lunes, 17 de abril de 2023

Mi compañero Jordi Dejuan


Era tan bon home. Era tan bon home. Era tan bon home. Eeeeeera tan bon home i al final... Ayer por la noche la Maite, su mujer, me enviaba un mensaje. El Jordi se ha muerto hoy. El Jordit. El hombre del bigote, el primer hombre con bigote. El diseñador. El equipo de comunicación de DobleZeta. Cuando entré a trabajar en Doblezeta había otro maquetador. Aquel maquetador se deshacía bajo mis ojos. Aquel maquetador creo que no duró mucho. Yo entré en un mes de septiembre de 2003 y él creo que estuvo un mes. Al parecer era un crack de la maquetación pero sus mejores años habían pasado. Se deshacía. Para sustituirlo vino lo que a mí me pareció otro señor mayor. El Jordi. Jordi Dejuan. No era tan mayor, porque de eso hace ya 20 años. Joder. Entraba yo a trabajar en Doblezeta. Era una empresa de lo que siempre llamo la Serie B de la publicidad. Como profesional de la comunicación me dedicaba a la publicidad, pero claro. La publicidad de Doblezeta. DobleZeta no tenía nada que ver con el grupo Z. Las Z eran los hermanos Zabaco. Los hermanos Zabaco y el jefe de comerciales, el Carlos. Y el Jordi. Como no dábamos abasto porque la empresa quería crecer metieron a otra compañera, la Montse, en la foto. El del bigote es el Jordi. El equipo de comunicación de DobleZeta. O era de redacción. Nuestro equipo de redacción te hará un reportaje guapísimo de tu empresa, bar, negocio, tienda, lo que fuera. La Montse estuvo un tiempo, que seguro que fue imborrable, luego fueron pasando la Sara, la Cristina, la Marinetis,... los ayudantes de maquetación, los becarios... todo aquel equipo de comerciales, comenzando por el López y su lápiz en la boca durante horas, y tantos otros nombres que no se olvidan. Pero siempre estábamos el Jordi y yo. Cuántas tardes. Cuántas, cuantísimas tardes durante diez años. Diez años trabajando en Doblezeta. Con el Jordi siempre al lado. Era tan bon home. Era tan bon home. Cuántas tardes cantando sin parar para matar el aburrimiento de un trabajo que era cero estimulante. Pero en el que aprendías muchísimo. No sé si de comunicación, pero sí de redactar, de trabajar con medios escasísimos, de inventarte una revista, de tratar con personas que estaban tan lejos de ti como un marciano. Todo eso con el Jordi. El Jordi entonces tendría, qué tendría, cincuenta y algunos, cincuenta y muchos. Ya tenía el bigote blanco y las puntas las tenía amarillas de fumar. Como el Jordi se bajaba a fumar, yo iba a fumar. Íbamos a fumar, íbamos a desayunar, íbamos a todo. Con el Jordi aprendí muchas cosas. Era como un hermano mayor. Era alguien que ya se las sabía todas, pero porque ya se las sabía todas sabía también hasta dónde llegar. Era una enciclopedia del sector, había hecho muchas cosas, tuvo su ramalazo artístico, tenía amigos pintores, era una persona extraordinariamente creativa y allí estábamos los dos, haciendo publirreportajes, maquetando páginas de restaurantes, lidiando con algo que no sabíamos porqué, o sí sabíamos porqué, no sabíamos hacer otra cosa. Estábamos allí y acercarse al área de redacción y maquetación era acercarse al fuego. Cuidado con nosotros. No os vamos a conceder ni una oportunidad. Perdona, puedo hacer una pregunta. Cada día una anécdota diferente, cada día una canción que se repite. Miri, escolti'm una cosa. Era el segle XIX, el seu nom Joan Serra. No em mateu, jo tinc dos fills i una esposa. Era tan bon home i al final s'ha mort.

