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miércoles, 25 de noviembre de 2020

Céline


Gilipollas. Iba a poner Gipipollas pero no, aunque también. Da igual Jean Bertrand era un gilipollas. Jean Bertrand estudió con nosotros el primer año en la facultad y luego se cambió de carrera. Se matriculó en filología y quiso hacerse poeta. A Jean Bertrand no le gustaba hablar de política hasta que le empezó a gustar. No le gustaba que fuéramos a manifestaciones, a alguna asamblea, que Luc se afiliara al Sindicato, que Marcel nos comiera la olla con sus rollos anarquistas. A Jean Bertrand todo eso le aburría, ponía caritas, se burlaba. Hasta que un día nos vino con un libro bajo el brazo de Céline. 

Estábamos en el bar de la facultad y él venía de vez en cuando a vernos. Nunca vistió como nosotros. Empezó a llevar chaqueta. Se peinaba. No iba limpio. Era raro. Era un gilipollas. El día que vino con el libro de Céline bajo el brazo se sentó en la mesa y dejó el libro bien visible para que lo viéramos. Marcel le dijo 'qué mierda haces con eso'. Y Jean Bertrand sonrió. No dijo nada. 'Puto nazi', le dijo Luc. Jean Bertrand sonrió de nuevo. Yo, que soy también bastante gilipollas, le dije que todo el mundo reconoce a Céline como un gran escritor, pero que, la verdad, sus ideas deslegitiman al artista. Jean Bertrand sonrió otra vez. Y habló. 

Y comenzó a justificar la lectura de Céline y la de otros 'malditos'. Que la izquierda se empeñaba en desacreditar a grandes escritores solo por no comulgar con sus mentiras y que en cambio, se adoraba a los comunistas asesinos. Que Céline había desenmascarado la hipocresía y la podedumbre de la sociedad burguesa y que los comunistas no éramos más que unos reaccionarios que solo habían contribuido a ensuciar la cultura y la nación. Que en literatura lo que no se puede hacer es ser un burro con las miras estrechas y que hay que contaminarse, que hay que ensuciarse y que es en la putrefacción donde pueden germinar las flores, aunque sean flores del mal. 

Hubo un silencio. Un silencio que duró cinco segundos. Jean Bertrand esperaba que su intervención fuera el prólogo de un debate que tenía estudiado de antemano. Yo, gilipollas también, quise entrar al trapo y comencé a elaborar una teoría sobre esos escritores malditos que se habían encuadrado en el fascismo hasta que de repente, Jeanne, que de todos nosotros era la que menos alardes hacía, menos chapas llevaba, menos camisetas lucía, menos libros enseñaba, menos eslóganes repetía, menos se hacía ver en las reivindicaciones, le espetó a Jean Bertrand un 'cómeme el coño'. Entonces sonreímos nosotros.

Jean Bertrand siguió viniendo un par de veces más. Con el mismo libro de Céline. Intentó un par de veces iniciar alguna discusión. 'Cómeme el coño', le decía Jeanne. Y así acabó todo.  

