lunes, 21 de agosto de 2017

Jornadas de autodestrucción en Vilches

Qué bonita foto. Parece un postal. Una de las cruces que marcan el camino por donde sube o baja la Virgen en su camino desde el Castillo o Ermita (ya entraremos en esto luego) hasta la Iglesia. Parece una postal. El día que llegué a Vilches me descargué una aplicación de Correos que se llama Mipostal. Conociendo que en Vilches iban a tener las mismas postales de siempre y que los mismos iban a recibir otra vez las mismas postales, descubrí esta aplicación por la que puedes hacer tu propia postal. No tengo mano para las fotos, pero algo es algo. No conseguí enviar ninguna postal. Compré postales de todos modos para enviar las clásicas desto pero no compré sellos. Porque.. porque no. Porque no han sido vacaciones. Han sido un proceso de autodestrucción desde el primer día. Un laberinto en el que poco importaba si ha habido días mejores o peores. Lo importante es que desde el primer día, tuve la consciencia de que no iba bien. Que no me encontraba bien. Que vaya flojera. Que sin comer. Que el calor. Una autodestrucción consciente.
Llegamos al pueblo, Vilches, Jaén. Va a hacer calor. Mi hermano nada más soltar la maleta se pide la habitación de la Abuela, abajo. Yo, conservador y cabezón, me cojo la de arriba. El principio del fin. No he conseguido dormir ni un solo día, no he conseguido comer como una persona en una semana, me he constipado con el aire acondicionado, me he asado vivo, he visto a la dama blanca, he atravesado desiertos, no he bailado prácticamente nada, he creído morirme en un tren yendo a Jaén, he creído morirme en un tren volviendo de Jaén.
Explicaciones. Otros años, siempre, he ido a Vilches antes de las fiestas, o días antes o días después. Este creo que ha sido el primer año que he ido para las fiestas como único objetivo. No he ido a ningún sitio, no he visto nada.
Fiestas patronales. Este año sale la Virgen perfilada en el programa. El año pasado mi padre no la puso en su cartel. Mi padre no ha venido este año. Todo el mundo nos pregunta por mi padre y por mi madre. Una mujer, hermana de Isa, nos dice que parece que los ve cada vez que va a la plaza. Que los ve sentados. Nos pasa a nosotros que parece que los vemos todos los días que pasamos por el Ferial. O sentados en las mesas de la piscina, viendo bailar. Fiestas patronales. No sale la virgen en el programa, os habéis cargado el Novato, porqué no vienen grupos, las orquestas son muy malas, el equipo de gobierno sufriendo presión por todo el campo. Controversia, debate, Marina, la orquesta, Marina, la Virgen...
El primer día vamos a ver a los cabezudos. No voy a hablar de lo que he hecho todos los días porque se repite. Un síntoma. Veo cosas, me hacen gracia, las abrazo con entusiasmo, se me olvidan. Vemos un puesto, chapas con frases vilcheñas, compro dos. Un día más tarde ya no tengo chapas. No hago por comprar más. Bebemos cerveza, nos tomamos algo, alargamos la broma, son las cinco de la tarde y nos hemos bebido el agua de los floreros. Hace mucho calor. La cerveza entra que no te enteras. Han puesto cerveza Estrella Damm. 770 kilómetros recorridos para volver a encontrarte con la misma cerveza que en casa. Vamos esquivando la Damm. No por nada. Recorremos todos los bares, solo nos hemos dejado el merendero. Este año nos hemos centrado en el Cruce. No hemos comido ni un solo día. Destrucción. Me hago mayor, o soy flojo, o no he medido bien, o no sé vivir. Si hace calor, pon el aire, si el aire está fuerte, baja el aire, si no puedes dormir, vete a otro sitio, si tienes hambre come.
