miércoles, 9 de septiembre de 2020
El arte está muerto
Y al final le dije que siempre estábamos hablando de cosas que nos definen. Que terminábamos hablando de libros, de películas, de películas que no habíamos visto, de movidas que nos habían llamado la atención en exposiciones, de obras de teatro que estábamos escribiendo y le dije que lo que nos pasaba era que no queríamos hablar de la vida real. Patilleramente le dije que el arte, por disparar por elevación y quiera decir eso lo que quiera decir, no era más que el refugio de quien quería pensar en otra cosa que no fuera el sustento. Me dijo que se ganaba la vida escribiendo novelitas y que eso que acababa de decir era una gilipollez. Entonces le dije que lo que de verdad me pasaba era que tenía una envidia tremenda porque se ganaba la vida con eso y yo no era más que un humilde conserje que jamás llegaría a nada y que le tenía un odio cerval a los artistas. Y me preguntó que si yo le odiaba. Le dije que sí. Me dijo que entonces porqué quedábamos todos los jueves a tomar cervezas si le odiaba. Le dije que no sabía. Me dijo que le parecía extraño que siguiéramos quedando después de tantos años de una amistad forzada desde el colegio cuando ni yo le soportaba a él ni él a mí y me contó que hacía tiempo que pensaba que esto de quedar los jueves le aburría. Y le dije que le aburría porque yo no era artista y que por eso le odiaba. Y me dijo que le aburría porque yo era aburrido. Y me levanté y le di una hostia. Y él me dio otra. Y nos fuimos. Y el jueves siguiente volví al bar y allí estaba él. Y nos pedimos una cerveza. Y le dije que había empezado a escribir. Y me dijo que él había dejado de escribir. Y le dije que le odiaba. Y él me dijo que él a mí más. Y me dijo que nosequé. Y le dije que se había saltado el turno. Y me pidió perdón. Y le dije que el arte, le dije que el arte, le dije que había reflexionado durante este tiempo sobre el arte y había ampliado mi teoría con nuevas referencias. Y me dijo que en una semana no me había dado tiempo. Y le dije que sí y que. Y me dijo que eran dos cosas. Y le dije que el arte era la consecuencia de la desazón humana ante la imposibilidad de sustraerse a la búsqueda de sustento. Y me dijo que menuda chorrada. Y le volví a levantar la mano. Y él se rió. Y le dije que de qué se reía. Y me dijo que estaba a dos semanas de decir que el arte está muerto. Y le pregunté que a qué se refería. Y me dijo que ya vería.
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