martes, 28 de abril de 2020

Confinamiento #34

La página no es de Estrella Distante. Creía que tenía en casa Estrella Distante y no está. Debe estar pero no lo he encontrado. La página es de La literatura nazi en América, de Roberto Bolaño, donde está el cuento que luego será la base de Estrella Distante. La vida de Carlos Ramírez Hoffman y sus vuelos escribiendo en el aire esas frases que se te quedan tatuadas en algún sitio y que no desaparecen jamás. La muerte es responsabilidad. La muerte es limpieza. La muerte es Chile. La muerte es amor. La muerte es crecimiento. Hoy es el aniversario del nacimiento de Roberto Bolaño y si estamos escribiendo todos los días que se puede, si hay algo que hacer importante en la vida que no es otra cosa que escribir este blog todos los días es porque Roberto Bolaño existió y nos enseñó que había que escribir, siempre, en todo momento, que escribir es lo único que es y que será, que leer está bien, que leer es un placer, pero que la tortura de escribir no debe dejar de producirse jamás, sea cual sea la circunstancia, escribir y vivir para escribir. Ni mucho menos, ni por asomo, ni se me ocurriría comparar la inútil tarea de escribir un blog con la titánica tarea literaria de Roberto Bolaño. Es muy repelente eso de decir 'lean a tal...', pero lean a Bolaño. Lean Estrella Distante, aunque solo sea Estrella Distante. Contar una historia, contar historias en las que parezca que te has jugado la vida. Contar historias que parezcan que las has vivido, que el que las ha escrito ha estado al borde de palmarla porque... igual hace mucho que no leo a Bolaño. Creí haberlo leído todo, al menos los cuentos y novelas. No la poesía. Cómo disfruté leyendo a Bolaño. Qué cosa empezar a leer el 2666 y sumergirte en todos esos mundos chungos, en esas historias que te llevan a lo sórdido, a lo fantástico, a lo irreal, a la muerte. La muerte es Chile. Los libros de Bolaño son dos. Luego tiene cuentos, libros de cuentos, los libros póstumos, la literatura nazi, los libros de Bolaño. Los cuentos de Bolaño. La vida de Bolaño. Esa especie de pintada con la cara de Bolaño que hay en un buzón en Barcelon y que yo tenía una foto y que ya no sé dónde estará. La cara de Bolaño, el libro que tengo donde se cuentan cosas de Bolaño, sobre Bolaño, entrevistas a Bolaño.
Bombacci colgado de Piazzale Loreto. Fusilan a Mussolini antes de que se pire a Austria y en el coche donde viaja está Nicola Bombacci. Nicola Bombacci fue fundador del Partido Comunista Italiano y viajó a la Unión Soviética y de repente empieza a coquetear con el fascismo y por una serie de vicisitudes personales y que tendría el hombre esa cabeza que tiene la gente que se deja arrastrar por la insana pasión de nosequé, considera que el fascismo es una suerte de socialismo que ha superado al comunismo o algo así. Tengo que leer más y estoy escribiendo deprisa y no lo quiero contar bien. Bombacci se convierte en un defensor a ultranza de Mussolini sin renunciar a ser un socialista, de tal manera que incluso le sigue en la loca aventura de la República Social Italiana, donde se inventa la socialización fascista donde verdaderamente se iba a poner en práctica una revolución social dentro del fascismo que, naturalmente, jamás se dio, pero no contento con ello decide huir junto a Mussolini. Lo ejecutan, fusilándolo, los mismos partisanos que ejecutan a Mussolini y a Clara Petacci. Cuando lo están fusilando, Bombacci grita Viva el socialismo, Viva Mussolini. Lo colgarán de la gasolinera de Piazzale Loreto un día como mañana, 29 de abril, junto a Musslini, Petacci, Starace, Pavolini. A Bombacci le colocan encima el cartel de Supertraidor. Piazzale Loreto, nunca te olvides de Piazzale Loreto, rojipardo que das la vuelta al sentido del socialismo.
Poca cosa más.
Hasta finales de junio dicen que tenemos que estar así. Escribo esto sin convicción. Me duele pensar que pienso así.
Me faltan días y horas para leer todo lo que pensaba que iba a leer. Aún puedo tirar de memoria y contar la historia resumida de Nicola Bombacci.
No se olviden de Nicola Bombacci. Supertraidor. Piazzale Loreto.
Lean a Bolaño. Escriban a altas horas de la noche aunque les estén esperando para cenar. Los detectives salvajes. Siempre. 

lunes, 1 de julio de 2019

Los Malos VIII. Ponles cara.

Ponles cara. No te conformes con señalar lo injusto que es lo que está pasando con Carola Rackete o lo que pueda pasar con Óscar Camps. Ponles cara. Fascistas. Fascistas como Salvini. No, no es una persona que dice las cosas claras, es un fascista. Aquí sí que podemos hablar con propiedad, un fascista de tomo y lomo. Un fascista.
Decir las cosas claras. Por fin alguien dice las cosas como tiene que decirlas. Este fin de semana la polémica entre las élites que nos juntamos a discutir memeces mientras el pueblo sufre, la polémica, digo, ha transcurrido al hilo de una entrevista que un medio de comunicación digital ha hecho a una suerte de filósofo que haciéndose pasar por personaje que habla claro no deja de ser otro trilero de las ramblas. Filósofo italiano que dice las cosas claras.
'Hay cosas con las que no se puede estar de acuerdo, pero hay que reconocer que dice las cosas claras'. Qué cosas son esas que dice que son claras. Las cosas claras en relación a la inmigración, a la patria, a las soberanías nacionales, a las comunidades, a la invasión, al cosmopolitismo, a un conjunto de mierdas fascistas que se huelen desde el mismísimo Tibidabo, a ese supuesto obrerismo que siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, siempre, sale a relucir cuando no se dicen las cosas claras. Solo los obreros dicen las cosas claras, solo los obreros son capaces de discernir correctamente, no hablamos como los obreros, no sois obreros, solo unos pocos se pueden definir como obreros, como clase trabajadora. Obreristas que reclaman una salida nacional y una perspectiva socialista. Y me da pavor juntar en la misma frase las palabras nacional y socialista.
Pero no a todo el mundo le incomoda y siempre está el que considera que 'hay que hablar claro', como si el que hablase utilizando vocablos y conceptos de cuando mi padre estaba encerrado en la central de telefónica con sus compañeros hoy pudiera arrastrar a nadie a hacer absolutamente algo parecido. Y los que anhelan ese lenguaje directo, obrerista, trabajador, de clase, se horrorizan ante la diversidad de las reivindicaciones y se permiten el lujo de calificar de 'posmo' todo lo que no cuadre con la imagen de la foto en blanco y negro de alguna manifestación de barrio en los setenta.
Y al menos Salvini habla claro, claro. Y Trump habló claro en su día a muchos trabajadores, claro. Claro. Calvo.
Ponles cara. Esos son los nuevos fascistas. Ese señor que ya no utiliza el lema de forza italia para llamar al voto, este ya vota con la camiseta italiana directamente. El filósofo italiano que se ríe de la detenida pero ojo, es un marxista que dice las cosas claras y pone los puntos sobre las íes. Fascista.
Una cosa tan vieja como las cosas viejas. Gente tan de izquierdas, tan absolutamente insobornables, tan pendientes del sufrimiento del verdadero pueblo trabajador, que finalmente acaban pasándose de frenada y queriéndote decir que están diciendo lo mismo en realidad dicen fascistadas.
Salvini, qué claro habla. Por fin alguien que le planta cara a la UE, por fin alguien dice las cosas por su nombre, con la inmigración, con el fomento de lo nacional, algo hay que hacer y no nos podemos quedar con el discurso buenista.
Fascista.
Reaccionario.
Hay un argumento, un argumento utilizado por el señor periodista como yo que entrevista al filósofo y que entonces ya no habla solo como periodista, sino como cómplice de las ideas del entrevistado en el que compara a las izquierdas que no hablan claro como él y sus admirados neofascistas con las mujeres de los burgueses que quedan bien al lado de sus maridos porque les dan una pátina de cultura, de elegancia, de prestancia, de clase. Según dice el periodista metido a político, la izquierda digamos a la izquierda del psoe que no es nacionalpopulista, somos algo que queda bien.
Jamás he visto a nadie tan contento dentro del poder, desde el municipal al nacional, escuchando a alguien que habla de las clases trabajadoras, de discursos arcaicos, de un verdadero trabajo de clase... qué bien habla, qué discurso tan claro, da gusto escucharle.
Porque ya no dan miedo a nadie.
Salvini yendo de cara y nosotros de cara contra Salvini y quienes le intentan buscar la gracia. No la tiene. Es un enemigo. Del todo. Y los que hablan claro como él, a su lado. Pues eso.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Los malos VII