he vist

homes 

El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi. El meu avi... lo peor que le puede pasar a un tonto es que haya otro tonto que le haga palmas. Y éramos los dos tontos. Els dos tontets. Es el meu capritxet. El netet. Todos los días una tontería nueva. Pensaba que me moría. No salen los Simpsons en la pantalla. Llamaló. El Jordi que me llevaba a jugar a fútbol sala con su equipo de toda la vida hasta que me rompí ligamento y menisco. El Jordi que jugando me recordaba al Nano Soler. El Jordi al que se le iba un mechón del pelo parriba cuando corría por la banda con los brazos abiertos. El Jordi con aquella cara de buena gente que tenía y que se transformaba en el campo de fútbol. El Jordi que venía todos los miércoles contándote las batallitas de los partidos de los martes y los viernes las de los jueves y los lunes las de los sábados. El Jordi y yo comiéndonos los cierres de las revistas, 24 horas sin salir de la oficina. No em mateu. Jo tinc dos fills i una esposa. Era tan bon home. El meu avi. El Jordi interrogando a los becarios. ¿Tú sabes quiénes son los Doors? El Jordi durante diez años. La serie The Office pero sin tantos momentos de risa. Los había. ¿Dónde vas, Marina? Em vaig a plaça. La Montse largándose del curro porque no la vacilaba ni Dios. La Cristina, la Crais, haciendo lo que le daba la gana y con razón. Qué vidas. Fueron tantos años, tantas comerciales, tantos comerciales. Frederic el Fredolic, personajazo de otra época o de esa época porque era mayorcete pero de joven y de mayor era... La Mari Paz, gran dama de la escena, que estaba allí haciendo de comercial pero no sabíamos realmente qué hacía allí. El López, los simpsons. Ir al lavabo después del lópez en invierno porque dejaba la taza del váter calentito. Las comidas con los jefes, las sobremesas con los jefes, volver al curro después de las comidas con los orujos blancos en el cuerpo y la eterna pregunta, ¿pero porqué coño tenemos que estar aquí? El Jordi cuando estuvimos cinco o seis meses sin cobrar y sabíamos que aquello era el final y que no nos iban a pagar y la impotencia de saber que se iban a quedar con nuestra pasta y que se quedaran con nuestra pasta. Él que se quedaba hasta la hora que hiciera falta para acabar los curros, siempre saliendo tarde, siempre con la Maite esperando que se iban a cenar o se iban a ir a Malgrat.

Sóc 

de

Malgrat de Mar

Me invitó quinientas mil veces a Malgrat. Nunca fui. Cuando no era por una cosa era por la otra. Y cuántos días el Jordi aguantando mis caretos de mierda, mi cara de todo esto es una puta mierda y toda esta puta mierda me pasa porque me cago en la puta pero no sé hacer nada más que esta puta mierda, me aguantó cuando me cabreaba, cuando pasaba de todo, cuando por mi culpa el trabajo se retrasaba. Nin. El Nin. Fui a su casa, esperándole para ir a jugar al fútbol. Conocí a su hijo, el Jordi petit. 

Cuando nos echaron del curro seguíamos quedando porque ambos seguíamos ligados más o menos al mismo mundillo de la serie B. Cada vez menos ligados y cada vez con menos ganas. El Jordi el día que se le hincharon las pelotas de que se rieran en nuestra cara sin pagarnos y se calentó de verdad. Nos acordábamos de todo, de cada media página, de cada página, de cada anuncio, de cada faldón. Del Ana Campera. Del Difruta. Sibarita Express. El rincón del Sibarita. Enséñame tu fiesta. Hace unos días pasé por Calatayud. Aquí estuve con el Jordi. Un viaje de curro. Nos hicieron bebernos mil botellas de Calatayud para hacernos ver que era bueno. Nos veíamos cada vez menos. Hicimos un grupo de whatsapp con la Montse Altimis para poder vernos algún día. Pero no nos hemos visto. Me casé y no le dije nada, pensé que habíamos perdido mucho contacto y que qué iba a hacer el Jordi en la boda. No sé porqué pensé que no estaría bien y no le quise agobiar. Yo que sé. 

El Jordit. El Jordiet. Jordi de Johann. Georges. El Moustaki de la maquetación. Mi compañero de trabajo. Durante 10 años la persona que más supo de mí del mundo. De cuando estaba bien, de cuando estaba mal. De cuando no estaba. Ayer me mandó un mensaje la Maite para decirme que se había muerto. Era tan bon home. Todo el mundo quería al Jordi. Ni siquiera los más hijos de puta podían estar a malas con el Jordi. Yo no sé si aprendí mucho del Jordi. El Jordi tampoco iba de maestro de nada. El Jordi era mi compañero de trabajo. Y mucho más. No se me olvida nunca. Era tan bon home. 

PD. 18 de abril. Hoy en la despedida nos hemos encontrado con otra compañera, ayer la recordé pero no me salía su nombre. Ahora la recuerdo, Meritxell. Txell, Txell, Txell, Meritxell. La memoria. 

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