miércoles, 25 de noviembre de 2020

Diego Armando Maradona. Odio, amor, pena.


Cuando yo era niño me tocaba odiar a Maradona. Maradona en el Barça y yo con 7 años y recién llegado al fanatismo por el Athletic Club. En casa se odiaba a Maradona. El Pelusa. El Pibe. Jugando con el Barça protagonizó uno de los momentos más lamentables del fútbol en aquella final de Copa en la que capitaneó una agresión colectiva hacia los jugadores y técnicos de mi Athletic Club, tras perder con el enorme gol de Endika que hizo esa y jamás nada más. Odiaba a Maradona con todo. Unos meses antes, Andoni Goikoetxea había lesionado a Maradona y todo el mundo odiaba a Goiko. Y en el colegio había que aguantar, goiko asesino, los del Athletic son unos asesinos. Eso curte. Maradona y el Barça, la misma banda. Cuando se fue al Nápoles ya me dio igual. El Barça seguía ahí. 

Recuerdo ver el Mundial 86 en el pueblo. Las semifinales contra Inglaterra y la final contra Alemania. Lógicamente ahí ya iba con Argentina. A muerte. Aunque estuviera Maradona. 

Pero yo no soy de Maradona por ese Mundial. Yo soy de Maradona por el Mundial de Italia 90. Un Mundial al que Maradona ya llega cascado, con la rodilla de aquella manera. Argentina venía con un equipo que yo recuerdo como una banda, aunque no lo fuera tanto. Empató el primer partido con Camerún, creo, o llegó a perder y de ahí fue trastabillando. Todo esto lo estoy recordando sin mirar. No sé en qué partido llegan a marcar un gol con la mano también. Y llegan los dos partidos que me hacen ya de Maradona para siempre. El partido contra Brasil, donde Maradona le mete un pasecito después de hacer una jugadita pimpim a El Pájaro Claudio Paul Caniggia y éste ajusticia a los brasileños. No me gusta nada Brasil, la selección de Brasil, la suficiencia de Brasil. Argentina jugando con cuatro cañas, con defensas carniceros, con Ruggieri repartiendo, con el vasco Olarticoechea, con Goicoechea en la portería que era super joven y que estaba sustituyendo a Pumpido que se lesionó en el primer partido. Pero no eran tan mal equipo. Es igual. Yo ahí construí mi mística maradoniana. Medio cojo con un equipo de cuatro cañas y ahí estaba, cargándose a Brasil que, otra vez, tenía un equipazo brutal. Entre medias, eliminan a Yugoslavia en cuartos, teniendo Yugoslavia otro equipazo increíble.  

Y llega el partido de la vida. Italia contra Argentina. Y otra vez Caniggia convierte el gol del empate, y Argentina aguanta y aguanta contra el anfitrión y contra el árbitro Voitreau que alargó la prórroga ni me acuerdo. Nervioso perdido viendo la semifinal. Italia con todo preparado, todo a favor. Y Argentina con Maradona que no se movía del círculo central, aguantando y aguantando. Y llegan los penaltis. Y otra vez Goicoechea y a la final. Ya era de Maradona por lo siglos. 

La Final contra Alemania y el himno. La foto es de ese momento. Los italianos habían perdido y consideraban a Maradona lo puto peor. Además, Maradona jugaba en el Nápoles. Italianos del sur. Tengo una camiseta del Nápoles y tengo una camiseta de Argentina. Y suena el himno de Argentina y los italianos silban como si les fuera la vida y la cámara va pasando por los rostros de los argentinos y cuando llega a Maradona este dice alto y claro y moviendo bien los labios. 'Hijos de puta', 'Hijos de puta' .

Argentina pierde esa final por un penalti de mierda y porque el árbitro no tuvo narices de echar al criminal Guido Buchwald que se pasó todo el partido cosiendo a Maradona, ya cojo perdido, todo el partido. Pero ahí estuvieron, hasta el final, con uno menos. Solo por tener a Maradona se tenían en pie. 

Lo demás ya es la historia de la pena. El positivo por cocaína, la suspensión, la llegada al Sevilla para recuperar, la resurrección en el Mundial de los EE UU y el positivo por efedrina. Y a partir de ahí todo a la mierda. Regresos, sanciones, abandonos, recaídas, mal, peor, carrera como entrenador y la degradación paulatina de un personaje nacido de la nada, que solo sabía jugar a fútbol y que más listo o más tonto nos hizo disfrutar con el fútbol para bien o para mal.

Ahora que ha muerto con solo 60 años, es muy fácil hacer leña del árbol caído, subrayar (las rayas) que el que la hace la paga. Pero también podemos acordarnos de cómo se colocó siempre en el lado zurdo de la historia, aunque le costara ser todavía peor tratado. 

Así que, Viva Maradona campeón. Se lo dedicamos a toda la reputa madre que los reparió.  

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