Fiestas patronales. ¿Quién va a Vilches para las Fiestas? ¿Dónde están los vilcheños? ¿Cómo les gustarían a los vilcheños las fiestas? Forasteros que vienen a las fiestas, no nos fijamos demasiado, pero no reconozco a muchos catalanes como nosotros por allí. Vemos a mucha gente que estudia o trabaja fuera, vilcheños, gente joven, que vienen a las fiestas. Pero es como si el vilcheño medio hiciera gala de 'no quedarse en Vilches' para la Fiestas. Y que la gente que trabaja no tiene fiesta. Y que no todo el mundo va a la Piscina todos los días ni se lo puede permitir. Que es un pueblo pobre, caramba. Que está Coosur y poco más. Pero de algo hay que hablar.
Vamos y venimos. Subimos y bajamos. Andando. A las dos de la tarde. Iniciamos la ascensión. Paradas técnicas. No tenemos fuerzas para seguir subiendo. No podemos dormir. No podemos comer. No podemos parar. No hemos parado. Todos los días en danza. A un nivel medio bajo, yo desde el 14 de agosto iba arrastrándome. Notándome cansado. Sin dormir siesta. Sin dormir por las noches. A 30 grados por la noche. Aire acondicionado. Dos de la tarde. 42 grados. Ocho de la tarde. Sudarrinas. Otra vez que no hemos visto bajar a la Virgen. Otra vez que no hemos visto entrar a la Casti en la Iglesia. Otra vez que nos perdemos lo importante. Nos lo perdemos todo. Hemos venido a beber. Y a veros. Pero no medimos. Ni una cosa ni la otra.
El día que me vuelvo me dicen que no me olvide de la gente de Vilches. Si nos hubiéramos olvidado no bajaríamos más. Volvemos por que no paramos de acordarnos de vosotros. Del Casino y de las vistazas que tiene y que este año no hemos podido ver porque no dejan entrar a humanos normales en el Casino. De los compañeros y compañeras que están ahí recibiendo en primera línea por parte de la extraña alianza entre los altavoces y los del negocio perdido. De la familia que vamos descubriendo cada vez que bajamos, que es más amplia y con la que tenemos más cosas en común de las que nos creemos. Fotos con las primas, fotos con los primos. Cervezas con las primas. Así estoy. Cervezas con mi prima Juli, como para olvidarme de ella nunca más. Cervezas y no parar de hablar. No parar de hablar ni un segundo. No parar de contar. Mi prima Juani, mi prima Conchi, mi prima Aurora. La Rocío, perfecta pero sin los likes que merece. Marina recibiendo y devolviendo golpes. Marina yendo y viniendo. La gente que no deja de preguntar, niño no sé si sabes quién soy pero cómo está tu padre. Los amigos de mis padres. La Laura que nos regala trajes africanos. La Montse a la que vemos feliz como nunca. El Porras que se queda con una camiseta de Bigotín. Lucas, al que no he visto este año. Argudo, al que sí. Los bares. El Buen Gusto que dicen que cierran y que nos tiene con la duda. Ginés que fuimos un día solo. El Aljarafe donde tuvimos el acierto de desayunar un día. El Millonario, siempre efectivo, siempre bien, cada vez más el mejor bar. El Ágora, con Roberto impecable poniéndote la birra antes de que te sientes. Literal. Las Olas, donde debería estar mi padre. Incluso los Cazadores donde solo entramos una vez pero nos encontramos con la Laura, encantadora.
¿Os gusta Vilches? No os perdéis una. Sois fijos en las fiestas. Ya nos van diciendo que somos de los que no perdonan nunca. Otros empiezan a fallar. ¿Cuánto nos quedará a nosotros?
¿Es Vilches un pueblo bonito? Mi padre, cuando le cuento lo que pasó aquel día, se indigna, se levanta del sofá y me dice que si solo voy a beber cerveza que qué coño sé yo si es bonito o si es feo. Que Vilches es bonito. Una noche, un profesor muy cualificado y tal, dice que Vilches es precioso y se me ocurre (si no está mi padre, tengo que hacerlo yo) discutir y decir que no. Que Vilches no es precioso. Que Vilches no es bonito. Debate. ¿Por qué vamos a Vilches? ¿Para ver la Canaleja? ¿Para subir al cerro y ver las preciosas vistas? ¿Para responder a la