miércoles, 22 de octubre de 2025
Crónica del #PleGramenet extraordinario de Ordenanzas Fiscales y Zona de Bajas Emisiones
El mundo, no el planeta, ni España, el mundo debería ser de otra manera. A esta conclusión no se llega fácilmente. Es necesaria una observación de los titulares, de las entradillas y de los filetes y del texto en negrita así como de los diferentes acentos, tonalidades, matices y veredas por los que nos perdemos en el proceloso mar del comentario y la crítica y así llegar a un fin que es que el mundo no nos gusta. Este mundo no nos gusta y el verdadero problema que tenemos es que nos cuesta saber qué mundo nos gusta. Sabemos lo que no, pero desconocemos lo que sí. Yo podría apuntar una serie de ítems, de conexiones entre puntos, de hilazones entre conceptos y materias, y podría dibujar con trazo grueso qué es lo que me gusta a mí, pero me conozco y entraría en contradicción rápidamente, me perdería, no lo sabría concretar y últimamente digo mucho esto del trazo grueso porque si entro en detalles me dejaríais de hablar casi de manera inmediata. El mundo que a mí me gustaría no lo sé yo explicar. El mundo ahora mismo me parece un lugar muy complejo, no voy a decir que sea una mierda, porque no hemos venido ni llegado hasta aquí para ser tan minoritario como eso, sino que diré que es complejo y que es en esa complejidad en la que nos tienen absolutamente perdidos. Una complejidad en la que ya no diré que me pierdo yo, es que estamos todos bastante perdidos aunque quieras dar impresión de seguridad avanzando hacia la cámara del móvil con el micro en la mano. Estamos un poco despistados y a veces lo que queremos es buscar la confirmación de nuestro proyecto no en una colectividad que nos parece inabarcable y a la que sabemos que tenemos muy difícil convencer si no dominamos el tik tok ni anunciamos en primicia el lanzamiento de nuestro proyecto audiovisual en una pantalla gigante o en un reel o en un directo, sino que hemos llegado al punto de que nos conformamos con que nos confirme que nuestro proyecto para un mundo mejor y más justo una sola persona. Una persona ideal, un ideal de una persona nada más, una persona referencia, un alguien que es único y que va a saber comprender qué es lo que queremos decir. Esa persona nos basta y nos sobra. El mundo puede ser mejor si esa persona sintoniza con mi cabecita que está pensando en algo que ni siquiera sé lo que es. El mundo debería ser de otra manera y hay muchas maneras de alcanzar ese mundo mejor. El mundo mejor que me gusta a mí, por ejemplo, es tan complicado de alcanzar que muchas veces no sabes si estás avanzando hacia el mundo mejor o estás retrocediendo tanto pensando que avanzas que vas a llegar al pasado, también piensas que avanzando tan deprisa puede pasarte que llegues al pasado igual. El pasado siempre vuelve, el pasado de hecho está siempre presente porque el pasado es algo que es inmediato, ya, ahora mismo, es el pasado, todo es el pasado. Siempre está el pasado con su pesada carga, una carga que es pesada, pasado pesado, pasado pesado, pasado pesado, pasado pesado, y que no es, creo, ni más ni menos pesada que el futuro, un futuro mejor que está siempre en nuestra mano y que no dejan de ser oportunidades desperdiciadas a veces delante del portero y otras a portería vacía. El pasado nos impide un futuro mejor. El presente no existe. El otro, el campo, la lluvia, la desesperanza, los frutales, el tiempo, la capital de comarca, el leninismo, tu tristeza infinita, un discurso, la interrupción, el tubo de escape de un coche en la Calle Sant Carles y otro tubo de escape de un coche en la calle Sant Carles y otro tubo de escape de un coche en la Calle Sant Carles. Insoportable. Insoportable, de verdad.
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