lunes, 23 de junio de 2014

Chaco


Qué contentos estábamos. Nos dijeron... 'la patria, la patria os necesita, tenéis un deber con ella y vuestra sangre debe ser derramada para defendernos de los bárbaros que vienen a quitarnos lo que es nuestro. Nuestro y de la patria.'. Y claro, algunos más convencidos que otros, nos tuvimos que alistar, no nos quedaba otra. La patria nos necesitaba, eso lo teníamos muy claro. Así que nos pusimos en marcha, o nos pusieron en marcha, hasta llegar a la capital de la provincia. Allí se encontraba el capitán Serriugarte. Este capitán era un señor muy atildado, para nada indio, rubio, de unos cuarenta años, que nos miró a todos con un desprecio infinito antes de decirnos. 'Vamos a marchar para salvar a la patria, esa patria que os lo da todo y que vosotros, negros, no sois capaces de entender'. Nos rebajó el rancho a la mitad para que nos acostumbrásemos a saber que la patria se defiende por amor y no por comida y nos dispuso en posición de marcha.
Marchamos hacia el frente. El capitán Serriugarte, misteriosamente, convenció al Estado Mayor para que su columna, la que comandaba, siguiese su propio recorrido, a su juicio 'para que esta indiada de mierda sepa lo que es servir a la patria'. De donde nos encontrábamos hasta el Chaco, había casi mil kilómetros que nos hizo recorrer andando. Caminando. Marchando. 'Así nos íbamos a enterar, muertos de hambre, de cómo se defiende a la patria y de cómo se lleva en el corazón cuando se sufre por ella'.
Marchamos durante tanto tiempo... no dejábamos de marchar y de sufrir. Cada vez con menos rancho. Los oficiales instaban al capitán Serriugarte a que apremiara el paso, porque los combates arreciaban y la situación era cada vez más desesperada para los bolivianos. Teníamos que ir más deprisa. Y sin embargo, el capitán Serriugarte se negaba. Decía que la primera lección de la guerra era 'amar a la patria sobre todas las cosas', y por eso nos hacía marchar tan penosamente.
El capitán Serriugarte no cejó en su empeño. Marchamos caminando, pasando fatiga tras fatiga, pero sin disparar un sólo tiro, hasta que llegamos a la línea del frente, cuando hacía tres meses que la guerra había finalizado.
Y bueno, amar a la patria no sé si la amo más ahora o antes de la marcha, pero por el capitán Serriugarte sentimos todos un muy grande afecto.

2 comentarios:

  1. Oiga, pues menos mal que la cosa se hizo sin disparar ni un solo tiro, porque teniendo en cuenta que hacía tres meses que había acabado la guerra, menudo marrón.

    Feliz tarde

    Bisous

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  2. Qué cosa el sentimiento de Patria... es que, no noto nada.

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