sábado, 23 de abril de 2016
Crónica de un Sant Jordi esperando la lluvia
Planteemos el relato de lo que ha pasado hoy desde el siguiente punto de partida. Si no tienes a nadie a quien poder regalarle una rosa y sabes que nadie va a regalarte un libro la Diada de Sant Jordi es una puta mierda. No llega a la mierda extrema del día de los Enamorados, pero está ahí. Así que el día se lo toma uno con filosofía. Además, no sé dónde dijeron que hoy iba a llover, así que el día no iba a durar demasiado. La gente, que es discutidora porque sí, y tiene ese espíritu Disney que supura por sus venas suyas, me aseguraba durante el día que no, que no tenía ni puñetera idea y que iba a hacer un día radiante. Que siendo sábado, iba a ser una Diada extraordinaria, que habría muchísima gente y que sería todo un éxito. Ilusos.
La Diada de Sant Jordi es desde hace tres años para mí un día en el que comparto con los compañeros horas excitantes conversando, charlando, dando paseos y discutiendo sobre el sexo de los ángeles. Pero ángeles que pueden ser rojos, morados o verdes. Y esa no es cualquier discusión. Así que en el día de hoy, todo consistía en estar en la caseta, ir saludando a la gente que va llegando y va mirando los libros y a los compañeros que van y que vienen. Esta crónica, para romper un poco con lo que viene siendo el tono últimamente, no va a ser una crónica social. He visto a ese, he hablado con el otro, qué simpática estaba la tal, qué libro tan interesante me ha enseñado el Jesús (mierda, lo he hecho). Simplemente voy a decir que durante las horas que he estado en la plaça de la Vila, he visto pasar a mucha gente, a muchos conocidos, a muchísimos más desconocidos.
¿A cuánta gente conocemos? ¿De qué hablamos con la gente? No lo sé. Es un tema de discusión que podría llevarnos a horas y horas de una cháchara que nos ocupase la noche de sábado pero que no va a ser tampoco lo que se pide en este momento concreto de la vida de uno. Un sábado, sin un libro… miento. Sí que me he comprado un libro. De manera absolutamente fortuita, supongo, entre los libros que teníamos para vender, se encontraba el Derecho a la Pereza, de Lafargue. Precisamente. Tiene gracia. El año pasado, lo sabrán, porque las cosas que me pasan las conoce todo el mundo, porque soy taco de conocido, nen, por hacer un elogio de este libro, nos llovió alguna crítica. Pero parece todo olvidado. Me lo he comprado y lo leeré. En cuanto acabe de escribir esto me pongo. Hay libros de Varoufakis, de Marx esencial, de la Frida Kahlo, del propio Marx, libros varios. Como el de Chavs, del Owen Jones, sobre el que digo algo al compañero Carlos, o no sé a quién y es algo que… no sé. Sobre que tiene que venir un inglés molongui a decirnos las cosas. Y todos uala, qué tío. Y tenemos folletos antiguos. Y chapitas. Bueno.
Nuestra caseta estaba situada junto a la de ICV. Pensábamos que estaríamos frente a C’s y a ERC, pero no, estábamos de espaldas a ellos. Delante teníamos a una asociación con unas siglas muy largas. Al llegar hacía calor, bastante calor. He pensado incluso en comprarme una camiseta del partido, o del movimiento político y social, para intentar remedar de alguna manera el sofoco, pero he aguantado con la camisa de manga larga. Así ha transcurrido la mañana. Haciendo fotos, un tweet, comentando, ahora me siento, ahora me levanto. Mucha gente. A una hora concreta, hemos decidido dar una vuelta, a ver el resto de casetas. La visita de rigor a la caseta del PCPC y a mirar sus chapas. Siguen teniendo las mismas chapas. Comprar la chapa de Stalin pudo tener su gracia una vez, hace tiempo, hoy no se la veo. Pero hay otras chapas y la de la RDA que siempre te mira con ojos… vamos a la caseta de la CNT que tiene la bandera más grande del mundo de la CNT y allí, mientras miramos los libros, entre ellos uno del Peiró y estoy dando la chapa sobre Peiró y Pestaña y el partido Sindicalista, un compañero del sindicato (yo voy llamando compañero a todo el mundo), da con la tecla. Dice lo siguiente: si todos los de esta fila de casetas os dejaseis de gilipolleces y os pusierais de acuerdo en algo, y en que todo cambio tiene que ver con la educación… ya. Eso también lo sé yo. Ahora te vienes a nuestra caseta y nos lo explicamos. Y seguimos adelante y hay una caseta de Islamic Relief y no hay más que quedarse un rato allí. Tienen unos bizcochos que dicen que son buenísimos, pero no los pruebo. Se ve que es una especie de asociación británica… seguimos adelante y nos encontramos al Abel. Al Abel no le gusta hablar con la gente. Antes nos hemos encontrado con la madre de Marina. Más o menos. Decidimos acabar de ver dos casetas más, la de Podemos, donde vemos a este chico del libro y a la de Som. Som y Podemos. Interesante.
Nos decidimos a ir a tomar una caña. Hace calor, llevamos ya un rato. Vamos. Vamos a un bar de la plaza y el tiempo sufre un trastorno grave. De tal manera que nos sentamos a una hora y nos levantamos a otra completamente distinta. Pero absolutamente. Otro tiempo. En otro espacio, prácticamente. Miramos al cielo y discutimos si va a llover. Yo creo que va a llover. Me dicen que no. Yo quiero que llueva. Que diluvie. Dicen que a las seis. Que se caiga el cielo sobre nosotros. Y vemos al séquito. Y es como antiguo. Y dan rosas. Qué libros hay. Hay uno sobre Camus, de Reverte, hay otro que se llama Instrumental del que nos hablan bastante bien. No veo ninguno de Casavella, que se lo he recomendado al Carlos.
No vamos a comer. Vuelvo a la caseta y al cabo de un rato, ya son las cuatro y vamos a ayudar a la Pepi con la canción New York, New York. Me como un bocadillo de lomo con queso. El Rayo va ganando dos a cero, el Rayo va ganando dos a uno. Se acaba. Parece que va llegando ya más gente. Va a ser la leche. Pero va a llover. Mira el cielo. Está empezando. Durante bastante rato hablo con unos compañeros del bando indepe que tienen una conversación siempre agradable y estimulante. Empieza a hacer viento. Mucho viento. Va a llover. Ya es una realidad. Que llueva ya. Yo hablo y digo y comento y me imagino e intento hacer chistes sobre cosas. Va a llover. Antes de las seis. Vamos.
A las seis, cuando va a haber que recoger, vamos con el Carlos a ver los libros. Está el Salva Redón firmando libros. Comentamos. Bueno. Pues ya está.
Va a llover. Es la hora de recoger. Yo recogería ya. Antes de que caiga la del copón. Va. Y vamos. Y creo que a las seis y media o así ya hemos recogido, porque llueve. O ha llovido o va a llover. Algo así. Y es mejor. Y nos vamos ya. Y a las siete ya estoy en casa. Y ya está. Y no ha habido libro y no ha habido rosa.
Y ahora a evitar ver resúmenes de la jornada. Y que lleguen pronto las doce. A la cama.
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