¿Qué hacemos con los malos? ¿Les damos cancha, les dejamos sin hablar, hacemos como que no existen? ¿Nos enfrentamos a lo que dicen para ver si nos hace daño? ¿Sabemos lo que dicen? Ayer TV3 le dedicó un programa a Marine Le Pen, salpicada con entrevistas a personajes como Sergi Lòpez o Lilian Thuram, por ejemplo, que hacían de contraste. Las preguntas a Marine Le Pen pueden parecer cuestionables. ¿De verdad no se le pueden hacer otras preguntas? Era como ver un partido de fútbol y ver cómo tu equipo va fallando goles cantados. Hasta que te marcan el gol.
Los fascistas diciendo que no son fascistas. Que son nueva política, que son antisistema. La nacionalista francesa calcando un mensaje que tenemos oído mil veces sobre la soberanía, sobre la cultura, sobre la superioridad, sobre lo que es ser francés y lo que no es ser francés. Y diciéndonos que no es lo que es. Pero lo es. Y el entrevistador empeñado en hacerla aparecer al lado de quien a él le parecen los malos locales.
Marine Le Pen en la tele. Durante una hora. Diciendo cosas contra la Unión Europea, contra las multinacionales. Y el día de antes, un cara a cara entre la mano derecha de Bannon en Europa y nuestro Gerard Pissarello. Supongo que ese día no estaba de guardia la Rahola o el indepe habitual para contrastar. Los malos, en la tele. Diciéndonos cosas, metiendo la patita. Para que sepamos quiénes son.
Dónde ponemos la línea con los malos. Cuántos de los míos hacen falta para identificar a un malo. Dónde está la línea. ¿Somos capaces de aguantar el discurso del malo o de la mala sin recurrir a quitar la tele? ¿Somos capaces de argumentar que lo que dice es falso? ¿Que hay cosas que dice para confundir, para engañar, que no son verdad? ¿Somos capaces de estar callados sin decir 'a ver, hay cosas de las que dice que...'? Ojo.
Lilian Thuram, es ex futbolista. Y decía las cosas claritas. Lo único que hace la extrema derecha es dejar que las cosas estén como están, que el sistema económico quede inalterable, que no se mueva nada. Es para lo que sirven, para garantizar que nada se va a mover. Que el sistema económico no se toque. Que se recrudezca la opresión.
Que tengamos miedo a que pase algo. Que se enfaden los malos. Todo menos que se enfaden los malos. Nos podemos mantener en nuestros lugares, hablando de nuestras cosas, proponiendo soluciones, tomando cervezas, organizando asambleas, saliendo a la calle en ordenados grupos de pocos. Pero que no cambie nada. Que no se toque una coma.
Estamos en este país. Mientras la extrema derecha hace aspavientos, sale a caballo por el monte, nosotros nos encargamos de reírnos, como siempre. De no escucharles. De no poner la oreja a lo que están diciendo. De dónde sale ese mensaje. Qué quieren decir. Porqué lo dicen como lo dicen. Quién les hace caso de verdad. A quién le interesa que su voz se oiga. Porqué no queremos escucharles.
Estamos en este país y somos de muy fácil calentar. No nos gusta que salga en la tele esa señora, solo queremos que salgan en la tele cosas que no nos duelan. Que no nos toquen.
Y decir que no las vemos. Que no las conocemos. Que con nosotros no van.
Aunque ellos ya estén mandando.

