lunes, 17 de noviembre de 2025
Crónica de la entrega de Premis Climent Mur 2025. Lo punk.
Que ser buena persona tenga premio, que hacer el bien sin mirar a quien esté reconocido, parece una cosa del pasado, una cosa antigua, casi disruptiva. Casi punk. Es punk. Ahora que nos dicen que hacerte el malote, que demostrar inhumanidad, que colocarte la banderita de Israel, que hacerte fotos con el presidente de RyanAir, que hacerte fotos con Milei, que quieres salvar Catalunya de la gente pobre, que ser pobre es una mierda que eliges porque quieres o porque no haces suficientes abdominales, que colocar carteles gigantes a la entrada de Santa Coloma diciéndonos que es bueno que el coche eche todo el humo que te salga de los huevos porque para eso tienes tú unos buenos huevos gordos, que nos dicen que lo que nos pasa, si es que nos pasa, nos pasa porque nos lo merecemos, que el malismo en definitiva, se impone como categoría de comportamiento, que ser un cabrón, un hijo de puta para con los demás, se ha convertido en una especie de nueva religión por la cual solo sobrevivirán los más fuertes y los que tengan la barba más puntiaguda y la mujer más sumisa y los hijos más rubitos y con más goles a favor, ahora que todo eso parece que es lo que va a ser y si no estás preparado, trabaja y calla, ahora que todo eso pasa y que no hay que tener miedo a poner sobre la mesa algunos debates, que los de fuera son un problema, que hay que abordar el problema, que no tenemos que esquivar ningún debate, que merecemos un respeto, que merecemos que se integren, que no podemos acoger a tanta gente, que me sobran, que nos sobran, que esto es insostenible, que no se oye hablar mi idioma por la calle, que las mujeres van con velo, que los hombres van con velo, que todos los bares se los han quedado ellos, que les dan las ayudas, que les dan las ayudas, que tienen todas las ayudas, que las mujeres se han pasado de rosca, que no se puede decir nada, que al final todo está mal, que parece que vivimos peor que en la dictadura, que al menos en la dictadura tenías trabajo y coche y piso, y aparcamiento en la puerta de casa, y conocías a todo el mundo, y todo el mundo dejaba las puertas abiertas de su casa y si necesitabas un poco de sal ibas a la vecina y en las fiestas de los pueblos te reencontrabas con tu gente y los sindicatos y los partidos de izquierda eran de verdad y no como ahora que es todo mariconeo y pañuelo palestino, ahora que nos dicen todo esto, ahora precisamente, que haya una entidad que mantenga que preocuparse por gente que está pasando un ratico malo merece ser recocido, parece que es lo punk. Y es punk que se reconozca el trabajo de madres que suman a su lucha por un presente por sus hijos la lucha por el bienestar común, y es punk que se reconozca a quien sacando horas de su curro hace cosas por lo demás y lo hace no por presentarse a unas elecciones municipales, sino porque se lo cree. Se lo creen. Es auténticamente punk creer que lo que haces lo haces porque hay que hacerlo. Sea por la fe, por las creencias, porque no puedes parar quieto en casa, por lo que te de la gana. Ayer en el Teatre Sagarra el Área Cultural Oriol, de manera involuntaria, montó un acto punk. Un acto en el que aparecían caras conocidas de la ciudad, otras que no lo son tanto, pero que nos enseñan que más allá de lo que los vídeos de Vox quieran pintar de este pueblo, Santa Coloma de Gramenet merece la pena siempre. Ahora que parece que está de moda, que rinde, que renta ser mala persona, un acto como el de ayer tiene una relevancia espectacular. Muy punk. Aunque no lo fuera. Ver a mi Pepa ahí, ya lo vale. Si encima, si además, si lo cerramos todo con un canto colectivo del We are the world, yo ya es que no sé qué más queréis.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario