas, pero hacen amagos de. Los poetas descubren cada día un mundo nuevo y a mí me da en la nariz que no les voy a entender por muchos esfuerzos que haga. Los poetas miran al poeta mayor con veneración pero también con ganas de que termine. Los poetas se burlan de otros poetas. Los poetas están solos esperando a que les llegue el turno para pintar.

* Foto de Manuel Rivas (camisa blanca) y Kirmen Uribe (camisa oscura) en el Auditori de la Biblioteca de Singuerlin de Santa Coloma de Gramenet, el 27 de septiembre de 2013.

lunes, 30 de abril de 2012

Olvidado Rey Gudú

Cuando un libro ya viene torcido, es difícil que la sensación de que todo se está haciendo largo, cuesta arriba, que es farragoso y que lo mejor que podría pasar es que se terminase, consiga hacer olvidar que, quizás, se trate de una historia entretenida. Vamos, hablando más claro, que a veces se instala en nosotros la idea de que algo es un paquete, un tocho sin fin, cuando a lo mejor los tochos somos nosotros y el libro no tiene la culpa de nada. Pues puede ser.
Olvidado Rey Gudú es un libro escrito por Ana María Matute. Escritora ya veterana cuando escribe este libro, la conoceremos por otras novelas como... Pues no. No me suena ninguna. La hemos visto por la tele, contando su infancia, su idea de que sigue siendo una niña, etc. La reina Ardid. Olvidado Rey Gudú es, que yo sepa, el primer libro de Ana María Matute dedicado a recrear un mundo fantástico, a veces muy real, pero decididamente fuera de un tiempo concreto. Podría ser la Edad Media, podría ser ese tiempo 'no-tiempo', en el que transcurren los libros de El señor de los Anillos, por ejemplo. Podría hablarse de la formación de imperios, reinos, en una antigüedad aún más lejana. No. Si.
El libro habla de la formación y no sabemos si final del reino de Olar. Un noble, Olar, recibe de un rey un territorio, lo consolida y una vez que su hijo Sikrosio se hace con la sucesión, se proclama rey ante el olvido del rey del occidente, que no debe tener fuerza para imponer su poder en esas tierras. A partir de entonces, se nos cuentan las andanzas de Sikrosio, su brutalidad, sus matrimonios, sus amantes, sus descendientes, sus borracheras, etc. De Sikrosio pasamos a Volodioso, de cómo este alcanza el trono por encima de sus hermanos. Lo mismo, borracheras, guerras, rudeza, falta de sensibilidad, conquistas, amantes, descendencia infausta, y una niña llamada Ardid. La niña llamada Ardid es una muchachita que puede ver trasgos, que tiene amigos hechiceros, que es muy lista y que quiere vengarse por la muerte de su familia a manos de Volodioso. Conquista a Volodioso, lo enreda y se casa con él. Se enamora de él. Volodioso se mosquea con Ardid, la encierra, tiene un hijo, Gudú. Pero tiene otro hijo, Predilecto. Y tiene un hermano, Almíbar. Muchos nombres, muchas historias, amoríos, cruces, celos, venganzas, guerras, guerreros astutos, guerreros nobles, princesas feas, princesas y reinas Tontinas, seres angelicales, Ondinas, Damas del Lago, reinas de islas que son mentira, terribles guerreras de las estepas, ciudades con nombres de rey o de reina o de soldados, amores tremendos que son tan tremendos que causan la muerte o el nacimiento de la Tristeza. Aventuras que contadas ahora, así, enumerándolas, parecen muy entretenidas, y quizás lo son. Pero en vivo, con las vidas de cada uno a cuestas, se hacen un tanto pesadas. O el pesado soy yo. No sé.
El libro avanza, Gudú es rey, ya nos advierten que el reinado de Gudú acabará mal. Gudú no puede amar. Los hijos de Gudú, los manejos de la reina Ardid, que muy lista y muy sabia, pero no le sale ni una bien. La reina Urdska de las estepas, los hijos malos de ésta que tiene con Gudú, los hijos malos de Gudú con la reina Gudulina,  la hija de Gudú con una campesina, todos los hijos peleados y enfrentados, las prisas por acceder al trono, la falta de ganas de ser rey...
Setecientas páginas, que se dice pronto. Setecientas sesenta y cuatro. No te lo pierdas.
Yo no me he leído El señor de los anillos, ni libros similares, precisamente por que no me veo en ese mundo fantástico de reinas, príncipes, guerreros y tal, pero pensaba que el libro, escrito por alguien como Ana María Matute, tendría un tono, no sé, diferente. No estoy siendo muy concreto en la explicación, pero no soy capaz de explicarlo de otra manera. Como que yo pensaba que iba a ser distinto. Su obra maestra, dicen por ahí. Pues bueno. Quizás es que me ha pillado en un mes algo así, como raruno. Pero que yo creo que para tanto, no es. Entretenido, si, pero como que bueno, que puede que no esté uno ya para estas cosas. Como que uno ya no entiende el lenguaje de los niños. O al menos de estos niños.

jueves, 26 de abril de 2012

El arte es muy bonito porque yo ha estado allí

El arte no es un espejo para reflejar la realidad sino un marti.... El arte no es un señor que pregunta la hora en la puerta del Ayuntamiento sino un.... El arte no es una gran cantidad de personas escuchando atentamente las explicaciones que tiene que dar el escritor sino un transistor que... El arte no es el cielo azul que ves todas las mañanas desde la ventana de la casa de otro sino el cielo gris que... El arte no es una herramienta para transformar la sociedad sino una sociedad que tiene una herramienta que... El arte no es el reflejo del alma sino que es la cara la que te... El arte no es como cuando dices que si pero es que no sino más bien como cuando... El arte no es un conjunto de escaleras con los trancos muy separados entre sí sino una escalera que debería tener un... El arte no es el arte de no terminar las frases sino el conjunto de palabras que... El arte no es un autobús que lleva hacia las zonas más alejadas del bonito centro sino una limousine que... El arte no es alguien que conoces de vista y que no acabas de ponerle nombre sino el sueño de los justos que... El arte no es lo que tú te crees que es sino lo que yo te voy a decir ahora mismo y eso es... El arte no es un sillón del Ikea, naturalmente, sino que es un simfonier sea eso lo que sea... El arte no es una frase inconclusa en una pared sino un hombre contratado para borrar... El arte no es convencerte de que lo mejor que te podría pasar es lo que a mi me parece sino que no se necesite el arte para... El arte no es una joven esbelta con los ojos tapados y una balanza en una mano y la espada en la otra sino un soleado... El arte no es un señor con bigotes y una bata blanca y una boina en la cabeza con los pinceles y la paleta sino un muchacho atando cables en torno a.... El arte no es morirte de frío sino encontrar la manera de que el calor no... El arte no es disimular que todo da lo mismo sino hacer ver que parece que todo es... El arte no es realmente nada que merezca la pena señalar con un puntero láser sino una forma de expresión que... El arte no es ir soltando frases sin ton ni son sino él y tú... El arte no es como si dijéramos sino como si fuera... El arte no es la plasmación real de los pensamientos de una persona que tiene una forma algo extraña de expresarse sino el espejo de la ambición de un desaforado... El arte no es el mundo en el que vivimos sino el mundo en el que vive ese de ahí... El arte no es estar toda la mañana sin hacer nada sino parecer que estás haciendo lo que tú... El arte no es lo que dice en esa imagen sino lo que yo te voy a decir lo que es el arte...