jueves, 31 de enero de 2013

Los malos - Hamsun

Porque el otro día, celebrando que habíamos vuelto a ganar después de yo que sé cuánto tiempo, fuimos a tomar algo y la M. me enseñó un libro de Hamsun que se estaba leyendo o se había leído y me dijo que le había gustado muchísimo y yo dije... ah, si... espera. Espera un momento. Este hombre era un nazi, dije, con aquella gracia que me caracteriza y mis ganas de chafarle la guitarra al que se ponga por delante. Y ella me dijo, que no, que no, que se había confundido en la Segunda Guerra Mundial pero que él no era nazi. Bueno.
Yo me leí Pan, de Knut Hamsun. Ayer dieron Hamsun, como quien no quiere la cosa, y es que parece que hay un señor en la tele que nos mira por un agujerito y nos dice... venga. Y dieron Hamsun y el prota era nada menos que Max Von Sydow, que es el nórdico especializado en papeles de nórdico. ¿Cuántos años tiene Max Von Sydow? Los que tenga.
La película, larga, habla sobre los años finales de la vida del escritor noruego. Escritor noruego profundamente amante de la naturaleza y por ende, enemigo a muerte de los británicos, a quienes considera origen de todos los males de la humanidad, porque han industrializado el mundo y son... malos. En cambio los germánicos son buenos. La naturaleza, la vida, etc. La fuerza. Knut Hamsun tiene una esposa, su segunda esposa, que cuando yo pillé la peli, ya la vi dando conferencias a los alemanes y a los noruegos nazis. Tan ancha, por eso, porque ella sí que se creía que los nazis eran buenos. Y Knut Hamsun, que ya tenía una edad provecta y lo tenía hecho todo en la vida, se creía que la nueva europa de Hitler iba a ser la leche y que los noruegos, 'allá en el confín del norte', iban a tener un lugar preeminente en el nuevo orden que iba a crear el mago del bigotín. Y ahí echan la película. El escritor en su mansión, la mujer dando conferencias, los hijos alistándose a las SS o bebiéndose el cantábrico. Y Hamsun va a ver a Hitler y Hitler pasa de él. Porque el otro le da la brasa con que están matando noruegos y que hombre, no me diga que entre germánicos nos estamos pegando tiros. Y Hitler lo mirar raro y dice, quítame al canco este de delante. Y él incluso cuando la guerra ha terminado le hace una necrológica a Hitler, y le llama guerrero del evangelio. Alucinante. Y a la mujer y a él los detienen. Y a él lo meten en un loquero. Y allí le hacen ver pelis del Holocausto y llora. Y la mujer está en la cárcel pero la sacan pronto. Y a él le hacen un juicio y dice que él vivía solo y nadie le dijo que estaba mal lo que él pensaba. Que si lo hubiera sabido...
Y le hacen pagar una multa. Y aún vive unos cuantos años más. Y es un vejete con un carácter... y al final se reconcilia con su mujer que estaba medio peleado y pelillos a la mar y la naturaleza y qué bonito es todo y si ayer fui nazi haberme dicho algo, coño, que soy mayor y noruego.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Los malos V

El malo que sabe que se la ha ganado, que no tiene otro fin que recibir todo el odio que ha generado, y que no se sabe si todavía tiene la idea de que esa muerte es una 'buena  muerte', o, en el fondo, está deseando escaparse y no sabe como.
Ayer dieron un documental sobre la República Social Italiana, basada en imágenes recogidas en la época y con una voz en off que iba narrando lo que se veía según el orden cronológico en el que las cosas iban sucediendo. De 1943 a 1945. En 1943, un golpe de palacio, una votación de los jerarcas fascistas (la palabra jerarca se repite mucho siempre que se habla de esto, jeararca fascista), destituye nada menos que a Mussolini, el jefe del tinglado, porque tienen miedo ante el avance de los aliados y piensan que quitándose de encima al malo malón, podrán hacerse perdonar por los anglonorteamericanos. Y no es mala jugada. Badoglio, el mariscal Badoglio asume el mando. Los alemanes rescatan a Mussolini, que estaba medio preso en un hotel y se lo llevan a Alemania. Qué imágenes. Mussolini, con lo gallito que era, con un chaquetón negro, con la cara chupada, ojos de 'vaya cangui, nen', tan valiente. Esa cara de 'he visto a la dama blanca y no se me va el susto de encima', no se le va.
Los alemanes entran en Italia, machacan lo machacable y más, y montan una República títere con Mussolini a la cabeza. Ellos saben que son unos títeres pero se ensañarán con todo el mundo a sabiendas de que no les queda otra que aplastar a los demás para seguir viviendo. Aplastar, venganza, represalias. Profusión de brigadas, paramilitares, zumbados de toda clase que se alistan (no son tantos) para combatir a los partisanos. Tíos con cara de loco. Gente de orden.
En el libro de Ferran Gallego 'Neofascistas', cuenta cómo esos voluntarios de la República Social Italiana estaban seguros de que iban a perder, pero aún así iban en busca de la venganza, de la reivindicación de que eran fascistas de verdad, de que no le temían a nada. No estaban locos, eran fascistas. El fascismo era eso, violencia, fuerza, machacar sin más. Pero esta vez no tenían el gesto altivo y arrogante de Mussolini para inspirarse. No. Esta vez Mussolini tenía cara de ido. La cara algo más chupada, los ojos más... no sé. Raros.
Quien ha querido dar lecciones al mundo, inventarse un orden nuevo, crear una sociedad basada en la fuerza bruta, en la represión y la coerción, tiene que tragarse el sapo de saber que está donde está porque otros le consienten estar. Y eso genera mucho odio. Vean a Mussolini leyendo el periódico, con un trajecito, con sus gafotas, rodeado de limones. Si está allí es porque le dejan que esté. Él lo sabe. De creerte todo a saberte un pelele.
En el documental se nos habla de casos de represión en los que los alemanes entraban en los pueblos y fusilaban a todo cristo, con los fascistas señalándoles por dónde tenían que ir y demás.
Los malos. Nicola Bombacci. El comunista que se vuelve fascista. O que consideraba que el fascismo era el nuevo socialismo. El mejor socialismo. Durante la RSI, los fascistas hacen el amago de 'socializar' la economía. Darle un tinte 'auténtico' a su fascismo, alejado de la contemporización de años anteriores en los que tuvieron que ser conservadores para ganar base social. Ni eso. Retórica. El trabajo, imágenes de discursos en las fábricas, y los trabajadores mirando mal. No sale Bombacci en el documental. Si que sale, pero no lo sé reconocer en la montonera de cadáveres de Piazzale Loreto.
Mussolini revistando a las tropas. Tropas que quieren salir de Alemania, reclutadas casi a la fuerza, para volverse a casa. Mussolini en su última salida a Milan. Discursito. Pero no se le ve tan puesto. Tan histrión. No hay casi sonido del discurso. Sensación de 'se nos acaba el billete, pero vamos hasta la última parada'.
Últimas imágenes, los cadáveres de Mussolini, de la Petacci, colgando, en la gasolinera.
Un documental extraño. En dos partes. Con una música de fondo inquietante. Todo es inquietante. No es una peli de Passolini. No es una peli de Visconti. Es la realidad. Filmada. Gente colgando en un pueblo, en cada árbol uno. Fusilados. En fin.
Que no nos tengamos nunca que ver así.

jueves, 8 de marzo de 2012

Los malos IV

No hay más que verle para darse cuenta de que es malo. Es malo porque es negro. Porque lleva el cuerpo lleno de abalorios. Porque es hortera y cantoso. Porque le gusta el lujo y es refinado. Porque no es un hombre como dios manda. Es malo porque se perfuma para tapar su mal olor. Es malo porque no es como yo. Es malo porque es casi una mujer. Es malo porque quiere venir a mi país. Es malo porque es estrafalario. Es malo porque sostiene que su civilización es distinta a la mía, y se atreve a decirme, en mi cara, que es razonable mantenerla como está sin que yo le diga lo que tiene que hacer. Es malo porque se empeña en ir a la contra. Es malo porque no se ríe con las cosas que a mí me hacen gracia. Es malo porque no asume su inferioridad. Es malo porque le digo que vaya allí y el muy cabrón no va. Es malo porque brilla. Es malo porque está haciéndome sombra. Es malo porque necesito que sea malo. Es malo porque tienes que creerte que es malo. Es malo porque siendo malo parezco más bueno. Es malo porque no asume que tiene que dejarse de tonterías y trabajar por lo que yo le diga. Es malo porque quiere hacerse el bueno. Es malo porque me pone buena cara por las mañanas. Es malo porque me molesta. Es malo porque busca entre los containers. Es malo porque lleva un turbante. Es malo porque tiene la barba cerrada. Es malo porque no entiende que el índice de la deuda pública, sea este el que sea, es el que tiene que reducirse y que la confianza que deben tener en nosotros los mercados es superior a los derechos que podamos ceder. Es malo porque tiene cara de indio. Es malo porque quiere ir a la suya. Es malo porque le dices que salte, y no salta. Es malo porque en la película sale con la voz distorsionada. Es malo porque acostumbra a ponerse de perfil y no afronta los problemas con hombría y decisión. Es malo porque es mala. Es mala porque no asume que es mía. Es mala porque se cree muy lista. Es mala porque se me sube a la parra. Es mala porque es la única que me quiere, que yo quería a otra y me he tenido que conformar con esta. Es mala porque quiere ir a trabajar la muy... Es malo porque tiene un trabajo fijo. Es malo porque no se ha creído el último informe que le he pasado. Es malo porque se ha puesto a rezar y me ha molestado. Es malo porque toda la vida he creído que era malo. Es malo porque es relativo. Es malo porque lleva los colores de la camiseta que no me gusta. Es malo porque desde 1714 me está dando por el ñaca. Es malo porque desde 1714 no asume que debe dejar de dar por el ñaca. Es malo porque lleva cadenitas. Es malo porque lo hacen los chinos. Es malo porque es chino. Es malo porque no te puedes fiar de los argelinos. Es malo porque dijo que vendría y no ha venido. Es malo porque huele a pies. Es malo porque pensaba que iba a ir de una manera y resulta que va de otra. Es malo porque me asusta que me guste. Es malo porque tengo miedo. Es malo porque me quiere convencer de algo que yo creo que no. Es malo porque mira como habla. Es malo porque mira qué gestos tan amanerados. Es malo porque me recuerda a mi primo Juanramón. Es malo porque sacrifica un cordero cada nosecuantos. Es malo porque a lo mejor tiene la posibilidad de quizás no descarto puede que. Es malo porque sabe demasiado. Es malo porque estábamos hablando el otro día de ir y él puso pegas. Es malo porque no me está dando lo que me dijo que me iba a dar. Es malo porque lo digo yo.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Los malos III

