domingo, 9 de octubre de 2016
Diccionario enciclopédico de la vieja escuela - Javier Pérez Andújar
Escribir sobre esto sabiendo que no voy a llegar. Hoy no. No soy muy original. Cuando leo algo de Simenon me gusta escribir textos sobre tabernas, gente que bebe cosas raras, etc. Cuando leía a Bolaño quería escribir mucho, simplemente. Si me pongo a leer a Guillem Martínez, escribo saludando: ‘hola’. Si leo a Javier Pérez Andújar, creo que voy a escribir siempre como Javier Pérez Andújar. Soy un optimista. Como Javier Pérez Andújar solo escribe él, supongo. Los demás haremos algo que creemos parecido, pero que no lo es. Es igual. Ya está escrito el primer párrafo.
No he leído ningún libro de Javier Pérez Andújar, que yo recuerde. Al menos en solitario. He leído el de Milagro en Barcelona, escrito en base a imágenes del maestro Joan Guerrero. Ni Catalanes todos, ni Paseos con mi madre, ni los Príncipes valientes… bueno, pero ya he leído el del Milagro. Contradicción. Sí que he leído muchos artículos suyos tanto en prensa como en blogs. Este libro, el Diccionario enciclopédico de la vieja escuela es mi primer libro y lo leo después de que el escritor de Sant Adrià del Besós haya sido protagonista de una polémica muy agria a raíz de su designación como pregonero de las fiestas de la Mercé. De hecho, empecé a leer el libro justo al día siguiente de que hiciera el pregón. Un pregón que, leído, emocionaba. Supongo que escuchado tuvo que ser la leche. En su pregón, el escritor recordaba una serie de referentes, que no tenían que ser necesariamente de su infancia, que para él conformaban la Barcelona que parece sepultada por… bueno. Por eso, por lo que vemos todos los días por Barcelona si nos fijamos simplemente en lo que vemos. Concurso de imitadores de Javier Pérez Andújar. Un pregón que fue criticado por un ex parlamentario de la CUP como ‘subcultura española de barrio’, calificando de esta manera entes tan ‘españoles’ de bien como l’Odi Social, la Banda Trapera del Río, Radio Pica o Radio Bronka. Yo escuchaba de chaval Radio Bronka. Era una emisora de radio ubicada en Nou Barris que emitía unos programas flipantes de punk, de… bueno, si no ponían punk o heavy metal o música jamaicana, hablaban del movimiento okupa o del mili kk y cosas así. Era lo más. Casi al lado en el dial si no recuerdo mal, estaba Radio Inoksidable, que la hacían desde Santa Coloma y ahí ponían un programa de rock progresivo y rock sinfónico que me encantaba. Yo quería ser un punk, un punk muy cobardón, pero me gustaba escuchar a King Crimson, a Vangelis, a Tangerine Dream cuando los ponían. Me molaban esos programas, esas emisoras… ‘este es un programa de Macnamara Watts para Radio Bronka’. Anda que no habré dicho veces esto. Un punk familiar que ponía Radio Bronka mientras mi madre cosía y mi padre acababa de apañar algún cuadro.
Pues esto más o menos es de lo que va este libro. Se trata de una compilación de artículos ya publicados en prensa y blogs (muchos de ellos no los había leído antes, lo que contradice lo que digo al principio, pero esto ya…) así como de algunos inéditos. Por orden alfabético, como en un diccionario al uso, se van introduciendo unos conceptos en torno a los cuales el autor reflexiona sobre qué pelotas hacemos aquí. La situación política explicada a veces muy directamente, otras de manera oblicua, otras solo sugerida, otras veces volando y aterrizando al final. El mundo de los cómics y cómo en ese mundo se explica este mundo. Autores, personajes, editoriales, escritores de literatura popular, personajes olvidados, lugares olvidados, cosas olvidadas. Referencias. Subcultura. Estos son mis referentes, en esto me baso para ir viviendo. En cómics, en canciones, en literatura, en lo que leo en diarios, en películas, en actores, en… subcultura. Cultura. Leer un libro como este es asomarte al manual de instrucciones de una persona. En esto me baso, parece estar diciendo el autor, para ir viviendo. Suena demasiado profundo, perdón. Un manual de referencias que llevan a una opinión sobre el mundo en el que, pese a todo, hay una esperanza en que la cosa puede y debe ir a mejor. Aunque sea cogiendo como base de un pensamiento y una línea ideológica unos referentes que hay quien pueda considerar que son obsoletos, viejos, caducos, una mierda comparada con otros referentes más elevados, más cultos (¿?), no sé. Pero en base a tebeos, a series, a películas populares, a lo que vemos y consumimos, sin tener que ser… algo que no es necesario ser para ser una persona con un pensamiento decente. De decencia. Y los que le hemos seguido, sabemos que hay más. Que participaba en programas muy sesudos del 33 en los que se hablaba de literatura y ahí estaba. Que sí, que junto con toda esa cultura, esa subcultura, es capaz de hablar de lo que quieras. Combatimos con nuestras armas, combatimos también con las tuyas si quieres.
En fin. Este libro mola mucho. Hay ‘temas’, como el de los dibujantes, los cómics, por ejemplo, que a mí por desconocimiento del tema, hay veces que presentan un interés relativo. Pero es porque es un mundo que me es muy ajeno. Sí, los mortadelos y eso, pero poco más. Yo leía mortadelos porque me los traía mi tito Basilio y a él se los pasaba un amigo o algo así… Bueno. Dejemos la imitación.
Hace unos años un Colectivo de Santa Coloma trajo a Javier Pérez Andújar a la ciudad para hablar de Paseos con mi madre. Como soy un sectario del copón, no fui a verlo, porque el colectivo presentaba diferencias ideológicas con mi verdad verdadera y… no lo vi. Hoy a Javier Pérez Andújar nos lo rifaríamos. En fin.
Me gusta lo que cuenta el libro. Me gusta encontrar a alguien que nos dice que no hace falta ser un pedante, un relamido, impostar estar a la última si prefieres algo anterior y que es tan válido como… no sé.
Tenía ganas de leerme el libro, tenía muchas ganas de acabarme el libro y poder decir ‘oye, el libro que me dejaste, me lo he leído y voy a escribir sobre él’. Tenía muchas ganas de escribir sobre el libro, sobre el autor. Pero me quedo como encogido. No sé, me pasa que pienso que lo que pueda decir sobre el libro quedará pequeño. Habla en el libro de Baroja, por ejemplo. Un autor que habla de Baroja, con lo que me gustaron los tres o cuatro libros que me habré leído de Baroja. Habla de más cosas que me molan. Habla del libro Narración de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe. Ese libro me lo regalaron de pequeñito, lo intenté leer mil veces, al final ya de mayor lo completé. Y habla de él. Joder, qué ilusión.
Un libro que habla de cosas que me tocan la fibra. Otras no. Un libro que me hace hablar de lo que me gusta a mí. En fin. A todos nos gusta hablar de lo que nos gusta. Un día me dejaron este libro y me dijeron que me iba a encantar. No sé cómo acabar este texto. Quisiera poner algo así como muy personal, muy emocional para agradecer a quien me dejó el libro el gesto, la insistencia, el ánimo. Cuando quieres decir una cosa y no la puedes decir, encanto, lo que debes hacer es no decirla. Ya se entiende.
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No conozco al autor. Usted está más enterado de autores actuales. Es tan arriesgado. O sea, ¿lo recomienda?
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