jueves, 3 de noviembre de 2016

Un sueño con dinosaurio y chino hongkonés

La interpretación de los sueños es bien sencilla. Se busca en google y no hay nada más que rascar. Hace dos días, por ejemplo, soñé que tenía un conejo en la cama. Un conejo gris que al principio me dio algo de miedo. Tras una breve reflexión dentro del sueño por la que llegué a la conclusión de que al fin y al cabo solo era un conejo no me preocupé y me sentí bien. Al parecer el sueño significa que me va a ir muy bien.
Hoy, sin embargo, la cosa ha sido algo más complicada. Por no sé qué atenerme con lo siguiente. No sé dónde estaba ni a qué venía el asunto, pero de repente me he encontrado en una habitación. En la habitación había un dinosaurio de tamaño mediano y con pinta de ser totalmente inofensivo. Venía a ser como un perro grandote, pero no era un perro, era claramente un dinosaurio verde, un clásico dinosaurio de aspecto bonachón, de cuello largo y barrigón. No hagan caso de la imagen que ilustra el texto. El caso es que el dinosaurio estaba en aquella habitación y yo estaba en aquella habitación también.
Alguien, una especie de voz en off, me decía que aquella era la casa de un señor chino que aparecía en una foto. Un chino alto, de buena planta, un buen mozo que llevaba un sombrero en una foto en blanco y negro. Un sombrero no, un gorro. El típico gorro de revolucionario chino. Pero la voz en off me decía que el chino no era propiamente de la República Popular sino que era de Hong Kong. Y era verdad. Porque en la habitación había diversas bufandas de equipos de fútbol o de ciudades varias. Bufandas con los nombres de las ciudades bordados. Y una de esas bufandas era de Hong Kong.
La voz en off me contaba que este ciudadano chino viajaba y traía y llevaba cosas varias por el mundo. Una de esas cosas que traía de Hong Kong eran puros y me señalaba una caja de puros que estaba encima de un sofá. No fumo, pero al ver la caja de puros fui a ella y la cogí. Por tenerla, por llevármela. No sé.
El caso es que el dinosaurio, que estaba tranquilamente aposentado en el sofá, junto a la caja de puros, de repente empezó a ponerse nervioso y a gruñir y a moverse agitadamente. Me costó entender un rato que el dinosaurio se había enojado porque le había quitado la caja de puros. La voz en Off no decía nada. Era yo el que tenía que llegar a la conclusión. Al dinosaurio le gustaban los puros y, como cuando le quitas algo a un niño pequeño, se alborotaba. Saltaba alrededor de la habitación y no es que llegara a asustarme, pero decidí que lo mejor era devolverle al dinosaurio sus puros.
Creo que al poco me he despertado y ya no me he vuelto a dormir.
En una habitación que pertenecía a un chino hongkonés, un chino muy majo que no me quedó claro si era de los buenos o no, dormía un dinosaurio al que le gustaban los puros. Y fui yo a molestar nada más.
Para los que busquen correspondencias extrañas, cené una rebanada de pan con sobrasada, queso y miel y luego un plato de sopa. Por este orden. Y dos culitos de vino blanco.
A ver qué dice google de todo esto.

3 comentarios:

  1. Quitándole una caja de puros a un dinosaurio, ni más ni menos. Usted juega con fuego. Ni que parezca bonachón.
    Sin duda, fue la cena
    (: S)

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  2. ...Vaya emoticono más raro me ha quedao

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  3. Y cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí, ¿a que sí?
    Bueno, yo es que tengo un problema con el tamaño de los dinosaurios. Debo de calcularlo mal. Nunca hubiera pensado que uno de tamaño mediano cupiera en una habitación, y menos que le quedara espacio para saltar alrededor. Pero bueno, al fin y al cabo tampoco sabía que les gustaran los puros.

    ¡Para grande usted, Tolya! Un relato muy en su línea. Me gusta.

    Buenas noches

    Bisous

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