Jean Janvier Joujouier nos cuenta algo que viene bien para seguir abundando en el tema, en su colección de cuentos 'Mezquinos de la provincia' :
'Los habitantes de la comarca no les veían el pelo, porque vivían completamente aislados del mundanal ruido, recluido en las faenas del campo, en el mantenimiento de una finca que habían arrendado a un señorito de la capital, que nunca visitaba sus tierras. Tan sólo un recaudador visitaba aquellos terrenos una vez cada tres meses para llevarse el capital que le pertocaba. El matrimonio Foufaller pasaba los días, las semanas, los meses y las estaciones, abnegadamente recogidos en el trabajo, en las tareas, en vigilar los sembrados, en desparasitar las viñas, en cavar, en arar, en sembrar, en cuidar de los animales, ordeñar las vacas, engordar los cochinos, hacer, trabajar, deslomarse. Ambos habían nacido en un pueblecito cercano y se habían trasladado a esa finca al poco de casarse. Gaston y Jean. Ya casi no recordaban desde cuándo estaban aislados en aquella porción de tierra, trabajando de sol a sol, sin acordarse de nada ni de nadie. Tan sólo, una vez a la semana, Gaston iba al mercado de Saint Marcelin a vender diversos productos de la finca. Todo lo que sacaba de aquellas visitas lo guardaba en una caja que el recaudador se llevaba sin casi dirigirles la palabra. Gaston, en sus visitas a Saint Marcelin no hablaba con los tenderos que le compraban el género, no se detenía en la taberna a refrescarse, no conversaba con los gendarmes si quiera. Llegaba, vendía su producto -las mejores remolachas de toda Francia- y se iba. En la finca le esperaba Jean, haciendo un puchero con cuatro patatas y una col. Todos los días comían lo mismo. Cuando moría algún animal, accidentalmente, hacían algún guiso con carne endurecida si el animal era viejo, pero habitualmente dejaban que la carne se pudriera, para que el recaudador no se lo cobrase.
Gaston y Jean llevaban mucho tiempo casados. Practicamente no se hablaban, porque no tenían nada que decirse que no fuera referente a las faenas del campo. Un día, Jean, empezó a vomitar mientras recogía patatas. Siguió en el sembrado y al cabo de un rato volvió a vomitar y cayó al suelo. Gaston la cogió y la llevó a casa. Jean estaba blanca, más blanca aún de lo que era en estado normal, porque ni siquiera el sol que la calentaba todos los días había conseguido tostar su piel. Blanca y más blanca. Jean pidió a Gaston que le diese un vaso de agua, que enseguida se repondría. Gaston le dio el agua y miró a su esposa con gesto contrariado. Ese mareo no era normal y les estaba retrasando. Tenían trabajo que hacer. Al cabo de unos minutos volvieron a salir al campo y Jean a la media hora de estar agachada volvió a caer desmayada. En su faldón tosquísimo había manchas de sangre. Gaston no sabía que hacer. ¿Coger el carro y llevar a su mujer al médico? No podía interrumpir su trabajo de esa manera. Acostaría a su mujer hasta que estuviera mejor. Él podría hacer el trabajo de ambos durante unos días. Si la cosa se alargaba siempre podrían esperar a que viniese el recaudador para preguntarle qué hacer. Le hizo un caldo a Jean y siguió trabajando. Cuando ya de noche volvió a casa Jean había muerto desangrada.
Gaston enterró a Jean detrás de la casa y siguió trabajando. Al cabo de quince días llegó el recaudador y preguntó por Jean. Al enterarse de su fallecimiento, el recaudador tomó nota. Dos días después, un matrimonio joven, el recaudador y un gendarme se personaron en la finca. Gaston debía de marcharse y dejar su puesto a aquel matrimonio. Le dieron unos pocos francos por el trabajo prestado y le pidieron que se llevara el cuerpo de su difunta esposa a otra parte. Gaston, que aunque huraño y poco hablador siempre había sido pacífico, no entendía nada. En un ataque de ira se abalanzó sobre el recaudador, pero rápidamente el gendarme le redujo con dos disparos en el pecho.
- Estos salvajes... -dijo el recaudador.
El mismo carromato en el que habían venido, se llevaron los cuerpos de los Foufaller.'