vibrante y luminosa llamada de Nuestra Madre? ¿Para ver un Castillo que es una Ermita y lo mismo da llamarle castillo que ermita y nos quedamos tan anchos? ¿Para comernos un filete de buey con más aceite que yo en Miraelrío? ¿Para asarnos viendo Giribaile? Quizás no. Quizás sea para pedirle a la Chu vasos de cristal. Para comprar en el estanco postales. Para ir a lo del Pedri a imprimir billetes de tren. Para pasar por la puerta de lo de Andrés. Para acordarnos de las Sevillanas que no han venido. Para acordarnos de los que no están cuando Juan Ramón viene a saludar el último día. Para ver si nos encontramos con el tito Basilio en el cruce, pero no. Para ver a los de Mollet, al Pepe, al Seba, al Javi. Para subir la cuesta de la piscina. Para pasear por el Paseo. Para programar un festival que se llamará 'Festival de Música electrónica y sonidos de Vanguardia' y morirnos de risa. La mirada del indignado.
Y niños, y cochecitos, y barrigas, y niños y más cochecitos y vaya calor para tanto niño y tanto cochecito y tanta barriga. Tiempo para ver venir la vida. También tiempo para escuchar música... o no.
¿Música? Qué pasa con la música. Súbeme la radio y despacito. Vamos a ser feliz, felices los cuatro. Y en la canción hablan de tres. Pero deja la puerta abierta a que el que canta tenga pareja y ya el enmierde sea absoluto. Y así cinco días. La muerte de la música. La muerte de casi todo. Da igual si la orquesta se escucha floja o fuerte. Cinco días sin más música que esa. Muerte de la música. Antes en las chapas había al menos un rincón para el maquineo... también han podido con ellos. Intentando escuchar medio en sueños, agobiado por el calor, Radio 3 y el programa sobre punk. Súbeme la radio, somos tu altavoz. Un cartelico en mitad de un carreterín en un palo de la luz pidiendo arreglos. Qué cabezas. Da igual. Mientras esté Enrique Iglesias al mando no hay solución.
¿Por dónde iba? ¿Qué iba contando? ¿Me lo he pasado bien? Un viaje en tren volviendo de Jaén con dos Vilcheños de la diáspora. Ella llamando hijoputa a su primo. La cabeza como un bombo. A toma por culo. Una kas limón en el Rafi. Bocadillo de tortilla. Súbeme la radio, Enrique Iglesias es uno más de la familia. Los hijos de la Catalina, la Catalina ahí ahí. Hemos visto a Robin, pero no hemos estado con Robin y Manoli. Se me iba. Grego, la familia de Grego y los amigos de Grego. Grego nos ha conocido y uno tiene la sensación de que hay mucha más gente que nos conoce, como si nos uniera haber vivido algo en común. En fin.
¿Me lo he pasado bien? Claro que me lo he pasado bien. Pero no he medido bien. Desde el primer día. Ni una siesta en condiciones tirado en el suelo de la alfombra. No he ido a los toros para irme de los toros. No sé qué puedo contar porque es que no he hecho nada. Beber, cansarme, cansar a los demás diciendo que estoy cansado. Reírme mucho. En fin, lo que se hace en Vilches.
Y un jueves... en la Radio o en la tele o en el twitter... las Ramblas y mi hermano que se va a Barcelona otra vez. Y de repente estás otra vez en Barcelona. Y yo pasé con mi tita Antoñita por allí y mis padres han estado en las fiestas de Gràcia... niño, ¿tu gente allí está bien? Y veo a Ada Colau en la tele mientras le digo a Roberto que me ponga al Athletic en la otra tele y se me ponen los ojos así como cuando tienes ganas de.
Total. Que muy mal. De cuerpo. Fatal. No sé porqué no os venís el año que viene y así por lo menos repartimos. Destrucción. Llevo tres días sin poder ver una cerveza. Nunca más. Hasta el año que viene.

1 comentario:

  1. Pues seguro que después de su post, sube el turismo en Vilches, monsieur. Lo van a contratar para alguna campaña, ya verá.

    Feliz comienzo de semana

    Bisous

    ResponderEliminar