lunes, 17 de noviembre de 2014

Una historia para Rubén

Fue una Semana Santa de hace tres años. No es normal que alguien se alegre de verte. Que alguien esté contento durante todo el rato que estás con él, porque no está acostumbrado a que alguien vaya a verle, que le pregunte, que le diga, que le haga cosas, que le celebre. 'Hola, tú quién eres. Eres el pequeño Rubén'. La visita de rigor a la tita y de repente aparece el pequeño Rubén, acompañado de su madre, mi prima preferida Juani. 'Bueno, bueno, bueno'. El creador. Desde que apareció riendo, nervioso perdido, tan contento porque había venido alguien a verle, y le preguntaba y estaba rodeado de gente... 'bueno, bueno, bueno'. Desde que apareció diciendo eso, ya no hay día que uno no diga lo de 'bueno, bueno, bueno'. Qué gracioso. Que tendría tres añitos y hablaba como un viejecillo. 'Madremía, madremía, madremía'. Qué gracioso el Rubén. Qué contento estaba porque venía gente que no conocía. Yo soy tu tío de Santa Coloma y aquí el compañero es también tu tío. Vamos, que somos tus tíos. No nos conoces porque somos unos mantas que nos cuesta la vida movernos de aquí e ir a Jaén a verte, aunque estás malito y seguro que si te hubiéramos ido a ver antes, te hubieras puesto igual de contento y nos habría hecho gracia ir a verte ya siempre, como nos hizo gracia después, como nos hará gracia siempre. Siempre había que sacar un momento durante esos meses de agosto tan largos en el pueblo para ir a ver al joven Rubén. 'Bueno, bueno, bueno'. 'Madremía, madremía, madremía'. Qué gracioso.
Ese verano, volvimos al pueblo y después de una noche de las fiestas mi prima me dijo que estaban en un bar tomando algo y que si quería verles que subiera. Con un cuerpo lamentable me fui a verles. Allí estaban, con el joven Rubén, que todo lo estaba preguntando. Mamá, mamá, mamá. Julián, Julián, Julián. Mamá, mamá, mamá. Le dijeron, mira, el Toni, el tito de Barcelona, anda, dile qué es lo que hacía el tito Toni. Y el cabronazo se echó las manos a los bolsillos de atrás y se puso a andar como lo hace servidor de ustedes. Me había visto una vez y ya era capaz de imitarme. Una vez durante una media hora. 'Bueno, bueno, bueno'. 'Madremía, madremía, madremía'. Al cabo de un rato subieron mis padres y como suele ser norma, mi padre empezó a dibujar en las servilletas pajaritos, señores calvos con bigote, más pajaritos... se sentó al lado el joven Rubén y vio que lo que le estaba dibujando mi padre no le gustaba. Quería bailar. Y ahí estaba su tío Toni para bailar. Los dos bailando en el bar delante de todo el mundo. Cada uno a su ritmo, es muy posible que yo bailara mejor que él. Aquel día estaba yo sandunguero, pero no tenía la cabeza en condiciones. Al joven Rubén le gustaba que le contaran historias. Mi prima me dijo que le contara un cuento. Y yo no sé qué le conté que al Rubén no le interesó demasiado. No sé. Me vino a bote pronto alguna historia de Urlstan Chulpadalasang, pero no tendría yo el día florido, o que la historia fue un peñazo.
Este año vino a comer a casa. Con sus padres, con sus tíos, con sus primos. Qué contento estaba. Estaba tan contento que no sabía qué hacer. Qué contento. No se bañó, pero se iba a bañar. Se durmió su siesta y todo. Qué contento. Podría repetir el año que viene.
Todavía a día de hoy se le debe una historia al joven Rubén. Puede valer esta mismo.
'De todos los niños que estábamos en aquel lugar, sólo el joven R. tenía una cosa en la cabeza. La tenía desde hacía tiempo. El resto de niños de aquel lugar, flotábamos en el espacio sin mayor complicación, pero el joven R., se estaba reservando. Porque tenía algo en la cabeza. Alguna cosa le rondaba que no le dejaba flotar como a los demás. El resto de niños estaba convencido de que ellos tenían todas las cosas en su sitio y que nada les hacía falta. El resto de niños deambulábamos de aquí para allá, algunos jugábamos, otros llorábamos, muchos estábamos muy preocupados con unas cosas que el joven R. no tenía en la cabeza, aunque estaba pendiente de todo y no se perdía nada. Se sabía las marcas de los coches, que es muy importante. Se fijaba en lo que hacía la gente. Pero no le daba importancia. El resto de niños íbamos haciendo y algunos nos dábamos cuenta de que el joven R. no nos acompañaba, aunque se reía, aunque hablaba, aunque bailaba, aunque preguntaba siempre a sus padres, que no tenían tiempo de flotar porque estaban con el joven R. El joven R., tenía algo en la cabeza. Un día, por la mañana, el joven R., se volvió a sus padres y les dijo 'ya'. Y todos los que estábamos flotando y vagando por el espacio, caímos al suelo. Nos tenía a nosotros en la cabeza. Era eso. Ahora nos toca a nosotros demostrarle al joven R., que no era para tanto, que sabemos flotar sin él.'.
Estoy convencido de que al joven Rubén le hubiera parecido otra mierda de historia que no le hubiera interesado ni esto, pero había que intentarlo.
Qué gracioso, el Rubén. Tan chico.

5 comentarios:

  1. Uy, pues es malo eso de tener cosas en la cabeza, y más si las cosas son gente, porque pesan, y luego acaba el pobre con la espalda fatal. Vaya artrosis galopante le pronostico al joven Rubén. Los demás, espero que no se hayan hecho mucho daño al caer.

    Buenas noches, monsieur. O no sé si son tardes, porque está oscuro, pero tampoco es para decir noches todavía, ¿no?

    Bisous

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  2. Si a la dirección de youtube le pones ss delante, te la puedes descargar.
    Ejemplo:
    http://www.ssyoutube.com/watch?v=L3PtyWSDECQ

    (Luego le leo que estoy en clase)

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  3. Memoria fresca y nítida... una semana santa de hace 3 años, y ese lujo de detalles, caramba : P

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  4. ¿El pueblo al que vas en verano está en Jaén?

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