martes, 6 de marzo de 2012

Los malos II

¿Era más malo Doriot que Bombacci? Sobre Bombacci ya escribí en otro sitio, hace mucho tiempo, sobre el riesgo de ser Bombacci, de caer en la trampa, en el error, en la fascinación por el contrario pensando que es de los tuyos. En creer que el contrario es como tú. Que Mussolini es lo que en realidad deberías ser. Que el fascismo es el comunismo, el verdadero socialismo. La confusión y lo bonito es ver que te halagan mientras a tus antiguos compañeros los matan a tiros o les obligan a largarse. Tú eres agasajado y condecorado. Bombacci y el peligro de ser malo sin saberlo. Pero Doriot es distinto.
Porque Doriot es malo a sabiendas. Doriot se convierte en lo peor por resentimiento, por venganza, por rencor. Y crea y teoriza e incluso hay gente que se cree que realmente Doriot pensó, teorizó y preconizó. Doriot no hizo nada. Doriot solo descargó su rencor.
Jacques Doriot es hijo de trabajadores y va a la Gran Guerra y le condecoran. Trabaja, se sindica, entra en la vida política, Juventudes Comunistas, se hace el sheriff del condado en las Juventudes. Fiel seguidor de la postura del Partido Comunista Francés, llega a ser alcalde de Saint Denis. Era todo un crack Doriot. Buen orador, con carisma, va a la Unión Soviética... pero, ay. Se le ocurre que en vista de que el Partido no alcanza sus objetivos por si mismo, podría formarse una especie de Frente Popular, uniendo fuerzas con otros partidos... nanay. El Komintern en esos años no está por la labor. El enemigo es tanto la derecha como la socialdemocracia, así que nasti de plasti. Doriot se toma muy mal este desaire. Empieza a disentir, pugna por el liderato del partido y pierde. Le llaman al orden, que haga la clásica visita a la URSS que le tienen que contar una cosa. Se huele el tema, y no va. Se va del partido. Crea una formación propia. Empieza a echar pestes de los comunistas. Fatal. El resentimiento, qué malo es. Sigue empleando una oratoria obrerista y tal. Pero contacta con un rico empresario que le paga el partido nuevo. El PPF. Partido Popular Francés. Mediados de los años treinta.
Va derivando. Se convierte en el teorizador de un partido fascista francés. Super francés. La mar de francés. El comunismo es el enemigo de Francia. Su enemigo. Desfiles brazo en alto. El símbolo de la cruz. La patria, la familia, el orden. Los nazis no le molan mucho, porque él es super super francés. La Guerra estalla. En 1939 se alista y le condecoran. Pero cuando Francia es ocupada... se pasa al gobierno de Vichy. Colaboracionista. Monta una Legión Francesa. El comunismo es el enemigo, no los nazis. La guerra, etc. Cuando De Gaulle entra en París el se larga a Alemania. Muere en un bombardeo mientras viajaba en coche.
Personaje detestable. Oportunista. Resentido. Capaz de montar una ideología por despecho. Doriot muere en la carretera. Nicola Bombacci muere fusilado por los partisanos y su cuerpo colgado en la gasolinera de Piazzale Loreto, colgado junto a Mussolini. Doriot, Bombacci, Déat... el mismo Mussolini gente que empezó en un lado y se pasó al otro con todo el equipo. Por despecho, por maldad, por convencimiento. Qué miedo dan. La fe del converso. El que estuvo en un sitio y salió mal. Es el peor.
Hay otros casos, curiosos, como el de Georges Valois, que estuvo en un sitio, viró al otro, volvió al redil y muere en Bergen Belsen. ¿Fue malo y se volvió bueno? ¿Fue bueno, luego malo y luego bueno?
Sólo sé que cada vez que me da el punto y me acuerdo de Bombacci y de Doriot, leo y busco cosas, y miro y veo... leo con miedo. Con repulsión y al mismo tiempo curiosidad. ¿Cómo alguien puede pensar en una misma vida una cosa y la contraria? ¿Cómo se puede poner la misma fé en lo contrario si no es lo mismo? Las vidas de los malos. Malos de verdad.

lunes, 5 de marzo de 2012

Los malos

Todo comienza con una conversación en la barra de un bar. Quitémosle romanticismo al asunto. En la barra del bar a media tarde, esperando a un colega que tiene que venir pero que no va a venir, así que nos bebemos estas cañas y nos vamos. El bar en cuestión es un bar frecuentado por gente joven y de aspecto fácilmente reconocible. Reconocible de tal manera que entramos en el bar con los ojos cerrados. Si estos están aquí, el bar debe ser bueno. Los buenos y los malos. Teorizamos mi colega y yo sobre el aspecto de esos jóvenes, desde la perspectiva de la edad. Nosotros no fuimos así, pero casi. Pendientes en la oreja, no. Mullet, yo no. Capuchas, alguna vez. Sudadera de banda de rock... también. Pendientes en las dos orejas. ¿Cómo das el paso para ponerte dos pendientes en las orejas? Hacemos bromas sobre el tema y sobre cómo algunos de estos chavales, luego de mayores, se mantienen en la estética, contra viento y marea. Porque los heavys deben cambiar, pero ellos, pueden seguir con el mullet, los dos aretes, el chandal, la ropa cómoda por si hay que salir huyendo. Los heavys no. Y nosotros hace mil años que no somos nada. Y sale en la tele Chuck Norris. Los buenos y los malos.
Y ahí me lanzo. Observo que en cada episodio de la serie de Chuck Norris, salen unos malos. Unos malos que no son siempre los mismos, aunque no sigo la serie de Chuck Norris y no sé si hay unos malos fijos, así que supongo que esos malos los irán cambiando en cada episodio. La serie de Chuck Norris, Walker, se basa, digo yo, porque no la he visto nunca, en que cada día Walker se encuentra con una 'maldad' y como es un policía implacable, la remedia. Cada día, hay un malo. ¿Cuántos años lleva esa serie en antena? ¿Cuántos malos hay? No solo eso, porque se supone que en casi todas las series americanas, CSI's... no sé cuántas más, siempre hay un malo. Una persona que es mala y que comete un acto delictivo. Walker lo engancha, claro, pero el malo está ahí. ¿Cuántas personas malas hay? Estados Unidos debe ser un país en el que los malos deben abundar. Hablando con este colega, me salía, casi la mitad de la población de los Estados Unidos como entrullable. Demasiados malos. Porque se puede ser mala gente, tener mala baba, no ceder el asiento a los ancianos, orinar en lugares donde no se debe, no dejar avanzar en las escaleras mecánicas, hacer huelga en plena Feria de los Móviles... pero otra cosa es delinquir. Matar, robar, estafar. Eso debería ser puntual, pero en las series americanas es cotidiano. 'Y hay que sumar las películas', insistimos. 'Y las series de otros países que quieren parecer americanas, que también'.
Por las mañanas voy a tomarme el café con leche al bar de la esquina. Tienen puesta una serie alemana, en la que el esquema de buenos contra malos se repite. También debe haber un cesto de malos en Alemania. Que no sé hasta que extremo esos malos alemanes son peores que los malos americanos. Mejor no preguntar. En el bar hay un señor. Un señor extraño. A mi me lo parece. Este señor lleva gafas. Pero no lleva gafas. Las lleva puestas, pero no para ver con ellas. Tampoco las lleva en la cabeza. Las lleva en la frente. Como cuando llevas las gafas en la frente, porque te cansas o algo, o te aprietan, pues así. Pero este señor lleva las gafas así siempre. Es un señor extraño. Habla con voz fuerte. Pero no grita, no. Habla fuerte. ¿Es un señor bueno o malo? Me juego las llaves de mi piso a que es buena gente. Pero de la misma manera, no lo trago. No entiendo lo de las gafas. Si yo fuera Chuck Norris, en la serie Walker, sospecharía de él. No cumple con la norma. Las gafas de llevan o no se llevan. Las llevas puestas o no. Las tienes o no. ¿Porqué llevas las gafas así siempre, señor mayor? ¿Qué escondes? ¿Qué vida llevas?
¿Quién es el malo aquí? ¿Yo, que pienso mal? ¿Él, por ser diferente? ¿Los dos? No pido una valoración. Somos malos todos. Yo por pensarlo, pero él... él seguro que también. Porque nadie puede ser bueno llevando las gafas así. No puede ser. Algo esconde. Algo turbio. Gafas de ver sin ver. En las series españolas el malo suele ser un malo fijo. No nos da el presupuesto para tantos actores malos. Un malo, dos, y al tercer episodio ya sale el malo perenne que puteará al bueno. Malos que llevan gafas de sol. Pero no malos desconcertantes como este. Malos que no se disfrazan de malos con dos pendientes en la oreja, con el chandal y la camiseta de la selección de Euskadi. Tengo que estar alerta. Más de la mitad del país debe ser mala. Tengo que vigilar.