domingo, 2 de mayo de 2021

Falling - Viggo Mortensen


Hoy, Día de la Madre de 2021, es un día como otro cualquiera para hacer la crítica de esta película. Falling, primera película como director del conocido actor Viggo Mortensen, es una película que viene como anillo al dedo para un día como este. Frases que se contradicen una con la otra, lo sé. Vivimos en una contradicción permanente. Siempre es necesario ir por la vida con una serie de certezas. Con una serie de cervezas. 

Una película que viene como anillo al dedo para el día de la madre, aunque se centra en las relaciones entre un padre y un hijo. Un hijo y su padre. Un padre que ve como su mujer le abandona. Un padre con un carácter especial, por no decir que es una persona con un carácter especial, por no decir que es un animal de bellota. Un padre que sabe cómo hacer daño con las palabras. Una película en la que la violencia no es física, en la que no hace falta describir escenas de maltrato para entender que alguien te puede estar haciendo la púa por sistema de mil maneras y que el daño es irreparable. Una película que no habla de la madre, aunque la madre está presente durante toda la pelícual, porque es el propio padre, ya demente o con alzheimer, el que confunde constantemente los tiempos y los lugares y tiene a su primera mujer y madre de sus hijos siempre en la cabeza. De tal manera, que incluso es capaz de olvidar a su segunda mujer. Una segunda mujer que, lejos del tópico, no es 'la otra', ni una persona que ejerza... nada. Es una buena tía que no hace más que soportar los arrebatos de alguien que tiene un resquemor interior que no puede parar. 

Es una buena película. Una película arriesgada que a Viggo Mortensen le sale bien. Una película que remueve cosas, que cuenta una historia y donde el protagonista no es Mortensen, sino Henriksen, Lance Henriksen, el actor que hace de padre y que lleva a cabo un ejercicio tremendo de dureza y de... 

No sé cómo explicarlo. Un papelón, vamos. A su lado, sus hijos ya no se enfrentan a él, ya ha pasado el tiempo de plantarle cara, de buscar la pelea, es la hora de encaminarlo hacia donde tiene que estar y dejar a un lado sus provocaciones, sus ganas de buscar bulla, su ira. Incluso sus nietos, con las inevitables broncas y demás, no lo tratan como un apestado, sino como alguien que ya no puede hacer otra cosa sino patalear contra la nada. Por algo que perdió, que no supo tener, que destrozó y que ha continuado toda su vida sin asimilar. 

Es una lectura de mierda de la película. Quizás. 

Pero es una lectura para un día de la madre. 

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