martes, 2 de noviembre de 2021
El fin del mundo
Ante una situación que se nos presenta ya como absolutamente desesperada, qué mejor que no ponerse nerviosos ni tomar decisiones precipitadas. Es una virtud del buen gobernante no dejarse guiar por lo que la corriente nos indica y ser consciente de los múltiples factores que intervienen a la hora de tomar cualquier decisión. Nada puede conseguirse a base de impulsos, nada se consigue con acciones espectaculares y todo debe ser fruto siempre de un proceso de maduración que haga que lo que uno pretende esté asentado en el tiempo y se consiga de manera perdurable. Si nos exigimos demasiado, si nos vamos a lo vistoso y lo efectista, posiblemente lo que obtengamos sea nada, porque en nada se convertirá todo lo que estamos intentando. Así, justo cuando se nos dice que o tomamos decisiones contundentes con el cambio climático, con eso que se ha dado en llamar emergencia climática, me parece muy conveniente el papel que han tomado los asistentes a la magna cumbre que se está celebrando en Glasgow en la que los principales mandatarios del planeta están discutiendo sobre qué medidas tomar al respecto. Y es ahí donde se demuestra porqué ellos están al mando y tienen la legitimidad otorgada por XXX para sopesar y valorar que no todo consiste en hacer esos cambios espectaculares que la calle demanda. La calle o cierta calle, interesada mucha veces en los fuegos de artificio y en las alharacas verdes, antes que pensar en todas las consecuencias que tienen nuestras acciones. ¿Es esto el fin del mundo? ¿Estamos de verdad ante un apocalipsis? ¿Nos hallamos ante el riesgo de la desaparición del planeta? ¿No es cierto que ya han habido experiencias previas de extinciones de especies y el planeta sigue adelante? Son preguntas que nos hacemos y a las que debemos responder no únicamente desde la visceralidad de los datos científicos, desde la frialdad que nos otorgan las predicciones muchas veces interesadas. Hay que valorarlo todo. Y todo es todo. Y todo es lo que tenemos entre manos desde hace siglos y siglos, como es el progreso humano y por ende el crecimiento económico que nos proporciona el bienestar del que gozamos en amplias zonas del planeta. Es una situación desesperada, ciertamente, la que se vive en determinadas partes del mismo planeta y esos efectos que pueden comenzar a sentirse en la puerta de nuestras casas nos debe hacer pensar. Pero no nos debe hacer precipitarnos. Así que me parece correcto que se hayan propuesto unos objetivos que bien pueden parecer modestos pero que a todas luces son los que sientan las bases para que ese camino seguro hacia la reversión de este proceso sea efectiva. Así en resumidas cuentas, yo digo que todo bien, porque otra cosa ya sería otra cosa. Y creo que no deberíamos confundirnos y que la cosa se convierta en otra cosa y creo que ya sabemos todos de lo que estamos hablando. Y por ahí no.
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Solo nos queda cantar la cancioncita que cantaban Greta y los demás muchachillos el otro día...
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