viernes, 25 de noviembre de 2016

Un día antes del homenaje a Lluís Hernàndez


Un día antes del homenaje a Lluís. Sólo falta un día para que se inaugure la escultura en honor al que fuera primer alcalde de la recuperada democracia (la República fue democracia también), fallecido hace un año, y uno no deja de sorprenderse con las historias, con los recuerdos de la gente, con el influjo constante del Lluís, del cura, en la vida y milagros de esta ciudad del demonio.
Una escultura que mirará hacia las Oliveras, el barrio en el que predicó, luchó, vivió, amó y sufrió también. ¿He dicho que vivió? Si algo podemos decir de Lluís Hernànde es que vivió. Que vivió con nosotros y que vivió por nosotros. Esta última frase podría ser de una homilía, de alguna de esas intervenciones que se hacen cuando tenemos que recordar al que se ha ido. O en las bodas, cuando hablamos de los que se casan y decimos lo majos que son.
Mañana tendrá lugar un acto, a las once de la mañana, en el que intervendrán la autoridad, la comisión que con tanto cuidado ha preparado este acto, alguna invitada que compartió militancia y amistad con el alcalde y nadie querrá perdérselo. Bueno, el PCPC ha organizado un acto de homenaje al camarada Mora justo a la misma hora, lo que da cuenta de que hasta el final y después del final, no desperdiciamos una oportunidad para... Habrá en el homenaje a nuestro alcalde canciones, habrá palabras... y Lluís tendrá por fin uno de los muchos testimonios físicos de recuerdo y agradecimiento a su labor para con el pueblo, que ya debería haber tenido y que todavía a día de hoy nos enredamos para no hacer de lo evidente algo tangible.
¿Dónde será? A las once, mañana sábado, al lado de la parada de Can Zam. Allí. Lo he dicho antes.
¿Una calle para Lluís? ¿Una plaza para Lluís? Una comisión lo estudia desde hace tiempo y parece que la cosa anda bastante encarrilada pero, ay, siempre hay alguien que se empeña en discutir sobre la esfericidad de la Tierra y discute si es más importante la literatura francesa del siglo XIX y su trascendencia en la vida de los colomenses o bien una figura como la de Lluís, que seguro que genera menos consenso entre la población local. Creo que sería una idea estupenda que, esa persona que desea que prevalezca el reconocimiento al autor de... y..., recogiera firmas y movilizara a quien tenga que movilizar para que se diera una performance que asombrara a la Humanidad en nombre de la cultura. Y lo peor, sería que alguien comprendiera esa actitud, le diera palmas, le animase, en definitiva, utilizara algo así para poner trabas a
Queda un día para el homenaje. Vendrá mucha gente a ver la estatua, el busto, que se ha sufragado por suscripción popular, en el que cada colomense o ciudadano de otras latitudes ha podido poner algo de su parte para que el proyecto tire adelante. Vendrá mucha gente a recordar lo que hizo Lluís, lo que hizo el cura, cuándo vio al cura, qué hizo en su barrio, las cosas que hizo en las Oliveras, cuando lo de los autobuses, cuando esto y cuando lo otro. Vendrá mucha gente a hablar de cuando era alcalde y había que hacerlo todo desde la nada, con imaginación, sin saber, sabiendo, con un proyecto, con todo el corazón del mundo y sin contar, sin saber, sin querer ver, que no todo el mundo te quiere bien y que la lucha política es dura, triste, fría, despiadada y que quien más daño te puede hacer quizás es, siempre, quien está más cerca. Y la lucha por el poder, ni te cuento.
A un día nada más del homenaje, vuelvo a acordarme de lo orgulloso que estaba yo cuando era pequeño de que en mi ciudad tuviéramos a Lluís Hernàndez como alcalde. Entonces quizás solo sabía que era un alcalde comunista, cura y comunista, y para mí ya era suficiente. Cuando creces y sabes más del personaje, el orgullo crece. Creo que repito cosas que ya he escrito, pero posiblemente a Víctor Hugo le pasara alguna vez también.
Falta un día para el homenaje a Lluís. Al cura. Todo el mundo era del cura. Todo el mundo votaba al cura. Lluís, decían que contaba, que te voy a votar... que te he votado... y les decía 'no, no me has votado', y se sorprendían ¿cómo lo sabes?. No se cansa uno de escuchar las historias que cuentan de él, de la gente distinta, de la gente que le seguía, que aún hoy, cuando pones una carpa para las elecciones, se paran a decir que 'eran del luis'.
Los de Santa Coloma somos muy de Santa Coloma, ya lo sabemos. A veces nos pasamos. Quizás una de las primeras cosas por la que te sientes orgulloso de Santa Coloma (una ciudad nada acogedora, una ciudad inhóspita, una ciudad que se tiene que hacer vivible cada día porque nos la pusieron mal a drede) es por Lluís Hernàndez. Por el cura. Por lo que significa, por la lucha, por darlo todo a cambio de nada. De nada. No hay un puesto después, un trabajo en un organismo, una colocación en una entidad, un nada. Nada. Era cura. El orgullo de haber tenido como alcalde, como referente para tantas cosas a alguien así. Un ejemplo.
Para todo.
Santa Coloma es muy pequeña. En un rato te la acabas. Pero tiene tanta gente que la hace grande... Otra frase de publirreportaje. Santa Coloma es lo que es por Lluís Hernàndez.
Pero un momento, cuando hablo de Lluís hablo de la persona Lluís y hablo del conjunto Lluís.
El conjunto Lluís es toda esa gente que se nos va haciendo mayor, que ha luchado y que ha echado horas, y horas, y las sigue echando pensando, reflexionando, reuniéndose, yendo al Parlament, grabando actos con diez personas, como siempre, como hacían hace casi 50 años. El conjunto Lluís es esa gente que sigue copando los actos, que sigue siendo el grueso de la vida asociativa de la ciudad, que sigue siendo básica para que muchas cosas se muevan por aquí.
A falta de un día para el homenaje a Lluís, podríamos preguntarnos qué podemos hacer, si está todo hecho, si merece la pena volver a pensar en que todo lo que Lluís y los que le acompañaron en todas esas movidas (las luchas, las luchas, las luchas...), se termina ahí y ya no se puede volver a intentar o debemos conformarnos con... peor aún, si lo que tenemos ahora se declara continuidad de lo anterior. Cielos, no.
Ayer leí un artículo sobre la revolución rusa. El autor venía a decir que quizás salió mal, que quizás no fue como se esperaba, pero que lo que se pretendía ya no se puede obviar. Es realizable. Se va haciendo poco a poco. Pero hay que hacerlo. Y si aquellos rusos que vivían en un régimen feudal lo hicieron, si aquellos curas rojos, si toda esa gente que echaba horas y horas y horas (jugándose el físico), bajo la dictadura, pudieron hacerlo, si esos trabajadores en huelga, si los estudiantes... si lo intentaron, no fallaron. Fallamos si pensamos que no lo podemos volver a hacer.
Brindemos ya, esta misma noche, por Lluís. Vivamos. Mañana pongámonos formales si queremos. Respetemos el canto de la Coral. Cantemos interiormente la Internacional. Acordémonos de Lluís y no olvidemos nunca que el futuro lo hacemos nosotros hoy, recordando, pero trabajando.
Que alguien me quite el teclado ya...

2 comentarios:

  1. Lástima que no hayan más personas así en puestos de responsabilidad. Siempre en mis recuerdos. Siempre Luis, siempre las personas.

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