lunes, 9 de noviembre de 2020

Rocheteau


'Y entonces sale el portero de Alemania con las piernas por delante, el hijo de puta de Schumacher, y le mete una patada en toda la cabeza al pobre Rocheteau que lo deja lelo. Al cabrón del alemán ni siquiera le expulsaron y a Rocheteau que era un delantero apañadete pero que tampoco era ninguna figura y que le confundía mucho jugando con Platini porque tenía el pelo así rizadete también'. Me gusta contarle a mi hijo historias del fútbol, de cuando el fútbol era fútbol de verdad y se podían ver entradas escalofriantes y el fútbol era como más auténtico que ahora, donde todo está filtrado, esterilizado, limpio. 

Cuando le explico estas historias a mi hijo me mira embelasado. Le gusta entrar en mi mundo. Noto que ejerzo sobre él un tipo de influjo especial. Mi compañera, su madre, quizás tiene con él una relación más afectiva, pero conmigo creo que es una especie de cosa intelectual. Me parece que, aunque todavía es muy pequeño y no puede jugar al fútbol, va a hacer algo con el fútbol, porque le brillan los ojos cada vez que le cuento historias como esta. Y se queda conmigo a ver los partidos en la tele y me mira absorto cuando le voy explicando que tal jugador me recuerda a Soren Lerby o que no se ha visto un central en el mundo como Goikoetxea. Para que vea que soy una persona plural y tolerante, también le hablo de Maradona o de lo mítica que es la selección del Uruguay o que la Unión Soviética era especialista en decepcionarte. 

Mi hijo se llama Txomin, precisamente en honor a Rocheteau. Cuando yo era pequeño mi padre también se pasaba conmigo las horas, hablando, charlando, comentándome las cosas que le pasaban, y también le encantaba el fútbol. Además de las anécdotas que tenía por haber jugado al fútbol él mismo, aunque de manera amateur, también se sabía muchas historias. Era un placer escucharle contar sus partidos de fútbol contra los de otros departamento del trabajo. Te reías mucho. Y sabía además mucho de fútbol. Le encantaba. Tanto le gustaba que me puso Patricio de nombre, que mi madre casi se divorcia de él porque se empeño en ponerme el nombre del jugador al que el portero de Alemania casi le revienta la cabeza en el Mundial 82.

Espera un momento.

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