lunes, 10 de abril de 2017

Tesla en Ca la Sisqueta. La música que no te esperas.

Descubrir algo nuevo cuando no esperas nada. Sentir que el día tiene algo más que ofrecerte, cuando parece que lo que queda del día es una coda que no aporta nada. Escuchar algo que te recuerda a otra cosa. Ese proceso, el de escuchar una música que poco a poco te va calando, más y más, hasta que... los que somos unos sectarios tendemos a hacer que el mundo encaje con nuestra forma de pensar, de escuchar, con lo que ya sabemos.
El pasado sábado, en Ca la Sisqueta, se anunciaba un proyecto musical colomense llamado Tesla. A sus integrantes les habrán escuchado ya en otros mundos, como los Hule Frappé, por ejemplo. Batería, bajo, teclados, guitarra acústica y voz. Como me tapa la columna que se aprecia en la foto, tardé un rato en caer en la cuenta de que había bajo. Pensé que el teclado... en fin. Después de un día intenso, alegre, trabajado, ¿he dicho intenso? aterrizar en Santa Coloma para disfrutar de un concierto, no parecía una idea demasiado brillante si la enfrentamos con la posibilidad de dejarse morir uno en el sofá. Y sin embargo... qué gran elección.
Como digo, los sectarios como yo, necesitamos encajar lo que nos viene de nuevas con lo que ya conocemos. A veces, con cosas que conocemos que tampoco nos encajan. Tesla no es Hule Frappé. Cambia el cantante y cambia la propuesta. Quizás no sea muy evidente, pero yo noté algo.
Tesla comienza su propuesta y uno cree que va a ir por derroteros sabidos. Jazz fusión, algo de funky, quizás la clásica deriva por ambientes sureños... pero no. A medida que las canciones avanzaban, a medida que la primera canción fue creciendo, mi oído fue adivinando que lo que allí sonaba era otra cosa. Algo familiar. Algo parecido a... sí. Soft Machine, Matching Mole... algo así. Ese jazz progresivo, esa psicodelia que no lleva a ninguna parte más que a dejarse llevar y mover las piernas con un ritmo que no tienes ganas de que desaparezca. Que se repite, que te relaja, que te mueve.
Un repertorio muy medido (vamos, que no fue un concierto demasiado largo), con una sola intervención en solitario de la cantante que hizo un cancionón con dos notitas nada más ('qué feo que eres, te como', me llegó al alma). Con unos musicazos de narices. Unos músicos que no necesitaron ruido, efectismos, alardes instrumentales, nada más que tocar, dejarse ir y meternos a todos en su bucle.
Si me llegan a decir que iba a terminar el día con una buena dosis de los discos III y IV de Soft Machine o las partes más serenas de Matching Mole. Que puede que no le digan nada a nadie, pero que a servidor le tocaron la patata.
Son canciones río, canciones que parten de una base pequeña, pero que van creciendo, que van aumentando el grosor sin ser nunca estridentes. Con una cantante al frente que te atrapa y te tiene en vilo. Que parece que va a irse por peteneras, pero se contiene y se une a un todo. Qué cosa.
Santa Coloma, qué ciudad. Que lo mismo te crees que ya lo has visto todo y, cuando menos te lo esperas, te vuelve a dar la vuelta.
Nunca se sabe.

1 comentario:

  1. Oiga, está con Sta Coloma que no mea. Parece el relaciones públicas in town.

    ResponderEliminar