jueves, 2 de octubre de 2014

Karpov

Me he quedado en blanco. Pensaba yo que no me iba a pasar y me ha pasado, pues porque me tenía que pasar. Normal. Que me he metido yo en esta partida pensando que mal que bien iba a salir con bien del tema, porque uno tiene unos recursos y una cosa y una gracia encima que no se puede aguantar y resulta que se ha complicado la movida y ahora mismo estoy como diez tableros más para allá. Ya me pasa, yo pongo interés y pongo atención y la partida estaba siendo muy, pero que muy bonita, pero mira. Se ha puesto aquí este señor a mi lado, que no es que diga nada, ni nada, pero me cohíbe. No sé quién es este señor. En este torneo, al parecer, dejan venir a gente que imparte clases o que tiene experiencia en torneos de todo el mundo como comentaristas y tal, y por tal de abrir el mundo del ajedrez a la gente, dejan subir a la tropa aquí arriba y pasear entre las mesas y hociconear, y decir y decirte. Y a mí eso, pues como que no me gusta. Que me estén diciendo, pues has hecho esto, pues lo otro. Más aún si la partida se pone complicada. Si estoy yo solo con mis cosas, pues pongo buena cara y sanseacabó, pero si tengo que tener a alguien al lado, que se permite el lujo de decirme que vaya, que mira, que esa no estaba mal pero que la otra sí que tenía todas las de ganar, o que estoy moviendo al tuntún, o que no sigo las normas porque tengo que coger el centro del tablero sea como sea y estoy reculando mucho, me vengo un poco abajo. Más aún si la partida está siendo complicada, como está siendo esta. Así que me quedo en blanco. Pongo la cara de estoy mirando para allí y aunque parezca demasiado poco respetuoso, paso ya del tema porque estoy navegando por el espacio exterior. Y no se va. Se queda aquí a mi lado y me va diciendo cosas. Y no se corta. Va diciéndolas continuamente. Venga. Otra. Que un peón doblado, que con un peón doblado que dónde voy. Que es mejor que los caballos no los sacrifique, hombre, que es mejor tener los caballos que no conservar los alfiles. Que a ver dónde voy con esa dama de excursión. Más o menos lo de siempre. Cosas que ya pienso yo, pero que no hace falta que me las vaya diciendo este señor. Porque si no, me voy. Me quedo así, mustio, y ya ni muevo ni nada. Y se me va a pasar el tiempo y se me va a ir la partida al carajo. Ya lo sé. Si yo ya me conozco. Que no voy a mover y se me va a ir el tiempo. Y no voy a mover yo y va a decirme el otro que porqué no muevo, y que para no mover que para qué me apunto, y así. Y este se cree que no estoy pensando nada, pero en realidad lo estoy viendo todo. Y si ahora muevo, qué pasa. Pero es que tiene razón, que he ido moviendo y ahora no sé qué mover. La madre del tano. Yo que sé, muevo a ver y ya veré. Pero este señor, que me deje aire, copón.

1 comentario:

  1. Hombre Karpov! Ya se le estaba echando en falta!
    Eso, un poco de aire fresco.

    ResponderEliminar