jueves, 25 de octubre de 2012

El gran desgraciado europeo XVIII

Nezahualcoyotl. No tiene nada que ver con lo que estamos contando, pero me ha venido a la cabeza ahora mismo. Nezahualcoyotl. En fin. ¿A los escritores les pasará esto? ¿Les ocurrirá que si escriben algo triste, su vida se va tornando triste? ¿Si se meten mucho en el papel de un personaje al que le ocurren tremendas desgracias, su vida se convierte también en una sucesión de penas y ojos lagrimosos? Si. Ojos lagrimosos. Ojos que no dejan de llorar. Ojos escocidos, irritados, ojos que pican, que pican, que pican, que no dejan de llorar. Ojos pitarrosos. Ojos muy rojos. Dios.
¿A Paul Auster le ocurrirá esto? Paul Auster escribiendo sobre escritores que escriben cosas que finalmente son las cosas que le pasan a ellos mismos y que en realidad uno cree que el pasan a Paul Auster. ¿Paul Auster es como sus personajes?
Antas Nekermann se encuentra con el hijo del soldado de Maximiliano y se aloja en su pequeño palacio. Una casa grande, limpia, con dos o tres personas al cuidado de la misma, con unas tierras en el entorno dedicadas a criar cosas, animales, plantas, yo lo considero un palacio. El hijo del soldado de Maximiliano se llama Antas Kiss. Como quiera que su madre, mexicana, se llamaba Magdalenita Grande, el bueno de Antas Kiss, castellanizó su nombre para pasar a ser Antonio Besograndre. Y su casa, palacio, rancho, se llamó Casa Besogrande.
En Casa Besogrande Antas Nekermann conoció los primeros momentos de felicidad en años. En muchos años. Antas Kiss era un hombre curioso y le gustaba preguntar a Nekermann sobre su vida, que consideraba fascinante, por mucho que el propio Nekermann no quisiera más que olvidarla. Qué cosas, lo que a unos les parece un tormento sin cuento, a otros les interesa. Claro, si no fuera de esa manera, los libros, películas, obras de teatro, basadas en la desgracia ajena, no tendrían ninguna salida y sólo veríamos a gente ganando, yendo bien, etc. A Kiss le gustaba escuchar los relatos de Nekermann, sobre todo los que tenían que ver con la vida en Europa. Hablaban en húngaro, comían bien, bebían a gusto, no tenían nada que hacer. Bueno, Antas Kiss, si. Que tenía una familia que mantener y de vez en cuando se tenía que ocupar del latifundio. Una historia curiosa la de Antas Kis, Antonio Besogrande, pero más curiosa todavía es la historia de su mujer Rosa Carajales, conocida en los contornos como Rosa 'la furiosa'. Una historia de esas que gustan en Hollywood de mujer con cananas y sombrero mexicano por detrás. Pero eso todavía está por venir. La Revolución mexicana. Con ejércitos de Pancho Villa, con Zapatas, Carranzas, Obregones, Huertas y Rangers norteamericanos poniendo orden. En fin. Esa es otra historia.
Cuando todo eso llegue, que no falta mucho para que lleguemos, Antas Nekermann ya ha partido del palacio de Antas Kiss, Antonio Besogrande, y se ha ido al norte otra vez, a la frontera, engatusado por una de las amigas de la casa. Cholita Garrigosa, que era hija de catalanes y que tenía otro rancho junto al de los Kiss, se encariñó con Nekermann y comenzó nuevamente a llenarle la cabeza con revueltas, revoluciones, bandidos, historias de frontera. Nekermann pensó que nada tenía que perder y cuando ella le propuso viajar al norte para unirse a una de las primeras formaciones que auguraban la Revolución, el húngaro tuerto no se lo pensó.
Llegar a Chihuahua y enamorarse la Cholita de un bandido bigotudo local, fue todo uno. Y Antas Nekermann tuvo que empuñar las armas, esta vez por despecho.

2 comentarios:

  1. Sí, sí, Tolya! Tenga cuidao no se convierta en el desgraciado europeo XXVI. Una cosa lleva a la otra.

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  2. Buenísimo, gracias. Qué risas me he echao con el artículo.

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