miércoles, 4 de junio de 2014
Un amigo de verdad
Ya hacía tiempo que no, pero hemos recibido un relato que, sin ser nada del otro mundo, nos engancha de nuevo a todo eso de los sentimientos y las cosas. El autor se llama Orelio Senén y el título del texto tiene el críptico nombre de 'XXX'. Se incluye en un número especial de la revista 'Cuadros épicos'. A ver.
'Personalmente, he de decir que tengo una capacidad de escucha fuera de lo normal. Si otros consideran que han de prevalecer sobre los demás, yo dejo que sean los otros los que se hundan con sus palabras, por lo que las más de las veces dejo hacer. Mi amigo y asimismo insoportable y fastidioso lastre Weison Salmerón, tuvo a bien contarme el otro día sus cuitas amorosas. Al parecer no lo estaba pasando nada mal. De fiesta en fiesta, de arrebato pasional en arrebato pasional, triunfando entre todo tipo de mujeres, gozando como nunca del sexo y los cuerpos. Weison Salmerón había sido, durante años, una gárgola a la que nadie había hecho caso. Un ser humano que vivía atormentado por una fealdad que resaltaba mucho más a mi lado. No voy a engañar a nadie si les digo que me tienen y me tengo por un Apolo, un Adonis, un ejemplar digno de admiración. Eso es así. Y pregunten a quién quieran. No discutiré si soy más o menos inteligente, si puedo ser considerado una buena persona... todo eso es opinable, pero que soy guapo y bien guapo, eso no. Weison y yo somos amigos de hace muchos años. Creo que nos conocimos en un simposio sobre Política y Comunicación y ahí entablamos una relación basada en que él tenía necesidad de un amigo y a mí me servía Weison para tener un supuesto adorador. Yo vivía romance tras romance, mientras me deleitaba escuchando las penas y llantos de Weison. En su miseria crecía mi grandeza. Con la intención de sentar la cabeza, mi relación con Filipa Santaespina tomó los derroteros habituales y consideré que era ella la elegida. Nos casamos y Weison casi estuvo a punto de no venir a la boda, de triste y solo como estaba. Acudió y me estuvo persiguiendo durante todo el ceremonial y la fiesta. Le advertí entonces que las cosas debían cambiar, que debía seguir su camino, que yo era una persona comprometida y me debía a mi matrimonio. Que volase, que volase.
Weison, al parecer, comenzó a tomar cursos de crecimiento personal, de coaching, de liderazgo, intentando, de forma artificial a mi parecer, conseguir algo que no tenía: atractivo personal y capacidad de seducción.
El caso es que, según me contó, el otro día, en una de estas conferencias y seminarios, conoció a una mujer de edad madura que, mientras tomaba café en la máquina, le preguntó por su vida y lo que hacía en aquel lugar. Weison contó tal catálogo de penalidades y tristezas, que a la mujer le dio por reír. Esa risa, simplemente, dice Weison que le cambió.
Yo no soy un experto en psicología, pero me tengo por un buen conocedor de las personas. Creo que Weison está únicamente encontrándose con calamidades como él, con desechos de otras peleas, no puede ser que el mero hecho de que Weison cuente algo, y algo tan lamentable como su vida, interese a nadie. Si no hay más que verlo. Dice Weison que él sigue contando su vida pero que la adorna con chanzas y bromas sobre sí mismo que dice interesan mucho a quien le escucha. No salgo de mi asombro. Que a la gente le interese la desgracia ajena... no lo entiendo.
Aguijoneado por la curiosidad, llamé a Weison para salir, como antes, como en los viejos tiempos a dar a una vuelta por los lugares habituales y ver qué... y me salió con que no, que tal, que es que... Yo creo que es todo mentira. Se lo consulté a Filipa y, la verdad, sus explicaciones me resultaron tan espesas que... pobrecita, desde que tuvo el niño... en fin. Que no.'
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Claro, en los simposios de política y comunicación es donde se hacen amigos de verdad. Me ha gustado su relato de hoy, qué mala leche.
ResponderEliminarPero sí, eso de que interese la desgracia ajena es explicable, porque ayuda a minimizar la propia, supongo.
ResponderEliminarBueno, Tolya, ya estamos por aquí de nuevo. A ver si nos dejamos ya de gaitas, que cuando no es una cosa, es otra.
Feliz tarde
Bisous