miércoles, 17 de enero de 2024

Diez años de Podemos


Qué días aquellos. La Sexta Noche, cada sábado, nos regalaba la oportunidad de ver a un personaje llamado Pablo Iglesias que nos hablaba y nos decía cosas que nos daban la vuelta. Eran días post 15M, días en los que todo estaba en discusión y en los que había que saber leer el signo de los tiempos y el sentir de la gente. Qué gente, una gente que era joven, más o menos, que venía de comerse una crisis, que por ubicación y por sentir y por todo quizás hubieran sido votantes de un PSOE que se hubiera sabido renovar, si es que tenía renovación. Daba igual. El caso es que aquel personaje salía en la tele, en muchas teles, en todas partes y decía cosas que nos daban la vuelta. Yo entonces empezaba a militar en EUiA en Santa Coloma y la asamblea local era un hervidero. Nadie lo entendía. Era un complot desde los medios para destruir a Izquierda Unida justo en el momento en que mejores resultados nos daban. Podemos se funda. Podemos era una mentira. Podemos era un invento. ¿Podemos? Pero qué es Podemos... Recuerdo discusiones con una compañera. A ella le gustaba lo que oía, a mí me molestaba. Porque venía a decir lo que decíamos nosotros, pero estaba claro que llegaba a más gente. Venía a decir pero no lo decía, realmente. Decía otra cosa y otras cosas, a veces en una indefinición buscada que exasperaba, siempre con una arrogancia y una soberbia hacia las formaciones 'anteriores' que dolía. Pero lo que decía, parecía tener razón. Y había mucha gente que estaba dispuesta a seguir a alguien (importante, a alguien), que decía cosas que parecían nuevas, atrevidas, transformadoras. Se funda Podemos y desde el momento en que se forma todos vemos que el problema va a ser darle forma a eso. Porque era un partido en el que cabía desde el que pedía más cárceles para los corruptos, el que hablaba de la casta, izquierdistas de toda la vida y que habían pasado por todas partes que aparecían reencarnados, gente si ninguna experiencia que jugaba a hacer lo que había leído en manuales sin contacto con la realidad, mucha gente, muy heterogénea. Recuerdo aquel encuentro entre ellos y nosotros en el local de EUiA. De ellos creo que ya no queda nadie allí. Recuerdo cómo nos dijeron que íbamos a acabar siendo una tribu urbana. El tiempo pasó y se vio que todos juntos habíamos estado a punto de darle la vuelta a la tortilla, que no se dio, pero se puso los cimientos para poder consolidar un espacio de gente que ya no debería volver al PSOE. Al fin había una alternativa que conectaba con una gente diferente. Que era nuestra gente y estaba allí. Y fueron llegando procesos electorales, internos y externos y Podemos se fue volviendo más pequeño, más partido, menos lo que fue y más a lo que se pronosticaba que podría acabar siendo. Un partido más. El cambio fue algunos años, bastantes años después, cuando esa misma gente que consideraba a la gente de Podemos poco menos que nada, advenedizos, castañas, de repente hicieron piña con ellos. Y de repente, quienes habían sido sus enemigos, rivales, quienes les habían menospreciado, vilipendiado, maltratado, comenzaron a hacerse fotos con ellos. Y no lo supieron ver o no lo quisieron ver o lo que sea. Y llegó el momento en el que, en la cumbre de la gloria, por primera vez ministros de la izquierda alternativa en un gobierno del Estardo, todo se comienza a pudrir. Y el mensaje comienza a ser demasiado parecido al que se escuchaba en las asambleas y comisiones políticas de EUiA en Santa Coloma. Todo es culpa de los medios, los medios, la gente está engañada por los medios, todo es un complot. Algo no funciona. Las campañas de desprestigio, las querellas, los acosos, las denuncias, los acosos, la violencia judicial ejercida contra Podemos no es poca cosa. Cuando antes tenías micros abiertos en todas partes, hoy son todo palos. Y se hace de eso bandera. Este mensaje, endurecido, áspero, va condiciendo al fracaso primero en la famosas elecciones donde Pablo Iglesias se lanza en plan mesías a detener a la derecha en Madrid y queda relegado a un papel muy secundario por parte de un electorado que ha cambiado, que ya no quiere escuchar solo matraca, que es diferente. Leer el signo de los tiempos. Si sintonizas con según quién o según quién te pasa la mano por el lomo, ten miedo. O bien, desde fuera, se ve que algo pasa. Y se designa a Yolanda Díaz y el cambio de tono que se detecta entre unos y otros es cada vez mayor. Y hoy tenemos lo que tenemos. Y hoy tenemos a un partido y un espíritu que fue revolucionario realmente, que puso patas arriba, que nos puso patas arriba, pero que no tenía con qué darle continuidad y no se supo hacer esa (no se quiso) hacer esa mezcla entre lo que ya estaba y lo que vino y todavía peor, lo que ha de venir y da mucha y profunda pena que todo ese capital se haya ido a la mierda. Que se esté yendo o que solo sirva para la matraca. Una matraca a la que ya se han dedicado muchos y variados partidos de izquierda durante décadas, considerando reformistas, flojos, siervos, blandos, a las fuerzas de izquierda mayoritaria. Esa matraca es minoritaria y no le interesa a nadie. Y si se va a quedar para eso o para pedir, para colmo, el voto para opciones de izquierda aún más socioliberal únicamente por hacer daño, eso ya lo han hecho otros antes. Que todos conocemos a gente muy muy en la Transición que acabaron en el PSOE. El viaje de vuelta a casa. Y pregúntate porqué vuelves a salir en la tele, en esos medios cloaqueros que tanto has denostado.  

Hoy escribir un texto sobre los diez años de Podemos con todo lo que está pasando, es difícil. Y da pena escribir en esos términos. Recuerdos de noches viendo La Sexta Noche y debatiendo el momento histórico, realmente histórico, en el que un personaje conseguía que todos le prestásemos atención. Hoy lo evitamos para no hacernos malasangre. El signo de los tiempos. Da mucha pena. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario